Tierra de nadie
—... conseguí un poco ... debería bastar.
—Bien, coloca esto en su frente ...
—... la temperatura no baja ...
—Esto nos retrasará más ... la grieta será el mejor camino.
—Los gigantes de Zuhul llegarán pronto a la grieta, si no lo han hecho todavía.
—¿Cómo está Leya?
—¡Está despertando!
—... ¿Qué ocurrió? —preguntó Leya con el cuerpo un poco adormecido.
—¡Qué bueno es tenerte de nuevo! —dijo Merith muy emocionada al ver despertar a Leya—. No te levantes todavía, te tuve que poner un paralizante para reducir tu ritmo cardíaco y así evitar que te desangres.
—No me digas que usaste los dardos de Kauth...
—... mejor no te lo digo... —respondió Merith avergonzada.
—¡Leya! ¿Cómo te sientes? —preguntó Erthim, que se encontraba sentado en la cama del al lado, aunque más que camas eran camillas hechas de hojas gigantes, envueltas en dos palos sobre unos soportes de madera, hechas también de más ramas.
—Bien, o eso creo, pero no creo poder levantarme... —dijo Leya intentado moverse.
—No te esfuerces, o podrías dañar la herida —interrumpió Merith, tratando de evitar que Leya se levantara.
—¿Dónde estamos? —preguntó Leya al notar el pequeño campamento improvisado en el que se encontraba.
—Bueno... después del incidente con Khaam, tuvimos que buscar un refugio para atenderlos a los tres —dijo Merith sentándose en la cama donde se encontraba Nathia.
—¡¿Nathia?! —Leya se asombró al ver a Nathia, e intento levantarse inmediatamente.
—¡Espera! —Erthim la detuvo de inmediato—, ya habrá tiempo para que la saludes. Además, no se encuentra muy bien, está con fiebre desde hace unas horas.
—Es cierto, al parecer fue producto de algún tipo de veneno —dijo Merith mientras colocaba un paño húmedo en la frente de Nathia.
—¿Veneno? ¿No será... el que vertí en el lago? —preguntó Leya temerosa.
—No, descuida, este es un veneno más débil, tal vez algún tipo de toxina —Merith mostró una herida que tenía el brazo de Nathia, era un pequeño corte—. Probablemente del enfrentamiento con Khaam.
—¡¿Qué pasó con Khaam?! —preguntó Leya exaltada—. ¿Lo venciste Erthim?
—La verdad no pude con él —respondió Erthim—, fue Nathia quien se encargó de esa criatura, antes de desmayarse.
—¿Nathia? ¡Vaya! No deja de sorprenderme sus habilidades —dijo Leya mirando a su amiga.
—Debiste verla, sólo le bastó una flecha, atravesó el último frasco de veneno que había y luego Khaam... sólo era un recuerdo en aquel gélido lugar.
—Erthim ayúdame a levantarme, debo acercarme a Nathia —dijo Leya intentado incorporarse nuevamente—, tengo que ver sus síntomas de cerca.
—Será mejor que acerquemos su cama —Erthim y Leya movieron despacio la cama de Nathia junto a la de Leya, intentando hacerlo con la mayor suavidad posible.
—Ya veo, el color de sus labios tiene un tono azul, al igual que la punta de sus dedos, ya he visto esto antes, debo preparar algo, necesito mis cosas —Merith ayudó a Leya a sentarse y Erthim reunió todo el equipo de Leya, que antes estaba siendo usado por Merith—. Lo hiciste muy bien Merith —dijo Leya sacando algunas yerbas y ungüentos de su bolsa—. Nos mantuviste a salvo.
—Aprendí un poco de tus pociones —respondió Merith.
Leya comenzó a mezclar muchas cosas diferentes, y sacaba un montón de ingredientes de su bolsa, parecía que el mundo entero podría entrar ahí. Merith observaba cuidadosamente y ocasionalmente también ayudaba, por otra parte, Erthim miraba atentamente hacia afuera.
—¿Qué ocurrió con los demás? —preguntó Leya.
—Calbent, Kauth y los niños fueron a La torre de Ruthill —respondió Merith.
—¿Ruthill? Eso quiere decir que... ¿Estamos en territorio de Urulham? —dijo Leya bastante sorprendida, ya que Ruthill era una de las provincias más prosperas de Urulham, en la frontera con lo que se conocía como La grieta de los arboles blancos, la cuna de los arboles Coukín de Sounhir. Está región se encontraba más alejada de Perteheila que de Sounhir, y su terreno era bastante diferente al que habían estado, ya que la tierra era seca y el paisaje parecía más un desierto que otra cosa, había algunos árboles muertos y secos y otras rocas más decorando ocasionalmente aquel paraje.
—Debatimos mucho sobre el camino a tomar, y decidimos volver a la ruta original, si aún queremos llegar a tiempo a Sounhir —dijo Merith—. Los demás fueron a la torre a ver si los uruls de la zona vieron a los gigantes de Zuhul pasar por este camino.
Pero en ese instante sintieron que el suelo vibró un poco, un leve temblor se hacía sentir en el pequeño campamento del equipo de exploración del mundo opuesto, y poco a poco se hizo más fuerte.
—¿Qué es eso? —preguntó Merith asustada.
—Parecen... pisadas, no muy lejos de aquí —dijo Erthim mientras apoyaba la cabeza en el suelo.
—¿Gigantes? —dijo Leya conteniendo la respiración.
—Esto es malo, muy malo, pasarán por este lugar, debemos irnos ¡ya! —dijo Erthim alistando rápidamente todas sus cosas.
—... A no ser que pretendas llevarnos en tu espalda... no sé cómo quieres que funciones tu plan Erthim —dijo Leya cruzando los brazos.
—Debemos distraerlos Erthim, que no se acerquen a este lugar... —dijo Merith saliendo del campamento, cargando a penas su mochila.
—Me temo que es la única opción —respondió Erthim saliendo también afuera por su vokin—. Esperen aquí, volveremos pronto.
—Como si pudiéramos ir a otro lado —dijo Leya para sí misma.
Erthim y Merith montaron sus vokin y salieron a toda marcha en dirección a las pisadas de los gigantes, que cada instante se hacían más fuertes. Avanzaron poco más de un kilómetro y entonces los vieron, un pequeño grupo de cinco gigantes de Zuhul caminando de forma torpe y lenta en aquel valle olvidado. El más grande del grupo media casi 7 metros, y el más pequeño 4; eran bastante corpulentos, vestían pieles gruesas que usaban como capas y botas decoradas con cuernos de algún animal que era igual de grande que sus enormes pies, avanzaban tarareando el mismo ritmo como si se tratase de una marcha de guerra.
Se acercaron más y los gigantes notaron su presencia y también aceleraron su paso, era increíble ver que aun con su tamaño podían caminar más rápido, incluso correr, haciendo temblar el suelo como si una manada de animales salvajes se moviera. Erthim y Merith los desviaron de su camino al campamento, sin saber con certeza a dónde los estaban llevando.
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