La torre

Un urul misterioso cerró rápidamente la puerta, y luego apoyó la cabeza en esta, intentando oír del otro lado. Los pasos de los gigantes se hacían más fuertes y cercanos a cada segundo. Luego, de un instante a otro, se alejó de aquella puerta como si fuera un acto de reflejo y fue a cada lámpara que había, y las apagó, luego fue por las velas que estaban al centro de la mesa, que posiblemente era un comedor de los uruls, ya que esta era larga y se encontraban varios platos con restos de comida, por último, intento sofocar las llamas de la chimenea, pero esta no se apagaba tan fácilmente.

El resto del equipo solamente miraba, quietos y en silencio, pues este urul se mostraba más asustado de lo que ellos estaban, Kauth se le acercó e intento hablarle.

—... Disculpe, somos...

—¡Ya sé quiénes son! Me lo acaban de decir —dijo este urul apoyando nuevamente la cabeza en la entrada—. Son de Sounhir ¿No es así?

—Sí, así es —respondió Calbent.

—Díganme ¿Los vieron los gigantes? —dijo el urul con bastante nerviosismo.

—No, creo que no —dijo Kauth—, aún estaban lejos.

—No tardarán en llegar, así que no hagan ningún tipo de ruido, ya pasó otro grupo por aquí hace poco, parece que se están moviendo hacia alguna parte. Algo está a punto de ocurrir. Por cierto, mi nombre es Letuk —pese a presentarse seguía apoyando la cabeza en la puerta, era aparente que sus visitas no eran prioridad para él en ese instante.

—Yo soy Kauth, él es Calbent...

—Yo soy Carlos... —dijo Carlos interrumpiendo a Kauth.

—Y yo soy Susana —dijo inmediatamente Susana.

Letuk no respondió nada, quizás ni siquiera les prestó atención, estaba más concentrado en intentar escuchar del otro lado. A pesar de que el rey de Urulham llegó a un acuerdo de paz con Zuhul, los gigantes tenían la costumbre de atemorizarlos de vez en cuando para demostrar su autoridad, y en algunos casos también llegaron a destruir las casas que estaban fuera de los muros de la ciudad.

—¿Por qué no te escondiste en la ciudad? —preguntó Kauth.

—Soy el encargado de limpiar la torre y mantener en orden todo lo que ven, además... esta torre es mi único hogar, no he entrado a la ciudad en más de un año, y no creo ser bienvenido —dijo Letuk sin voltear a verlos.

—¿El clan marchito? —preguntó Calbent

—Ese clan es sólo un pretexto para mantener la riqueza de Urulham en manos de unos cuantos —dijo Letuk mostrándose molesto—. No he visto a un solo urul de ropas radiantes caminando en las calles del clan marchito, simplemente porque no les importa nada de nosotros, algunos tal vez ni siquiera saben que existimos.

—Disculpé, no debí haber tocado el tema —dijo Calbent bajando la cabeza.

—Ustedes Sounhirs son bastante inocentes para entender varias cosas de este mundo —Letuk volteo a verlos, dando la espalda a la puerta—. Y no los culpo por eso, viven aislados de los conflictos de Mélgorad, sólo con el único afán de concentrarse en sus tradiciones y costumbres, ¡Ah! La buena vida, bajo una montaña hueca y arboles gigantes donde perderse, son afortunados por ello...

—No todo es fortuna para nosotros —interrumpió Kauth—, los gigantes han estado destruyendo nuestras casas por más de un siglo, y nosotros decidimos dejar nuestros hogares en busca de un nuevo lugar para nuestra gente.

—¡Vaya! Entonces... ¿Quieres decir que estos gigantes los están buscando?

Kauth y Calbent no sabían que en Urulham no estaban al tanto de la situación entre Sounhir y Zuhul, ya que los reyes de Sounhir y Urulham eran bastante cercanos y Sounhir siempre estuvo pendiente de los acontecimientos en Urulham.

—Así es... ¿Su rey no les dijo nada? —preguntó Kauth.

—No estoy muy enterado de lo que dice el rey, tal vez sea porque nuestro clan siempre fue marginado, pero... creo haber escuchado algo parecido alguna vez, no creí que fuera verdad —dijo Letuk un poco asombrado.

En ese instante se escuchó a los vokin del otro lado haciendo bastante ruido, y luego unos pasos que estremecían el suelo a centímetros de la puerta. Todos los que estaban adentro quedaron en silencio, casi conteniendo la respiración, tratando de adivinar que pasaba afuera.

¡Mira Labaham!, encontré comida... —se escuchó una voz que aparentemente pertenecía a uno de los gigantes.

Deja eso, no hay lugar para llevar más cosas —dijo otra voz.

Pero tienes muchas de esas jaulas, ¿Y si los metemos ahí?

Estas son para llevar prisioneros, ¡Tonto!, no comida.

Pero están vacías, no tenemos prisioneros, igual no los necesitamos.

Tenemos la orden de capturar sounhirs para llevarlos a Zuhul, ¿Entendiste? ¡sounhirs!, no comida, ¡Tonto!

Falta mucho para llegar a Sounhir, podríamos llevarlos en las jaulas y los comemos antes de llegar...

¡Qué no!

¿Y si los comemos aquí? a Mohol le gustará.

Si Mohol te ve comiendo, harás que nos castiguen a los dos, ¡Ya deja de pensar en comida!

Mmm ¡Mira Labaham! Encontré algo...

¡Deja a esos vokin en su lugar!

No, es... es... no sé qué es, pero es muy pequeño.

Déjame ver, ¡Ah!, es un libro ¡Tonto! Seguro nunca viste uno.

Hay muchos dibujos Labaham, ¿Esas son...?

Piedras luna, sea quien sea el dueño tiene mucho interés en las piedras.

Tal vez sea del dueño de esta casa...

¡Tonto! ¿No ves que es una torre? ¡No es una casa!

Para mí son iguales. Mejor preguntamos de quién es el libro, tal vez también hay comida.

Está bien... ¿Hola...? ¿Hay alguien adentro...?

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