Capítulo 5
Llegamos a uno de los puntos de encuentro que se reparten en diferentes lugares fuera del campamento. Es usado por los que salen a misiones para tomar municiones, comida o solo descansar.
—Gracias por traernos esto —dice uno de los chicos.
—Claro. Pongan las cosas donde ellos les digan —ordeno a los cinco niños que me acompañan. Son del grupo de Helo.
No puedo evitar querer protegerlos, pero no puedo. No hay nada que hacer, todos tenemos el mismo destino.
Uno de los encargados dice:
—Escuche lo de Helo.
Su tono de voz no es de disculpa o empatía. Solo fue un gran acontecimiento, crecieron muchos rumores después de que muchos me vieron correr con ella en brazos mientras perdía mucha sangre.
Todos creen los estúpidos rumores de su muerte, desde que la obligué a pelear con espadas o que la castigué físicamente por no cumplir sus deberes.
En su reporte dice "Causa de muerte: fallas múltiples", nada más. Nada sobre el doctor principal del campamento Alpha decidiendo que acabar con su vida era lo mejor. Aquel día cuando salí de la habitación uno de los soldados Alphas que estaba en la puerta me dijo:
—Será mejor que te quedes callada.
Una advertencia, para no mencionar lo que vi. Ellos son Alphas, ellos mandan.
El chico frente a mí espera una respuesta.
—Voy a terminar mi ruta. Dejaré a los chicos, puedes ponerlos a organizar.
No espero su respuesta. Entiendo los rumores, me comporto como una Alpha, pero no lo soy. Me obligo a actuar de esta forma. A tener muros tan grandes para poder sobrevivir.
Debo seguir las órdenes que me dan y listo.
Hago mi ronda diaria. La diferencia es que ahora en lugar de ir a cazar, decido hacer algo que posiblemente me va a matar. No tengo a H, Nat o Luke cerca para que me ayuden o para que me detengan porque están en otra misión de Noah.
El río Black es el límite entre nuestra tierra y la zona neutra. En esa zona neutra puedes o no encontrarte con un ascendido.
La zona neutra no pertenece a nadie, ni a ellos ni a nosotros. Es un lugar increíble y mágico —no diré eso último en voz alta—, ya que de este río es donde obtenemos agua potable. Nuestra ciencia no se explica de dónde proviene o como puede ser cien por ciento potable.
Es tan increíble que no importa si lo cruzas o si hay animales ahí, sigue siendo potable. No nos hace daño. Otra de las razones por las que este río vuelve locos a nuestros científicos es que solo hay una forma de hacer que se seque y es cuando se produce una batalla en esas tierras. El río se va secando lentamente y nos recuerda que estamos vivos porque este pedazo de tierra así lo permite. Eso me hace creer que es magia.
No es algo que me interese ahora. Debo hacer esto ya o jamás tendré otra oportunidad. No me doy tiempo de pensar lo que haré, así que cruzo el río y corro hacia mi destino.
Después de correr mucho, llego al lugar que no se me permite cruzar. Es un pedazo de sus tierras que está bastante cerca de nuestro lado.
Si cruzo estos árboles estaré en territorio enemigo, pero es el único lugar donde nadie se enterará de lo que haré.
Doy un paso y nada cambia. Todo está en silencio. Este es mi momento.
Hay un árbol que me llama la atención porque es como ver dos árboles que se entrelazan, sus troncos crecieron entre ellos y en algún punto de las ramas no sabes dónde comienza uno y dónde termina el otro.
Los Ascendidos son afortunados. Tienen las mejores tierras, es por eso que no pelean las nuestras. De alguna forma pueden controlar los elementos, así que no es extraño que mantengan este lugar a salvo. Con razón los consideraban hadas o demonios en su momento.
Me agacho frente al árbol más cercano a mí y meto mi mano en el bolsillo. Me recuerdo que lo hago por ella porque ella era alguien, no una cosa que se puede botar.
Separo un poco la tierra y creo un pequeño hueco. Saco el mechón de cabello de Helo que está en mi bolsillo. No sé que estoy haciendo, solo sé que quiero que ella tenga paz en donde sea que se encuentre.
—Esto no se siente bien.
El viento acaricia mi cara, lo cual me pone en alerta porque puede ser un ascendido, pero a mi alrededor nada se mueve. Debo irme pronto, por eso debo hacer esto rápido.
Antes de que el cabello de Helo toque el suelo. El viento se cuela entre mis manos y me asusto.
Esta vez me coloco en posición, no me tomarán por sorpresa a fin de cuentas estoy en su territorio. Al igual que antes no hay nadie.
Mirando el lugar mi atención se va a aquel árbol.
Lo único diferente a los demás es su forma. No entiendo la razón, pero algo me hace acercarme a él. Todo se siente diferente, se siente bien.
—Puede que esté quedando loca, pero aquí si se siente bien. —Me agacho y ahogo el pequeño hoyo. Acomodo el cabello en mis manos y no siento ninguna resistencia—. Helo, ocho años. Inteligente, valiente y.
No sé que más decir, nunca había hecho esto, pero después de ver como murió, necesito hacer algo por ella. Nuestra gente no hace esto, hasta donde sé solo queman nuestros cuerpos y las cenizas son botadas.
—Supongo que eras más que eso, pero fui una pésima maestra —mi voz se corta, no quiero llorar. Este no es un lugar seguro, pero ningún lugar lo es. Aun así no podía demostrar debilidad—. Perdón por como pasaron las cosas, por no haber hecho más, debiste crecer y vivir una vida tranquila, pero lo cierto es que nacimos en una mala época.
Coloco el mechón en el suelo. No sé que estoy haciendo, solo que este momento se siente correcto.
—Mereces otra vida, algo mejor que esto.
Entierro su cabello y es todo, debo dejar este sentimiento atrás. Helo me admiraba mucho como para dejar que me maten unos Ascendidos.
Salgo sin problemas de la frontera enemiga. Ya en la zona neutra puedo estar tranquila, aquí estoy un poco segura.
Hasta que él aparece frente a mí.
Él tiene la ventaja, una flecha lista para ir por mi cabeza, por segunda vez. Entonces, ¿Por qué no ataca?
Seguro quiere matarme por entrar en su territorio, ni siquiera debo estar así de cerca, esto está mal en todos los sentidos.
Debería atacar, pero esta buscando algo en mi cuerpo, ¿será idiota?
Aquella luz negra que sale de su brazo sigue allí. Quería dejar este tema atrás, pero como otras veces termine investigando y No hay nada registrado sobre lo que sale de su piel. Lo único que encontré fueron documentos sobre el amplio manejo que tienen con sus poderes.
Decidí callar, a fin de cuentas, es solo una luz.
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Dar con ella no fue difícil, Noah la tiene en el Campamento Betha. Ella sigue los mismos patrones todos los días cuando sale de su campamento. Sale a la misma hora y visita diferentes lugares de la frontera.
Por eso me sorprendió ver qué iba más allá de la zona neutra, hacia nuestras tierras. Sé que debía atacar, pero una parte de mí quería ver qué quería hacer.
En mi mente pasaron miles de escenarios menos lo que ella hizo. Una despedida de alguien llamada Helo. Su comportamiento solo me crea más dudas.
Ella es un enigma andante.
Lo confirme cuando decidió hacer aquella despedida en uno de los árboles de la vida.
Es importante para nosotros, es uno de esos lugares sagrados donde conectamos mejor con la Naturaleza, pero ella no tiene cómo saber eso.
Cuando se levantó lista para irse, la dejé. Ella debía salir de nuestras tierras, no pertenece aquí. Es una humana.
Me acerqué al árbol de la vida. Mi marca me transmitió algo de calidez y sería mentira si no admito que odio que está sensación llegue cada vez que la veo. Además de que mi marca no ha dejado de brillar desde aquel día en el bosque cuando la vi por primera vez.
No puedo solo dejar que se vaya. Necesito respuestas, por eso corrí hacia ella lo más rápido que pude y la detuve como solo se puede detener a un humano para hablar —aunque nunca había hablado con uno—, apuntando un arma a su cara.
Por alguna razón se siente bien verla y lo odio al mismo tiempo, es una humana no debería sentirme bien con solo verla. Esto no es el llamado, a fin de cuentas, ella no tiene una marca. La busqué todas las veces que la observé y no encontré el aura salir de ella, ni antes ni ahora que está a pocos pasos de mí.
—¿Qué tanto me miras? —se atreve a hablar primero.
—Busco algo.
—¿Lo encontraste? —Mira a su alrededor.
¿Por qué todo tiene que ser material con ellos? En realidad, no entiende que está haciendo ella en mí y eso me hace odiar mucho más está situación.
—No, lo que busco no es algo material. —Ella posa su mirada en mí.
Aún no logro definir si me agrada o no está chica, no debería estar en esta posición. Ella es humana y a los humanos hay que mantenerlo lejos, por nuestro bien.
Pero no puedo dejar de lado lo que descubrí. Inconscientemente, ella no lastima a la tierra, no caza más de lo necesario, no lastima el suelo, evita dañar el ecosistema, cosas que no hacen los suyos.
Las cosas cambian cuando está acompañada. Ella es diferente, su postura, sus expresiones, por eso me desagrada. Todo este tiempo viéndola no logro decidir si ella es genuina o no.
—Entonces, ¿por qué me miras tanto? ¿Nunca habías visto una chica o qué? —Es grosera, pero no me importa.
—Si he visto chicas antes, muchas. —Me hago el idiota, no me interesa agradarle—. Solo no te había visto a ti.
Sé que busca una forma de escapar. No ha dejado de ver cuál es su mejor ruta de escape. Sus ojos se detienen en un lugar, uno que desearía que no me reaccionara cuando ella está cerca. Mi marca.
Cuando se da cuenta de que la veo, aparta su mirada. Quiero que mi marca deje de pedirme buscar esa calidez que mi alma añora. Ella no puede darme eso, es una humana.
—Sigues viéndola —digo molesto.
—¿Qué es eso? —pregunta. Sus ojos regresan a mi brazo.
—¿Quieres verla? Antes de morir.
—Si quisiera ver una luz, solo prendo una linterna, dije ¿Qué es?, no que quiero verla.
Nos quedamos en silencio, ella con su mirada intensa y yo con asquerosa curiosidad. Hasta que dice:
—Lo siento, pero debo irme.
No me da tiempo de reaccionar porque ella sale disparada hacia el bosque. Guardo mi arco y corro detrás de ella. Necesito saber más, debe existir alguna razón para que ella active de alguna forma mi marca. Aceptaré cualquier cosa menos que esto sea el llamado.
Soy un corredor rápido, pero está chica sabe correr y parece que tiene muy buena resistencia, ¿Cómo es posible que corra tan rápido, con un cuerpo tan pequeño?
No la voy a alcanzar si sigo detrás de ellas y será más difícil hablarle si entramos en su zona. Desvío mi camino y ella parece sorprendida, pero no deja de correr.
Cuando ella corre hacia la izquierda, sé por dónde quiere meterse. Así que corro hacia una pequeña colina con precipicio que da por el camino que esa chica quiere tomar.
Me lanzo hacia ella sin pensarlo. Agarro por su camisa y caemos los dos al suelo dando vueltas. Ella grita, pero no deja de forcejear.
Cuando por fin dejamos de dar vueltas. Rápidamente, nos colocamos de pie y ella no pierde la oportunidad de dar el primer golpe que yo esquivo.
Duramos así unos segundos ella tirando golpes y yo evitando que me los dé. Hasta que agarro uno de sus brazos y la hago girar para sostenerlo en su espalda. La inmovilizo con eso, si intenta moverse le dolerá el hombro y ella lo sabe.
—Veo que no sabes tratar a una chica. —Ella intenta sacarme de mis casillas.
—Sé cómo tratar a una chica —digo apretando más el agarre que tengo en su brazo.
—Yo sé cómo evitar chicos como tú.
Tira su cabeza hacia atrás y esquivo el golpe apenas. Eso le da la ventaja que quiere porque apenas siente que por descuido suelto un poco mi agarre, se gira e intenta patear mi pecho para que suelte su brazo.
Debo soltarla para bloquear su patada, pero agarro su pierna y hago que pierda el equilibrio. Caemos al suelo y me subo encima de ella.
Antes de que me golpeé con sus brazos, los agarro y los coloco arriba de su cabeza para bloquear sus movimientos, por ahora.
Teniéndola cerca puedo ver que tiene pequeñas pecas en su cara y ojos muy verdes que me miran con irritación, más no con odio. ¿Quién es esta chica?, y ¿Por qué no veo odio en su mirada?
Aunque la tengo inmovilizada, no deja de moverse. Me di cuenta de algo, es estúpido, pero no sé su nombre.
—¿Cómo te llamas? —pregunto. Ella mira hacia otro lado y deja de moverse. Por fin.
—¿Eso importa? —No me mira.
—Solo dime tu nombre.
Otra vez esa sensación dentro de mí. Es como si me exigiera que la reclame, pero esto no debería pasar. Por lo menos no aún y menos con ella.
Ella da un suspiro y me mira con sus enormes ojos verdes ausentes de odio.
—K.
—¿K? —Parece lista para comenzar a golpearme de nuevo, por lo que me apresuro a hablar—. Mucho gusto en conocerte, K. Mi nombre es Elijah.
—¿Quién dijo que quería saber tu nombre? —Grosera definitivamente—. Elijah —dice mi nombre con tanto desprecio que parece un insulto.
Aunque me habla de esa forma, sigo sin sentir odio de parte de ella. Huye de mí, no quiere tener contacto conmigo, pero al mismo tiempo creo que quiere saber más. ¿Por qué no me odia? Necesito que lo haga, necesito sentirlo.
—Es educación decirle el nombre a los demás.
—Repito. No me interesa escucharte o saber tu nombre.
—Aun así, aquí estás. Escuchando lo que te digo. —Le di una pequeña sonrisa y sus mejillas toman un ligero color rojizo que combina con su cabello.
—Como sea, puedes matarme, dejarme ir o solo vete de mí vista.
—¿Por qué te mataría?
—Yo qué sé. —Parece confundida—. Me tienes aquí inmovilizada.
—Por seguridad. —La verdad, no quiero que se vaya.
—¿Seguridad? Creo que dejaste muy en claro que no sería fácil deshacerme de ti.
Debo admitir que esa pequeña parte que me grita que la reclame se llena de orgullo al escuchar sus palabras por lo que no me contengo cuando le digo.
—¿Has estado pensando en mí?
Mira hacia otro lado para evitar está situación. Sigo agarrando sus manos, no dejaré que se me escape está vez.
—Dime algo, K. ¿Por qué no los mataste?, a los ascendidos de aquel día —le hago la pregunta del millón.
Ella parece analizar mi pregunta, pero sigue sin verme a la cara. Está viendo mi brazo donde está mi marca que sigue exigiendo que llegue a esa calidez que anhela.
No dice nada, pero sus ojos buscan los míos. Soy un enigma para ella como ella lo es para mí. Nos vemos por un rato, en esta posición esto se siente mucho más... Íntimo.
—Eres un fastidio —dice irritada—. No podía revelar mi ubicación.
No le creo. La parte extraña de mí quiere soltarla y hablar con ella de una forma normal, pero sé que no puedo. Es una respuesta lógica, la que le darías a tus superiores. No es lo que busco.
—¿Por qué no me matas? —su pregunta me sorprende—. Los tuyos tampoco dudan.
—Es sencillo. —Ella espera mi respuesta—. No quiero.
Eso la sorprende. Pasa un rato en el que intenta decir algo y se contiene. Luego dice:
—Matarme sería mejor que lo que haces.
—¿Qué hago?
—Mirarme de esa forma.
Aunque ella no se da cuenta de que me mira igual. No soy el único aquí que no entiende lo que está sucediendo. La diferencia es que yo sé sobre la marca y ella no.
—Supongo que tienes razón —digo.
No aparto mi mirada. Ella tiene un punto, todo esto debe ser raro para ella y si quiero respuestas debo calmarme porque ella no sabe cómo funciona mi mundo.
—Hay una razón para verte de esta forma, pero eso no es lo más importante aquí.
—¿Qué lo es? —Ella tiene curiosidad, algo nuevo para mí viniendo de los suyos.
—Los Ascendidos que los tuyos están atacando.
—No sé de qué hablas.
—Puede que no, pero sabes algo, sabes que hacen cosas. Noah hace cosas con nuestra gente —digo.
—Sí lo supiera, el cual no es el caso. —Acerca un poco su cara—. Jamás te diría.
—Tienes razón. Entonces dime: ¿por qué no los mataste? —le repeto la pregunta.
—¿Otra vez?, ya te lo dije.
—Esa no es una respuesta, quiero saber la verdad. La tuya. No la que le das a tu gente. —Quiero conocer su punto de vista.
Pasan unos segundos, parece que no va a contestar. Suelta una pequeña sonrisa y mi parte masoquista que grita por ella, le parece una sonrisa muy hermosa. Esa sensación se apodera de mí.
Hasta que ella empieza a moverse y a girar debajo de mí. Sin darme cuenta la había soltado y ella se aprovechó de eso.
Giramos y nos fuimos colina abajo, la solté para no caer encima de ella. Al detenernos, ella se coloca en posición y saca su arco.
Me levanto listo para detenerla porque si tengo que neutralizarla para hablar, lo haré.
Levanto las palmas de mis manos, el habitual hormigueo se apodera de la punta de mis dedos, avisándome que mi don está apunto de manifestarse. Este don que la madre Naturaleza me obsequio.
K se sorprende y comienza a lanzar flechas.
Hago que la energía se mueva en el aire con mi don para apartar cada una de las flechas que ella lanza hacia mí. Debo acabar con esto, pero antes de que haga algo lo veo detrás de ella. ¿Qué hace aquí?
K es lista, ella se está defendiendo, por lo que sin pensarlo lanza flechas detrás de ella. No puedo permitir que le dé a ese objetivo.
Mi don es rápido, único y poderoso, difícil de controlar, pero fácil de moldear cuando está controlado. La oscuridad sale de mis manos y va directo hacia K, no para lastimarla, sino para alcanzar las flechas que lanzó.
Paso de ella y creo que no podré alcanzar la flecha que está cada vez más cerca del chico.
Pierdo un poco la estabilidad de mi don porque lo normal sería que K saliera corriendo, aprovechando está oportunidad para escapar. En su lugar, está corriendo hacia el chico.
Mi don amenaza con salirse de control, por lo que dejo de manifestarlo. No logro hacer nada porque la flecha impacta en la pierna del chico y él cae al suelo.
—¡No! —K grita como si le doliera a ella.
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• Don o dones: Son las habilidades que la Naturaleza le brinda a los Ascendidos, estás habilidades les permiten tener control de uno o varios elementos.
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