Capítulo 41
Ayato apretó las manos que hacían lo mismo con las suyas, perdiéndose en aquella mirada verde en la que quería perderse todos los días de su vida, desde la mañana hasta la noche. Sopesó bien las palabras que Thoma, Ren y Riko estaban diciendo, sobre todo porque si su amo de llaves, mejor amigo y pareja lo estaban diciendo, es porque era verdad. Los miró a los tres, Thoma aun manteniéndole la mirada, Ren y Riko aun abrazados, pero confiando en él. De pronto, tenía la determinación que necesitaba en aquel momento.
Su mirada se endureció, soltó con dulzura las manos de Thoma y se giró, empezando a caminar con paso firme haciendo que sus tres acompañantes lo siguiesen sin mediar palabra.
Al entrar de nuevo en el que era su hogar, se cruzó con Ayaka y Kazuha, que no sabían nada de lo que había pasado. Pero lo que sí sabían es que el consejo no había terminado su reunión.
–Ayato, ¿qué...? –la mirada de su hermano y la convicción con la que avanzaba, hizo que la joven se callase y mirase a Thoma en busca de respuestas. Lo único que recibió fue a su amo de llaves cogiéndola de la mano y llevándola con ellos, haciendo que ella agarrase a Kazuha.
Parecía que las personas que seguían a Ayato era cada vez mayor ahora que se habían unido dos personas más, no importaba si no sabían qué pasaba, ellos siempre apoyarían a Ayato sin dudarlo un solo segundo.
Mientras más se acercaban a la sala donde el consejo esperaba, más se escuchaban los cuchicheos. Ayato se detuvo ante la puerta doble y la abrió con ambas manos y con convicción, haciendo que su entrada fuese mucho más seria y aquellas personas se quedasen mudas. El señor de la casa avanzó hacia ellos y se quedó de pie ante ellos, su hermana, su amo de llaves y pareja en secreto y Kazuha, uno de sus amigos, se pusieron detrás de él. Riko y Ren esperaban al otro lado, escondidos por la pared, era el mismo Thoma quien se lo había dicho.
–Mi señor, ¿ya se encue...? –uno de los hombres, fue el primero en atreverse a hablar.
–Silencio, el jefe del clan Kamisato de la Comisión Yashiro soy yo. El turno de palabra es mío y tengo algo que preguntarles, algo que debería haber sabido al empezar la reunión y que ustedes no han permitido que se hiciese. ¿Dónde se encuentra el señor Yamada? –la ausencia de su ayudante y representante no le había pasado desapercibida.
El consejo se quedó en silencio mirándose unos a otros y mirando a Ayato, estaba claro que no esperaban que él tomase el control como debería haber hecho siempre. Estaba claro que habían querido controlarlo desde el principio.
–He hecho una pregunta –la voz de Ayato era tan seria y autoritaria que incluso Ayaka y Thoma se estaban sorprendiendo, pero orgullosos de que se mostrase de aquella manera.
–A... aquel joven no estaba hecho para ese puesto, desde el primer momento no supo qué hacer en su ausencia, tuvimos que deshacernos de él y cuidar nosotros mismos de Inazuma. En nuestra más sincera opinión, creemos que cualquiera de nosotros está muchísimo más cualificado para ser su ayudante y su representante en su ausencia –el rictus de Ayato se tensó, ¿estaban diciendo aquello de verdad? No iba a aceptar sus palabras una vez más sin antes constatarlas con la otra versión.
–Thoma –la mirada verde del mencionado miró a su señor, asintiendo al momento.
–Ahora mismo –dijo para después salir corriendo del que también era su hogar, camino de la ciudad de Inazuma, algo le dijo de llevarse a un guarda con él y, tras hacerle un gesto a uno de ellos, este rápidamente se unió a su carrera.
–Thoma ha ido en busca del señor Yamada, quiero escuchar también su versión de la historia. Hoy la reunión del consejo se va a alargar hasta que yo lo decida. Ahora, esperaremos hasta la vuelta de Thoma y el señor Yamada –Ayato se cruzó de brazos, mirándolos serio y con rudeza.
Ante aquella imagen de la persona que, hasta ahora habían podido controlar a su antojo, todo el consejo se quedó callado. Al final, no eran más que una panda de vejestorios que querían poder como había dicho Ren, unos vejestorios que no sabían lo que Ayato les tenía preparado... gracias a aquellas tres personas con las que se había reunido, había entendido que debía hacer cambios y que nadie mandaba más que él, solo quizás la mismísima Shogun Raiden y porque era la Arconte de Inazuma. Aunque, quizás, sí había algo que les debía agradecer y era que hubiesen llevado a Riko ante él, ella les había descubierto.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top