Paso de la cueva

Llegaron hasta la granja de gallinas del orfanato y allí, entre la paja existía un hueco que conducía a una pequeña cueva bajo tierra, esta también estaba iluminada por cientos de luciérnagas de diferentes colores, que hacían de faroles por todo el túnel.

—¡Vaya! No sabía que había esto debajo del orfanato —dijo sorprendida Susana.

—Los exploradores que nos precedieron lo construyeron, entre ellos estaba mi abuelo —dijo Nathia.

—Y... ¿Adónde iremos?

—Nuestra misión era explorar un valle en el mundo opuesto que se encuentra cerca de una gran montaña que es fuente de un manantial muy grande, pero Merith me acaba de informar nuestra situación con las provisiones y recursos, y al parecer sólo tenemos lo suficiente para volver a casa —dijo Nathia un poco preocupada— Así que regresaremos a Sounhir y volveremos luego.

—¿No se quedarán sin provisiones la próxima vez que vuelvan? —preguntó Susana un poco pensativa.

—En esta ocasión sí, porque es la primera vez que exploramos esta parte del mundo opuesto y tardamos más de lo que habíamos planeado, explorar nos demoró bastante, pero la próxima vez usaremos el mapa que hemos trazado para llegar de forma directa, así podremos buscar ese valle —dijo Nathia muy ilusionada, al parecer realmente deseaba encontrar aquel valle, aunque Susana no entendía el porqué.

—¿Te puedo preguntar algo? —dijo Susana.

—¡Dime!

—¿Por qué todos tocaron tu frente hace un momento? ¿Así eligen ustedes?

—Jajaja ¡no!, lo que pasa es que la liga de estas gafas me estaba dejando una marca... y les pregunté si se notaba —respondió Nathia avergonzada.

—Ah, ¿Por qué todos llevan esas gafas? Parecen pilotos de avión —preguntó Susana con una sonrisa burlona.

—¿Qué es avión? —dijo otra vez una voz en el grupo.

—Bueno... las usamos porque nos molesta la luz del día en el mundo opuesto y es un poco complicado para nosotros ver con tanta luz —respondió Nathia.

—¿No les gusta la luz?

—No es eso, lo que pasa es que en Sounhir no hay luz del sol, aun así, es bastante iluminado, pero no tanto como la luz de día, es más bien... mmm como una noche estrellada con cientos de velas en las calles.

Susana no entendía a qué se refería Nathia, pero le gustó la idea de vivir en un lugar que parecía una noche estrellada.

—¿Vives con tu abuelo? —preguntó Susana.

—... No, mi abuelo murió hace unos años.

—Lo siento...

—No te preocupes, él siempre decía: «la vida no durará lo que quieres, pero podrás vivir mucho más en la memoria de quienes amas»; y el aún vive en mi memoria —dijo Nathia sosteniendo la campanita de su collar.

—Yo nunca conocí a mis padres, como muchos de los niños del orfanato. Algunos niños me molestaban diciendo que me abandonaron en la puerta del orfanato cuando nací.

—Lamento oír eso, eso... es algo terrible. ¡Ya sé! ¿Qué te parece si tú y tu amigo se quedan a vivir en mi pequeña casa? —dijo Nathia con una sonrisa.

—¡Si! ¡Me gustaría! —dijo emocionada Susana abrazando fuertemente a Nathia— y sé que a Carlos también le gustará.

—Serán las primeras personas con las que viviré, a decir verdad, serán las primeras personas en vivir en Sounhir...

—¿No hay más personas?

—Sólo sounhirs, que somos nosotros, ustedes serán las primeras personas del mundo opuesto en entrar a Sounhir —acaricia suavemente la cabeza de Susana—. No te preocupes; no es muy común los visitantes, pero... todos se emocionan cuando llegan nuevos.

—¿Si no van personas... quienes más van?

—No muchos, pero si nos visitan constantemente uruls, son mineros de las tierras profundas de Urulham.

Susana escuchaba atenta todo lo que Nathia decía, pero obviamente había muchas cosas que no entendía, pero eso sólo hacía que aumente su curiosidad.

—¿Qué son los uruls?

—Son mineros, y suelen comerciar en Sounhir, viven en Urulham, es una región minera al noreste de Sounhir, son mucho más bajos de estatura, mmm ya los conocerás.

Siguieron caminando y Susana se quedó dormida, entonces tuvieron que cargarla. Y así estuvieron horas caminando, hasta que llegaron a una extraña roca que tenía extraños glifos pintados que brillaban llamativamente.

Thum... Thoum... —Nathia comenzó a hablar con aquella roca que parecía brillar más con cada palabra, lo hacía en una extraña lengua, que en realidad era la lengua nativa de Sounhir, la cual es bastante complicada de aprender para alguien que no haya vivido en Sounhir toda su vida, ya que esta se basa en colecciones de sonidos con significados particulares, y puede ser representada de una forma única por cada individuo, cada uno pude expresar la misma idea con un sonido diferente, a pesar de esto es entendible por los demás; pero son difíciles de representar en forma escrita. Tal vez sea ese el motivo del porqué no existe ningún texto escrito en esta lengua, aun así, la gran curiosidad de los habitantes de Sounhir por lo que ellos conocen como El mundo opuesto les ha llevado a aprender algunas lenguas de las personas.

Aquella roca comenzó a brillar y luego a partirse por la mitad, dejando ver del otro lado un paisaje de un diseño bastante onírico, un pequeño camino hecho de lo que parecía ser una extraña madera de color blanco aguardaba del otro lado, este camino artificial flotaba sobre aguas cristalinas de una forma suave y elegante. Existía una extraña luz muy encima de ellos que simulaba la iluminación de la luna. El lugar era inmenso, tanto que al ver hacia arriba parecía que mirabas al firmamento, y al parecer esa era la idea, pues había luces brillando en la cima como si fueran estrellas a media noche, unas extrañas plantas que se iluminaban salían del agua y recorrían todo el camino, dando la sensación de caminar rodeado de un bosque iluminado flotando sobre el agua.

Nathia entró primero, y los otros la siguieron mientras cargaban a Carlos y a Susana que aún estaban dormidos, al pasar al otro lado la roca volvió a unirse y las luciérnagas que los seguían se dispersaron en todas direcciones.

—¿Por qué tomamos este camino Nathia? —pregunto Erthim, hijo de Guthem, el consejero del rey de Sounhir—. Este camino es bastante más largo y tardaremos más en llegar.

—Sólo... quería asegurarme de que ambos lleguen a salvo a Sounhir —respondió Nathia.

—¿A qué te refieres? siempre usamos ese camino y nunca nos pasó nada...

—Ya van diez años desde que nos visitaron... —interrumpió Kauth, el hermano de Erthim— ¿Crees que vuelvan justo ahora? —Preguntó a Nathia.

—Esta noche siento una calma que me inquieta, y no sé si «ellos» volverán... pero he decidido tomar este camino, y es mi derecho como líder —dijo Nathia con mucha seriedad, aunque siempre se caracterizó por su tranquilidad, pero ahora había algo que la inquietaba y el grupo lo sabía, para ellos era una mala señal.

—Bueno, supongo que más adelante encontraremos unos vokin que nos ayuden —dijo despreocupado Erthim.

—¿Vokin? ¿Esas cosas peludas? prefiero ir a pie —dijo Kauth.

—¡Vamos Kauth! ¿Por qué no te gustan los vokin? —preguntó Nathia.

—No me gustan y punto, es asunto mío —dijo Kauth desviando la mirada.

—No me digas que les tienes miedo... —dijo Nathia burlándose.

—¿Miedo? yo no le tengo miedo a nada, sólo que no me llama la atención subirme al lomo de una bola de pelos que puede tener pulgas o algo parecido.

—¡Ya recuerdo!, ¡hace años te caíste de un vokin! cuando éramos niños, en la competencia de la séptima luna de carreras de vokin, tenías las manos pegajosas por tus caramelos, y te quedaste pegado al lomo de tu vokin y le jalaste varios pelos cuando te lo sacaste, el animalito se molestó y lo último que recuerdo es a mi hermanito volando varios metros por el aire, ¡jajaja! —dijo Erthim mientras no paraba de reír.

—¿En serio? —preguntó Nathia mientras aguantaba la risa, aunque ya varios del grupo reían a más no poder.

—No tenías por qué contarlo, esos vokin son peligrosos.

—¡Vamos! tienes que superar tus miedos, de todas formas, tardaremos más si vamos a pie —dijo Nathia mientras golpeaba suavemente el hombro de Kauth.

Continuaron el recorrido, y más adelante se podía ver una pequeña isla, justo al medio de aquel lugar con una torre que se alzaba sobre todo el paisaje.

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