Nueva ruta

—¿Ya estás despierta, Nathia? —preguntó Leya al ver a Nathia intentando incorporarse—. No deberías moverte todavía.

—... ¿Qué ocurrió? ¿Dónde estamos? —respondió Nathia agarrándose la cabeza con ambas manos—. ¡KHAAM!

—¡Tranquila! Está muerto, lo mataste.

—¿Murió?

—Así es, lograste usar mi mejor veneno con una de tus flechas, ya no volveremos a saber de él.

—Siento un hormigueo en la punta de mis dedos —Nathia tocó suavemente la yema de sus dedos, luego dirigió su mirada a la herida que le hizo Khaam.

—Al parecer te la hiciste en tu batalla con Khaam —dijo Leya refiriéndose a la herida de Nathia—. No te preocupes, ya traté la herida, al parecer Khaam usaba algún tipo de toxina que si no se trata a tiempo puede ser mortal, pero para suerte tuya si lo hicimos a tiempo —le sonrió amablemente.

—Gracias Leya —entonces Nathia notó la venda que cubría todo el hombro y parte del brazo de Leya—. ¿Pero qué te hiciste en el hombro?

—¡Ah! ¿Te refieres a esto? —Leya tocó suavemente el vendaje—. Digamos que me apresuré a querer rebanar a Khaam por mi cuenta y Erthim me atravesó el hombro con una flecha...

—¡¿Qué?! ¡Será tonto Erthim! ¡Ya le dije mil veces que lo suyo es la espada, no el arco!

—No te enojes con él, la flecha no era para mí, pero Khaam me distrajo y caí en su trampa.

—Entiendo a qué te refieres, nunca pasé tanta vergüenza en una batalla. Apareció sin que lo notara, y casi me desarma por completo, cuando me di cuenta ya no tenía ni mi espada ni mi daga, y por poco también pierdo mi arco.

—Cuando vi que sacó tu espada para enfrentar a Erthim, creí, que habías muerto.

—Tenía que completar mi misión, y al ver que era imposible darle con una sola de mis flechas, escapé por las calles de Perteheila, dejando hilos luna por el camino, Khaam no lo notó, hasta el momento en que me acorraló, los hilos lo atraparon, logré acertar unas cuantas flechas, pero su fuerza era increíble, tiró abajo un par de casas para librarse de mis hilos. Aproveché ese momento para escapar a la torre de Perteheila.

—¿A qué misión te referías?

—Lo sabrán en su momento, no tuve más opción que hacerlo.

—No te entiendo Nathia... ¿Hacer qué?

—No importa. ¿Y dónde están todos? —Nathia miró a su alrededor— ¡¿Y los niños?!

—Tranquila, están con Kauth y Calbent, fueron a la torre de Ruthill.

—¿Ruthill? Espera, ¿Cómo llegamos hasta aquí?

—El resto del equipo decidió volver al camino original, lo siento.

—Ya veo, tal vez tengan razón, pero los gigantes no tardarán en pasar por este lugar, esta ruta es más peligrosa que la otra, sobre todo para los niños.

—Lo sé, de hecho, ya se acercó un grupo de gigantes hace un par de horas, Erthim y Merith salieron en sus vokin a desviarlos, y... aún no han vuelto.

—¿Qué? ¿Salieron hace un par de horas?

—Estoy empezando a creer que fueron capturados.

—¿Y por qué no lo dijiste antes? Los vokin nunca podrían escapar de un gigante, ¡No puede ser! —se tapó la boca con una mano, pero en ese instante un estruendoso sonido retumbó en aquel desolado paraje, era la corneta del cuerno de Zuhul— ¡¿Qué fue eso?!

—Los gigantes de Zuhul, están cerca —luego se escuchó el mismo sonido desde varias direcciones diferentes—. Se están reagrupando, ese sonido es la señal de retirada a Zuhul —dijo Leya caminando hacia la entrada del campamento.

—¿Cómo sabes?

—Mi padre estudiaba a los Zuhul, su lengua, sus costumbres, sus criaturas.

—Sabía que tus padres conocían mucho de lo que había fuera de los límites de Sounhir, pero no tenía idea de que también conocían de Zuhul —dijo Nathia muy sorprendida—. Pero... ¿Por qué se retiran?

—No lo sé, algo los hizo cambiar de opinión —volteó a ver a Nathia—. ¿Ya habrán atacado Sounhir?

—¡Qué! ¡No! ¡Espero que no! Aún estamos lejos, no pudieron llegar tan rápido.

—¡No puede ser! Creo que los capturaron —Leya se asustó en ese momento—. ¡A todos!

—¡¿Qué?!

—Kauth y los demás salieron antes que Erthim y Merith, cuando desperté ya no estaban, y tampoco han regresado, eso quiere decir...

—¿Qué? —interrumpió Nathia.

—Sólo están buscando sounhirs.

—¿sounhirs? ¿Por qué?

—No sé si es el motivo, Pero, ¿Qué más los haría regresar a Zuhul?

—¡Debemos ir tras ellos! —dijo inmediatamente Nathia, levantándose y alistando sus cosas, guardando su daga, preparando su capa, sus flechas y su carcaj, luego su arco, miró por un momento su espada y dudo en llevarla, pero finalmente también la agarró y la envainó.

—¿Pretendes que vayamos a Zuhul? ¿Sabes lo que eso significa Nathia?

—No, pero puedo hacerme una idea. Puedes regresar a Sounhir si lo prefieres, después de todo debes cuidar tu herida.

—No me subestimes, está herida sanará pronto —tocó nuevamente sus vendas—, y no pretendo dejarte toda la aventura a ti sola —Leya alistó también sus cosas, metió todo los utensilios, pociones y hierbas que no usó y las guardó—. Entonces será Zuhul —dijo colocando su mano en el hombro de Nathia.

—No olvides tu daga —respondió Nathia con una sonrisa.

Entonces montaron sus vokin, y partieron a Zuhul, pero tomando una ruta diferente a la de los gigantes, rumbo a El martirio de la roca, una antigua e inmensa grita que era el atajo perfecto para llegar a Zuhul, ruta por la cual los gigantes no podían pasar por lo estrecha que era, y por el puente colgante que esperaba del otro lado, aunque dicha ruta también guardaba sus propios peligros, los cuales Nathia y Leya desconocían.

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