capitulo 55

¿Qué demonios le está sucediendo a Lewis estos últimos días? En los desayunos y cenas se encuentra tan distante. Para alguien tan hablador como molesto, es raro que no haga comentarios sarcásticos sobre mi trabajo o los ruidos a la hora de que juego videojuegos. Nuestras habitaciones quedan juntas.

Aún sigue en shock por lo de Lukyan y Leo de que tendrán dos bebés. Debió ser muy traumático al enterarse que Dexter es tan especial como Leonardo. Él no tiene amigos, no tiene con quien desahogarse. Es mi turno de ayudarle como el solía ayudarme a mí.

No me gusta mucho salir de la mansión, solo cuando salgo a trotar por las mañanas para hacer un poco de estiramiento. Pero, salir e interactuar con las personas que no sean mi familia, es una cuestión muy diferente.

Tengo muchos amigos e amigas que comparten los mismo pasatiempos y gustos al igual que yo, eso nos vuelve mucho más unidos. Solemos jugar videojuegos hasta tarde. Nos reunimos dos veces a la semana en los bolos. Esos son los únicos días que salgo fuera de casa.

—Ruby, ¿A dónde vas?—Pregunta Herbert—¿Cambiaron los días en las que te reuniones con los amigos?—Cambia la hoja del periódico, le gusta estar siempre informado sobre lo que pasa en el mundo.

—No—Toma el abrigo del perchero—Voy a ir a la empresa—Besa la mejilla de Herbert—Quiero hablar con Lewis, estos días a estado muy raro.

—Tú también lo notaste—Deja el diario en la mesa—Es como si su mente estuviera en otro lugar en vez de aquí, hoy en el desayuno no comió casi nada. ¿Extrañará a Lukyan?

Lewis desde pequeño era muy apagado a su hermano mayor, aunque ya de adulto no interactuaban tanto como hace años atrás. Pero, Lewis siempre a tenido cierta envidia de Ruby, por la manera en la que se lleva con Lukyan. Él trata de ocultar ese hecho, pero no lo logra a la perfección.

Sigo sin entender porque ambos se distanciaron tanto, quizás fue por qué Lukyan empezó a trabajar en la empresa, eso evitaba que estuviera en casa ya qué, se la pasa viajado.

—No lo creó, siento que le sucede algo más. Tal vez siga conmocionado por que será tío.

—De todas maneras le hablaré a Lukyan, por si no le llegas a sacar la verdad, Lukyan puede lograrlo cuando Lewis viaje mañana a Canadá—Falta dos semanas para la boda, mi segundo hijo se irá más antes que nosotros. Él será uno de los padrinos.

—Está bien, regresó más tarde.

—¿Llevas encendido el GPS?

—Sí—Levanta su mano izquierda, una bonita pulsera de luciérnagas decora la muñeca de Ruby—Papá, creo que ya no es necesario llevar está cosa conmigo, me encanta la pulsera, pero podemos quitarle el rastreador.

—Lo sé, pero sabes bien que soy demasiado paranoico.

Se supone que acabé con toda esa familia que conspiró para matar a mi única hermana, Ruby es lo último que me queda de ella, no puedo perderla. Es más mi hija que sobrina.

—Bueno, ya me voy.

—Dile a Conrad, que maneje con cuidado.

—¡Sí!—Grito desde la puerta.

La casa se siente tan sola sin las discusiones de mis hijos, me he acostumbrado mucho a escucharlos. ¿Debería de ir a jugar golf con mis amigos? Ahora que estoy por jubilarme, tengo que disfrutar de mi tiempo libre.

—Vamos a la empresa—Se abrocha el cinturón en el asiento del copiloto—Mi papá expresó que manejes con cuidado, champiñón—Besa los carnosos labios de Corand.

Conrad es un hombre de aproximadamente veintiocho años, piel canela, muy fornido. Su cabello cobrizo tiene un pelicular corte de hongo, cubriendo toda su frente y esos preciosos ojos claros.

No querían contratarlo por ese corte de cabello, a la familia Ivanov les daba muy mala espina, pero a Ruby le pareció interesante lo misterioso y un tanto tétrico de ese aspecto. Dándole una gran idea para una historia la cual dejó de ser ficticia para volverse real, donde ellos dos son los protagonistas.

—No es necesario que me lo recuerde—Acomoda los mechones sueltos trás la oreja de Ruby.—Te vez deslumbrante, ¿Estás cómoda con salir?—Enciende el auto.

—Estoy bien—Deja caer su cabeza en el hombro de Corand—Me vas a proteger ¿Verdad? Justo como esa vez—Apreta sus puños.

—Siempre—Cuando giró a la derecha, el viento soplo hacia adentro del auto, moviendo hacia a un lado el flequillo del hombre, dejado ver esa despiadada mirada—Matare a cualquiera que intente ponerte un dedo encima.

—Me encanta cuando dices eso, una lastima que no haya podido ver esa mirada—Sonríe—Suenas como todo un protagonista masculino sediento de sangre.

Conocí a Conrad a los 16 años, en ese tiempo era un milagro que pudiera salir a la terraza a tomar aire. Me daba pavor el salir de mi habitación. Intentaba no preocupar a mi familia por eso daba lo mejor de mí.

No quería nigún guardaespaldas cuidado de mí todo el día, ya tenía suficiente con sentirme sofocada en mi propia habitación. Le iba a decir a mi papá e hermanos que los despachara, pero entonces lo ví. Para alguien que le encanta escribir, dibujar, ese aspecto me dio mucha curiosidad y varias ideas de sacar material para la historia que estaba empezando a desarrollar.

—Me preguntó quién me influenció y me hace posar de diferentes posiciones vergonzosas—Expresa con una expresión sería.

—Jajajaj, aún puedo ver tu expresión cuando te ordené desvestirte. Tú rostro se volvió super pálida.

"¿Como alguien tan rudo podía tener un lado tímido?" Es lo que me pregunte cuando lo vi salir corriendo de mi sala donde realizó el trabajo.

—Era mi primer día de trabajo, en el contrato no decía que tenía que desnudarme para mí joven señorita. Aparté tenías 16 años, creí que era un truco que usarías en mi contra.

—Creo que fuí demasiado directa—Sonrío a carcajadas, sigue sin poder olvidar esa expresión de Corand, en ese entonces eso solo incremento las ganas de Ruby, de molestarlo.

—Es una de la tantas cosas que me gusta de ti—La ve fijamente—Si no fuera así, no tendríamos lo que tenemos ahora—Estaciona el auto en el estacionamiento—Tuviste mucha paciencia con alguien como yo.

—Un poco, hubo un tiempo en el que quería encerrarte para hacerte entender que no me importa que fueras solo un guardaespaldas sin un buen transfondo familiar.—Desabrocha su cinturón.

—Lo sabía, solo no podía aceptar que me había enamorado de mi joven señorita, no me creía lo suficiente digno.

—¿Y ahora?—Mueve hacia un lado el flequillo de ese sedoso cabello cobrizo, sus miradas conectaron entré sí.—¿Sigues creyendo lo mismo?

—Sí, no tengo lo suficiente para darte la vida que te mereces. Pero—Besa los ojos de Ruby—No significa que voy a renunciar a ti, no. Estoy intentado con todas mis fuerzas ser una persona diga de tu amor.

—Ya lo eres.—Me duele que se menosprecie, que yo tenga dinero no me hace la persona más digna del mundo. Sigo siendo humana, nada especial.—Porque si no lo fueras, Lukyan ya te hubiese enviado al otro lado del mundo.—Bajo del auto.

—Ni me lo recuerdes—Lo bueno que se enteró antes de que se fuera a Canadá, fue tan aterrador ver esa mirada en sus ojos. Era como si estuviera viendo atraves de mi alma.

Los dos suben al ascensor, antes de que las puertas se cierren. Un repartidor se subió con un gran ramo de orquídeas blancas más una canasta de fresas rojas. Ruby arqueo una ceja con cierta deducción.

¿Serán para Lewis? El es fanático de las orquídeas y las fresas dulces. ¿Está viendo a alguien? O de nuevo esa Anne está molestándolo?

Tenía curiosidad de preguntar pero no lo hice, se lo preguntaré a mi hermano. Si no me lo quiere decir entonces solo me queda el último recurso y ese es Lukyan.

Los tres bajaron del ascensor, él de la recepción reconoció rápido a Ruby. La salud con una reverencia en sinónimo de respeto.

—Buenas tardes, joven señorita.

—¿Lewis está ocupado?

—No, hace poco salí de una reunión....

—¡Ruby!—Camino agrandez sacadas hacia ella.—¿Que haces aquí?—La toma de las manos, mirá hacia todos lados. Es tan paranoico cómo su padre.

—Estoy bien, quería que fuéramos a almorzar—Enreda su mano con la de Lewis—He decidido salir más y no quedarme encerrada en casa. Después de todo eres “mi prometido”—Susurro con burlas

Recordándole a Lewis la estupidezes que había dicho en aquel entonces, Anne. Cuando Ruby se entero, gritó horrorizada, frotó sus brazos con desagradó, luego sonrió a carcajadas.

—Deja se repetir algo tan asqueroso como eso, me arrepiento de verterlo contado.—Susurra, pero a los ojos de los demás, su interacción es tierna.

Todos en la empresa sabían que eran hermanos excepto el repartidor, que no los a dejado de ver desde que empezaron hablar.

—No es mi culpa que sea tan despistada.

—Vamos a almorzar, tengo hambre—Ve a su asistente—Regresare en un momento, encargarte del resto.

—Como ordene.

—Señor—Por fin habló el de las flores—Esto es para usted.

Obed revisa las orquídeas, Corand la canasta de fresas. Lewis frunció el ceño, estaba indeciso de preguntar quién las envía.

Desde ese día no he vuelto hablar con Misha, pero los regalos y flores a incrementado con el pasar de los días. Mis sospechas de que todo proviene de él, incremento mucho. Más cuando las notas tenían frases que te daban ha entender diferentes cosas, como disculpas por ejemplo.

—¿Quién las envía?—Ruby toma la nota que estaba a la vista.

No debería hacer esto, pero Lewis es una persona tonta e ingenua. No quiero que vuelva a repetir el mismo error dos veces como lo hizo con Anne.

—Señorita, si me disculpa—Le quitó la nota—Me dieron órdenes específicas de dárselas al joven maestro Lewis Ivanov.—La mira con desden—No tomé algo que no es suyo, hasta yo sé, que es de mala educación....

—¡Di una palabra más y estarás trabajando en un puerto pesquero! Y no precisamente en un barco—Advierte Lewis—Puedes llevártelo de regresó.

Tanto Corand como Obed, vuelven entregar las cosas. Dándole una mirada filosa. Querían despellejar a esa persona.

—Desde ahora está prohibido la entrada de cualquier persona que venga a dejar flores, comida, lo que sea. ¿Entendieron?

—¡Sí!—Todo el personal crucifico a ese repartidor, por su culpa no iban a poder pedir comida o que otra bebida.

—Lewis, no hagas eso.

Algo no huele bien aquí, aparté ese tipo tiene un auricular en su oído. ¿Está recibiendo órdenes de alguien? Como dije, Lewis es muy despistado.

—Las personas que trabajan aquí, en su momento pedirán algo porque no pudieron comer a tiempo por tanto trabajo.

—Senorita—La ven con ojos brillantes.

—Pero te habló de esa forma...

—Ya dije que estoy bien—Arrima más su cuerpo a Lewis, ella pudo ver cómo ese sujeto frunció el ceño.—Solo vámonos. Tengo mucha hambre.—Lo abraza.

Esta manera de actuar es muy diferente, ¿Que le pasa a Ruby? ¿Alguien la está intimidando? Ella siempre habla entre sacamos.

—Está bien—Caminan hacia la salida—Seguridad, llevarlo a la salida—Suben al ascensor personalizado solo para la familia Ivanov.—No lo vuelvan a dejar entrar—Las puertas se cerraron.

—Que estás esperando para lárgate, como se atreve un simple repartidor decirle esas cosas a la gran señorita. ¿No sabes quién es ella?

—¿Quién es ella?

—Saquen a este cavernícola de aquí—Expresan todos.

Los de seguridad lo guiaron hasta la salida, mejor dicho lo subieron al auto para que se fuera lo más rápido posible. solo al verlo desaparecer, volvieron a recepción.

—¿Escuchó señor?—Se quitó la chaqueta roja.

—Sí, ¿Por qué en la información que recibí no hay nada de ella?—Chasquea su lengua—Vuelve a Rusia, no quiero que descubran que trabajas para mí.—Finalizo la llamada.

¿Quién demonios es esa señorita? Por su tono de voz al hablar con Lewis, indican que son muy cercanos. ¿Su novia? Eso significaría un obstáculo, tendré que deshacerme de ella. ¿Que expresión podría Lewis? Sería hermoso ver esos ojos azules cristalizados otra vez.

Misha sonrió con sadismo, sus ojos brillan peligrosamente.

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