12.- Nocturno
Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.
Palabras: 2047.
12.- Nocturno
Chat Noir saltó directo al balcón de Marinette tras acabar su ronda nocturna. Había pensado en hablar con Ladybug en el cambio de turno, pero no la había visto, quería pedirle ayuda para echarle un ojo a Marinette, aunque pudiera enfadarse con él por ser imprudente. Así que, debido a su ausencia, decidió continuar con su labor de apoyarla en lo que pudiera.
Con paso grácil se plantó ante la trampilla de su cuarto y golpeó rítmicamente la superficie de cristal, Marinette se asomó con curiosidad, subió la escalerilla y empujó la portezuela que mantenía el cuarto cerrado.
—¿Chat Noir?
—Tal vez es osado de mi parte, pero vengo a hacerte compañía y a escucharte.
Una parte de ella estaba agradecida por la preocupación y la oferta de apoyo, la otra deseaba estrangularle por volver a aparecer como una pesadilla envuelta en amabilidad.
—Estoy bien.
—No lo estás.
Marinette suspiró.
—Háblame de lo que sea. De cómo estás. De cómo te sientes. De si se te ha caído el desayuno... De lo que sea, te escucho.
Marinette se dejó caer en la tumbona como la primera noche en la que había aparecido en su balcón, derrotada, cansada, odiándole por estar ahí, agradecida porque estaba ahí.
—Imagina que apareciera alguien de repente, cuando sientes que tu vida no puede ser más fantástica y perfecta, cuando tienes a tu lado a una persona a la que amas tanto y que te ama de vuelta con la misma intensidad, alguien que hace que tus días estén llenos de significado, de risas, de besos...
Chat Noir no se atrevió a sentarse por miedo a que al hacerlo dejase de hablar.
—Ese alguien, sin previo aviso, decide que no es correcto, que no debe ser así. Que la persona a la que tanto quieres no es la persona adecuada y por tanto quiere obligarte a estar con alguien a quien no quieres, no sé. Imagina que te obligasen a dejar a la chica de la que me hablaste para hacerte estar conmigo.
Chat se mordió el labio para evitar reírse, la chica de la que le había hablado era, justamente, ella. Se decidió a sentarse.
—No me gustaría —optó por responder—, no lo haría.
—Y si el desobedecer implicase un castigo. Y si significase que podrías perder para siempre a la persona a la que quieres.
—Si le obedeces ¿no le estás perdiendo igualmente?
Marinette le miró confundida, no lo había mirado de aquella manera. Podría haber contestado que obedeciendo se aseguraba de que no atacarían a Luka, que era una manera de mantenerle a salvo de unas personas que no sabía qué podían llegar a hacer.
—Chat Noir...
—Dime.
—Gracias, pero no vuelvas más, no quiero verte, por favor.
El héroe suspiró. Quería ayudarla, quería apoyarla.
—De acuerdo, Marinette —musitó poniéndose en pie—. Vendré todas las noches al acabar la ronda, no llamaré a tu trampilla, pero estaré un rato por aquí por si te apetece hablar.
—Chat...
Se llevó dos dedos a la frente con gesto teatral y abandonó el balcón de un salto. No iba a reprochárselo, cuando Marinette le necesitase estaría allí. No podía darle el número de teléfono de superhéroe, porque eso la podría poner en peligro. Intentaría acercarse a ella como Adrien, tal vez con un amigo se abriría más.
º º º
Marco abrió la puerta del dormitorio y observó a Luka tirado en la cama, agotado y desanimado, con los auriculares puestos y los ojos cerrados, algo no estaba bien con su amigo. Lo sabía de sobras, le conocía.
El día de su octavo cumpleaños se encontró recorriendo los imponentes pasillos del internado de la mano de su madre. Gracias a su hermano mayor habían considerado hacerle unas pruebas para comprobar su nivel, según sus padres, tenía más talento que él. Marco sólo podía pensar en largarse de allí, no quería estar en un lugar tan intimidante con tantos sonidos escapando, amortiguados, de las puertas viejas y cerradas. Él quería irse, sus padres no querían que tuviese que malvivir llevando un bar como ellos.
Recordaba con una nitidez sobrecogedora la voz atronadora del antiguo director rebotando en las paredes:
—Has vuelto a meterte en una pelea, si continúas con esa actitud tendré que expulsarte.
Marco había estirado el cuello para ver al gamberro en cuestión y que no era para nada como esperaba. Era un niño como él, con el pelo negro y revuelto, flaco y alto, que sujetaba bajo su nariz un montón de papel higiénico manchado de sangre.
—Lo siento, no lo volveré a hacer.
Sin embargo, y a pesar de no saber casi nada de la vida, Marco, había visto con claridad que ese niño no era de los que buscaban pelea.
Cuando le matricularon deseó con todas sus fuerzas coincidir con él, aunque fuese en los pasillos, y hacerse su amigo. Su madre siempre decía que era como una ONG ambulante, siempre dispuesto a luchar por quien lo necesitase y por causas perdidas, Marco suponía que sí que era un poco así. Así que cuando descubrió que estaban en la misma clase casi chilló de la emoción.
Hacerse amigo de Luka fue fácil, no tanto escuchar los rumores sin saltar. «Sus padres le han abandonado porque no le quieren», «le han internado porque nadie le soporta», «querían deshacerse de él porque es un inútil». Tampoco fue fácil ayudarle a esquivar a los abusones, los mismos que le llamaban inútil eran los que le atacaban por destacar con su forma de tocar y sentir la música.
Había sido el más feliz del mundo cuando su hermano había empezado a salir con él y el más indignado cuando la cagó espectacularmente perdiéndole para siempre.
Luka era su mejor amigo y le quería.
—Oye, buscador de puños con la nariz, ¿necesitas hablar?
Luka abrió los ojos y se quitó los auriculares. No rió como siempre lo hacía ante aquella forma de nombrar a las agresiones de los abusones.
—Estoy bien, Marco.
—Ahá, sí, por supuesto. Lo veo, sobre todo, en eso que estás tocando y que suena a silencio sepulcral.
»Tío, somos amigos, estoy aquí, te escucho.
—No es nada. He tenido un encuentro desagradable con Cléa.
Marco enarcó las cejas. No ponía en duda que hubiese pasado, porque Cléa estaba obsesionada con él y a veces era como una psicópata de manual, pero había algo más.
—No puedo hacer nada con ella, al menos nada que sea legal y yo soy persona de respetar las leyes —murmuró con gracia con la mano izquierda sobre el corazón como si prestase juramento—. Pero con lo otro igual sí que puedo ayudarte.
»Ya sé que ese rollo de aguantar tú solo la presión te gusta y eso, pero oye, somos amigos y los amigos están para apoyarse, escuchar y conseguir porquerías de contrabando.
Luka rió por la mención al contrabando de porquerías. De críos Marco siempre le llevaba dulces, refrescos y alguna que otra comida basura que estaba terminantemente prohibida consumir en el internado, los lunes por la mañana al volver del permiso de fin de semana.
—Te escucho, escupe o tendré que torturarte con mi melodiosa voz mientras destrozo alguna canción de las que te gustan.
Suspiró, se sentó en la cama, Marco le imitó dispuesto a escuchar lo que fuera que le preocupase.
—Marinette y yo estamos pasando por un bache. —No era verdad, pero tampoco era mentira—. Estoy un poco de bajón, pero me recuperaré.
—¿Es por estar aquí?
—No, eso lo entiende y respeta.
—¿Crees que Cléa le ha dicho algo?
Luka se encogió de hombros.
—No lo sé, aunque no lo creo.
Estaba convencido que tenía que ver con los prodigios, pero eso no podía explicarlo.
—No te agobies, en todas las relaciones hay baches —soltó dándole palmadas en el hombro—. Tal vez esta pequeña distancia os ayuda a poner orden.
—Me gustaría que así fuera.
—¿La has llamado?
—No, pero lo haré.
O en su defecto le enviaría un mensaje, no quería agobiarla ni parecer invasivo.
Marco suspiró entendiendo que Luka no iba a decir nada más al respecto. Le daría espacio, ya hablaría cuando estuviera preparado.
—Voy a ducharme antes de acostarme —declaró Luka
—Vale, aquí estaré.
Luka trasteó con su equipaje, ayudando a Sass a ocultarse y aprovechando para sacar el pequeño contenedor con sushi del supermercado. Tenía que alimentarle, además, estaría harto de estar escondido y en silencio. Cerró la puerta del baño tras de sí dejando al kwami libre.
—Lo siento —susurró el chico ofreciéndole la comida—. Mañana empezaremos con las actividades, tendrás un poco más de libertad.
—No pasa nada.
—Debes de haberte aburrido mucho.
Sass disintió mordisqueando su comida, se sentó sobre la cisterna del váter mientras Luka se desnudaba.
—He estado descansando.
—¿No preferirías haberte quedado en París con Marinette?
—No. Soy tu kwami, somos amigos.
Si Marinette le hubiera quitado el prodigio, habría tenido que enfrentarse a ella. Marinette tenía dieciséis kwamis a su lado, Luka sólo le tenía a él, no tenía intención de abandonarle.
Luka se metió en la ducha, reguló la temperatura y se quedó inmóvil bajo el chorro de agua. Se concentró en su respiración, en el agua resbalando por su piel, el calor extendiéndose por su cuerpo. Se dijo a sí mismo que todo iría bien, que todo volvería a ponerse en orden, que sólo necesitaban tiempo, que encontraría el modo de aliviar la presión sobre los hombros de Marinette.
—Luka —mumuró Sass.
—Estoy bien.
No lo estaba, se repetía que iría todo bien, pero el mensaje de Chat Noir le había alterado. Sabía que era el tipo de estupidez que soltaría en mitad de un combate, pero también que era Adrien y que él lo diría en serio. No quería pensar en eso, por más que desease que Marinette fuese feliz, la idea de volver a aquel punto le agobiaba.
—¡Luka tu móvil me está volviendo loco!
Salió de la ducha, envuelto en una toalla dejando a Sass atrás porque no tenía dónde ocultarlo. Miró la pantalla en la que el contacto, originalmente grabado por Marinette como "Jagged Stone", parpadeaba transformado en "Best daddy ever 💖🤘🏼" tras pasar por los dedos de su padre, suspiró y sonrió.
—Hola, papá.
—¡Por fiiin! He llamado como veinte veces, ¿me ignorabas?
Luka reprimió las ganas de apartarse el móvil de la oreja y comprobarlo.
—Estaba en la ducha.
—Oye, hijo, he estado pensando en una cosa y necesito tu opinión.
Marco imitó con el dedo un metrónomo y Luka le replicó enseñándole el dedo corazón.
—La semana que viene tengo una entrevista en Praga y aprovecharé para visitarte, pero antes de eso... escucha, ¿te acuerdas de aquella base que compusiste y descartaste?
Luka frunció el ceño tratando de descubrir a cuál se refería, había compuesto muchas bases que después había descartado por no cumplir con sus expectativas. El sonido al otro lado de la línea cambió, Luka, supo que acababa de poner el altavoz, las notas de una guitarra sonaron claras reproduciendo los primeros acordes y se detuvieron.
—Me gustaría convertirla en mi próximo single, sé que no te dice lo que quieres, pero a mí sí que me dice cosas interesantes.
—¿Vas a reemprender tu carrera?
—No, pero voy a lanzar un single. A Penny le parece una idea fantástica. Creo que está harta de tenerme todo el día en casa.
»Evidentemente, dejaré claro que tú eres el compositor, aunque yo haga los arreglos, faltaría más.
—Papá, es una base pésima —musitó, por más arreglos que se le hicieran dudaba que sonase bien. Se frotó el pelo lanzando gotitas en todas direcciones—. No lo sé, ya lo hablaremos.
—Vale, sí, sin problema. —El sonido volvió a cambiar cuando quitó el altavoz—. Oye, he hablado con Gabriel Agreste, por lo de la línea de ropa, me ha dado luz verde para contratar a Marinette. ¿Crees que querrá hacerlo? Me preocupa hacerla sentir incómoda en la situación en la que estáis. Creo que le iría bien, que la ayudaría a distraerse, que así tendría excusa para hablar conmigo o con Penny.
—Seguro que sí.
—Genial. Oye tengo un mensaje de tu hermana, un montón de palabras indescifrables y un «Luka es el mejor».
—Dile a Máša que yo también le quiero.
Continuará
Notas de la autora:
¡Hola! Para el título de este capítulo he jugado con el momento de las conversaciones, la noche, y el término musical.
En el próximo va a haber movimiento de nuevo, porque explorar y exponer sentimientos está muy bien, pero necesitamos un poco de acción.
º º º
Nocturno: es una pieza musical lenta, cantable, de carácter y forma libres, surgió durante el Romanticismo (1780-1840), suelen ser piezas tranquilas y expresivas acompañadas, a veces, por toques oscuros. El compositor más prolífico en este tipo de composiciones fue Frédéric Chopin, aunque su creador fue John Field.
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