Capítulo 16


El camino estaba cubierto de neblina y solo se escuchaban los pasos de los caballos, de sus bocas salían estelas de humo cuando respiraban haciendo notar las bajas temperaturas. Era finalmente el día y habían partido desde muy temprano acortando la ruta por varios atajos conocidos por Hoseok.

Taehyung se había asegurado de dejar a su pequeño hijo con Jennie, una de las amigas hechiceras de Hoseok que juró protegerlo por su vida junto con sus otras tres hermanas, ellas sabrían al instante si su misión había triunfado, de otra manera esconderían al niño. A Taehyung le temblaron las manos y le dolió el corazón cuando puso a su bebé en los brazos desconocidos, le vio retorciéndose incómodo y quiso volver con él, pero la mano de YoonGi en su hombro le detuvo.

Ahora mismo estaban a unas horas de llegar y Taehyung no podía evitar mirar de reojo a Hoseok que le había dejado atónito. Miró sus manos, ahora más grandes, que sostenían la rienda del caballo.

-Muy bien, vengan los tres- Hoseok cargaba en sus manos una pequeña olla humeante que contenía algo que se veía repulsivo -Con esto podrán entrar al palacio sin ser percibidos de sus apariencias, tomarán esto y se convertirán en otro yo- Los tres miraron como el asqueroso líquido era depositado en tres copas de cristal -No sabe muy agradable al comienzo pero todo es mental- Se burló de los tres chicos.

-No podrías ponerle fresitas?- SeokJin tomó una de las copas y la llevó a su boca. Taehyung rió cuando una mueca de asco se formó en el rostro del chico -¡ESTO ES VENENO!-

Hoseok soltó risas estruendosas y se sostuvo del estómago -Hubieses visto tu cara- le señaló.

Pero mientras Hoseok se reía, YoonGi y Taehyung veían atónitos a SeokJin; su rubio cabello había cambiado por uno púrpura y su rostro había cambiado parcialmente, también sus ojos fueron tapados por un hermoso carmín.

Al ver esto los dos restantes tomaron sus copas y las bebieron entre arcadas. Era familiar a un cosquilleo, sin nada de dolor, pero sabían que estaban cambiando. Con pasos dudosos, Taehyung se acercó al espejo en la pared con los ojos cerrados y cuando los abrió casi grita.

Era su él antes de entrar al libro. Sí, lo recordaba, aún sabía cómo era estar en ese cuerpo agotado y enfermizo. Sus brillantes cabellos habían sido reemplazados por unos oscuros como la noche y sus ojos azules habían desaparecido siendo opacados por un iris negro.

Era él definitivamente. Llevó la mirada al reflejo de la persona que le miraba y se sorprendió al ver como Hoseok le sonreía cálidamente.

Su pensamiento fue interrumpido por la risa estruendos de Hoseok, quién señalaba a un gruón YoonGi, parecía que hablaban de la relación de este con Jimin, algo gracioso que les sucedio.

-Taehyungie, ¿estás bien? ¿Aún piensas en Soobin?- La mirada compresiva de Jin le llenó el alma, nunca había gozado de una amistad tan leal como la que tenían.

-Sí, aún recuerdo su carita, pero sé que las chicas lo cuidarán bien- Apretó las riendas del caballo entre sus manos y aceleró el paso al divisar a lo lejos la silueta del castillo.

Todos siguieron su ritmo y tardaron al menos una hora en llegar al oscuro pueblo.

-Nos refugiaremos en la casa de Jackson hasta el medio día- YoonGi indicó el caminó y los tres se despidieron de Hoseok, quien dijo que estaría preparando todo. Recorrieron las pequeñas calles del reino siendo vistos con interrogación por algunos madrugadores.

Por suerte, Jackson ya les esperaba en el portón de su gran mansión y con muchas prisa les hizo entrar para no levantar sospechas, les hizo un pequeño recorrido hasta que por fin les dejó descansar en una de las habitaciones con suficiente espacio para los tres y les llevó de las más ricas comidas.

-Por favor, estén cómodos, el hechicero Hoseok me encargó su seguridad- Con un asentimiento se despidió y salió de la alcoba.

Silenciosamente cada uno se acomodó en un lugar de la habitación y decidieron descansar, sus ojos pesaban y sus cuerpos estaban resentidos por cabalgar tanto tiempo así que no tardaron en conciliar el sueño.

Pasos apresurados se escuchaban en los pasillos de la casa y los cabellos de la bella mujer se movían al compás, respiraciones pesadas salían de su boca y algunas gotas del líquido salado se resbalaban por su perlada frente. Tocó la puerta repetidas veces hasta que alguien abrió la puerta.

-¿Sunmi? ¿Qué haces aquí?-

-Lo sentí MinHo, vi tu muerte- Se apresuró a decir.

-Ahora no Sunmi, el hechizo salió mal y Hoseok se dio cuenta- Quiso cerrar la puerta pero la mano de la chica lo impidió.

-¡No Minho! No ganarás nada asesinando al príncipe. Sospechará de ti todo el reino, ¡no debiste haber matado a ese sirviente!-

-¡No te metas Sunmi! Park Jimin tiene que ser mío, ¡¿escuchaste?!-

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