La última moneda

—Khaam, la mascota favorita de Zuhul, Devorador de ingenuos, en su lengua, Sombra de muerte en la nuestra, tengo asuntos pendientes con esta criatura desde hace varios años —dijo Leya sacando un pequeño frasco de su bolsa—. Esta es la primera vez que lo veo, y no planeo verlo otro día.

—Asuntos pendientes ¿Eh? —dijo Erthim—. ¿Tus padres? Tal vez... No deberías dejar que esa venganza te controle Leya.

—No es venganza, es... justicia.

Leya era una experta en pociones y brebajes, entre otras cosas, resultado de los estudios de su padre en campos médicos, botánicos, y otros. Leya creció rodeada de sus investigaciones y experimentos, aprendió cada detalle desde niña, y creció haciendo sus propias investigaciones bajo la supervisión de su padre; hasta el día en que Khaam llegó al lago de Sounhir.

—¿Envenenarás el lago? —preguntó Erthim preocupado al ver que Leya vertía todo el contenido del frasco en el hueco que dejó Khaam en el hielo y la madera congelada.

—Una gota es suficiente para acabar con un gigante de Zuhul, quiero ver qué pasará con su mascota —dijo Leya dejando caer la última gota al agua, y luego dejando caer el frasco—. No tardará en salir...

Ni bien terminó de decir esto, Khaam apreció a varios metros a su espalda, junto con el estruendo del hielo del suelo rompiéndose en su salida.

Leya corrió hacia Khaam empuñando su daga, pero Khaam era astuto, y se quedó quieto esperando a que se acerque.

—¡Leya! ¡No vayas! —gritó Erthim intentando frenar el avance de Leya—. Está tramando algo, ¡Espera! —gritó nuevamente, pero Leya ignoró sus palabras y continuó corriendo.

Erthim sacó una flecha de su carcaj y sin pensarlo dos veces disparó contra Khaam, pero Khaam lanzó al mismo tiempo dos monedas de oro hacia Leya.

Leya esquivó con gran maniobra las monedas ignorando la flecha de Erthim, la cual impactó en su hombro izquierdo, derribándola y dejándola en el suelo.

¡Leya! ¡Leya! —gritó Erthim acercándose rápidamente—. No te muevas, lo siento, no esperaba que hiciera eso, esa criatura es muy astuta.

—Mi, mi frasco con el veneno... es... está en mi bolsa —dijo Leya intentando soportar el dolor, a la vez que miraba con desprecio a Khaam.

Khaam empezó a avanzar hacia ellos. Erthim sacó un pequeño frasco de la bolsa de Leya, era la última poción de veneno que le quedaba.

—No... lo dejes escapar...

—No lo haré Leya, me encargaré de esa criatura —Erthim dejó su arco y su carcaj junto a Leya, empuñó su espada y avanzó hacia Khaam—. ERES MUY VALIENTE PARA ENFRENTARME SIN ARMAS, ¿PIENSAS DERROTARME LANZÁNDO TUS MONEDITAS?

Khaam se detuvo al oír esto, se le dibujó nuevamente una sonrisa, sacó entonces una espada que se ocultaba bajo sus tentáculos, del mismo brillo plateado que tenía la espada de Erthim.

—¡No puede ser! Esa... ¡Esa es la espada de Nathia! ¿Qué le hiciste horrenda criatura? —Erthim corrió con enfado hacia Khaam, quien sólo lo miraba detenidamente.

Erthim dirigió su primer ataque a los tentáculos que empuñaban la espada de Nathia, pero Khaam mostrando un gran dominio de la hoja, rechazó el ataque de Erthim con mucha habilidad, desviando la espada de Erthim contra el suelo y luego golpeándolo con un par de sus tentáculos, derribando a Erthim. Erthim giró rápidamente y decidió atacar las piernas de Khaam, quien volvió a detener el ataque con la espada de Nathia, acompañado de una patada en el abdomen de Erthim que lo empujó varios metros.

Erthim se levantó lentamente, aún resentido por el golpe, aun así, intentó atacar nuevamente, pero Khaam demostraba ser más hábil en combate, contrarrestando cada intento de ataque de Erthim. Se dio cuenta que no podía contra la criatura, cada golpe, cada ataque, cada movimiento, absolutamente todo, era bloqueado por Khaam.

Erthim había demostrado ser el más diestro con la espada de los tres guerreros de Sounhir, y hacía mucho tiempo que no era superado tan ampliamente por la espada de Nathia, pero le dolía más saber que no era ella quien la empuñaba. Lucharon por varios minutos, Erthim empezó a sentir el cansancio con cada ataque fallido y cada golpe que recibía de Khaam. Pero sólo pensaba en que le podía haber ocurrido a Nathia, en como la podía haber derrotado, Erthim no encontraba respuestas, y ya no podía sostener más su espada, sacó el pequeño frasco del veneno de Leya, pero sabía que no podía usarlo, no había conseguido acertar un solo golpe, y ya no tenía fuerzas para intentarlo.

—¡Ja! Si mi hermano me viera, se cobraría todas las que le hice —dijo Erthim dejando caer su espada—. Lo siento Leya, creo esta criatura vivirá otro día más —volteó para verla, pero Leya yacía inconsciente en el suelo—. Al menos no me verás partir...

Khaam se acercó lentamente, y sacó una moneda de oro de una de sus ventosas, luego se la arrojó a Erthim mientras sonreía.

Perteheila pou'k.

—¿Te burlas de mi con tus monedas? ¡Llévatela lejos! —gritó Erthim cabizbajo, arrojándole de nuevo la moneda y arrojando también el pequeño frasco de veneno, pero en ese instante escuchó un peculiar sonido por encima de su cabeza, levantó la mirada y entonces vio, era el final, no viviría otro día más, una última flecha había atravesado a Khaam a la altura del pecho, atravesando también el contenido del frasco.

Esa clase de precisión y puntería no podían ser de alguien más que, Nathia, volteó rápidamente, y la vio con su arco en mano, bastante pálida, e inmediatamente ella también cayó al suelo.

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