Capítulo 10: Needles and Pins

Daniel.

Salimos de la residencia con Valentina y Elián y nos topamos con Sofía, Mateo y Luca en la puerta. Elián corre a los brazos de Luca mientras todos nos saludamos.

—No sabía que estudiaban juntos, que bueno —dice Sofía con una sonrisa mientras besa a Valentina.

—¿Qué hacen? —pregunto.

—Veníamos a ver cómo te fue  —responde Mateo palmeándome la espada y se me escapa una sonrisa. No estoy acostumbrado a que se preocupen por mí.

—Me alegra mucho que estudien juntos —interviene Luca mientras besa a Valentina —Los dejo porque tengo que abrir el bar.

—Acordáte que mañana es mi cumpleaños —vocifera Mateo y Luca se frena —Capaz podes pedir que alguien te reemplace, y sino avísame y lo festejamos allá.

—No te preocupes, lo voy a conseguir. No quiero que cambien de lugar por mí y quiero conocer Árcade. No vemos mañana —Saluda con la mano y sigue su camino.

—¿Qué es Árcade? —pregunta Valentina.

—Un bar que nos gusta mucho —contesta Mateo— estás invitada, obvio. Y Jonhy también, todos.

—Genial, gracias.

—¿A dónde iban? —pregunta Sofi que ahora es la que tiene en brazos a Elián.

—Valentina me iba a acompañar a comprar algunos útiles, porque no tengo ni un cuaderno.

—No me sorprende —Sonríe Mateo— siempre te prestaba los míos en el colegio.

—Y ahora no estas... —respondo con algo de nostalgia.

—Pero estoy yo —interrumpe Valentina empezando a caminar— ¿Vienen?

—Vamos —dice Sofía y la seguimos.


Hacemos una parada técnica en la plaza para que Elián pueda jugar. Nos sentamos en las hamacas con Valentina mientras Sofía y Mateo llevan al pequeño a comprar un copo de azúcar.

—Se ven lindos los tres —murmura Valentina mientras mueve la tierra debajo de su pie.

—Elián es muy lindo.

—Gracias —contesta sin mirarme— no fue fácil, no es fácil. Por suerte tengo a mi mamá que me ayuda mucho y ahora a Luca y a Jonhy.

—¿Puedo preguntar por el papá?

—Nunca se hizo cargo. —Gira con la hamaca y me mira— Primero dijo que no era su hijo, después, que si existía la posibilidad que abortara que él no iba a hacerse un ADN. Que podía ser de cualquiera, cuando él sabía muy bien que había sido mi primera vez. La pase muy mal, Daniel. Todos en la escuela me señalaron. Pase de ser la chica popular a la zorra.

—Que mal tipo... ¿y dijiste que ahora apareció? ¿Por qué?

—No lo sé —susurra mirando ahora hacia Mateo y Sofía que se acercan lentamente— solo llamó a mi casa y atendió mi mamá, quería hablar conmigo pero me negué. Por favor, no quiero que nadie sepa esto...

—Tranquila... —digo mientras me levanto de la hamaca— ¿seguimos?

—Vamos —contestan mis amigos.


Llegamos a la zona comercial y todos me ayudan a elegir las cosas que necesito para empezar a cursar porque no tengo idea. Me siento algo estúpido, pero nunca tuve un padre que se ocupara de esto. Las pocas cosas que tuvimos con mi hermano en la escuela nos la traía mi tía, hasta que murió y nos arreglamos como pudimos. No por falta de dinero sino por falta de cariño y atención. Para mi padre lo único que valía la pena de ir a la escuela era tener una carrera deportiva. Veo a Mateo tomar un cuaderno de los avengers

—Ni pienses que voy a escribir en eso —contesto mientras le saco el cuaderno de las manos.

—Que amargado.

Lo vuelvo a dejar en el estante y tomo uno con tapa negra, bien acorde con mi estado de ánimo.

—Bueno creo que ya está todo. No se necesita mucho en la universidad —dice Sofía acercándose con unas lapiceras, unos resaltadores y un sobre para guardar.

—En la de ustedes. Pero nosotros que estudiamos diseño necesitamos algunas cosas más  —afirma Valentina agregando una caja de lápices de dibujo, sacapuntas, goma, regla y compás.

Nos dirigimos a la caja y busco en mi mochila el sobre que me dio Erick más temprano para pagar. Cuando lo tomo me sorprende ver la cantidad de dinero que contiene. Me pregunto de donde lo sacó. Es imposible que lo tomara de papá sin que se diera cuenta.

Salimos de la librería y nos despedimos. Antes de comenzar mi camino a la residencia mando un mensaje a Erik, no me voy a quedar tranquilo sin hablar con él.

Daniel: ¿De dónde mierda sacaste todo ese dinero?

Erik: No preguntes y aprovéchalo. Que lo necesitas.

Daniel: No me gusta esa respuesta. Erik... ¿en qué andas?

Erick: En nada raro, hermano. Te lo prometo.

Daniel: Mañana te busco en la escuela.

Miro el teléfono y lo veo en línea pero no responde. Lo guardo en mi mochila y vuelvo a la residencia. Es tarde y tengo hambre.



Jonhy

Pongo una lista de reproducción de Spotify con algo bien arriba mientras tomo un café bien negro. Me siento agotado por lo poco que pude dormir y la situación estresante de atender las demandas de todos los ingresantes desbordados de ansiedad. Los entiendo, también pasé por eso. Pero no deja de agotarme. Y necesito estar despierto para poder pasar los bocetos a un diseño digital. Ya el tiempo para la entrega es muy poco.

Suena Needles and Pins de Ramones mientras busco el Adobe Illustrator. Muevo mi pie al ritmo de la música y agradezco poder tener un momento de paz y tranquilidad para trabajar.

I saw her face it was a face I love
And I knew I had to run away

Canto mientras muevo mi mano en los acordes de una guitarra invisible mientras me levanto para buscar los bocetos en mi habitación.

Needles and pins
Because of all my pride
The tears I gotta hide

Vuelvo de la habitación y ahora los bocetos son mi guitarra, me siento en el escenario rockeandola como Johnny Ramone, cantando a los gritos, cuando entra Daniel con algunas bolsas. Intento recobrar la compostura mientras sigo hacia la computadora con los bocetos como si nada hubiera pasado. ¿Por qué tenemos que encontrarnos en situaciones embarazosas una y otra vez?

Él sonríe, no necesito mirarlo para sentirlo. Y es raro, pero lo percibo. Miro por el leve reflejo de la computadora que deja las bolsas en su cama y luego entra al baño. Paso mi mano por mi pelo y masajeo mis sienes con la yema de los dedos intentando concentrarme en lo que tengo que hacer.

Empiezo a proyectar el boceto al Illustrator y la cosa va muy bien hasta que el programa se cierra.

—¡Mierda! —maldigo. Espero que se haya guardado el proceso porque tendré que empezar de nuevo. Intento volver a abrir el programa pero no responde. Y esto es lo único que me faltaba. Me paro tirando la silla de la bronca— Algo más me tiene que pasar.

Veo a Daniel salir del baño con cara de preocupación.

—¿Qué pasa? —pregunta acercándose.

Levanto la silla para volver a abrir el programa pero inmediatamente que lo veo aparecer en la pantalla se cierra.

—Esta porquería que no funciona. Esto me pasa por usar programas crackeados.

—¿Qué programa? —pregunta acercándose y siento su piel rosar mi brazo.

—El Illustrator. ¿Lo conoces? —asiente con la cabeza.

—¿Puedo? —pregunta y me salgo de la silla. Mientras miro lo que hace —tengo cuenta. ¿Tenías algo guardado?

—No se... creo que no llegó a guardar nada... había empezado recién.

—Bueno, voy a desinstalar y volver a instalarlo, ¿te parece? —asiento con la cabeza y me sorprende un poco verlo manejar la maquina como si fuera parte suya.

—¿Comiste? —Pregunto porque tengo hambre y sé que la instalación va a tardar un rato— voy por una pizza. ¿Traigo para los dos?

—Dale gracias.


Vuelvo a la habitación con una pizza en una mano, algunas servilletas y dos botellitas de cerveza en la otra. Abro la puerta como puedo y la cierro de una patada. Veo a Daniel súper concentrado en la computadora, tanto que no se da cuenta de mi regreso. Abro La mesita plegable que guardo debajo de la cama y dejo todo lo que traía en mis manos, intentando no hacer demasiado ruido para no desconcentrarlo. Realmente necesito ese programa para poder seguir trabajando.

Me siento en la cama y me pierdo un poco en lo que veo. La espalda firme y grande de Daniel, los pequeños movimientos de sus músculos al mover el mouse, sus brazos firmes.... Sacudo mi cabeza. Tengo demasiadas cosas en que pensar y ocuparme para estar mirando como idiota a un ingresante de 18 años. «Jonhy para con esto», me reprimo a mi mismo. Aunque se que mi mente pocas veces puede controlar mi cuerpo.

Me acerco para observar cómo va con el programa y es la peor idea que puedo tener. Siento su olor impregnar mis fosas nasales, el leve calor que emana su cuerpo y me envuelve. Levanta la cabeza y nuestros ojos conectan por unos instantes que parecen eternos. Mi mirada viaja sin ningún control hacia su boca, sus labios carnosos y rosados. Trago grueso e intento hablar pero mi voz sale torpe

—¿Terminaste? Porque se enfría la pizza. —Él sigue mirándome fijo por unos instantes hasta que responde.

—Si. Ya está instalado. —Se voltea y ve la mesa con la comida— no sabía que teníamos mesa.

—Bueno, ahora lo sabes. Es plegable. La guardo debajo de la cama. Así no ocupa lugar.

Asiente con la cabeza y nos sentamos frente a frente. Tomo la silla de la computadora y el la cama. Lo miro mientras abre las cervezas. Ninguno de los dos pronuncia palabra. El aroma de la pizza inunda la habitación. Aroma a pizza y a él.

Me giro hacia la computadora mientras llevo la botella a mi boca y le doy un largo trago a la cerveza. Esto es una maldita locura. No puedo sentirme tan atraído por un niño que recién está saliendo del armario y que encima es mi estudiante. Está totalmente fuera de mi radio de alcance, de mi estabilidad mental y emocional. Y todavía me pregunto en qué momento pase de detestarlo a sentirme atraído por esta fuerza gravitacional.

—¿Funciona? — pregunta y tengo que volver mi mente al programa que había olvidado por completo. Lo abro y funciona perfecto. Asiento con la cabeza— gracias por la pizza— lo escucho decir con la boca llena— no había comido nada en todo el día.

—Eso no es bueno para un deportista —giro la silla y vuelvo a sentarme frente a él. Su boca sobre la botella, su nuez moviéndose de arriba hacia abajo mientras traga el líquido. Cierro los ojos y me estiro hacia la mesita para tomar mi cerveza.

—Lo sé. Mañana tengo que presentarme con el entrenador. Seguro me va a dar una dieta —una sonrisa irónica se escapa de mis labios y Daniel frunce su ceño. No soy muy amante de los deportes y menos de la filosofía de alguno de ellos, cómo la del rugby, 20 tipos golpeándose por una pelota... el único deporte que existe para mí es el de la música.

—¿Qué te da gracia? —pregunta algo molesto.

—No dije nada... —giro en la silla para volver a la computadora.

—Pero te reíste...

—No entiendo mucho de deportes, ni de la gente que vive para ellos.

—No vivo para el deporte.

—Aja. —lo veo levantarse de la cama por el reflejo de la computadora y siento su molestia, va hacia el baño y cierra la puerta de un golpe. Es el momento en el que recuerdo porque lo detesto. Ahí está el neandertal y su ego.

Tomo una última porción de pizza e intento olvidarme de su presencia y concentrarme en el trabajo que tengo que hacer, cuando vibra mi teléfono con un mensaje de Juliana.


Juliana: hola amor, mañana es el cumpleaños de Mateo. Voy a viajar así que nos vemos ahí 😍


Leo el mensaje y no puedo evitar fruncir mi rostro. Odio que me llame amor, porque no hay nada de eso en lo que tenemos. Empiezo a escribir pero lo borro. No quiero entablar una conversación, solo necesito dejar las distracciones y concentrarme en mi trabajo.


Jonhy: 👍

Mando un emoji y dejo el teléfono. Sabe cuando no quiero hablar y lo respeta. Eso me gusta de ella. Aunque el último tiempo siento que las cosas se me están yendo de las manos. Creo que nos debemos una conversación frente a frente, quizá mañana sea la oportunidad. Aunque tampoco quiero generar malestar en el cumpleaños de Mateo. 

Daniel sale del baño. Lo veo tirar en una bolsa los restos de la pizza y las botellas.

—¿Guardo la mesa? —pregunta y sigue habiendo incomodidad en su voz— Mañana me tengo que levantar temprano. Quiero dormir— me levanto de la silla y lo ayudo a plegar la mesa y deslizarla debajo de la cama, sin intercambiar ninguna palabra más.

Al terminar, nos quedamos frente a frente, y acomodo mi ropa con incomodidad.

—Necesito seguir trabajando unas horas en la computadora. Si querés podés dormir en mi cama así no te molesto.

Daniel mira mi habitación y luego su cama sopesando mi propuesta.

—Está bien. No puedo dormir con la luz prendida. —contesta y se aleja hacia mi habitación. 


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