11. Y el engaño continúa...

—¡Eros! Abre la puerta —exigió el hombre.

Ya pasados quince minutos y no hubo respuesta...

—¡Eros que diablos haces con la puerta cerrada! ¿Puedes abrirla? —insistió nuevamente preocupado.

—¿Qué tanto balbuceas? Estaba en el baño, ahora no puedo ni limpiar mi cuerpo en paz —enunció sarcástico con menos de la mitad de la puerta entreabierta, cubierto de gotas de agua y una toalla —¿Qué es esa cara? Olvídalo, voy al rato. Me voy a vesti...

Antes de terminar la frase, saltó un Christopher depredador, lanzando a la cama al rubio y quedando encima de él, con un fuerte deseo de terminar de quitar parte de la toalla, que aún estaba cubriendo partes de la piel del menor.

Dos hombres, una cama. Uno de ellos mojado y el otro seco...

—¡Puedes quitarte de encima!

—¿Porque? Si estas tan hermoso después del baño. Incluso tu cuerpo tiembla ante mi ¿Quieres que te haga sentir bien? —musitó con morbo el domador.

—No necesito tus ofertas, además somos pareja solo en nombre ¿recuerdas? En la vida real no hay nada. Nada. Te quedó claro —argumentó el individuo tras la absurda propuesta.

—¡Me niego a dejarte!

—Eso no me importa, ya te dije ¡Sueltame de una buena vez!

—No quiero, te ves más lindo desde esta vista. Quisiera ver tu expresión al correrte. Sería una exquisitez —Esbozó una sonrisa maliciosa y pasional luego de aquellas frases...

Uno sometido y el otro deleitado. Pero uno tenía que ganar. Y el resultado es...

—Te lo advertí. —Y él al final, terminó propiciando una patada en el amigo del ojigris. —Si vuelves a tratar de tocar mi cuerpo de esa manera. Te espera una hermosa demanda, cariño. Asi que mantente tranquilo. Quedó claro —enunció con una macabra sonrisa.

Luego de aquello, Christopher se fue adolorido dejando a Eros vestirse. y
Y finalmente caer en los únicos brazos que tiene a disposición. Los de morfeo...

La mañana fue algo incómoda y silenciosa. El mayor se fue a trabajar; y el menor se quedó en casa, disfrutando de la comodidad que se le había brindado.

Rondando las once de la mañana le llega un mensaje de voz diciendo:

—Cariño, puedes venir a la compañía. Enviaré a alguien por tí. Y ponte algo formal, por favor.

Junto con aquellas palabras que no eran más que una ordenanza, y un par de besos para aparentar. El trabajo de Eros había empezado.

El chico, se ducho otra vez. Se colocó un traje de esos a los que iba a las entrevistas, y espero, no más de diez minutos hasta que lo recogieran.

—Joven Eros, hemos llegado. Abra la puerta por favor—le habló con cortesía el chofer designado. Junto a otro individuo, que vigiló al rubio.

Como muchacho de buena educación, supo corresponder dicha muestra, y, le preguntó al mismo que si era capaz de indicarle el sitio de la reunión. Por supuesto este subordinado le explicó, algo, pero las palabras del conductor eran algo complejas, sin embargo precisas y valiosas.

Ya en la recepción, preguntó por su amado. La secretaria al observar al joven, fue confundido con una mujer, y su voz (de niño prematuro) no ayudó mucho tampoco. Allí empezaron los problemas. El chico por más que luchó y dialogó. No fue escuchado y como consecuencia, lo llamó. Al hombre que pondría patas arriba a sus empleados.

—Señorita Amy, sé que es nueva. Pero, por el amor de Dios, notifiqueme quienes me estan buscando. Usted todavía está siendo entrenada, desea ser despedida sin recibir un pago este mes —alegó un Chris perturbado e irritado por la situación de la nueva secretaria. —Eros ven aquí, tenemos asuntos que discutir con mi padre.

—Claro, Chris.

La secretaria quedó avergonzada. Incluso algunos de los compañeros quisieron brindarle su apoyo, ya que no querían que se rindiera con el trabajo recién conseguido. Y las malas lenguas estaban en total estupefacción al ver y escuchar la escena con el joven de traje sencillo y algo común, digno de un novato.

De camino al ascensor, y ya casi llegando a las puertas de aquel medio de transporte. El mayor trató de disculparse, no con palabras, es más, fue como un niño haciendo berrinche por el error que había cometido. A lo que Eros respondió:

—Vas a seguir con esa cara de muerto por lo que sucedió anoche. Mis más sinceras disculpas por haberte golpeado, pero era la única forma de evitar, que tu segunda cabeza se hiciera cargo de mi muy valiosa castidad.

—Sabes pensé en ello anoche. Admito que fue muy atrevido de mi parte, pero es que eres tan...

—¿Hermoso? ¿Perfecto? ¿Sensual? ¿Estimulante? Si es alguna de esas palabras, no te preocupes estoy acostumbrado, hubiera preferido nacer con el pene en la cara para que no se me queden viendo tanto. Pero es mi realidad este aspecto afeminado. —espetó él orgulloso.

—Realmente que tan arrogante puedes sonar.

—Todo lo alto y poderoso que se me de la regalada gana ¿Acaso no puedo actuar así?

Christopher se quedó estudiando cada una de las respuestas mediante el más joven las decía. Ese ser hacia que él se interesara más y más, y no de una manera profesional, en lugar de ello algo más privado y romántico.

¿Quizas?

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