04.- Un helado amargo
Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.
Palabras: 1515.
04.- Un helado amargo
Marinette abrió la ventana de su cuarto, el viento fresco acarició su piel provocándole un escalofrío. Había sido una semana especialmente soleada y cálida y, justo al llegar el sábado, el tiempo había cambiado. El cielo estaba nublado, seguramente acabaría lloviendo, menuda mala suerte.
El plan para aquel sábado consistía en encontrarse en Trocadero, comer algo y hablar. Aunque Luka ya conocía a sus amigas y habían coincidido varias veces en los ensayos en el Liberty e, incluso, habían entablado cierta amistad, aquella sería la primera vez que le invitaban como a uno más del grupo de amigos. Estaba muy nerviosa, seguramente era la única que lo estaba, pero no podía evitarlo, quería que Luka encajase con ellos y se sintiera cómodo.
Se puso una camiseta de manga corta y unos pantalones cómodos y miró su reflejo para asegurarse de que le quedaban bien. Buscó su chaqueta por si acababa refrescando aún más, aunque no le importaría volver a quedar arropada por la chaqueta de Luka, sintiendo el calor de su cuerpo y su olor, debía de empezar a ser más responsable, ya era una adulta sobre el papel.
—Deberías coger el paraguas, Marinette.
Miró a Tikki que permanecía flotando en el centro de su cuarto. Tenía razón debería hacerlo, llevar chaqueta, pero no paraguas, sería igual de desastroso que siempre y ella no quería seguir siendo aquel desastre de persona.
—Iba a hacerlo —musitó mal disimulando el rubor en sus mejillas—. ¿Cómo iba a olvidárseme?
—¿Por qué estás tan nerviosa?
—No es nada.
No tenía sentido estar tan nerviosa por aquella quedada con sus amigos y Luka, sabía que encajarían... ¿era eso realmente lo que le preocupaba? Tal vez había algo más de fondo haciendo eco, como un mal presentimiento tal vez.
—No es nada —repitió como si Tikki no la hubiera escuchado—. Todo va a ir bien, ¿verdad?
Marinette agradeció que Tikki ni siquiera le contestase.
Bajó las escaleras al trote y salió a la calle. Una adulta responsable no llegaba tarde a una cita con sus amigos y su novio.
Curiosamente fue la primera en llegar, se sorprendió tanto que revisó la hora en su móvil y la sala de chat para comprobar que no llegaba dos días tarde. Era pronto, diez minutos antes de la hora, no iban a tener que esperarla o llamarla para ver por dónde iba ni cuánto tardaba en llegar. El segundo en llegar fue Luka que la abrazó por la espalda y enterró la nariz en su cuello, dejando un beso delicado sobre su hombro que borró de un plumazo el nervosismo que amenazaba con aplastarla.
—Que madrugadora.
—Tú también has madrugado —musitó, aunque Luka siempre se levantaba temprano.
—¿Va todo bien, Mari?
—Sí, todo bien.
Él la besó en la mejilla y la presión en su peso pareció aligerarse un poco. Estar con él siempre la hacía sentir mejor. Estar con Luka era estar en un lugar seguro y agradable. Aún estaba intranquila, pero se dijo que todo iría bien porque él estaba allí a su lado.
Alya fue la primera en llegar y tras ella el resto. Se acomodaron en las escaleras de piedra, evitando entorpecer el paso. La conversación fue fácil y fluida, Luka participaba como uno más y reía con ellos como si hubiese estado allí toda la vida. Debería sentirse tranquila y relajada, cómoda sabiendo que todo estaba bien, que Luka estaba tan a gusto como todos los demás; pero no lo estaba.
—¿Te encuentras bien? —le susurró al oído Luka, aprovechando para besar su mejilla.
—Sí, estoy bien —mintió, porque no había ningún motivo para no estarlo. Le sonrió y le devolvió el beso.
Se concentró en la conversación y trató de participar en ella dejando a un lado toda aquella intranquilidad que parecía dispuesta a devorarla sin motivo.
—Es André, ¿os apetecen unos helados?
Marinette se puso en pie, enredó sus dedos con los de Luka y asintió a la pregunta de Alya, compartir uno de los helados de André siempre era un buen plan.
Se evadió, olvidándose casi por completo de aquella sensación de intranquilidad que trataba de aplastarla si bajaba la guardia.
Helados, conversaciones, una comida informal en un pequeño restaurante y risas dirigieron la mañana hacia la noche. El grupo fue disolviéndose hasta que sólo quedaron Luka y ella en pie en el centro de la plaza.
—¿Quieres que te acompañe a casa?
—No, tranquilo, ve a hacer la ronda —susurró Marinette—. Nos veremos en el cambio de turno.
—Marinette —la llamó sin soltar sus dedos—. Si hay algo que te preocupa puedes compartirlo conmigo, no estás sola.
—No es nada, de verdad —murmuró, se puso de puntillas rodeando sus hombros con los brazos, las manos de Luka se posaron en su cintura con suavidad—. Te quiero, eres el mejor novio del mundo entero.
—Y yo te quiero a ti. Nos vemos luego.
Marinette le observó alejarse en busca de un hueco en el que esconderse y transformarse, siguió con la mirada a Viperion saltando por los tejados hasta que le perdió de vista. La sonrisa en sus labios se desvaneció, a solas la sensación de nerviosismo e intranquilidad regresó para golpearla con fuerza. Ya no podía achacarla al encuentro de Luka con el resto de sus amigos, tenía que ser otra cosa, aunque no sabía qué.
Sacudió la cabeza, pensar en aquello allí plantada no iba a servir de nada. Debía volver a casa y prepararse para cuando le tocase a tomarle el relevo a Viperion. El ser tres ayudaba a acortar los turnos, eso hacía que ni Chat ni ella estuvieran tan cansados y dispusieran de algo más de tiempo para dedicar a sus cosas. Sí, haber sumado a Viperion al equipo había sido una buena idea.
Tomó un camino diferente al habitual, buscando alargar un poco la caminata y, tal vez, lograr relajarse. Evitó hablar con Tikki porque cuando estaba inquieta tendía a ser algo descuidada y no quería que nadie la viera hablando con su bolso.
Se paró ante un callejón solitario, como si alguien le hubiese llamado desde el final, dio un par de pasos, adentrándose en él.
—Marinette Dupain-Cheng.
Se detuvo en seco y se giró para mirar a los ojos, tan sorprendida como asustada, al hombre que había pronunciado su nombre completo. No había visto nunca a ese hombre, ¿cómo podía saber su nombre?
—¿Quién es usted?
—El maestro Li Bao.
No. No. No. Eso no era bueno, ella aún no se sentía preparada para enfrentarse a ningún guardián del templo. No era un buen momento. No podía asaltarla en medio de una calle desierta cuando la oscuridad empezaba a invadirlo todo. No. Eso estaba mal, muy mal. No quería verle, ni hablar con él, ni siquiera quería saber que existía.
—Habéis roto todas las normas, Marinette Dupain-Cheng.
—¿Qué?
—No os habéis presentado en el templo para mostrar vuestro compromiso como guardiana.
No quería presentarse en el templo, hacerlo era admitir que el maestro Fu no volvería nunca, que la responsabilidad que amenazaba con aplastarla era real, que estaba sola. Que era una guardiana. Dio un paso atrás deseando regresar a la calle ancha y segura que había abandonado un par de minutos antes, pero él fue más rápido. Marinette sintió un golpe, aunque podía jurar que no la había llegado a tocar, su espalda chocó con la pared, el aire se escapó de sus pulmones y le costó volver a llenarlos. Se lamentó aturdida.
—No sois una digna portadora del prodigio.
—Se equivoca, maestro —intervino Tikki escapando del interior del bolso—. Marinette es una guardiana excelente.
—Kwami de la creación no me estoy dirigiendo a ti.
»He seguido tus movimientos.
Se sintió intranquila, tal vez era su presencia la que le había hecho sentirse nerviosa e inquieta. Tal vez...
—Marinette Dupain-Cheng, Ladybug, guardiana de una caja de prodigios —bramó, su voz hizo eco en la calle desierta—. Debes cesar ahora mismo tu relación con el portador de la serpiente.
—¿Qué?
—La destrucción y la creación están hechas para ir de la mano. Sus portadores deben de estar juntos. Es el destino, no puedes evitarlo —declaró con tono cruel—. Olvídate de ese portador. Debes ser sabia y elegir al portador del gato.
¿Qué estaba diciendo? Ella quería a Luka, no quería estar con Chat Noir, ni siquiera sabía quién se escondía tras la máscara. Quería a Luka. No podía obligarla a dejar de quererle, tampoco obligarla a querer a Chat Noir.
—Si no obedeces el prodigio te será arrebatado, tus recuerdos serán borrados y la caja de los prodigios regresará a su lugar.
—No puede hacer eso. ¡No puede! —chilló, su voz le sonó lejana y extraña.
—Lo haré. Lo haremos. Te someterás a la ley de la orden.
Marinette quiso chillarle, pero el hombre pareció evaporarse en la nada.
Sola en el callejón sintió sus ojos arder y la calidez de una lágrima resbalando por su mejilla. No podía hacer eso, ¿verdad? No podían obligarla a querer a alguien quien no quería. No podían castigarla por estar enamorada de Luka, ¿cierto?
Continuará
Notas de la autora:
¡Hola! Ahora sí, arrancamos con la trama, si habéis leído "Entre mis acordes" la frase «la destrucción y la creación están hechas para ir de la mano. Sus portadores deben de estar juntos. Es el destino, no puedes evitarlo» os sonará, también habréis entendido el desánimo de Marinette al tener que elegir entre Chat Noir y Viperion.
Seguramente, este será el último capítulo corto. Nos leemos en unos días.
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