Capítulo 52
Una chica ajusta mi vestido en la parte de atrás mientras miro en el espejo mi demacrada cara.
Voy a conocer oficialmente al Rey. Han pasado casi dos semanas desde que desperté, pero apenas he estado despierta. Adria me ha ayudado con su don a estar calmada, es increíble lo que puede hacer.
Siempre creí que los ascendidos solo podían controlar elementos, pero al parecer pueden hacer muchas cosas.
Adria puede manipular las emociones para hacerlas más o menos intensas, todo lo que ella quiera hacer.
Es por eso que voy a conocer apenas al Rey, ella dio el visto bueno diciendo que mi cuerpo está lo más estable que se puede.
Lo cual es horrible, todo el tiempo me duele e intento parecer que no es así, pero mi cara, mi cuerpo, mi aura, todo de mí es una gran señal de que algo me falta y de que me estoy marchitando.
Estoy rota.
Mi pecho me aplasta constantemente más que el vestido que estoy usando.
Todos los días son una angustia diferente.
Mi cerebro y corazón no están coordinados para aceptar que esa parte de mí que busca, ya no existe.
Los primeros días, Luke se culpó por hacerme despertar, pero a la vez decía que lo volvería hacer.
Respiro, pero no lo siento.
Me alimento, pero no lo disfruto.
Estoy viva, pero muero lentamente por dentro.
No he salido de esta habitación y sé que eso les preocupa, si fuera por mí no conocería a ningún Rey y me marchitaría en esta habitación.
Esperando que llegue ese momento del que todos hablan.
Pregunté cómo sería o que debía sentir y nadie me dio una respuesta como tal, solo dijeron que lo sabría y que sentiría la necesidad de ir hacia algún lado, lejos.
No tengo ni ganas de salir de mi habitación, por lo que espero que cuando llegue el momento sea aquí. En medio de la oscuridad.
—He terminado, señorita —dice la chica detrás de mí—. Cuando quiera, puede salir.
Da media vuelta y se va. Luke se acerca y nuestras miradas se juntan en el espejo.
Un vestido.
Un traje.
Humanos vestidos como ascendidos.
Que ironía.
No me ha dejado sola, creo que tiene miedo de que me haga algún tipo de daño.
Miro el vestido, es hermoso.
Se ajusta desde mi pecho hasta mi cintura para caer en una ligera tela que me cubre, las mangas son de una tela que cae como cascada, la falda es suelta y tiene varias capas de telas que seguro se mueven al caminar. Es un color azul marino con tonos plata y gris que se hacen visibles desde algunos ángulos. Es mágico.
Por fuera brillo y por dentro muero.
Mi cabello está recogido en un moño y tengo algunos mechones que me caen por mi cara. Algo digno para un Rey.
—Estás hermosa —dice Luke. No tengo ganas de hablar, pero hago el esfuerzo por ellos.
—No hagamos esperar al Rey —susurro.
Luke asiente, me tiende su brazo para que me aferre a él y lo agradezco.
Caminamos por unos pasillos los cuales son muy hermosos, están decorados con pinturas e increíbles ventanas que ahora mismo están mostrando el atardecer brillante que ilumina toda la tierra de los ascendidos, pero no puedo apreciar más allá de eso.
No puedo solo apreciar lo que me rodea porque el vacío dentro de mí se lo lleva todo.
No solo pedí a Elijah, ese muro que termine creando, no era el que ellos esperaban. No se puede cruzar.
Por otro lado me enteré de que la doctora C recibió ayuda de un ascendido y lo que me dijo Ely era verdad. No soy la K que conocía.
Me dijeron que soy alguien llamado Katriona, pero solo eso. No saben nada de mí.
¿Qué se supone que querían conmigo?
Nadie sabe nada.
Todos llegaron a la misma conclusión soy otro experimento, uno que evolucionó lo suficiente para completar la marca de Elijah. Aunque son especulaciones.
No me importa mi pasado, eso me tiene sin cuidado. Lo único que me importa es que Elijah ya no está.
Estoy rota y no debo disfrutar del mundo.
—¿Estás lista? —pregunta Luke.
Me doy cuenta de que ya estamos frente a unas enormes puertas que dan al gran salón, no es broma de que el Rey vive en un palacio.
No estoy lista, quiero encerrarme de nuevo en la habitación, pero debemos hacer esto. Ellos han cuidado de nosotros.
—Sí.
Las puertas se abren.
Todas las miradas están en nosotros, no me importa, solo quiero ir a ver al famoso Rey e irme a acostar.
Me dijeron que solo debía ir a verlo y después podría regresar a mis aposentos.
Con cada paso que damos hacia el trono me enfoco en dos sillas gigantes y lo mágico que se ve todo el lugar.
Vida.
Hay una presión en el aire que se siente ligera, pero mi pecho se contrae ante eso.
Detrás de los tronos hay enredaderas que se mueven con vida propia, hay una ligera brisa que no sé de donde viene, pero mueve unas hojas haciendo ver todo el trono como un lugar tranquilo.
En las dos sillas hay dos ascendidos viéndonos con curiosidad en sus ojos.
Un hombre que tiene una barba no tan larga, pero si abundante de color gris del mismo tono que su cabello largo, sus facciones son de alguien que ha vivido por lo menos mil vidas, pero sus ojos me muestran tranquilidad. Ya sé donde sacaron Liam y Damon esa apariencia masculina tan fuerte.
La mujer a su lado no se queda atrás, parece alguien que el tiempo no ha pasado en ella, pero tiene ojos que demuestran todo lo que a vívido. Su cabello largo acomodado en una trenza es increíble, haciendo de ella el contraste perfecto de su Soulmate.
Nos detenemos frente a ellos y parece que todos contienen la respiración.
—Su majestad, frente a usted Katriona. —Alguien en algún lado me presenta.
Luke suelta mi brazo y se aparta. El Rey me mira y no sé si me aprueba, la Reina se levanta, viene directo a mí para darme un abrazo.
Lo primero que quiero hacer es empujarla, pero no puedo, ya qué eso sería grosero. Me mira con algo de tristeza en sus ojos.
No quiero su compasión. Quiero ir a la habitación. A mí oscuridad.
La Reina se aparta para regresar a su asiento.
—K —digo. El Rey me mira confundido y yo repito—. Mi nombre es K, no Katriona.
—Entiendo. —La voz del Rey es suave, pero puedo sentirla en cada parte de mi ser. Me mira detalladamente—. Es un placer verte y ponerle al fin un rostro al nombre, Katriona. —Quiero corregirlo y creo que lo nota—. Perdón. K.
Su mirada no deja mi rostro, es mucho. Una pequeña sonrisa aparece en su cara.
—No quiero hacer esto más largo porque no me puedo imaginar el dolor que debes estar sintiendo —continúa el Rey y hay algunos jadeos detrás de mí—. Solo quería verte y que supieras de mi boca lo que haré contigo y tu familia.
Entro en alerta.
Miro todo el lugar porque necesito ubicar las salidas rápidamente, pero me detengo.
No había visto que cerca de los reyes están los herederos y Adria. Los hermanos llevan trajes negros con bordados muy detallados en diferentes colores, el de Liam es un azul casi pálido mientras que el de Damon es dorado.
Adria lleva un vestido hermoso en una tela lisa color negro que abraza todo su cuerpo hasta sus caderas y ahí se abre para dar una sensación de estar flotando, al igual que los herederos su vestido tiene bordados de color plata brillante que están mezclados con sus accesorios casi parecen uno solo, son líneas hermosas que cubren su torso y suben hasta su cuello para unirse a una capa que cuelga en su espalda.
Damon se tensa, tal vez no quiere estar aquí, somos dos. Si tuviera fuerzas o ganas, me reiría de lo irónico que es que su traje tenga líneas doradas cuando tiene un don dorado que lo está matando.
—Voy a protegerlos —dice el Rey llamando mi atención. Detrás de mí escucho algunos aplausos, es mejor que abucheos supongo—. A partir de ahora tus amigos son parte de mi reino y tú estarás protegida por nosotros hasta que llegue el día.
Soy consciente de que muero noche tras noche, mi marca me lo recuerda igual que ahora. Mi pecho se contrae y es una pequeña punzada que es irritante en algún punto.
No creo ser capaz de hablar así que asiento, bajo mi cabeza en forma de reverencia y con eso este teatro ha terminado.
Todos siguen haciendo lo que deberían hacer hablar, bailar y reír.
Ellos perdieron a Elijah, pero ven la muerte como algo diferente. La aceptan con los brazos abiertos, me alegro por ellos, solo que yo lo vivo diferente y nadie me culpa por eso.
El evento acoje muy bien a mis amigos. Se han adaptado muy bien al lugar y su gente.
No soporto mucho tiempo, por lo que me dejan ir a mi habitación cuando les digo que estoy cansada.
No es mentira, mi cabeza duele. Todo el tiempo me duele, quiero desconectarme de todo.
Desconectarme del mundo, esto ya no es vida, ya no es mi cuerpo, solo es un cascarón marchitándose minuto a minuto.
Listo para que llegue su hora y por fin descansar.
Solo espero que en aquel otro lugar, cuando por fin me vaya, él esté ahí esperándome con su sonrisa, su mirada coqueta y esa personalidad que me hace amarlo.
Quiero verlo, quiero regresar a él.
Supongo que mi hora está a la vuelta de la esquina.
Espérame, Elijah.
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