El candelero de madera blanca
Llegaron a la isla, la cual estaba completamente hecha de esta madera blanca, desde la plataforma que flotaba sobre el agua hasta las casas; era una ciudad flotante improvisada.
Avanzaron por sus calles que tenían plantas que eran largas y sin hojas, pero en la punta de estas una luz brillaba, daban la impresión de ser las farolas en aquella ciudad. El lugar estaba un poco vacío, probablemente los habitantes estaban durmiendo, pero en ausencia de ellos había más luciérnagas decorando el paisaje.
—Busquemos un lugar para dormir... —dijo Erthim con un bostezo.
—Tienes razón, el cansancio me está matando —respondió Nathia.
Entonces buscaron un lugar para descansar, y así llegaron hasta El candelero de madera blanca, que era una posada administrada por un urul, Bortheín el anciano, llevaba más de 50 años administrando aquella posada, que en un principio fue la casa de toda su familia, pero los perdió a todos en una guerra de antaño que hubo entre los clanes de Urulham. Habiendo perdido a su familia decidió usar su casa como una posada y desde entonces es el centro de acogida a forasteros que buscan un lugar para hospedarse.
Entraron al lugar que estaba completamente decorado de estandartes y banderines de todo tipo, color y tamaño, y al frente de la entrada yacía un anciano urul, que sostenía cómodamente lo que parecía un pergamino un tanto desgastado, con una expresión apacible, absorto en su lectura.
—Disculpe... —susurró suavemente Nathia, como si evitara despertar a un bebé—, venimos por una habitación...
—... ¡Ehh! ¿Una habitación? —respondió el anciano Bortheín— ¡Claro muchacha! ehh... ¿Todos entrarán en una habitación? —dijo el anciano mientras los contaba con un dedo.
—Mmm... mejor que sean tres —respondió Nathia.
—Entonces serán tres habitaciones —dijo muy amable el anciano— pasen por aquí —se levantó de su silla muy tranquilamente, y de la misma forma caminó hacia un pasillo, sacó un enorme llavero con un montón de llaves, y otros artefactos que no parecían llaves, o al menos no a simple vista— pasen, pasen —dijo después de abrir las tres puertas— si necesitan algo díganme por favor —dijo esto y volvió a sentarse nuevamente en su silla del mostrador.
—¡Gracias! —respondieron todos, menos Carlos y Susana, que aún estaban profundamente dormidos, y eran ajenos al lugar y las circunstancias.
—¡Al fin una cama! —dijo Nathia muy entusiasmada.
—¿Qué haremos con estos dos niños? —preguntó Kauth.
—Mmm deja a los niños aquí, yo los cuidaré.
Acomodaron a los niños y se fueron a dormir. Nathia, Carlos y Susana se quedaron en la primera habitación y el resto se marchó a las otras dos habitaciones.
Nathia quedó profundamente dormida por las largas horas de caminata que llevaba, desde que salió de Sounhir hasta ese instante no había descansado ni un momento, además que al ser la líder del grupo siempre debía mantenerse alerta para mantener al grupo a salvo.
Pasó una hora, y Carlos despertó; miró a los lados y no reconoció aquel lugar, la luz de la habitación era tenue y sólo una pequeña planta daba luz. Se sobresaltó y por un momento creyó estar en un sueño, vio a Susana en la otra cama y fue rápido a despertarla.
—Susana... —dijo Carlos intentando despertarla— despierta...
—¿Qué quieres...? —respondió Susana entre balbuceos.
—Despierta... —dijo nuevamente mientras sacudía el hombro de Susana.
Susana despertó, y entre bostezo y limpiando sus ojos vio a Carlos frente a ella, mirándola fijamente un poco asustado. Susana miró a sus lados y no reconoció la habitación, se asustó también, recordó el sueño que acababa de tener; el viaje a un mundo oculto y desconocido, una extraña chica pelirroja con unas gafas de piloto sobre su cabeza, sus cinco amigos, sus extrañas mochilas de cuero plateado y las luciérnagas que les seguían como si fueran moscas.
—¿Carlos? —dijo confundida, intentando responder mil preguntas en su cabeza.
—Susana... ¿Esto es un sueño? —preguntó Carlos mientras recorría el lugar con su mirada.
—¿Un sueño? —apenas terminó de decir esto volteó, y vio a Nathia durmiendo profundamente en aquella cama redonda—. No, no es un sueño... —dijo Susana mientras se le dibujaba una sonrisa en el rostro.
—¿Quién es? —preguntó Carlos al notar la presencia de Nathia.
—¡Es una amiga!, su nombre es Nathia y es una exploradora de un mundo lejano —decía Susana mientras sostenía la mano de Nathia que dormía—, dijo que podíamos vivir con ella en su mundo.
—¡Ya recuerdo! Ella estaba con aquellos extraños sujetos que salieron del pozo del orfanato... —dijo un poco asustado—. Nos, ¿Nos secuestraron...?
—¿Qué? ¡No! Yo les pedí que nos llevarán con ellos, y Nathia dijo que podíamos vivir con ella.
—¿Vivir con ella?
—¡Ya no tenemos que volver al orfanato!
Carlos no sabía que decir o que pensar, por un momento le entusiasmó la idea, pero... para él todavía era una extraña y Susana se percató de eso.
—No te preocupes, ¡Ya la conocerás! —dijo con una sonrisa.
De alguna forma esto tranquilizó a Carlos, ya que confió siempre en Susana.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top