Capitulo 3

Lucius Malfoy siempre había tenido todo lo que deseaba, pero sabía que para conquistar a Iolanthe Potter era necesario más que palabras bonitas y regalos caros.

Nadie comprendía muy bien como es que el gran purista y egocentrico Lucius Malfoy había sucumbido ante los adorables encantos de la amable Iolanthe Potter, pero lo que si sabían era que un Malfoy siempre conseguía lo que quería.

Y ella no sería la excepción.

La gente pensaba que él solo la quería para algo pasajero y que en cuanto obtuviera lo que quisiera, la despacharía como a las demás.

Pero no era verdad.

La miró ahí, en el carrito de dulces con Regulus, llevando entre sus manos muchas chucherias. La pelirroja vestía una ceñida y corta falda verde entubada, una camis de manga larga color negra y pegada, medias negras a mitad de las piernas y unos botines negros sin tacón. Tenía un cuerpo demasiado atrayente.

Se veía completamente adorable con su cabello rojo trenzado y sus adorables mejillas sonrojadas mirando emocionada los dulces.

Iolanthe Potter era dulzura, frescura y amabilidad.

Camino hacía ella con paso seguro y elegante, acercandose hasta quedar detrás de ella.

—33 galeones, querida.—dijo la señora del carrito.

—Aquí tiene.—dijo el, detrás de ella, extenidendole el dinero.

Iolanthe se giró en ese momento, topandose con sus atrayentes ojos azulados. Sonrió de lado y tomandola de la mano, beso el dorso de esta misma.

—Un placer volver a verte, querida Iolanthe.—saludó Lucius.—Hola, Reggie.—asintió al muchacho.

—¿A mi no me besas la mano?—se burlo Regulus, cruzado de brazos.

—No tienes tanta suerte.—le siguió la broma y los tres rieron.

—Hola, Lucius, ¿cómo estas?, por cierto, gracias por pagar.—Agradeció Iolanthe, sabía que sería un caso perdido decirle que le pagaría luego los dulces.

—No es nada, querida Iolanthe.—sonrió.—¿Quisieran quedarse en mi compartimiento? Los Lestrange y yo estamos jugando Snap Explosivo. —ofreció.

—Gracias, pero Sev y Cissy nos esperan.—respondió Iolanthe.

—Entiendo, entonces nos veremos en el castillo.—asintió y los tres se sonrieron antes de irse a sus respectivos lugares.

—Le gustas a Malfoy.—dijo Regulus.

—No creo, solo es amable.—replicó Iolanthe comiendose una galleta.

—¿Lucius Malfoy amable?—se burló.—Tu enserio estas en las nubes, cariño.

—Siempre, amor.—sonrió ella.—siempre.

El resto del viaje se la pasaron Gobstones, el juego favorito de Severus ya que su madre fue campeona en el. Al llegar a Hogsmeade, el cuarteto de Slytherin se dirigieron a los carruajes encontrandose a una extravangante rubía con un collar de corchos.

—¡Pastelito!—exclamo Iolanthe corriendo hacia ella.

—¡Galletita!—exclamo la rubia corriendo a abrazarla.

—¡Cissy!—exclamo la rubia y Narcisa se unio al abrazo.

—¿Cómo estas, Pandora?—saludo Severus con expresión mortificada por estar cargando los baules de Narcisa, quien no dejaba que los levitara con magia porque decía tener cosas fragiles.

—Muy bien, Sev, ¿y ustedes que tal?

—Estamos bien.—sonrió levemente.

—¿Quieres viajar con nosotros?—invito Regulus y ella asintió emocionada.

Pandora Lovegood era la unica heredera de la familia Lovegood, dueños del periodico El Quisquilloso, un periodico considerado para muchos como una basura, pero para los magizoologos era una maravilla. La chica poseía una vivaz cabellera dorada y unos vividos ojos verdes. Siempre alegre y metida en su mundo de ensueños.

Al llegar al Colegio, Pandora se fue a sentar a su mesa con los Ravenclaw mientras que ellos fueron a la mesa de Slytherin, sentandose junto al grupo de Lucius Malfoy, el cual se conformaba de los hermanos Lestrange, Bellatrix Black, Theodore Nott y Barty Crouch Jr.

—Hola, Iolanthe, ¿cómo has estado?—pregunto Bellatrix con una enorme sonrisa que descoloco a todos.

—Hola, Bella, muy bien ¿y tú?—pregunto ladeando la cabeza con una galleta en la mano y las mejillas sonrosadas.—Tú cabello se ve maravilloso este año. —sonrió amablemente.

Bellatrix la miró con seriedad durante un largo minuto y suspiro pesadamente.

—Merlín...eres tan malditamente adorable que ni yo podría lanzarte un crucio—admitió desistiendo de su afán de molestarla.

Iolanthe la miró confundida y Regulus la insto a seguir comiendo, sin embargo, en ese momento la profesora McGonagall entró al Gran Comedor seguida de los merodeadores, quienes reían en voz baja y ella los veía con el ceño fruncido.

—Esos imbeciles.—mascullo Narcisa con el ceño fruncido.—Se creen Dios personificado, si supieran que Dios esta en nuestra mesa.

—¿Quién es?—pregunto Rodolphus

—Pues Lanthy, obvio.—señalo a la pelirroja.

—¿Dios es mujer?—cuestionó Regulus.

—Dios es mujer.—afirmo Iolanthe guiñandole un ojo.

—¡Rod! ¡Puta madre! ¡No te comas mi tarta!—exclamo Barty furioso al ver como su amigo consumía la última pieza de tarta.

—Puedes tomar la mía, Barty. Ya me llene.—ofreció Iolanthe con una sonrisa.

—¡Te amo, manzanita!—sonrió Barty besandole la mejilla y recibiendo en respuesta un codazó en el estomago de parte de Lucius, quien lo miró furioso.

—Amor—la llamó Regulus con un puchero.—dame mimos, me tienes abandonado.—suspiró dramaticamente.

—No digas eso, amor.—besó su mejilla y acarició su mejilla con ternura.

Se abrazarón y Regulus miró con arrogancía a Lucius, quien lo miró con la boca abierta, indignado. Bellatrix y Severus soltaron una sonora carcajada que fue seguida por todos los demás. Iolanthe los miró sonriente, pero confundida al no saber que sucedía.

Todo estaba perfectamente en la mesa de Slytherin hasta que un grito de susto los saco de su esfera de felicidad. Voltearon a la esquina contraria de la mesa donde Alessia Zabini se ocultaba con Prim Parkinson, en su sopa podía verse una figura maligna que hacía ademan de salir de la sopa.

—¡Finite Incantatem!—dijo Lucius y la comida volvio a la normalidad.

—¿Estan bien, chicas?—pregunto Narcisa.

—Esos imbeciles...—mascullo Rabastan apretando su tenedor con furia.

Las miradas rapidamente cayeron sobre la mesa de Gryffindor donde los merodeadores junto a Lily Evans, Marlene McKinnon, Dorcas Meadowes, Alice Alcott y Frank Longbottom, se partían de la risa ante el grito de las dos Slytherin.

Iolanthe frunció el ceño y despues de susurrar unas palabras en latín, la comida de toda la mesa de Gryffindor exploto, manchandolos al instante y haciendo que todos gritaran.

—¡Black, Potter, Pettigrew y Lupin!—grito McGonagall, puesto que minutos antes los había visto partirse de la risa.

—¡No fuimos nosotros!—James se levanto—¡Esas malditas serpientes...!

—A menos que tengas pruebas será mejor que te calles, Potter.—siseo Malfoy friamente.

—¡A mi oficina, ahora!—dijo McGonagall.

Resignados, los cuatro chicos se fueron con la profesora, cabizbajos. Sirius miró a la mesa de Slytherin, topandose con la mirada de Iolanthe, quien sonreía victoriosa.

Sirius sonrió de lado. Divertido y encantado.

Su preciosa pelirroja podría ser juguetona a veces.

—¿Quién de ellos creen que haya sido?—pregunto James en un susurro mientras caminaban detrás de McGonagall.

—Ni idea, quizá los Lestrange o la loca de mi prima Bellatrix—mintió Sirius.

No iba a delatar a Iolanthe.

—Muy buena esa, galletita.—guiño un ojo, Rodolphus.

—¿Algún día perdonaras al idiota de tu hermano por tratarte como lo ha hecho?—pregunto Narcisa con una mueca.

—Oh, yo lo perdonaré en cuanto me pida perdón.—admitió y luego añadió— pero primero quiero verlo arder.

Los Slytherin sonrieron orgullosos. Iolanthe Potter claramente era demasiado buena para la casa de Slytherin, pero hasta ella era orgullosa.

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¿Qué piensan de Lucius y Sirius?

Los amo:) Espero esten disfrutando la historia.

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