19. Amarga derrota
—¿Chris que quieres de cenar? —preguntó en voz alta el menor colocando su delantal alrededor de su cintura para no ensuciar su camisa blanca.
—Dejame salir del baño primero —gritó en respuesta —Quiero ayudar hoy.
—¡No! Mejor dime y yo lo hago —gritó preocupado por lo que podría pasar esta vez con la comida —Puedes ayudarme a poner la mesa —enunció seguido detrás de la puerta del cuarto del mayor, para evitar que el mayor tocará algún utensilio de cocina.
—Esta bien, no te ayudaré, sé que soy un desastre. Prepara cualquier cosa deliciosa y ya.
—Me alegro que admitas ese hecho —bufo el rubio después de echarse a reír e irse a la cocina.
El menor había tenido la ilusión de preparar unos champiñones cocidos con salsa de camarones, desde hace unas semanas atrás,y gracias a que en el lugar donde venden los mariscos habían unos que lucían apetitosos, pudo comprarlos y el estaba motivado a prepararlos esa noche. Estaba más que motivado para ello, y aunque los pasados acontecimientos lo mantuvieron ocupado mentalmente, al fin, era hora de tomarse un respiro. Era sábado y una rica cena estaba siendo preparada.
Luego de diez minutos Chris salió de la habitación con unas vermudas un una camiseta directo a husmear a la cocina...
—Huele bien bebé.
—Primero es natural que el olor sea exquisito y segundo ya vete de aquí. Mejor ve a areglar la mesa, y después espera a que lleve la comida ¿Bien?
—Bien, lo que digas mi conejo hermoso.
—¿Nunca te cansas de llamarme así?
—¿Porqué debería? —enunció antes de dejar por completo la cocina.
La cena exquisita, al igual que los ojos grisáceos del alcón que devoraba no sólo los champiñones sino al chef de dicho plato, era un sentimiento abrumador el ser observado por esos ojos, sin embargo Eros no se sintió tan aterrado o incómodo, más bien fue algo nervioso porque que podría suceder luego de la cena. Aunque claramente no sucedió nada.
Christopher se concentró en verificar unos documentos que necesitaban su autorización como presidente, y también lidiar con su constante deseo de degustar al rubio, no obstante cierta persona estaba frente a él, diciéndole y especificando una y otra vez las pautas necesarias sobre los papeles que navegaron en la mesita de la sala. Eros. Si él, el objeto de la frustración emocional y sexual del gallardo Christopher Nolan, el mismo que su corazón era un volcán derramando lava a más no poder y su cerebro eran como mil nudos sin desatar. Sin duda una situación caótica.
—... Entoces deberías de implementar una política con ellos, no te dejes engañar, son muy ingeniosos al creer que pueden usarnos —habló —¿Me estas escuchando?
—Lo siento, no me siento en mis mejores condiciones ahora mismo.
—Eso lo llevó notando desde varios minutos, pero y ¿cuál es la razón?
«Ojalá pudiera decir que tu eres la razón de este maldito nudo en la garganta y de este intenso dolor en el pecho, pero no es así, no puedo, y menos después de lo que nos paso en días pasados. Soy un maldito degenerado» —Pensó el mayor arrepentido.
—¿No me puedes decir ahora?
—No es que no quiera, es que no puedo. Si supieras me odiarias —dijo con la cabeza agachada.
—No confías en mí, por el amor de Dios soy tu secretario personal, además de novio falso bajo contrato ¿Acaso es una mujer que te tiene así?
—Vamos a dejarlo aquí, el lunes vamos a terminar los documentos. Es mejor descansar para tener un óptimo resultado —declaró Chris con intenciones de alejarse hacia la habitación.
—¿Adonde crees que vas? Tienes que por lo menos dejar estos terminados.
—¿Estas amenazandome? Olvídalo, rindete con eso —dijo en tono sarcástico.
—No lo haré —balbuceo —No hasta que termines esto, me dejaste hablando solo y ahora no queres hacer nada, tu fuiste quien dijo que cargará con estos papeles, e incluso me pediste que sacará copias por si acaso y ahora estas cansado, el gran Christopher Nolan, no me hagas reir —discurso con enojo el rubio.
—Te daré unos bonos extra así que por favor ¡Dejame estar solo!
Eros no creía lo que había escuchado, bonos, dejar solo... Esas eran palabras muy extrañas viniendo del moreno, así que él comenzo a tener sospechas de que algo no cuadrada bien, en realidad las tenía mucho antes, pero no se atrevía a confirmarlas. Y estas acciones hicieron confundir más al menor sobre la situación en la que se encontraba.
¿Qué era lo que rondaba en la cabeza de su jefe?
¿Cuáles eran los motivos de sus acciones?
Dentro del cuarto del mayor este uso su móvil y llamó a uno de sus mayores confidentes. La señora Elis.
Una madre más para ese corazón en discordia...
—Elis que hago, mi mente no puede soportar esta carga, sé que soy codicioso pero es que lo amo, lo amo, y no quiero perderlo, no otra vez, no quiero que pase lo mismo que con Lucas —Soltó se golpe al escuchar la respiración de la anciana.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top