Capítulo 28

El trío de Inazuma parecía no querer volver a su nación, al menos, no por el momento. Ayato y Thoma disfrutaban de los momentos a solas que le proporcionaba su habitación, aunque solo fuese compartiendo besos y abrazos. Pasaron pocos días en los que la pareja, junto a Ayaka y sus tres amigos, conocieron todos y cada uno de los rincones de Mondstadt, siempre siendo ellos seis. Hasta que una mañana, cuando salían de su desayuno en la Taberna Cola de Gato, después de tener que separar a tirones a Kazuha de todos los gatitos que había allí, dieron una vuelta por la ciudad antes de salir de nuevo a investigar fuera de la ciudad de nuevo cuando alguien se les cruzó cuando pasaban por delante de la Sede de los Caballeros de Favonius.

Kaeya salía corriendo de ella, como si temiese que alguien le persiguiese. Aether no dudaba que esa persona de la que podía estar huyendo, era Jean.

–¡Kaeeeya! –fue la pequeña Paimon la que reaccionó y quien lo llamó moviendo las manitas arriba y abajo.

El peliazul se giró hacia ellos. Al ver al viajero y a su acompañante, sus ojos se iluminaron y corrió hacia ellos.

–¡Aether, Paimon! –sonrió con aquella sonrisa que la mitad de las mujeres de la nación morían por ver.

–¡Qué sorpresa! Pensaba que estarías trabajando –Aether siempre tan atento, fue el primero en hablar. Agradecía que Paimon le hubiese ayudando tanto con el idioma, no habría hecho nada sin ella.

Al escuchar trabajo, parecía que la mente del chico hizo el enlace con Jean. En aquel momento, parecía tener prisa por desaparecer.

–Tengo día libre –miró a los compañeros que le acompañaban. Su buena educación fue más fuerte que sus ganas de huir –Perdonad mi descortesía. Mi nombre es Kaeya, Capitán de Caballería de los Caballeros de Favonius para serviros.

Hizo una reverencia hacia todos, que recibió la sonrisa de cada uno de ellos, siendo respondida por una reverencia tanto por parte de los hombres como una más refinada por parte de la única chica del grupo.

–Es un placer conoceros, Kaeya. Mi nombre es Kamisato Ayato, os presento a mi hermana menor Kamisato Ayaka y a nuestro compañero y amigo Kaedehara Kazuha, creo que a Thoma ya lo conoce –Ayato se había guardado convenientemente los cargos tanto de él como de su hermana. No porque desconfiase del chico ante ellos, más bien porque no quería que los tratase diferente, quería ser tratado como alguien normal por una vez en su vida.

–El placer es mío, aunque si son amigos de Aether y Paimon, lo son míos, ¿les molestaría que los tutease? –dijo enérgico como siempre se mostraba, Aether más de una vez se preguntaba de donde sacaba tanta energía, parecida a la de la pequeña Klee.

Ayato y los demás asintieron con una sonrisa, si todos iban a ser amigos, era mejor dejar los formalismos a un lado.

–Kaeya... ¿por qué salías corriendo de la sede? –Paimon hizo por fin la pregunta que todos estaban esperando, al menos, por parte de Aether.

–¡Se me había olvidado! –la urgencia pareció volver al rostro del muchacho, parecía querer salir huyendo hasta que los miró de nuevo. –¿Ibais a algún sitio?

–Queríamos llevarlos a conocer la Meseta de la Ventisca, de paso, los llevaríamos al Viñedo. Diluc nos dijo que siempre somos bienvenidos –Paimon dejó claro que tenían todo pensado y parecía entusiasmada por ir.

Kaeya pareció sopesar un momento el itinerario, parecía pensar si era seguro o...

–¡Suficientemente lejos, me sirve! –fue el primero en decidir que debían irse ya, puso las manos en la espalda de Aether y Ayaka con cuidado y los empujó con delicadeza para que empezasen a andar.

El grupo empezó su marcha. Kaeya se puso al lado del viajero y las conversaciones empezaron a salir, pero cuando se estaban llegando a la puerta de la ciudad, Aether no puedo aguantar más.

–¿De quién estás huyendo, Kaeya? –de nuevo, el cuerpo del Capitán se tensó mientras andaban.

–De Jean...


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