Epílogo
Mi cabeza quiere estallar, abro mis ojos y se siente mil veces peor. He pasado unos días horribles, exactamente diez días con dolores horrendos de mi cabeza.
Aun es de madrugada y afuera de mi habitación hay mucho movimiento.
¿Alguna fiesta?, no lo sé, pero necesito tomar agua. Me levanto para ir hacia la jarra que siempre me dejan, pero está vacía.
Me coloco una bata para salir a buscar más. No he recorrido este lugar, pero sé dónde puedo hallar agua sin llamar a la chica que me ayuda. No sé su nombre, soy horrible y lo sé.
Abro la puerta y me doy cuenta de que no es una fiesta. Muchos soldados están corriendo por todos lados. Hay uno que se detiene en mi puerta al verme, Cam.
-Deberías volver a dormir, K -dice señalando mi habitación.
-¿Qué sucede? -susurro.
Mi cabeza decide recibirnotro golpe, por lo que abrazo mi cintura para calmarme un poco.
Quiero agua.
-Nada que deba preocuparte -dice tranquilo, pero sus ojos me dicen que hay algo más. Se ve asustado-. Entra y descansa.
-¿Qué sucede?
Estoy aburrida de que piensen que me voy a quebrar en cualquier momento, aunque no los culpo. Tal vez mi dolor de cabeza es por tanto que he gritado estos días en la oscuridad de la habitación.
Cam duda, pero al final suspira.
-Andamos buscando a Damon -dice y pasan corriendo otros soldados. Él los mira-. Perdió el control y atacó a Morgan. Ella está bien, pero él no está bien. Su locura tiene el control. -Se escucha preocupado y lo entiendo.
-Ve, no te preocupes por mí -digo y lo empujo. Por alguna razón al tocarlo me dan náuseas así que alejo mis manos con rapidez-. Solo iré por agua.
Señala el camino opuesto al que van todos esos soldados.
Él asiente y sale corriendo. Es toda una mierda lo que sucede con Damon, pero yo quiero dormir. Tal vez así mi dolor de cabeza se vaya.
Camino un poco y todos siguen corriendo en la dirección opuesta. Algunos me miran, tal vez quieren ayudarme, pero los evito antes de que me den su compasión.
Llego a un pasillo algo alejado donde encuentro una jarra de agua, no dudo en tomar agua y servir otro vaso para llevar.
Mi piel hormiguea y un sonido llama mi atención. Es una extraña melodía, es agradable.
Puedo estar moribunda, pero eso no quita que siga siendo yo. Buscar problemas es lo mío.
Camino hacia el sonido y me lleva a una habitación alejada.
Abro las puertas y para mi sorpresa es una especie de campo de entrenamiento. Está llena de muchas armas y tiene un espacio enorme en la mitad.
A un costado del lugar viene el sonido. Es raro porque lo que hay en la habitación no es música.
Damon golpea un saco de boxeo.
El ruido de sus golpes me distrae de aquella melodía.
Solo tiene unos pantalones deportivos que le llegan a las rodillas y golpea con fuerza ese saco.
Con cada golpeo el sudor cae de él y las líneas doradas pasan por todo su cuerpo lleno de tatuajes.
Gruñe por lo que creo es el dolor. No es consciente de que estoy aquí.
Siento empatía por él y una parte poco común de mí agradece que alguien esté sufriendo tanto o más que yo.
Lo sé, no es algo bueno, pero puedo creer por un segundo que no estoy sola en una oscuridad que quiere consumirme.
Dejo el vaso de agua en una mesa y me acerco.
-¿Sabes que todos te buscan? -pregunto.
Damon gira y uno de sus brazos viene directo a mí en forma de puño. Por primera vez en estos días me muevo rápido hacia atrás y evito lo que posiblemente me hubiese roto la mandíbula.
Damon no es él, algo le sucede.
Su respiración está agitada, sus pupilas dilatadas cubren casi todo su iris, dándole una morada aterradora y las líneas en su cuerpo se mueven como locas.
-Vete -gruñe.
Debería hacerlo, pero no puedo. Me siento como basura al alegrarme de no ser la única sufriendo.
Damon no se lo merece, así que hago lo que sé hacer mejor, meterme en más problemas.
-No.
Gruñe fuerte y me hace frente haciendo que se vea mucho más grande, se para derecho y tiene unos buenos centímetros por encima de mí, debería correr e ir a buscar ayudar, pero no lo hago.
Mi cuerpo no reacciona.
El instinto me dice que me vaya, pero algo me obliga a quedarme.
Damon parece un animal salvaje a punto de atacar, pero no me muevo. Da unos pasos hacia mí y se detiene a unos centímetros, debo ver hacia arriba para ver su cara y él me mira con cara de pocos amigos.
Nada nuevo en él.
Su mirada de odio no me hace nada, quiero que sepa que no esta solo. Nadie debería sufrir como sufrimos nosotros.
Damon deja de respirar un segundo, parpadea y sus fosas nasales se abren.
¿Está oliendo algo?
Quisiera preguntar que le sucede, pero mis ojos me traicionan y se quedan clavados en su cuello.
Las líneas que antes se movían como locas ahora comienzan a juntarse a un lado de su cuello. Están bailando en un círculo sin juntarse.
Comienzan a moverse por su cuerpo, entre todos los tatuajes que lo cubren y yo estoy cautivada por el baile que están haciendo sobre su piel. Las líneas suben y bajan por sus músculos, se mueven por todo su pecho.
En definitiva brillan contra su piel. Algo lo hace sorprenderse, pero no puedo dejar de ver esas líneas.
Bajan un poco hasta su vientre y se meten en su pantalón, sé que no debería ver en esa dirección, pero quiero saber a donde fueron y como pueden moverse así, cuando hace unos segundos estaban como locas.
Vuelven a salir en su pecho como si se burlaran de mí por no poder ver hacia donde van.
Damon se mueve, sus brazos se acercan a mí y de la nada comienzo a sentir un calor en todo mi cuerpo. Algo estúpido porque afuera hace bastante frío y no he sentido nada en días.
Sus manos hacen algo y yo lo dejo porque mis ojos siguen en el baile de sus líneas doradas que vuelven a meterse en su pantalón, pero ahora en el costado izquierdo de su cadera y esta vez las líneas de su piel brillan en ese lugar.
Luego dejan de hacerlo y las luces vuelven a salir hacia su torso. Están jugando conmigo.
Tocalas.
¿Debería hacerle caso a ese pensamiento?
Se siente como un ligero viento en mi mente dormida. Es un permiso que no sabía que necesitaba para hacer lo que quiero hacer.
Quiero tocarlas porque se mueven como si tuvieran vida propia en el cuerpo de Damon, ellas están acumuladas y moviéndose en su pecho.
Quiero tocarlas.
Levanto mi mano hacia su pecho, pero antes de acercarme se dispersan por todo su pecho.
Ellas parecen saber mis intenciones porque se mueven por todos lados hasta introducirse dentro del pantalón de Damon en el costado izquierdo de su cadera, de nuevo.
No pierdo el tiempo y pongo mi mano en su cadera. Su piel es firmeza, es el cuerpo de un guerrero; Damon es una máquina de matar.
Puedo sentirlo.
Literalmente.
Su pecho sube y baja con dificultad, la piel debajo de mi palma tiembla y su corazón bombea sangre en todo tu cuerpo.
No debería, pero puedo sentirlo. Damon está vivo. Tiene mucha vida, lo que yo no tengo.
Quiero eso.
Quiero ese calor.
Meto mi mano en su deportivo, su piel se siente cálida. Las líneas desaparecen, pero son sustituidas por un brillo que se hace más intenso con cada segundo.
Es como si tuviera una lámpara debajo de su pantalón y quiero tocarla. Es brillante, cálida y de un color dorado intenso.
Damon por otro lado ha soltado mi bata y su mano esta debajo de mi camisón, en mi vientre. Debería gritar, pero no lo hago porque su cuerpo me tiene cautivada y la palma de su mano le da vida a mi cuerpo frío.
Quiero más.
Introduzco un poco más mi mano para entrar más en su pantalón, él sube la suya para llegar a ese punto donde mis costillas se unen y comienza la zona donde están mis senos. Sé detiene ahí y yo me detengo a un costado de cadera, sobre ese brillo cálido.
No sé por qué esto hace que me sienta rara, no de una forma que me haría salir corriendo, sino de la forma en la que quiero seguir y ver que es esto que no comprendo y mi cuerpo reacciona con ganas de más.
Quiero ese calor.
Presiono la zona y él presiona su mano en mi diafragma.
El calor entra en mi cuerpo como una ola sin control y mucha fuerza, abrazando cada parte dormida dentro de mí.
Es una corriente constante de calor.
Un calor que nunca he sentido, sube por el brazo, sale por aquel punto que toca Damon y él recibe esa sensación.
El calor pasa por mí y luego regresara a él.
Todo se vuelve intenso, mi piel se eriza, mi boca se abre. Damon no se queda atrás, su mano sigue en ese punto y la otra agarra mi cadera como si no tuviera suficiente de esta energía que nos rodea.
-Wow -decimos al unísono.
Una bondad de aire entra en mí, pero se siente diferente. Es como si respirara por primera vez en toda mi vida.
Un sin fin de emociones me abruman: felicidad, alegría, emoción, enojo y algo de excitación por lo que sea que esté sucediendo.
No soy la única que lo siente. Damon ya no tiene la mirada perdida, me mira y siento esa mirada mucho más allá de mi piel.
El mira el vacío que hay dentro de mí.
Sus ojos ya no están tan oscuros, tiene un color café claro casi tirando a dorados que me dejan cautivada. No puedo dejar de verlos.
No sé que estoy buscando en sus ojos, solo que esto es lo que debía suceder porque aquí me doy cuenta de que Damon es vida.
Tiene algo cálido y reconfortante que quiero.
Damon tiene tanta vida dentro de él.
Su labio tiembla, no. No es eso.
Lucha contra lo que siente, pero se forma una pequeña sonrisa, una verdadera sonrisa sale de sus labios. La euforia del momento nos está consumiendo y me pierdo con esa pequeña sonrisa.
Necesito ver esa sonrisa más seguida, necesito verlo más relajado, esto me va a volar la cabeza.
Mi cabeza.
Ya no duele.
Nada duele.
Hay calidez, hay vida.
Damon abre la boca para decir algo, solo que parece no entender al igual que yo, lo que está sucediendo.
No deja de verme y con un tono de voz ronca, varonil que me hipnotiza; usando un tono de voz que llega a cada parte de mi cuerpo, dice:
-Te encontré.
CONTINUARÁ...
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