Capítulo 1
En la actualidad - Campamento Betha
Mi espalda aterriza en la pared y escucho un gran "upss" del público, no me gusta para nada esta parte del entrenamiento. Soy fuerte, igual de letal que mis compañeros, pero mi cuerpo sigue siendo frágil comparado con los demás.
Sin contar que hace una semana tuvimos una misión que se complicó y terminamos en una pelea con un ascendido. Me distraje por un momento y me conseguí una paliza. Ahora Ely se aprovecha de eso.
—Vamos, K. Todos quieren ver tu muerte —Ely quiere sangre.
—Cállate, E —Luke grita desde el público.
A Ely no le gusta que le digan así.
—¿Quieres que yo entre? —Luke la provoca para que no se concentre en mí.
El público ríe.
Estamos en el área de entrenamiento donde solo nosotros podemos entrar. El techo sigue teniendo esa gotera que ahora cae en mi rostro obligándome a moverme.
Desearía solo que alguien acabe con mi vida y así no tener que levantarme del suelo para seguir con este entrenamiento.
Ely quiere sangre, siempre que nos toca entrenar busca dejarme con heridas graves y lo consigue porque sabe que lo mío es estar a la distancia.
La mirada del Betha arriba de nosotros viéndonos me indica que no puedo evitar esto, debo seguir hasta que me desmaye o acabe con Ely.
Me levanto y entro de nuevo al círculo de combate. Creo que será la segunda opción.
—Terminemos con esto. —Me coloco en posición.
—¿Lista para tener otro ojo morado? —Se acerca lista para atacar.
—Me alegro de que mi desgracia te alegre el día. —Le doy una pequeña sonrisa. Si alguien aquí disfruta patear traseros es Ely.
—Borraré tu sonrisa de un golpe —contesta con voz fría y eso me asusta un poco. Solo un poco.
Sin previo aviso se me tira encima. La esquivo, pero cuando me coloco en posición, Ely mete su pie entre mis piernas y me hace perder el equilibrio, por lo que caigo al suelo con ella encima de mí.
Esquivo los primeros puños y logró hacerle daño en sus costillas, pero eso no evita que su puño impacte con fuerza en mi mandíbula.
Todo da vueltas, en un segundo tengo a Ely encima golpeando y al otro ya no está.
Me incorporo apoyándome en mis codos y escupo la sangre extra que tengo en mi boca. Seguramente tengo el labio roto.
Los gritos de Ely llenan la sala porque le pide a C y D que la suelten. Esos dos chicos son rocas, gemelos idénticos, todavía me confundo y no sé quién es quién.
Uno de ellos dice:
—La central los llama. —Ese gemelo mira a Luke-. A todo tu equipo —dice sin soltar a Ely.
—¿Saldremos de nuevo? —Luke me levanta.
—Eso parece. —D suelta a Ely y le da una advertencia con la mirada.
Ella se queda quieta y aparta su mirada de nosotros. Los gemelos son los líderes de su equipo, nadie sabe cómo funciona eso, pero son como una sola persona.
—Nosotros también saldremos. —D le habla a Luke mientras C tira de Ely lejos de nosotros—. Las cosas están algo pesadas. ¿Estás bien, K? —se dirige a mí.
Podría solo decir que no, pero a nadie de este lugar le importa eso. Lo único que importa es seguir las órdenes.
—Todavía puedo utilizar mi belleza. —Intento sonreír o algo así, pero se me escapa una mueca de dolor.
—Claro. —Me da una sonrisa y se marcha.
Cuando está lo bastante lejos puedo sentir la mirada y risa contenida de Luke. Aquí vamos.
—Cállate.
—Claro. —Luke intenta imitar a D—. Sé qué no sabes quién es quién, pero podría decir que estabas coqueteando. —Lo empujo y él se ríe sin parar—. Como sea. —Toca mi mejilla—. ¿Te duele mucho?
—La dejé golpearme para terminar con esto. —Ignoro su mirada y camino hacia la salida.
—Como siempre te ha importado que Ely esté feliz.
Luke sabe que es lo último en mi lista de prioridades. Se coloca a mi lado y nos apresuramos a salir del área de entrenamiento.
Él siempre hace bromas, hace de este lugar algo mejor.
En el camino se nos unen H y Nat. H habla sobre los cuidados que debemos tener en esta nueva misión y Nat está intentando no reírse de mi rostro, que bueno que ella me cae bien.
En estos diez años los Bethas nos convirtieron en el escuadrón especial para sus misiones difíciles. Ahora estamos bajo el mando de un Alpha, Noah.
Lo conocimos cuando nos sacaron de lo que quedaba del campamento Alma, aquel día hace diez años. Se hace cargo de nosotros, de todos los veintiséis chicos que sacaron del Campamento Alma.
Por el momento, solo hay dos grupos que hacen misiones por fuera; el grupo de los gemelos y el de Luke, es decir, nosotros.
En el camino me aparto de ellos para ir a la enfermería porque necesito el visto bueno, si quiero que Luke me deje ir con ellos.
La enfermera me da medicina, venda mi pecho y me da una advertencia. Evitar fuertes golpes, como si eso fuera posible.
Arreglo mis cosas rápido, me cambio de ropa y voy a la central. En el camino todos están haciendo algo, nadie está sin ir hacia algún lugar o sin tareas que hacer.
Abro las puertas de la central y escucho las burlas de algunos soldados a los nuevos reclutas. Todos se ven asustados por sus primeras misiones con obvias razones. Siguen siendo niños.
Aunque tener doce o trece años en nuestro campamento es estar listo para hacer misiones. Los niños llegan aquí a los ocho años desde el Campamento Flecha, reciben un fuerte entrenamiento hasta que están listos para sus primeras misiones. Ignoro la situación, es lo mejor para esos chicos.
Me acerco a Nat y le doy un intento de sonrisa. Ella hace una mueca que intenta disimular con una tos, pero sé que no le agrada mi labio roto.
—Linda decoración en tu labio, tranquila te hace ver sexy. —Ella quiere animarme.
—Mi sueño cumplido. —Las dos sonreímos—. Que comience el show.
—¿Listas? —Luke pregunta colocándose a nuestro lado con H.
Nat contesta:
—Si y no será la gran cosa, ya verán. Es decir, hace unos días casi morimos, dudo que nos manden a morir tan pronto. —Notamos su sarcasmo.
La puerta se abre y el grupo de los gemelos sale listos para su siguiente misión.
Desde que llegamos aprendimos que ciertas conversaciones no deben ser dichas en lugares abiertos. Aunque somos útiles y hace años no nos interrogan o nos obligan a tener una sección de control, seguimos siendo aquel grupo de niños que creció en el Campamento Alma sin permiso del Campamento Alpha.
Al llegar nos dimos cuenta de que nuestro nivel no era el mismo de los chicos de nuestra edad. Eso no le gustó a los Alphas.
¿Soldados que ellos no pueden controlar?, en definitiva, no es de su agrado.
Fuimos utilizados para las misiones más difíciles. Nos enviaron una tras otra, sin parar. Luego, nos dimos cuenta de que teníamos el nivel de un escuadrón Elite.
Ese escuadrón solo es conformado por Alphas, chicos que crecen en el campamento Betha, pero por sus habilidades terminan su entrenamiento como Alphas.
La jerarquía es importante y nos la dejan muy clara desde el comienzo. Solo sé puede subir de Bertha a Alpha y solo en casos excepcionales. No somos ese caso.
Noah sale de la habitación principal. Todos se callan para esperar sus órdenes. Él es el Alpha más importante y los líderes confían en su criterio, a pesar de ser alguien joven. Con veintiséis años, ya tiene el puesto de líder Alpha en el Campamento Betha.
Noah mira a Luke para que entremos.
Seguimos la rutina, miramos la misión y escuchamos cualquier detalle que debemos saber. Todo en silencio.
La misión es rango "secreto". Quiere decir que tiene algo que ver directamente con movimientos de ascendidos. La primera vez que hicimos una de esas misiones nos dieron muestras con sangre de ascendidos. H lo descubrió sin querer, él llegó primero y vio como Noah le sacaba sangre a un ascendido inconsciente.
Nos contó porque creía que era importante que todos lo supiéramos, pero saberlo no cambia el hecho de que debemos hacerlo. No estamos en posición de reclamar por decisiones ajenas a nosotros.
Noah se enteró cuatro meses después de eso porque no se percató que estábamos cerca y habló sobre su proyecto de recolección de muestras Ascendidas. Yo no quería saber más sobre el tema porque sé que está mal, por eso solo hago lo que me piden.
No fuimos los únicos en saber la verdad sobre lo que estaba haciendo Noah. Fue así que decidió quedarse con dos grupos para él -el grupo de los gemelos y nosotros-.
Sabíamos que Noah necesitaba soldados fuertes cuando apareció un día en nuestro entrenamiento y les gritó a todos:
—Las ratas de laboratorio estarán bajo mi mando a partir de ahora.
Eso fue hace dos años. Desde entonces somos ese grupo elite que recibe órdenes solo de Noah, pero no confían en nosotros para estar en el Campamento Alpha.
—¿Duele? —La mano de Noah llega a mi labio. El dolor que siento me saca de mis pensamientos.
—Un poco, pero puedo con esto.
—Yo sé que puedes —dice con un tono de voz bastante dulce—. Hoy iré con ustedes.
—¿Es más peligrosa de lo que se nos dice? —pregunta H. Quién evita de forma sutil que Noah se me acerque más de lo necesario.
»La misión —aclara.
—No. —Noah agarra una mochila y mira a un Betha—. No hagas un escándalo de esto.
—Todavía no entiendo tus razones —contesta el Betha.
—Porque será divertido y necesito acción. —Le guiña un ojo—. Vamos chicos.
Vamos detrás de él. Lo cierto es que Noah siempre tiene lo que quiere, siempre.
La misión es ir hacia la ciudad abandonada, una de muchas y como todo lo demás inhabitable. La ciencia no se explica como existe el lugar donde vivimos, porque cruzando los límites de estás tierras nada puede vivir y cualquier intento de cultivar muere.
Vamos hacia ese lugar porque hay un reporte de movimiento, se sospecha que los ascendidos quieren expandirse. Noah debe asegurarse de que no es cierto.
Nos detenemos a descansar. Noah me pide que lo acompañe un momento, cuando nos apartamos de los demás veo que tiene algo en su mano y él hace señas para que haga silencio.
Me señala algo y veo a un ciervo bebé.
—Tengo algo para ti —susurra.
—¿Gracias?
Viendo de cerca el objeto, sé lo que es. Se lo había pedido por meses al campamento Trueno -quienes se encargan de las armas y tecnología- me decían que era imposible. Aun así, aquí está, él hizo que fuera posible.
—Supe que en la última misión se rompió tu arco y conseguí este. Ya tenían diseños en el Campamento Trueno. —Yo se los hice llegar, pero no diré eso—. Le hice algunos arreglos.
»El arco tiene una mira que ayuda a tu puntería. Las flechas son hechas con energía, es decir que mientras tengas suficientes recargas de energía tendrás flechas ilimitadas. Solo no tengas miedo de usarla.
Se a qué se refiere. Matar.
—¿Por qué me darías algo como esto?
Noah hace un gesto de desinterés y se gira para ver al ciervo bebé que está rascando su cabeza.
—Me caes bien —dice susurrando.
—Eres nuestro superior, no tengo que caerte bien —le recuerdo.
Noah suelta una risa contenida para no alarmar al ciervo que mueve sus orejas. Su risa tiene algo que te hace pensar en él cómo alguien joven, pero Noah no ha llegado a su puesto solo por su sonrisa.
—Intenta darle a ese bebé y comamos algo más que semillas y carne seca -dice.
Agarro el cuadro, siento un botón. Lo presiono y un líquido sale del pequeño cuadro, este se va moviendo hasta tomar la forma de un arco y solidificarse. De las dos puntas sale una luz casi opaca para hacer la función de hilo.
—Nanotecnología —digo incrédula.
Esta es tecnología usada solo por Alphas, creada por ascendidos, obviamente en algún punto fue robada esa información. Cuando pedí un nuevo arco lo pedí con energía, algo fácil de manejar y rápido de sacar además de que no se iba a romper, pero esto es mucho más.
—Un regalo para ti —repite Noah con orgullo.
—Los demás te matarán.
—Nunca dije que no les daría algo así, solo que el tuyo llegó mucho antes. Ahora utilízalo.
Sé que esta tecnología tiene reconocimiento muscular. Repito el movimiento que hago cuando quiero lanzar una flecha y esta aparece, es casi invisible y está hecha de energía.
Observo al ciervo bebé. Inhalo, me concentro y lanzo la flecha. Está da en el árbol al lado del ciervo bebé que sale corriendo.
—Creo que no comeremos. —Noah se ríe de mí, pero algo me dice que esto es una prueba.
Me giro rápido hacia él, preparando la segunda flecha. Su cara toma un gesto de asombro y sin pensarlo lanzo la flecha.
Pasa muy cerca de él y le doy a mi objetivo principal. Un ciervo más grande -que había visto como nos observaba entre los árboles- cae al lado de Noah.
—Yo creo que sí —digo.
—La cosa no son los ascendidos, tu problema son los niños —dice como si fuera la respuesta que busca.
—Los niños no tienen la culpa de crecer en ambientes controlados por estúpidos adultos —digo con sinceridad. Aunque no debería.
Estoy en mi turno de hacer guardia, por lo que estoy haciendo un pequeño recorrido por el área. El bosque de la zona neutra se ve igual al que nos rodea en el campamento, pero de alguna forma es diferente.
El crujido a mi derecha hace que me detenga. Lo primero que veo es una figura que me ve entre los árboles.
Por su postura sé que sabe pelear, su mirada está fija en mí y lo más importante tiene un arco apuntando a mi cara. Mi mirada se va a sus brazos -tiene muchos símbolos en su cuerpo-, es un ascendido.
Su objetivo es claro, matarme. Hace algo que me confunde, baja lentamente su flecha y me observa.
Es mi momento de atacar o huir, pero un brillo en su brazo me detiene. Una pequeña luz sale de él, es de color negro como si ese color pudiera brillar en la oscuridad. El chico maldice y sacude su brazo.
Se da cuenta de que estoy viendo directamente a su brazo y lo guarda detrás de él.
Decido atacar, no me interesa la magia ascendida. Debo salir de aquí.
Lanzo los primeros golpes y el ascendido esquiva todos mis ataques.
Aprovecho que no deja de ver mi cara y tiro una patada a una de sus piernas para que pierda el equilibrio. Cae de rodillas frente a mí sin dejar de verme. Puedo atacarlo, debería hacerlo, pero quedo congelada al verlo.
Sus ojos son de un tono azul oscuro, me mira con fuerza, pero parece que no quiero atacarme. Eso es nuevo.
Su brazo sigue detrás de él ocultando lo que sea que vi. Tener algo que brille es mala idea si quieres estar en las sombras.
—¿Quién eres?
Su voz gruesa llega a todas partes en mí. No solo por su tono, sino porque jamás he hablado con un ascendido.
—Nadie que te importe. —Le doy una patada, la esquiva. Sigo golpeando, pero él sigue bloqueando todos mis ataques.
—Si me importa porque no deberías verlo. Ella no debería reaccionar a ti.
Le doy una patada con todas mis fuerzas, pero él se cubre con sus dos brazos. Veo como esa luz se hace un poco más intensa, lo cual me asista. Me alejo y él se da cuenta.
—Puedes verlo y eso debería ser imposible para ti. Para los de tu clase.
—¿Mi clase?, eso suena estúpido —contesto irritada. Me molestan sus palabras.
—¿Por decir la verdad? —Él sigue viéndome, pero jamás se acerca.
Miro su brazo, de nuevo. Al estar quietos puedo ver mejor lo que está brillando. Esa luz sale de un tatuaje. Coloca su brazo detrás de él, me gruñe y me sorprendo porque me atrapó viéndolo. ¿Qué se supone que estoy haciendo?
—No sé cómo lo haces, pero deja de hacerlo -se escucha frustrado.
—No sé de qué hablas, así que no sé qué debería dejar de hacer —contesto.
—Tú no eres como yo —dice como recordatorio—, pero algo te permite verlo.
—¿De qué hablas?
Abre la boca para decir algo, pero se detiene. Su cara lo dice todo, está furioso. Da un suspiro como si intentara calmarse. Luego me da una fuerte mirada. Sin quitarme los ojos de encima, da un paso hacia mí.
Hago todo lo posible por no dar un paso hacia atrás.
—Voy a descubrir que traman los tuyos, no sé saldrán con la suya y más te vale desaparecer de mi vista. —Su cuerpo está rígido.
—Tú eres el que está en mi vista —le recuerdo—. Quítate o mejor ¿Por qué no te mueres?
Sus ojos siguen en mí y la orilla de su boca se sube para darme una pequeña sonrisa arrogante.
—No lo tendrás tan fácil, cariño.
No sé por qué eso hace que un fuerte calor suba hasta mis mejillas.
Un ruido detrás de mí que me hace girar por instinto, pero al parecer no es nada. Miro al frente porque debo estar en guardia, pero el ascendido con esa extraña luz, ya no está.
¿A dónde fue? Y sobre todo ¿Por qué no me mató?
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