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Himeko había vuelto con Rin y Jaken cuando su pequeño amigo Kirin había saltado sobre ella para romper la conexión que tenía con Sesshomaru.
Por otro lado, Sesshomaru se mantuvo alejado, pues sus pensamientos comenzaban a molestarlo. Había enfrentado tantos desafíos en su vida que siempre encontraba alguna solución a sus problemas, pero la presencia de Himeko lo hacía sentirse tan vulnerable. «¿Qué era lo que sentía hacia ella?» Se preguntó, pero antes de que pudiera indagar en esos profundos sentimientos, un aura maligna lo sacó de su meditación.
Sintió como algo se acercaba a gran velocidad, así que no tardó en volver con los demás y advertirles de la posible amenaza. Himeko no tardó en sostener a Kirin y Rin para así acercarse a Sesshomaru, entonces, segundos más tarde, una presencia demoniaca se hizo presente.
—Un sirviente de Naraku, eh —dijo Sesshomaru cuando los vio—. Tiene el mismo olor a ese cadáver que usaba venenos.
—Tienes un buen olfato —dijo uno de ellos mientras miraba fijamente a Sesshomaru—. Como se esperaba del hermano de Inuyasha.
Sesshomaru sujetó su espada y se lanzó a atacar a aquella persona, pero, desafortunadamente, el sirviente de Naraku logró esquivarlo.
—¡Estúpido Humano! ¡Ríndete y muere!
—No creo que sea adecuado provocarlos, Jaken —dijo Himeko, pero Jaken no se calló hasta que un ataque lo rozó—. Te lo dije.
—¡Ay, Señorita Himeko! ¡Dígale a Kirin que me ayude!
—Himeko —pronunció Sesshomaru, ocasionando que la mujer entendiera lo que él quería que hiciera.
La mujer sostuvo firmemente a Kirin, Jaken y Rin para alejarse de allí y que Sesshomaru pudiera enfrentarse a esa amenaza sin preocupaciones.
—Hermana Himeko. ¿El señor Sesshomaru estará bien? —preguntó Rin.
—¡Tonta! ¿Cómo podría el amo bonito perder contra ese miserable humano?
—Jaken. Ella solo está preocupada —dijo Himeko, quien continuaba adentrándose en el bosque para huir de la amenaza demoniaca—. Yo también lo estoy, pero por ahora...
Himeko ha tenido que callar sus palabras, pues frente a ella había aparecido otro sirviente de Naraku. Esta persona tenía una apariencia grotesca y un aura maligna muy intensa, lo cual provocaba que Himeko sintiera temor. Sin embargo, a pesar de ello, Himeko mantuvo la calma, consciente de que debía proteger a Kirin, Rin y Jaken a toda costa.
—Jaken. Cuida de Rin.
—¡¿Acaso estás loca?! ¡Este tipo te matará y el amo bonito nunca me lo perdonará!
—Parece que eres la protegida de Sesshomaru. No entiendo por qué alguien como él estaría interesado en ti. —se burló el sirviente de Naraku al ver la determinación en los ojos de Himeko—. ¿Por qué no solo te rindes?
—Nunca me rendiré en proteger a quienes aprecio.
Jaken no volvió a protestar. Solo tomó a Rin y se alejó de allí para dirigirse a un lugar más seguro. Himeko miró a Kirin, quien estaba dispuesto a ayudarla en todo lo posible.
El sirviente de Naraku, con una sonrisa siniestra en el rostro, avanzó lentamente hacia Himeko. Sabía que tenía a la mujer en una situación vulnerable, lejos de la protección de Sesshomaru y enfrentándolo sola. Pero lo que no comprendía era la fuerza interior que impulsaba a Himeko a resistir.
Himeko despertó alterada cuando recobró la conciencia luego de su batalla contra el sirviente de Naraku. Ella había llevado a su enemigo hasta un acantilado, donde intentó lanzarlo y deshacerse de él, pero este la había sostenido y se la llevó consigo.
—¿Kirin? —preguntó con calma mientras buscaba a su amigo, pues creía que él había vuelto a salvarla—. ¿Estás por allí?
—No soy ese tal Kirin —dijo una voz entre las sombras de la cueva en la cual ella se encontraba. Himeko no tardó en levantarse y enfrentarse a la persona que se ocultaba—. No te alteres. No soy una mala persona. Solo soy un doctor.
—¿Un doctor?
El doctor que le habló se acercó a la única luz que había en la cueva para que Himeko pudiera verlo. Él, sin duda alguna, no se parecía en nada al enemigo que la había atacado, así que, momentáneamente, bajó su guardia.
—Mi nombre es Suikotsu. Soy el doctor de una aldea cercana que hay por aquí —explicó el hombre mientras miraba a Himeko—. Te vi inconsciente cerca de aquí, así que no dudé en ayudarte.
—Lo entiendo. Muchas gracias —agradeció Himeko al momento en que se disponía a salir de la cueva—. Tengo que encontrar a mis amigos. Así que, me iré.
—Espera. Al menos permíteme revisar que no tengas nada grave —dijo el doctor—. Podría ser fatal que tuvieras algo y no puedas encontrarte con tus compañeros.
Himeko pareció dudarlo, pero luego terminó aceptando. Así que, comenzó a seguir a Suikotsu hasta su aldea para que así pudiera examinarla mejor y que pudiera regresar con sus amigos.
Solo tardaron unos minutos en llegar. Fue entonces que fueron recibidos por un grupo de aldeanos que portaban algunas antorchas y armas.
—Señor Suikotsu. Le rogamos que deje la aldea —dijo uno de los aldeanos, ocasionando que Himeko lo mirara confundida—. El hecho de que los Shichinintai hayan atacado la aldea es culpa de usted, ¿verdad?
—No comprendo lo que dicen.
—También, antes su rostro era como el de un demonio.
Suikotsu no tardó en cortarle el cuello a aquel aldeano. Aquello provocó que Himeko se sorprendiera e intentara huir, pero, lamentablemente, alguien más la había detenido.
—Oh, Jakotsu... Estabas aquí.
—Sí. Logré escaparme de Sesshomaru —respondió—. ¿Qué te pasó, Suikotsu? Hasta ahora, cuando tenías ese rostro amable, no habías matado ni un insecto.
—Quién sabe. Solo sé que ahora me siento diferente.
—Realmente no lo entiendo, pero eso no importa ahora —suspiró Jakotsu—. Sesshomaru se está acercando. Así que deberíamos de irnos.
Himeko intentó liberarse, pero Jakotsu era mucho más fuerte que ella, por lo que no tuvo más opción que seguirlos hasta donde sea que se dirigían.
Mientras tanto, en otro lugar, Sesshomaru seguía el rastro que Kirin le indicaba. Sesshomaru se sentía frustrado por su incapacidad para proteger a Himeko.
A medida que se adentraba por la barrera que debería debilitarlo, sus pensamientos comenzaban a torturarlo. «¿Qué era lo que realmente sentía por ella?» La preocupación que había experimentado cuando la vio en peligro no se parecía a nada que hubiera sentido antes. Pero antes de poder explorar más a fondo esos sentimientos, debía encontrar a Himeko y enfrentar la amenaza que se encontraba con ella.
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