14. Celosa y millomaria

La mujer vestía un traje ceñido, color rosa chillón y un par de tacones realmente altos junto con un maquillaje de otros miles de dinero. Eros estaba alerta a que esa mujer lo usará para chantajes por lo que había visto, o simplemente se desquitara humillando su persona.

—Señorita disculpe, lo que ha presenciado fue solo un pequeño desliz, no lo tome a mal por favor. Ya sabe que Chris es demasiado...imprudente, por favor calmese —expresó él con paciencia, con intenciones de no arruinar su futura reputación en la empresa.

Después de aquel pequeño discurso la mujer de increíble figura le propició una bofetada al rubio y le dijo:

—Que disculpas ni que nada, eres solo una puta para pasar el rato, estas ante la prometida de Christopher Nolan, Maritza Eliver ¿Acaso eras tan pobre que no conoces ni siquiera la influencia de mi familia? ¡Hazme un favor y lárgate! Deja que hable con mi hombre a solas, es lo menos que puedes hacer.

—Ja, ja, ja ¿Desde cuando soy tu hombre? Olvidas que fuí yo al que viste comiendo sus labios, tu eres la que se debe de largar de aquí. Yo no he aceptado este matrimonio, así que deja esos aires de princesa que aquí no te lucen. El único que puede decir ese tipo de declaraciones es Eros, nada más. Así que vete pequeña, vete si no quieres que llame a tus padres —Amenazó el mayor, defendiendo al rubio, y levantando su cuerpo del suelo. —¿Bebé esta bien? ¡Maldicion! Tu bello rostro golpeado por esa bruja —añadió.

Luego de aquello, la joven curvilínea se fue echando toda clase de maldiciones y pestes a ambos.

—Así que la princesa del palacio, al fin se mostro. Con razón no te atrae, es demasiado irritante. Ni siquiera su buen cuerpo la ayuda.

—Es operada. Esas curvas le costaron un par de miles. No hace más que provocar hombre con ese plástico que lleva encima. Yo prefiero a mi naturalmente bello rubio y hermoso Eros Alexander Fernandez, es inteligente y sensual —comentó, mientras curaba la herida del otro en la mejilla derecha.

—¿Pretendes curarme o follarme? Déjate de tonterías y pasame el botiquín si no vas hacer nada —exigió el menor por el trato que estaba recibiendo.

El moreno ante las oraciones de rubio, no hizo más que aplacar sus deseos dada las cámaras que rondaban no solo el exterior del edificio, sino todo de el interior también. Por esa y por razones del poco autocontrol que aún le quedaba, pudo continuar su labor y con una bandita cuadrada y algo más grande de que las comunes sello la herida para protegerla de la humedad y las bacterias del exterior.

Ellos retomaron su conversación con respecto a las nuevas medidas, ideadas por Eros, y a horas de las doce del día fueron a almorzar. Se dirigieron rumbo a un restaurante a unas cinco calles de la empresa, era simple y estaba algo vacío, solo un par de parejas y uno que otro lector con su libro y un café o un capuchino.

—¡Chris, amor cuanto tiempo sin verte! —Enunció una señora de unas cinco o más décadas, con al sonrisa más dulce que un adulto mayor pueda expresar. Fue algo que intrigó a Eros y lo dejó mirando de reojo al moreno ojos grises.

La dama se acercó a la puerta y les dio la bienvenida ambos, ubicando al parecer en una de las mesas vacías,
y portando un vestido rosa pastel que encima lo cubrirá un delantal blanco.

—Señora Elis, es un gusto verla ¿cómo sigue su esposo, aún en cama?

—Querido no, como crees, ese vejete esta en la cocina o ¿acaso olvidaste su sazón? —musitó la señora, señalando la parte de la cocina en donde su marido hacia los pedidos —Y bien quien es este pequeño con mejillas rosaditas ¿acaso un nuevo amigo? —añadió la doña con un tono de interes en el joven Eros.

—Elis no me mires así. Solo es...

—Soy su novio. —Afirmó el rubio ante la leve pausa del moreno, el cual quedó mirándolo sorprendido.

La señora se puso seria durante unos segundos, y al ver la clases actitud tranquila del rubio sonrió y luego miro al joven que una vez acogió,con ternura.

—Les traere algo delicioso. Solo no se muevan pequeños.

—¿Quien es esa señora Christopher Nolan?

Y el pobre quedó en silencio absoluto. Se negó a responder, y tenía sus razones, dolorosas y desagradables para poderlas sacar a flote, por lo menos por ahora, no tenía intenciones de revelar partes de él que solo unos pocos sabían y lo comprendían.

—¿No vas a responder?

—Esas cosas no te conciernen —enunció con las misma actitud, que usó contra Maritza hace una media hora aproximada.

Al escuchar su respuesta, Eros también hizo silencio y comenzó a divagar, que ese hombre degenerado y morboso no era lo que realmente mostraba, Ese algo que Eros quería saber lo llevaría a un pozo del cual la luz no llega nunca.

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