Capítulo 4

Me enteré de que Luke y los demás regresaron. Tenía una semana que no los veía. Mi dada de baja sigue activa, la razón que me da Noah es que no estoy lista para participar en las misiones. Lo que sea que eso signifique.

Llevo el mes entero intentando que me regresen con mi equipo, pero parece que ni siquiera Luke quiere que eso suceda. Los he notado raros a todos desde que comenzaron con esas misiones.

Me preocupo, pero es difícil hacerles saber eso cuando estoy fuera, solo quiero estar con ellos.

La puerta de la habitación de Nat está un poco abierta y me acerco sigilosamente para hacerles una broma, pero antes de pensar que hacer las palabras de Luke me detienen

—Debes controlarte.

—¿Crees que no lo sé? —dice Nat, ¿Está llorando?—. Solo quiero partir su cara.

—No eres la única. —Luke suspira—. Debemos dejarlo atrás. Alguien tiene que hacer estás misiones.

—Lo sé. —Nat se escucha frustrada.

No debería estar escuchando a escondidas. Por más que quiera saber que les está sucediendo, sé que no pueden decirme. Va contra las reglas.

Doy varios pasos hacia atrás antes de que mi curiosidad me meta en problemas.

Una mano se coloca en mi hombro, lo que me hace saltar.

—Hola.

—¡Dios, H! —no quise gritar, pero mi tono seguro alerto a Luke y Nat—. ¿Desde cuándo eres tan silencioso con tanto músculo?

—Desde que no tengo que vigilar tu trasero en las misiones para que no te maten. —Las expresiones de H son serias, pero sé que es una broma por como la comisura de su labio se eleva.

H es un misterio para muchos. Cuando hicimos equipo, descubrí que no es solo músculos. Con su estatura de más de metro noventa centímetros, te hace sentir pequeño con solo mirarte con sus ojos ligeramente alargados. Muy pocas veces sonríe con alguien —solo lo hace con Nat, Luke y conmigo—, por eso nadie comprende sus bromas.

—Me extrañas, salvar mi trasero es divertido. —Lo empujo un poco y como siempre, no puedo moverlo.

—No puedo contradecir eso. —Coloca un vaso en mi cara—. Sabía que vendrías apenas supieras que estamos aquí.

Mi nariz es la primera en captar el olor, mis papilas gustativas se hacen agua nada más pensar en tomar un poco de ese vaso. Mi manbula se contrae por imaginar el sabor y seguramente H se está burlando de mí reacción.

—No. Puede. Ser. —Se lo arranqué de las manos—. ¿Dónde conseguiste esto?

Es café.

—Conseguimos.

Su voz es suave porque no tiene la mínima intensión de asustarme. Luke esta apoyado en la puerta viendo mi gran reacción ante el loquito de este pequeño vaso que tengo en las manos.

—Pasamos por el Campamento Estrella, en nuestra última misión.

Es todo lo que obtendré de Luke. Eso no evita que intente hacerme la ofendida, camino hacia él ognorandolo para entrar en la habitación, lo cual lo hace reír.

Escucharlo siempre me saca una sonrisa, es Luke. Yo soy feliz viendo su felicidad.

No me dura mucho. Nat está sentada acomodando sus cosas, me sonríe al verme entrar, pero yo no puedo darle ese gesto. No puedo ver otra cosa que no sea el hematoma que tiene en su rostro; intenta ocultarlo de una forma horrible, su cabello habitualmente trenzado está suelto.

Se lleva el protagonismo, cualquiera que la vea solo verá su cabello, menos yo. Su piel morena está maltratada y tiene algunos puntos en el labio.

—¿Desde cuándo eres la nueva K? —pregunto y ella no parece entender, así que señalo su rostro—. Sé reconocer uno de esos.

—No es nada K. —Nat intenta sonreír, pero puedo ver que le duele—. De regreso de la misión un pequeño incidente con... —Mira a Luke y H, luego suspira—... con los ascendidos.

—No te juzgaré, dos de ellos casi me matan. Ten. —Le ofrezco el café, sé que lo va a rechazar—. Lo necesitas más que yo.

Antes de que diga algo lo coloco en sus manos y hago que nos sentemos en su cama. No sé qué les pasa últimamente, pero los conozco y eso los está afectando. Decido abrazarla, Nat tiembla un poco y me devuelve el abrazo.

H y Luke entran cerrando la puerta detrás de ellos, esto es algo entre nosotros. No podemos mostrar debilidad frente a los demás.

—Noah, ¿Sigue aquí? —Todos se tensan, saben por qué pregunto.

—No creo que sea buena idea buscarlo —Nat me contesta.

Con la mirada que me está lanzando Luke sé que me va a regañar o decir que me mantenga alejada. Cómo ha hecho este último mes.

—Ustedes no son los que llevan un mes haciendo cosas que no son para lo que te entrenaron. Cuando quiera regresar estaré fuera de forma. —Necesito que me entiendan. Miro a Luke—. No me importa lo que vayas a decir, hablaré con él.

Ellos me conocen. Saben que no quiero estar sola en este lugar, pero al mismo tiempo no quieren que haga lo que los tiene así.

Nat se levanta, se coloca frente a su espejo y comienza a hacerse la trenza que siempre lleva. Su golpe se nota más de lo que creía, fue una gran pelea.

—Esto no es nada, ya pasará —dice Nat, solo que no sé si se lo dice a ella misma o a nosotros.

—La misión no salió bien, es por eso que no queremos que veas a Noah —me dice Luke mientras se apoyaba en la pared y se toca la cabeza—. De hecho fue una gran mierda y te sugiero no toparte con los gemelos. Principalmente, no busques a Ely.

—Dame una razón.

Aunque jamás la buscaría, esa chica nunca me ha querido cerca. No comenzaré a ser su amiga ahora.

—La versión corta. No pudimos ponernos de acuerdo en el método de ejecutar la misión, así que. —Luke está buscando como elegir sus palabras para no revelar algo que no deba saber.

—Nos peleamos —termina de decir H.

Sigo sin saber que sucedió, pero ellos son mi familia. Nos cuidamos y si creen que no debo buscar a Noah para que me dé de alta, no lo haré. Por ahora.

—Entiendo —digo—. Entonces díganme que tienen más café porque necesito más, ya que el mío se lo di a la nueva K.

Ellos sonríen y H comienza a contar como le tocó seducir a una chica para que le diera más café y cómo el novio estaba listo para enfrentarlo mientras le temblaban las piernas. Así somos nosotros, sin secretos. Es lo que intentamos.

Dentro de toda la oscuridad que queda en el mundo, este es mi lugar preferido, estar con estas tres personas siempre es mi respiro de paz.

Los niños frente a mí siguen el patrón exacto que les he enseñado el último mes, son pequeños, pero bastante fuertes comparado con otros a los que he entrenado. Este grupo llegó hace un mes del Campamento Flecha —donde son cuidados hasta tener los ocho años—. No todos tienen las condiciones para ser soldados, por eso cada vez vienen menos.

Por sus habilidades todos pueden ser soldados, pero algunos tienen otras capacidad que pueden ser usadas de una mejor forma en otros campamentos.

—K. —Una pequeña mano toca mi brazo.

—¿Qué pasa? —Me agacho frente a la niña a mi lado.

Helo es muy pequeña y tierna. Ella es una de las que tiene otras capacidades, es muy inteligente. Podría estar en el Campamento Trueno o Llamas, ¿Por qué la mandaron aquí?

—No me siento bien y me duele el brazo. —Helo me muestra su brazo derecho.

Me sorprende ver moretones muy oscuros, subo la manga de su brazo.

—¿Cuándo salió esto?

—No lo sé, los vi esta mañana —se escucha cansada.

—¿Fuiste a la enfermería? —Ella negó—. Te llevaré.

Helo toma asiento mientras yo me giro hacia los demás chicos. Ellos son soldados, no se detendran porque uno se siente mal.

—Chicos. —Todos se colocan en posición de escucha—. Se acabó por hoy, vayan a darle cinco vueltas al campamento.

Se quejan ante mis indicaciones, pero comienzan a trotar uno detrás de otro. Siguen siendo niños, sería muy raro si no se quejaran. Miro a Helo.

Me acerco a ella, le cuesta respirar. Helo siempre está sonriendo, aunque pierda en los combates, hoy no. La agarro por el brazo para levantarla y puedo sentir como su cuerpo está caliente.

Debo llevarla muy rápido, hace unos segundos no tenía fiebre. Se queja cuando levanto su cuerpo para cargarla.

—Lo sé pequeña, pero debemos ir a la enfermería.

Salgo corriendo con ella en brazos. No somos inmunes a enfermedades comunes, pero si a cosas letales que puedan matarnos, la ciencia se encarga de eso. Esto que le está pasando a Helo no es normal.

—Aguanta un poco, Helo.

Helo comienza hacer sonidos raros y de su boca sale sangre. No me detengo, sigo corriendo hasta que llego a la enfermería y me indican colocarla en una de las camillas.

No tengo que ser doctora para saber que esto no es normal. La doctora encargada se acerca y su cara me lo dice todo. Ella no sabe que está sucediendo.

—¿Qué demonios? —exclama la doctora y como si fuera una señal. Helo expulsa más sangre por su boca.

—Un segundo estaba bien y al otro solo colapsó —digo.

—Pues esto no es nor... —El sonido de las puertas abriéndose la interrumpe.

Entran dos soldados de alto rango, Alphas. Detrás de ellos el doctor que ya había visto, él me atendió en mi recuperación.

—Hola, soy Sy. El doctor titular del Campamento Alpha y nos haremos cargo —dice con el mismo tono frío que el día que lo conocí.

Aunque sus palabras son educadas, no se sienten así. La doctora se hace a un lado.

—Vendrás con nosotros, K.

Los Alphas no esperan respuestas, este doctor Alphas menos. Uno de los soldados Alphas me aparta de Helo y me indica el camino mientras el otro la carga y sale con ella en brazos.

Nos llevan a una de las habitaciones privadas. Cuando todos entramos cierran las puertas. Helo está en la cama aún con sangre saliendo de su boca, el doctor Sy está revisando su cuerpo y los dos soldados Alphas se quedan en la puerta.

—Es una reacción muy fuerte —susurra. Sus palabras son para él mismo, aun así, decido hablar.

—Eso pensé, algo le está ocasionando está reacción, lo cual es raro. Pensé que eliminaban todas las cosas que podrían matarnos de nuestro ADN. —Él me mira como si no quisiera que le dijera lo que ya sabe.

—Dame el paso a paso.

El doctor Sy decide ignorar mi intromisión. Veo como toma muestras de sangre del cuerpo de Helo, luego inyecta algunas cosas y toma más muestras.

—¿Por qué hace esto usted? —Coloca su mirada fría en mí y sé que lo mejor sería callar—. Digo, para eso tenemos doctores. —No lo hago.

—Estaba de paso y escuché el alboroto, ¿Ya puedo hacer mi trabajo? —dice irritado.

—Me mostró sus moretones, los cuales eran más pequeños que los de ahora. Se veían cómo pequeñas manchas en su piel, luego se sentó para esperarme... —Dejo de lado mi lado curiosidad y hablo de lo que él quiere saber. Lo que sucedió antes de que estuviera en ese estado.

Con eso él se queda quieto mirando a Helo quien ahora respira mejor y la sangre se detiene. Por fin puedo respirar. La pequeña Helo se ve tranquila.

—¿Tuvo contacto con alguien? Además de ti y la doctora. Cuando la traías.

—No.

Uno de los Alphas se acerca para entregarle una tablet y él comienza a teclear muchas cosas. ¿Qué está pasando?

No creo que les importemos. Algo deben estar escondiendo porque los Alphas no ayudan solo porque sí. No me gusta, pero debo aceptarlo. Estúpido mundo.

Cuando creo que todo estará bien, el mundo decide recordarme que solo somos algo fácil de aplastar. Helo comienza a convulsionar.

—Mierda. —No creo que él estuviera esperando esa reacción. Me mira—. Pásame esa bolsa.

Mientras se la paso, me indica que la sostenga de lado. Su cuerpo no deja de moverse y me siento impotente por no poder hacer más. El doctor Sy prepara algo en una jeringa.

—¿Qué es eso? —Él no contesta y el pequeño cuerpo de Helo no deja de moverse—. Tiene que ayudarla doctor Sy.

—Hago lo mejor para ella —contesta con esa voz tan fría.

Mientras la inyecta con lo que sea que preparó, me permito dejarme llevar un poco por mi curiosidad. Leo el nombre del frasco más cercano y un escalofrío recorre mi espalda. Lo que había en ese frasco no la ayudará, hara todo lo contrario. Matarla.

Sin pensar bien lo que estoy haciendo. Le quito la jeringa y la lanzo lejos de nosotros. Aunque es tarde, el líquido ya está en el cuerpo de Helo.

—¡Qué hizo! —Las convulsiones de Helo se hacen más fuertes y la sangre no para de salir—. ¡Haga algo! Usted debe ayudar, no matar.

—Te aconsejo que te calles —dice muy calmado mientras Helo agoniza—. Esto es algo que está fuera de tu rango, por lo que haré como si eso que hiciste —señala la jeringa en el suelo—, no sucedió.

Él recoje sus cosas como si el cuerpo de Helo no estuviera moviéndose de formas horribles. Mis ojos amenazan con llorar. Que escena más cruel donde Helo está muriendo desde adentro y este Alpha que tiene los conocimientos para salvarla solo está esperando el resultado de lo que hizo. Sigo sosteniendo el cuerpo de Helo.

Debería ayudarla, pero no puedo desobedecer a un Alpha. Ya estoy en problemas por lo que hice con esa jeringa.

—Debes luchar pequeña —susurré y toco su carita.

Mi error.

—Eres débil.

Por un segundo se me olvidó que no debo mostrar ninguna emoción, que debo ser como aquellos dos soldados Alphas en la puerta. Quietos esperando la siguiente orden.

El doctor Sy me escuchó. No es cualquier persona. Es un Alpha, uno que no le importa si vivo o muero.

—Eso te matará. En definitiva, es la razón por la que no te usamos. Todo un gran ejemplar desperdiciado por una mente débil que es dominada por sus emociones —dice sin ningún tono de empatía.

Sé a qué se refiere. Me da la respuesta que he estado buscando todo este mes. No estoy con mi equipo porque se han dado cuenta que algo en mí me impide hacer lo que me piden por completo. Siempre me estoy cuestionando, pero hago lo que quieren y no es suficiente para ellos.

El pequeño cuerpo de Helo deja de moverse en mis brazos. No quiero verla, no quiero ver al doctor Sy. Este mundo es tan cruel. Ella no puede irse pensando que está sola, por lo que la miro y aparto un poco de su cabello de la cara. Intento sonreírle, pero me es imposible mostrar una buena cara cuando veo como el brillo de sus ojos se va apagando.

Helo ya no existe.

—Llévate el cuerpo cuando decida soltarlo y le reportas a Noah —el doctor Sy le dice a uno de los soldados de la puerta mientras sale de la habitación.

Ambos soldados salen detrás de él y cierran la puerta.

Cualquiera diría que es un gesto de amabilidad, pero no. Me he condenado. A Noah no le gustará saber que casi evito que un Alpha haga su trabajo.

Miro lo que queda de Helo. Era una niña lista, más inteligente que letal, siempre con una sonrisa, siempre con su cabello rubio plata peinado con dos trenzas. Ella no merecía estar en un mundo tan cruel.

—Perdón Helo, yo... —Mis lágrimas salen sin avisar—. No merecías esto pequeña, tú eras genial. —Cierro sus ojos—. Serás la estrella más brillante en el cielo.

Sé que los soldados Alphas están afuera esperando mi salida. No me importa demorarme, ya metí la pata que importa lo demás. Limpio su carita, sus brazos y su pecho.

No merece ser tratada como si fuera nada porque ella era alguien. Agarro uno de los bisturíes y corto una de sus trenzas. Ella merece algo más, no solo que se lleven su cuerpo para el olvido. Guardo el mechón en mi bolsillo y cubro su cuerpo con una sábana.

—Descansa en un mejor lugar, Helo. —Le doy un beso por encima de la sábana en su frente y me voy.

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• Pronunciación del nombre Helo: je-lo.

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