Capítulo 30
Aether no entendía qué le estaba pasando a Kaeya. Él siempre había sido el primero en hacer bromas e ir riendo, pero en aquel momento, no era así. Estaba pensando en cómo hablar con él a solas como había hecho con Ayato, pero no sabía cómo. Pensaba tanto que, sin que se diese cuenta, llegaron al Viñedo. Mientras todos avanzaban, pudo ver como Kaeya se quedaba helado en el sitio y, antes de que cualquiera pudiese decir nada, Aether vio la razón.
Diluc estaba allí y miraba fijamente a Kaeya igual que él al pelirrojo, los demás se los quedaron mirando y ninguno sabía qué decir.
–Kaeya... –Diluc estaba sin palabras, cosa que no era normal en él.
–Hola Diluc... –Kaeya intentaba buscar las palabras para decir lo que tenía en su cabeza, pero no parecía encontrarlas.
–Hola chicos... Kaeya, ¿podemos hablar a solas un momento? –algo que siempre había sorprendido a Aether, es que Diluc no parecía perder nunca los nervios, pero en aquel momento se veía como si no supiese cómo reaccionar.
Todos saludaron a Diluc, aunque sabían que algo pasaba entre ellos.
–Diluc, si no es molestia, me gustaría poder hablar contigo si es posible –dijo Ayato sin querer molestarlo.
–Claro, entrad y nos reunimos en privado –Diluc se dio la vuelta, solo dio un par de pasos antes de girarse un poco de nuevo. –Kaeya... ¿por qué no te quedas esta noche? Yo hablaré con Jean si te pone problemas mañana.
El único ojo al descubierto de Kaeya, se abrió con sorpresa y parecía que tenía que pensar dos veces para entender lo que Diluc le acababa de decir.
–Sí, claro –el chico no sabía bien si lo hacía por librarse de la furia de Jean una noche más o porque era Diluc quien se lo podía.
Todos entraron en el Viñedo y fueron atendidos por Adelinde, quien se presentó con respeto ante los que no conocía. Todos se quedaron hablando y bebiendo mientras Diluc y Ayato se iban a otro salón a reunirse para lo que el último quería hablar con él.
Kaeya estaba inquieto hasta que se levantó, haciendo que todos lo mirasen sorprendidos al no haber avisado.
–Lamento dejaros, pero no me encuentro del todo bien, me retiro a mi habitación –dijo mirando a todos, agachando la cabeza pidiendo perdón. –¿Está lista, Adelinde?
–Por supuesto, señor Kaeya. Siempre está lista para recibirlo –ella le sonrió y le hizo una reverencia antes de que este marchase.
Aether se levantó y siguió al chico sin que nadie le dijese nada, parecía que estaban acostumbrados a que el chico intentase ayudar a todos sus amigos.
–Kaeya, ¿podemos hablar? –Aether interceptó a Kaeya antes de que este entrase en su habitación. –Te veo extraño desde antes de llegar, ¿qué te ocurre?
El chico lo miró y suspiró, lo dejó pasar a su habitación y Aether se sentó en una silla, mientras que Kaeya lo hacía en la cama, suspirando.
–No se te puede engañar. Está bien... ¿sabes que Diluc y yo nos criamos juntos, verdad? –Aether asintió en silencio. –Nosotros nunca nos vimos como hermanos, sabíamos que no lo éramos y siempre nos vimos como amigos que se estaban criando juntos. Pero desde hace un tiempo, empecé a ver a Diluc como algo más que amigos... intentaba estar como siempre, pero cuando lo veía... no podía evitar ponerme extraño. Una noche, en la que estaba bebiendo con Rosaria en El Obsequio del Ángel, nos quedamos solos y tras hablar un rato, no sé si fue el alcohol o el estar solos, pero... lo besé... –Aether abrió los ojos de la sorpresa.
–¡¿Cómo?! ¡¿Y qué hiciste?! ¡¿Qué pasó?! –Aether conocía bien a ambos chicos como para saber que aquello no era nada que uno de los dos se esperase.
–Cuando los dos nos separamos... me fui corriendo y no lo había visto hasta hoy... –Kaeya agachó la cabeza, sabiendo que no fue la mejor reacción.
–No deberías haberlo hecho, ¿de verdad te gusta Diluc? –Aether entendía en cierto modo lo que el peliazul sentía.
–Sí, pero tengo miedo de enfrentarme a él –su voz salía baja, pero lo suficiente como para que él lo escuchase.
–Es lo mejor que puedes hacer, habla con él, arregla las cosas y, quizás, puedes tener una sorpresa con él –Kaeya levantó la mirada y lo miró. –Te voy a dejar solo para que pienses las cosas, pero sé valiente.
Así fue como ambos se despidieron y, cuando estaba bajando las escaleras para reunirse de nuevo con su grupo, vio como Ayaka y Thoma tenían caras largas y Kazuha los miraba preocupado.
–¿Qué ocurre? –Aether ahora estaba preocupado porque los había dejado riendo. Adelinde fue quien levantó la vista para mirarlo.
–El Gremio de Aventureros estaba buscando al señor Kamisato porque hallegado una carta desde Inazuma.
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