Capítulo 11
La puerta se cierra detrás de mí al mismo tiempo que se encienden unas pocas luces para mostrarme mesas y maquinaria de laboratorio.
Dejo el carro a un lado y me acerco a una mesa. Más exámenes, datos genéticos y cosas que no me llaman la atención. Uno de los formularios es una entrega que hicieron los gemelos hace una semana, lo raro es que no dice lo que entregaron.
—Parece que eres nueva y curiosa.
Esa voz me hace brincar porque pensé que este lugar estaba vacío por la falta de luz.
Busco en la sala a la persona dueña de la voz, no hay nadie. Solo queda adentrarme más en este lugar.
Ya tengo problemas hasta el cuello, uno más no hará daño. Me acerco al pasillo y con cada paso que doy, una luz se va encendiendo.
Un nudo se forma en mi garganta cuando todo el pasillo es iluminado. Tienen celdas en ambos lados del pasillo una al lado de la otra hasta llegar al final donde hay una puerta. No hay nadie aquí.
—Muy curiosa —dice la misma voz—. ¿Eres nueva?
Me alejo del pasillo y de la celda más cercana sale la silueta de un hombre. Él está bastante golpeado, su ropa está desgastada y tiene un collar de metal.
—Una que no sigue las reglas, por lo general entran temblando y se van como si estuviera suelto. —Se ve agotado, pero con energía para hablar—. Como si pudiera hacerles daño —dijo aburrido.
Aún estoy sorprendida por lo que veo.
Un Ascendido. Ellos están capturando Ascendidos. Elijah me dijo que algo están haciendo los míos y es esto. Entiendo porque mis amigos me quieren lejos, no podré hacerlo.
Tengo que irme.
—¡Oye! —grita el hombre—. Eres igual de cruel y psicópata que los demás.
No me importa que piense este hombre y sé por los moretones en su cuerpo que lo que le han hecho no es nada bueno. Es por eso que mi cuerpo se detiene, está mal lo que están haciendo, pero...
Maldición, K. ¿Qué puedes hacer tu?
—Tengo tu atención. La última ronda fue horrible, puedes solo darme agua, no diré nada.
Puedo hacer eso, darle solo un poco de agua. Agarro el vaso de agua del carrito que metí y voy hacia él muy alerta. Sigue siendo un ascendido.
Estiro mi brazo para que sostenga el vaso. Me sonríe y saca su mano, pero no agarra el vaso sino mi muñeca.
Me jala hacia la reja e intenta agarrar mi cuello o mi suéter, no estoy segura porque antes de que ponga una mano en mí, golpeo su codo de abajo hacia arriba haciendo que me suelte.
—No eres como esos de la comida, ni los que juegan a ser Dios. —Se acerca de nuevo a la reja—. Yo puedo soportar lo que me hacen, de todas formas, voy a morir en cualquier momento. —No entiendo a qué se refiere—. Pero ellos no lo merecen.
Señala hacia las otras celdas. No creo que alguien merezca ser tratado así, pero no puedo hacer nada.
Recuerdo que debo salir, he estado mucho tiempo aquí. Me giro lista para irme e ignorar a este ascendido.
—¡Maldita hija del demonio! —Ahora me insulta que original—. ¡Son niños! —grita.
Me congelo en la puerta. Es imposible lo que me está diciendo.
—Solo míralos, ellos no aguantarán.
Doy la vuelta para verlo.
No puedo ver a una buena persona en él, pero debo ver si dice la verdad. Sin quitarle los ojos de encima, voy hacia la celda que está al lado de la suya y lentamente el aire deja mis pulmones.
Tiene muchos moretones en todo su cuerpo, se encuentra tirado en el suelo. Su pecho hacer pequeñas oscilaciones. Sigue vivo, pero no parece que le quede mucho tiempo.
—Y se pone peor. Merezco el infierno que vivo, pero ellos merecen descansar en paz.
Lo miro sorprendida por sus palabras, no debería decir eso, son niños y solo deben vivir. No descansar en paz, siguen vivos.
—Ayúdanos y te diré todo lo que quieras sobre nosotros.
Aunque tenga en cuenta su oferta e hiciera algo. En el mejor de los casos si pueden llegar a su zona, Noah traería a otros.
—Lo siento —digo antes de marcharme lo más rápido que puedo.
El ascendido me grita, pero no puedo quedarme más tiempo. Le tiro la gorra al chico que está en el suelo junto con la llave.
Corro para alejarme de ese lugar, pero mi mente se llena de horribles imágenes sobre cosas que pueden hacerle a esos niños ascendidos.
Los gritos de alguien me hacen frenar tan rápido que caigo en el suelo, como puedo me escondo detrás de unos árboles.
Topo mi boca porque estoy a punto de perder el control, no sé si lloraré, vomitare o gritaré, puede que haga todas juntas.
—En serio odio a esta gente. —Esa voz es de Ely, están a unos metros de mí y comenzó a temblar. Por favor que no me vean.
—Dudo que los odies, simplemente te dan igual. —Es voz es de uno de los gemelos.
El golpe de algo que cae al suelo me indica que están muy cerca.
—Lo bueno es que no dio problemas —dice Ely.
Me asomo un poco y veo el cuerpo de un niño ascendido en el suelo.
—¿No deberías tratar la vida con más respeto? —Ese gemelo acomoda al chico contra el árbol.
—No, quiero acabar con esto e ir a dormir.
Solo puedo pensar que si ellos están aquí, quiere decir que Noah también estará cerca. Seré chica muerta si me ven en este lugar.
—Vamos. —llega el otro gemelo—. Luke y los demás se van directamente al campamento.
—Ojalá Noah los golpeé, por su culpa recibí un golpe de Noah cuando fue Nat la que me detuvo aquella vez. —Ely se escucha furiosa.
—Ya olvídalo —dice el gemelo que sube a su pecho al niño ascendido, con mucho cuidado—. También le hemos dañado misiones a ellos, además golpeaste a Nat ese día. Debes dejarlo pasar.
—Y tú deja de ser tan delicado con ese —dice el otro gemelo a su hermano cuando pasa por su lado para seguir su camino.
—Sabe, D. —Ely lo mira con desaprobación—. A veces me pregunto: ¿Cómo pueden ser gemelos y ser tan diferentes?
Cómo cualquier otro Alpha, se aleja sin esperar respuesta. Ahora sé que el gemelo que queda es D. Sostiene con fuerza el cuerpo del niño.
—También me hago esa pregunta —susurra D y va detrás de ellos.
Me apoyo en el árbol sin dejar de tapar mi boca, espero que nadie más venga detrás de ellos. Una parte de mí se alegra de no estar en estas misiones, jamás las haría.
Decido levantarme para irme, aún estoy en peligro de ser descubierta. ¿Cómo voy a ver a Luke a la cara después de enterarme de esto?
Todo tiene sentido.
Noah pidiéndome matar aquel ciervo bebé, sabía que me estaba poniendo a prueba. Quería ver si seguía una simple orden y no pasé.
Miro hacia donde estaba el cuerpo de aquel niño y ahora hay un charco de sangre. Pierdo el equilibrio y saco todo lo que hay en mi estómago. Me siento asqueada por toda esta situación.
Debo hacer algo, esos niños están sufriendo.
La cosa es que no puedo hacerlo sola.
No puedo hacer nada.
Él dijo que lo buscará.
Yo no puedo hacer algo, pero ellos sí.
Limpio mi boca y sin pensarlo mucho salgo corriendo aún con mi cuerpo temblando, pero debo llegar a esa estúpida cueva.
Él puede ayudar a su gente y yo no meteré en problemas.
Llego a la cueva y busco en el lugar. Obviamente no lo encontraría aquí de pie esperando por mí. Él me dijo que viniera, seguro dejó algo para que nos pudiéramos comunicar.
Busco en el lugar.
Encuentro una pequeña caja con un botón, tiene una antena pequeña. Esto seguramente manda una señal. Solo hay que presionar el botón.
En el mejor de los casos, llegará Elijah y sabrá lo que sucede. En el peor de los casos es una trampa y ellos me retendrán, pero sabrán que sucede.
No lo pienso más y presiono el botón.
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—¿Qué harás? —dice Liam.
Damon parece estudiar la idea. Le hablamos sobre forzar la marca.
Para la mayoría de los primeros fue fácil completar la marca, vieron la persona indicada y al tocarse, se completó la marca.
Caso contrario para la minoría que aún tocándose, sus marcas no se completaban. Ahí nació el término "forzar la marca".
—¿Quién sería tan estúpida como para hacer eso? —dice Damon sentado en la cama, muy tranquilo.
—Yo lo haría. —dice Morgan.
—Sabes lo estúpido que suena eso. —Damon se levanta para enfrentarla—. Podrías morir.
—Tu igual. —Ella es la única que le hace frente a Damon sin miedo en el proceso.
—Moriré de todas formas. —Todos intentamos protestar por eso, pero él mueve sus brazos—. ¡Basta!
Cualquiera puede ver su cansancio. Lleva un año así, aunque lo vemos sufrir no podemos saber cómo está por dentro. No tiene a su Soulmate para que lo entienda y lo ayude.
—Debemos hacer algo, Damon —digo y me acerco a él—. No voy a perderte.
—Elijah. —Me mira muy serio—. Esto... —Se toca el pecho—, es agotador. Lo puedo sentir incluso cuando duermo, cuando se supone que no sienta nada. —Mira a su hermano y luego a Morgan—. Sé que lo harías, pero no quiero ponerte en peligro. Todos deben parar y aceptar las cosas.
El silencio nos cubre y Damon aprovecha para acostarse. Morgan se queja en voz baja y sale de la habitación hecha furia.
—No pidas que solo nos quedemos a ver cómo sufres. —Liam está tenso—. No te haré eso.
—No te lo estoy pidiendo. —Se quita el brazo de la cara y su mirada se queda en el techo—. Solo les digo que acepten lo que sucede.
—No podemos detenernos porque tú no lo harías por nosot... —Me detengo y ellos me miran debido a mi reacción—. Me voy.
No espero sus respuestas, debo irme.
Camino rápido por los pasillos del castillo, meto mi mano en mi bolsillo y aprieto el dispositivo que solo recibe una señal. Es ella, es la única que estaría en la cueva.
Si no es ella, no me importa. Me arriesgaré. Debo llegar a ella.
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Me tomo un segundo para mirar a todos lados, no parecía una emboscada. La Naturaleza se siente estable.
Entro a la cueva y mis defensas se caen cuando la veo en el suelo, abrazando sus piernas y temblando.
Lo sé ahora. Seré condenado por lo que haría al que le hizo esto a esta chica.
Ella es consciente de mi presencia y levanta su mirada.
—¿A quién tengo que matar? —pregunto cuando veo sus lágrimas.
Su cuerpo tiembla un poco más y yo quiero destruir todo, ¿Por qué siempre que la veo parece estar a punto de quebrarse?
No quiero que sufra, completar la marca debe ser algo brillante, emocionante, un poco aterrador, pero gratificante. Ella solo se está desmoronando poco a poco.
K se levanta, corre hacia mí y me abraza. Este gesto hace que todo mi cuerpo se tense.
K no está sollozando, ella se traga lo que siente, pero su cuerpo no miente. Tiene miedo.
Quiero creer que una parte de ella me necesita. Lentamente, coloco mis brazos a su alrededor, no quiero que se asuste. Cuando mis brazos la arropan como una manta, su cuerpo deja de temblar lentamente y yo maldigo por dentro a cada humano que la ha lastimado.
—Niños —susurra.
—¿Qué?
—Ellos... —se aparta de mí y su expresión me dice que es una de ellos—. Ellos tienen niños, niños ascendidos.
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