Prólogo:
"Las almas gemelas... A menudo confundidas con ese amor novelero repleto de situaciones y reacciones irreales, romantizando o enmascarando incapacidad y dependencia, prometiendo un final feliz para siempre, cuando no hay nada más lejos del final que un amor confrontando el día a día."
Las verdaderas almas gemelas, son aquellas que nacen bajo las mismas estrellas y con el mismo suspiro del universo. Ellas mantienen un fascinante y enigmático lazo de sangre, que es capaz de trascender la distancia y el mundo físico hasta volverse una comunicación silenciosa que ni siquiera la ciencia es capaz de explicar. Esa unión se forma desde que comparten el vientre materno, donde a diferencia del resto, cuyos ojos suelen ver e interactuar por primera vez con un doctor o la propia madre, estos seres son la primera conexión del otro, volviéndose una simbiosis profunda que define desde esa temprana edad gran parte de su identidad y percepción del mundo.
Sin embargo, son muchos los que ignoran la existencia de esta invisible y delgada hebra que une a los gemelos, llegando en ocasionen a cortarla de forma brusca o intentando romperla al tirar de ella en extremos opuestos hasta tensarla y posteriormente romperla. Esta acción es tan cruel que a menudo la sensación resultante en sus víctimas se compara con perder una parte de la propia alma o sentirse solo y desorientado frente a una creciente incertidumbre capaz de ahogar toda la certeza que alguna vez pudieron tener. Los cambios pueden llegar a tales grados que en su lucha por sobrevivir la naturaleza les hara redefinirce por completo, tanto a su mente como a su cuerpo y a su alma, hasta volverlos un individuo completamente diferente.
Lamentablemente, el mundo es a menudo cruel, insensible y caprichoso. A pesar de no nacer para la separación, los gemelos sufren muchas veces la pérdida de su otra mitad. Tal es la historia de Susan y Eingel, quienes llegaron al mundo en una oscura noche, donde solo la luna se alegraba de verlos nacer y tras ello, fue la necesidad lo que los separó. La madre, sin contemplaciones, abandonó al pequeño Eingel al cuidado de su padre y se marchó, llevándose consigo a la pequeña Susan. Ambos adultos pensaron que sus caminos no volverían a cruzarse y que sus hijos jamás conocerían la verdad sobre su otra mitad, de la cual no tuvieron derecho siquiera a despedirse. Desde entonces, ambas almas recorrieron caminos divergentes y realidades paralelas: una en la luz brillante del amor y la otra en la oscuridad de la duda y el rencor.
Los años pasaron y Susan creció hasta volverse una silenciosa observadora con un cabello castaño que cae en cascada sobre sus hombros, enmarcando un rostro de mirada apagada y oculta tras el cristal de sus lentes, desde donde es capaz de percibir más de lo evidente. Su piel blanca, casi translúcida, es un lienzo donde se dibujan marcadas emociones que se deslizan entre incontables cicatrices y pensamientos íntimos, habitualmente cubiertos por ropa oscura de escasos adornos, buscando siempre evitar ser el centro de atención, pues los numerosos años de crianza junto a su madre han teñido su alma de colores apagados, de dolor y de una confusión que solo busca la paz. Para ella, cada día fue una batalla contra el maltrato de su madre, una relación enfermiza que Susan visualizaba como un mar siempre agitado, con olas de cariño que rápidamente se vuelven tormentas de ira. Los momentos de ternura eran efímeros, reemplazados demasiado pronto por palabras hirientes y acciones que dejaron marcas tanto en la piel como en el corazón. Tales circunstancias la llevaron a moverse por la vida con una cautela que no debería conocer a su edad. La risa de sus compañeros le suena a menudo hueca, y la idea de confiar en alguien más le parece un riesgo demasiado grande. El único momento donde ha conseguido bajar su guardia es cuando la noche silencia al mundo y entonces puede escuchar solo la voz de su interior, una voz que le suplica a gritos mantener la esperanza mientras se alimenta de las fantasías escritas en las infinitas páginas de sus libros o escuchadas en lo profundo de su alma como cortesía de las miles de canciones que escucha. Cada noche, resguardada en su habitación, la cual yace convertida en santuario de paz, consigue avivar la llama que sueña con un mañana de libertad y amor.
Quién hiba a pensar que una vez más el caprichoso destino harían innecesarios y obsoletos los esfuerzos de Susan por escapar de su madre. Envuelta por la sorpresa de un olor asfixiante, seguido de una chispa capaz de generar infinitas llamas, Susan fue testigo de un acto desesperado y cobarde. En ese momento, el miedo y la dependencia que por tantos años la detuvieron de escapar o sonreír, la paralizaron una vez más. La pureza de su corazón rompió los muros de frialdad, y las lágrimas brotaron de sus ojos mientras intentaba alcanzar a su madre. Pero todo fue en vano, pues las llamas devoraron toda esperanza posible, y la oscuridad se llevó a su madre para siempre. En ese entonces, Susan se sintió abrumada por sentimientos encontrados. Se consideró débil e incapaz por no abandonar a su madre a pesar de todo el daño. Lloró pidiendo a su madre volver, lloró culpándose a sí misma por errores que no le correspondían y simplemente no era capaz de entender la pureza de su propio corazón, un alma que, a pesar de todo, perdonaba y era incapaz de sentir odio por los demás, aún ante la desastrosa situación que ahora enfrentaba.
Aún sin asimilar la pérdida, Susan se ve arrastrada por un torbellino de trámites y consuelos vacíos. Entre abogados y psicólogos, se mantiene ajena a la exactitud de sus expresiones con respecto a la situación, solo se mantiene serena mientras finge comprender y aceptar todo lo que sucede, sintiendo en su interior la resignación de que haga lo que haga nada cambiará. Finalmente se deja llevar por todas las autoridades pertinentes y es cuando recibe la impactante noticia acerca de un padre que no conocía, pero que ahora será quien le cuide, acompañado de otro hombre, uno mucho más joven y que también lleva su sangre. Este es nada más y nada menos que Eingel, aquel gemelo que su madre abandonó. Aterrorizada por sus múltiples miedos, productos de su mentalidad quebrada, acompañada de un silencio ensordecedor, Susan entrelaza en su corazón herido los sentimientos que poco a poco comienzan a brotar, mientras la perspectiva de un nuevo hogar y una familia que nunca imaginó tener comienza a tomar forma ante sus ojos.
Lejos, en la distancia que recorre esa imperceptible conexión, la noticia impacta tanto a Eingel como a su padre. El descubrimiento de una hija y una hermana despierta sentimientos confusos en ambos, especialmente en Eingel. Criado lejos del abandono de su madre, nunca le importaron sus raíces biológicas. Sin embargo, la existencia de Susan resuena diferente; como si notase que siempre hubo un vacío, un fragmento faltante que ahora toma la forma de una silueta femenina sin rostro. La preocupación de Eingel crece al procesar la información. Se pregunta cómo será esa hermana desconocida, temiendo que, aunque sea su gemela, pueda convertirse en una intrusa en su vida. No es mal chico, simplemente desconoce la situación por completo y la ansiedad de su padre logra ponerlo en guardia, provocando que sus sentimientos se hagan a un lado y la humanidad aflore como maleza, llenando de absurdas ideas su cabeza.
Aquella noche, sin lugar a dudas, se extendió de forma casi interminable, haciendo a cada minuto pesar más que el anterior. La expectativa y la ansiedad eran las únicas compañeras en la oscuridad, robando el sueño a todos en la casa. En el silencio, los latidos del corazón resonaban como un reloj, marcando el tiempo hasta el amanecer. Y es que realmente poco más podían hacer, solo les quedaba esperar...
Espero que este prólogo sirva como una ventana a sus almas, una invitación a sumergirse en las páginas de sus vidas, a descubrir los secretos que han guardado, las risas que han compartido con el viento, y las lágrimas que han caído en silencio. Es una preparación para que al adentrarse en esta narrativa, se encuentre listo para experimentar la alegría, el dolor, la esperanza y el miedo que conlleva el reencuentro de dos mitades de un todo.
Así que, querido lector, te invito a que abras tu corazón a Eingel y Susan, a que te dejes llevar por su historia y a que encuentres, entre sus líneas, un reflejo de la propia humanidad que nos conecta a todos. Bienvenidos a "Soulmates", donde cada página es un paso más hacia la comprensión de que, a veces, las familias se forman de maneras misteriosas y maravillosas.
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