capitulo 50

¡Ese tatuaje en la espalda de una serpiente negra y una albina en un nido de orquídeas rojas, mi flor favorita, es espeluznante! Se pueden percibir tan reales, por un momento me perdí en esos ojos rojos. ¡Que aterrador, odio las serpientes!

Lewis miró hacía otro lado, sabía que es solo un tatuaje pero, sentía esa sensación de que se arrastran por su cuerpo de la manera más repugnante.

—Estara completamente sanado en una semana aproximadamente—Termina de vendar la esculpida espalda del joven—Antes de irse adormir frotar suavemente su espalda con esta crema, le ayudará para la incomodidad y para que no queden cicatrices.

Lewis no era el único con cierta inquietud aunque cada una era muy diferente, el doctor creía que el hombre desconocido, pertenecía alguna banda de ganster y que, Lewis está haciendo extorsionado.

—G-Grracias, doctor.—Se puso la misma camisa, no podía salir solo vendado y con el torsos, pecho y abdomen desnudo. Lo causarían de exhibicionista.

Lewis frunció un poco el ceño al escuchar esa voz, sin el aturdimiento de casi ser atropellado, identificó el acento de dicho desconocido. Estaba seguro que es originario de Rusia.

—¿Eres de Rusia?—Preguntó, quería salir de la duda.

—Si, ¿Por qué?—Esos ojos marrón rojizo ve directamente a los azules.

—Por nada—Rompe el contacto visual para ver la hora en su Rolex.

Ahora entiendo porqué es tan alto y esa sofisticada aura a su alrededor, aunque en este momento parece un pordiosero. Sin importar que vista esas ropas exportadas desde Italia. A mis ojos sigue siendo un vagabundo con cierto atractivo de modelo en decadencia.

Lewis tiró de su cabello muy sutilmente, alejadose al mismo tiempo dos metros de ese desconocido y el médico. Recordar que a su hermano mayor, Lukyan. Le gusta un hombre al cual embarazo, eso aún no lo deja dormir por las noches.

—¿Sucede algo? Esta pálido, debería revisarse ahora que esta aquí—Lo ve un tanto preocupado.

Sin importar que  él haya recibido la mayor parte del golpe, eso no significa que Lewis, no esté todavía en shock.

—Estoy bien—Suspira frustrado.

Solo quiero almorzar, eso es todo. Mi cerebro requiere vitaminas y mi estómago mucha comida deliciosa.

—Bueno, te traje al hospital, me quedé para verificar que no tenga ni un hueso roto. Ya pagué su amabilidad por salvarme aunque no necesitaba ser salvado—Deja en claro—Pague la cuenta del hospital, no veo nigún motivo por el cual deba quedarme más tiempo aquí, gracias y adiós.

Lewis salió de la sala, tenía hambre ya pasan más de las doce de la tarde. Su guardespaldas Obed, lo está esperando en el estacionamiento con el auto ya encendido.

Mi celular tiene muchos mensajes y llamadas de Ruby y mi padre, se debieron de preocupar al ver que no llegue a la hora del almuerzo.

Lewis les respondió que comería a fuera, que el esta muy bien, y puede que llegue a la hora de cenar.

Ruby fue la primera en responder, "Deberías de tener cuidado, hermano. Puede que tengas un encuentro inesperado con el amor de tu vida. Hasta puede que sea hombre" Adjunto una gran cara pícara.

Lewis sintió unos horribles escalofríos correr desde la punta de sus pies hasta las puntas de su cabello. Se volvio más terrorífico cuando vio venir al desconocido. Lewis presiona rápidamente el piso uno del ascensor.

—¡Disculpa!—Evita que las puertas del ascensor se cierren.

—Tks, mierda—Susurre, Ruby te voy a despellejar cuando llegue a casa.

—¿Puedo pedirle unas cuantas indicaciones?—Pregunta un tanto apenado, parece un gran oso lamentable.

—¿Por qué lo haría?—Lewis se convierte en un animal salvaje cuando no hay nada de comida en su sistema—¿Tengo cara de guía turístico?

"Deja de leer tanta obscenidad, tú cerebro se fundirá y terminarás por volverte más idiota de lo que lla eres" Le respondí a Ruby con mucho enojo, se podía ver en la manera que escribía y el ceño se frunce como el de un gato a la hora de tocar agua.

—¿Un gato?—Susurró.

—¿Que?—Deja de ver la pantalla del celular, ve directamente los ojos marrones rojizos.

—No tiene cara de guía turístico—Pero si, de niño mimado, hijo de papi—Solo que es la única persona a la que le puedo pedir indicaciones en este momento.

¿Por qué siento que me acaba de insultarme en su mente? Estoy seguro que lo hizo.

Lewis frota su entrecejo, en verdad está muy irritado, solo quiere estar sentado en la terraza de algún restaurante, saboreado un rico almuerzo con una copa de champagne.

—¿Si le digo actuará cómo si nunca nos hubiéramos conocido?—Debo de alejarme de este tipo, mi cerebro me grita peligro, hiede a sangré y no proviene precisamente de esa chaqueta que lleva en sus manos.

—Si.

—Adelante.

—Llegue no hace menos de dos horas a esta ciudad, en el aeropuerto pedí un taxi y le indique que me llevara al hotel moonlight, pero...

—¡Sin tanta explicación, solo vaya al punto!—Como si me interesa su vida.

—Ya casi llegó—Esta persona es muy difícil de tratar, todas las personas de está ciudad son así—Me robaron la maleta y el maletín donde llevaba mis pertenecías personales como el dinero y el celular, ahora no sé como llegar al hotel moonlight, no puedo ir en taxi porque no tengo dinero.

Que tipo más desafortunado, al venir vestido así, y sin nadie cuidado su espalda, fue una presa fáciles para los ladrones del aeropuerto. La Policía aún no logra hacer nada al respecto con esos bandalos.

Esa mirada en sus ojos azules marino, no me gusta, me hace sentir como un pobre diablo desafortunado.

—Recuerda el número de algún conocido para que...—El ruido del estómago proveniente del desconocido, no dejó terminar hablar a Lewis, fue un ruido muy fuerte. Por un momento Lewis había creído que era el.

La piel clara de las mejillas del de cabello dorado, se tiñeron un poco de rojos, está muy avergonzado cómo para decir una palabra o mirar a Lewis.

Incómodo, esto es muy incómodo. Ascensor baja más rápido, me estoy sofocado con este silencio...por fin.

Las puertas del ascensor se abrieron, las personas que iban a subir sintieron la era atmósfera que esos dos se traían.

—Coff, bueno—Sigue siendo incómodo aunque ya no estemos en un espacio cerrado—Como le decía, puede hablarle a alguien para que venga por usted—Le pasa su celular—Llame rápido.

—Gracias—Demonios que vergüenza.

—Hola, soy yo, Misha.

Lewis se alejo no quería escuchar conversación ajenas, de por si no quería saber su nombre y terminó por enterarse. No iba escuchar más que eso.

—Gracias—Le entrega el celular—¿Podría decirme dónde queda el restaurante "Delicias extrajeras" mi amigo vendrá por mí, a ese lugar.

—TKS, suba al auto—Ambos subieron, obed conduce fuera del estacionamiento.

Alejarme por un tiempo de esta ciudad fue lo mejor que pude hacer, aunque en el extranjero no tenía amigos, pero igual me divertía haciendo lo que me gusta.

—¿Puedo saber su nombre?—Quiere hacer conversación, el silencio es muy incómodo para alguien hablador como lo es, Misha.

—Lewis—Responde sin ganas.

—¿Eres de por aquí?

¿Por qué no se calla? ¿Parece perico? No, ni los pericos hacen tanto ruido como este tipo.

—Si, vivo en esta ciudad...baje—Señala el restaurante de segunda clase—Ese es el restaurante.

—De nuevo muchas gracias—Sonrío un poco—Adiós.

—Adiós, Obed conduce rápido—No vaya hacer la mala suerte y quiera más ayuda.

Misha observo el auto perderse en la carretera, su semblante cambio por completo, ya no era el hombre con aspecto juguetón o tímido, en ese rostro solo puedes ver una expresión fría y con la espalda recta sin ningún dolor por el repentino accidente o intencional.

—¡Joven maestro, ¿Esta bien?!—En los hombros de Misha acomodo un abrigo—¡Me disculpo!—Hace una reverencia—Su equipaje ya llegó al hotel.

—No te disculpes, lo hiciste bien.—Sube al auto.—Vamos al mejor restaurante de este lugar, no pienso comer en este lugar—Enciende un puro, inhala ese humo con mucho profesionalismo, para luego soltarlo todo.

—Como diga—Conduce más rápido.

—¿Donde está mi celular?

—En el bolsillo izquierdo de su abrigo.

Misha saca el celular ultimo modeló, lo desbloquea para ir directo al registro de llamadas, ahí estaba el número de Lewis. Sonrió perversamente, "PRESA" fue así como lo agregó a la lista de contacto.

Lewis no sabía que el muy ingenuo de él, había caído en una trampa muy espinosa, que esas grandes espinas pondrían succionar hasta la última gota de su sangre.

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