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Jisung cerró la puerta que Minho se había dejado abierta. Habían planeado pasar la noche juntos viendo una película pero Minho había intentado besar al menor a pesar de que habían acordado no hacer nada de pareja hasta que la relación con Felix terminara, por lo que comenzaron a discutir sobre el tema por tercera vez en lo que llevaban de semana y sus planes se arruinaron.

Hace un mes que Han había descubierto que la persona con la que iba a pasar el resto de su vida no iba a ser Felix, sino su hermano. Esa noticia fue un completo shock para ambos, y aunque al principio estaban de acuerdo en que debían decírselo, Jisung entendió la decisión de Minho por aplazarlo un poco para que este pudiese pasar un poco de tiempo con su hermano antes de que las cosas cambiasen. También decidieron empezar a conocerse y pasar más tiempo juntos, con la única condición de mantenerse como amigos hasta decírselo a Felix.

Pero había momentos en que Minho quedaba ensimismado mirando a Jisung, sus ojos descendían a sus labios y ahí comenzaba el problema, porque Jisung también hacía lo mismo, con la única diferencia de que el menor no daba el siguiente paso. Era cuando Minho intentaba besarlo que comenzaba siempre la discusión de cuándo se lo dirían a Felix, terminando siempre con un Minho yéndose con un "¿No puedo disfrutar un poco más con mi hermano? ¡Sabes que nos va a odiar!"

A veces a Jisung deseaba que pudiese deshacerse de sus pulseras para no soportar el infantilismo del mayor. ¿Acaso no entendía el hecho de que él los mantenía en esa situación?

Pero esa vez, mientras Minho bajaba las escaleras, las lágrimas no hacían más que escurrirse por sus mejillas mientras se sujetaba el pecho ya que sentía que le iban a explotar en cualquier momento. Estar con Jisung era un sueño y una pesadilla para él. Siempre era su culpa, lo admitía. Miraba al menor y perdía el sentido. Minho nunca haría nada sin su permiso, pero eran las palabras que venían después las que siempre le hacían daño, aquel "Es tu culpa que estemos así." con ese tono tajante y serio que usaba Jisung cada vez que quería tener la razón en algo. Eran esas palabras las que hacían que perdiera la cabeza y se enfadara con el menor. ¿Acaso no eran cómplices? ¿Acaso no estaba él también sin decir nada? A veces deseaba que le llegara una llamada de Han diciéndole un "Ya se lo he dicho." para poder dejar de sentir aquella presión de que tendría que hacerle daño a su hermano de una manera u otra.

Se metió al coche, viendo como empezaba a llover en el exterior, sabiendo que Jisung estaría dentro tan mal como él, pero no iba a volver. No podía volver porque si hablaba enfadado podría decirle algo de lo que se arrepentiría, y lo que menos le gustaría en el mundo era ver a Jisung llorar. Sus últimos días se habían basado en hacer cualquier cosa para ver esos labios torcerse en una sonrisa, en ver sus ojos brillantes y en escuchar su preciosa risa cuando decía alguna estupidez. Con esas imágenes en mente, aceleró el coche y apretó el volante, mordiéndose el labio.

Echaba de menos trabajar hasta no sentir los músculos y caer rendido por el cansancio, sin tiempo para pensar en nada ni en nadie más aparte de su carrera.

Pero ahora debía pensar en a quién romperle el corazón, porque el suyo se iba a romper de todas formas. Llevaba días pensando en ello desde que se le vino la idea a la cabeza. Nunca iba poder estar con Jisung sin sentirse culpable por su hermano, por lo que sería más fácil separarse de él y ya está. No podía estar con el enamorado de su hermano, terminen o no. ¿Cómo iba a volver a verle la cara a su hermano si lo hacía? Sería cosa de Jisung decírselo entonces, o quedarse callado y hacer alguna especie de truco para que se desconecten sus pulseras.

Era una buena idea, aún sabiendo que estaba siendo egoísta. Se prometió a sí mismo nunca hacerle daño a su hermano y protegerlo de todo, entonces, ¿con qué cara iba él a destrozarle el corazón?

Apretó el acelerador de nuevo, viendo al frente como no habían coches en el camino. Siguió acelerando hasta llegar a un semáforo en rojo.

Y claro que vio la furgoneta yendo hacia el cruce cuando volvió a acelerar.

Justo cuando pensó que la última lágrima iba a caer por sus ojos, escuchó un claxon sonar tras él y unos gritos le devolvieron la cordura, haciéndole frenar en el último momento para evitar el choque. No fue hasta que la puerta del coche se abrió y lo sacaron a la fuerza que volvió en sí, viendo la cara de enfado de Changbin mientras este lo estampaba contra el coche.

— ¿Pero tú eres idiota o qué te pasa? ¿No viste ese pedazo camión o qué, gilipollas?

— Lo vi.— murmuró, llevando la mirada al suelo mientras sentía las manos en su cuello flojear el agarre y la expresión de Changbin suavizarse.

— ¿Te parece esa la mejor solución? ¿Matarte?

— No quiero hacerle daño a nadie.

— No he hablado de nadie, he hablado de tu vida, ¿te parece justo para tí terminarla por un problema?

— No iba a matarme, Changbin.— murmuró, con la vista fija en el suelo, avergonzado.

— Voy a aparcar tu coche y llevarte yo a casa, así que dame las llaves.— dijo el menor, esperando a que Minho le tendiera las llaves. Este miró hacia atrás, señalando las llaves aún colgando dentro del coche. Changbin lo apartó, yendo a aparcar el coche en una calle cercana para después volver a paso rápido.— ¿Quieres irte a casa?

— Quiero beber.

— De verdad, Minho, necesitas buscar otra forma de lidiar con tus problemas.

[...]

— Changbin, ¿crees que soy muy egoísta?— le preguntó después de la tercera copa. Changbin había accedido a dejarlo beber siempre y cuando fuesen a la casa del menor para mantenerlo a salvo.

Changbin dejó la botella con la que le había estado sirviendo, mirando al mayor.

— Depende, ¿qué has hecho para sentirte así?

— No puedo contártelo.

— Hmmm, vale.— se quedaron en silencio, hasta que Seo volvió a hablar.— ¿Le estás haciendo daño a alguien?

— Sí.

— ¿Estás ganando algo con ello?

— No.

— Entonces, ¿por qué lo haces?

— Porque me da miedo hacerle daño a alguien más.

— ¿Qué daño dura más y afecta más?

— El primero.

— Pues entonces creo que deberías dejar de hacer lo que haces. Hay diferentes formas de hacer daño, y parece que no es algo que tú controles. Minho, no todo son pasos de baile.

— ¿A qué te refieres?

— Sueles ser muy perfeccionista, creyendo que todos los pasos que haces van a ser perfectos. Pero a veces te caes, y tienes que decidir si seguir bailando y que la herida empeore, o soportar el dolor unos días hasta que sane para luego estar bien.

El mayor miró la copa medio llena sobre la mesa. Quizá Changbin tenía razón: estaba siendo egoísta sin pretenderlo, y tenía que hacer algo con eso.

— No sabía que podías pensar en cosas.— habló, riendo un momento después debido a los efectos del alcohol.

— ¿Quieres irte a dormir?— preguntó este, haciendo caso omiso de las burlas.

— Por favor.

[...]

Jisung, por otro lado, nada más despedir a Minho se empezó a vestir para ir a su despacho. Necesitaba entretener su mente con algo que no fuera el azabache para no ir corriendo tras él.

No podía ir tras él por mucho que quisiese. Sobre todo porque esa situación debía acabar. Felix podría no ser su alma gemela, pero era su mejor amigo, y a pesar de que hacerle daño era algo que le rompía el corazón, sabía que merecía saber la verdad.

Al ver la lluvia, decidió coger un taxi para no tener que conducir alterado. Por el camino, miraba a la gente correr a refugiarse en sus casas, buscando protegerse de la lluvia. Así se sentía Jisung. Se iba a refugiar en su trabajo para no ver el desastre que había armado en su vida.

A veces deseaba no haber conocido jamás a Minho. Desde que decidieron Felix y él no desbloquear pulseras hasta la ceremonia, ambos sabían que existía la posibilidad de que en realidad nunca se desbloquearan, por lo que si eso pasase sería algo normal. Pero ser la pareja de su hermano era otra cosa.

Sin embargo, esos pensamientos sobre el mayor se disipaban tan rápido como el rostro ajeno era rememorado en su mente. Desde que conoció a Minho, parecía que todo encajaba. Para él, el mayor era como la pieza perdida de un cubo de Rubik que acababa de encontrar después de mucho tiempo. Minho era aquella persona que llegó a mostrarle que su vida ya estaba bien, y que siempre y cuando lo tuviera a su lado su corazón iba a estar en calma.

Y nadie podía culpar a Jisung por el hecho de que quisiese disfrutar de eso sin sentirse culpable. Sin sentirse como la persona más mezquina del mundo. Se enfadaba con Minho cada vez que a este le apetecía besarlo y hacía el amago de hacerlo, pero la verdad era que Jisung se moría por derretirse en los brazos del mayor tanto como él. Soñaba con el día en que pudiese salir del despacho con sus manos entrelazadas, besarse en los pasillos o disfrutar de la cercanía del otro sin miedo a que nadie los vea. Soñaba tanto con ello que deseaba estar durmiendo para siempre solo para vivir en esa realidad que el mayor no le permitía tener.

[...]

Eran pasadas las 6 de la mañana cuando Jisung volvió a su casa. Había llamado a Chae para avisarla de que esa mañana ni él ni Minho podrían ir (suponiendo que el mayor estaría tan mal como cada vez que discutían). Quería pensar que no se esperaba encontrarse a Minho durmiendo en su puerta, pero la escena no le sorprendió teniendo en cuenta lo sensible que se ponía el mayor después de cada discusión y como solía ser el primero en volver.

Han se tomó su tiempo para observarlo dormir, acariciando su cabello con lentitud para no asustarlo. Así, viéndole dormir, pensaba que podría olvidarse de todo el mundo para simplemente disfrutar de su compañía.

– Sung, ¿estás bien?— murmuró Minho, abriendo lentamente los ojos para después alzar su mano hacia la mejilla contraria.

— Estoy bien, Minho.— respondió con igual suavidad, dándole una sonrisa al mayor.— ¿Entramos? Te va a doler la espalda de estar así.

Minho asintió, levantándose con la ayuda del contrario. El pelinegro observó cómo Jisung abría la puerta en total silencio, sin saber cómo empezar la conversación. Jisung tenía sus manos entrelazadas, apretándolas cada poco a pesar de que no lo miraba.

Ya dentro, el menos los guió hasta su cuarto y sacó una muda de ropa para Minho. Este tomó el pijama en sus manos y, sin esperar a que Jisung le dijera nada, salió del cuarto para cambiarse. Al volver, se encontró al menos ya cambiado y arropado en la cama. Jisung sujetaba en sus manos un peluche de ardilla que Minho le había regalado unos días atrás mientras lo esperaba. Nada más verlo entrar, dejó la ardilla a un lado, prestándole total atención al contrario.

— Minho, te quiero.— comenzó Jisung, por sorpresa al mayor. Este se esperaba que empezaran a discutir o que ignoraran el tema, pero al parecer esta vez sería diferente al resto. Jisung se había cansado de verdad.— Sea por la pulsera o no, no puedo evitar sentirme como me siento. Y lo creas o no, es un infierno para mí no estar contigo como me gustaría, pero tengo que respetar mi relación con tu hermano. Relación en la que sigo para no hacerte daño, así que, por favor, habla y luego hablamos del qué hacer. Porque yo, personalmente, no aguanto más estando así. No aguanto tener que estar así. Si crees que... He leído sobre parejas destinadas que al final se separan. Es verdad que no suelen contraer relaciones serias con otros, pero los tiempos han cambiado y quizá tú... A veces hay errores como estos...

A Jisung se le rompió la voz, incapaz de terminar la frase. Minho lo miró atentamente, escuchando y analizando cada una de sus palabras. Sintió su corazón oprimirse al darse cuenta de lo mal que lo había pasado Jisung para llegar al punto de que le decía todo aquello con la voz cansada, como si quererlo le fuese muy difícil.

Asintiendo, se sentó frente al menor y tomó sus manos entre las suyas, acariciándolas.

— Me fui hace 12 años de casa, y siendo esta la primera vez que vuelvo para pasar una buena temporada, nunca pensé que terminaría queriendo a alguien ni encontrando a mi alma gemela. Jisung, yo también te quiero. No te imaginas cuánto.— alzó la mirada que había estado fija en sus manos, viendo las lágrimas asomar en el rostro contrario.— El que esté atrasando esto no tiene nada que ver contigo, ni con qué seguro esté de lo nuestro... Es simplemente que tengo miedo de herir a Félix. ¿Sabes? Nunca le había visto tan feliz como últimamente y yo... Me sentía culpable por ser el que acabaría con esa felicidad. Jisung, no puedo excusarme. No me di cuenta de que tú también estabas conmigo, y te arrastré a todo esto sin siquiera pensarlo. Jisung yo... Lo siento mucho. Prometo que en cuanto descanses un poco vamos a ir a hablar con Felix, ¿vale?

— Minho...

— También te quiero, y agradezco que hayas sido paciente conmigo. Pero en ningún momento he dudado de tí, Jisung. Por mucho que no quiera hacerle daño a mi hermano, nunca he deseado que fuera otra persona.

— Minho.

— Así que, por favor, perdóname.

— ¡Minho!— llamó nuevamente, tomando esta vez a cara del mayor entre sus manos.— Gracias.

El mayor formuló una media sonrisa, apoyándose en el tacto del contrario y acariciando la mano entre las suyas.

Iban a estar bien.

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That's how you get the girl!— Felix gritaba a todo pulmón la canción de Taylor Swift mientras Changbin lo miraba desde el sofá. Habían ido al apartamento del mayor, ya que este tenía una sala pequeña de cine donde podían montar el karaoke.

— ¡Felix! Me estás perforando los oídos.— exageró, riendo al ver que el llamado lo ignoraba y seguía bailando al son de la música.

— Broke your heart I put it back together...!

La pareja de amigos llevaba saliendo más a menudo desde el accidente con la excusa de Felix de que el mayor aún estaba "muy débil y expuesto a peligros" Algo de lo que Changbin no se quejaba. Le gustaba ser cuidado por el pecoso. Quizá por eso no se cuidaba tanto, porque el enfermarse no le suponía nada malo.

Porque era la única forma de que Félix le prestara total atención.

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No voy a poner excusas por no actualizar, no me apetecía y punto :( Llevo mucho tiempo estando muy insegura sobre la forma de escribir y ni siquiera sé si este capítulo está bien pero bueno, espero que os guste <3

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