Ike

Icaro se abalanzó sobre el pequeño grupo de hiena y de un simple zarpazo dos hienas salieron despedidas y, por lo que Kira advertió no se levantaron, imaginó que estaban muertas. Icaro alzó el vuelo para esquivar tres hienas que se abalanzaron sobre él, pero a pesar de su fuerza una de las hienas le dió un mordisco en la pata izquierda trasera. Ahora las dos fieras estaban en el aire y los gritos de Icario resonaban en todo el claro, entonces Icaro no aguantó el peso de la hiena que colgaba sobre él y se precipitó al vacío detrás de Kira.

El impacto de las criaturas en el suelo hizo que este temblara. Las demás hienas se habían juntado para rodear a Icaro que se peleaba con todas sus fuerzas por safarse de aquella criatura que se aferraba a él, cada zarpazo que le daba la hiena a Icaro recorría en forma de dolor a Kira, ahora ella se había quedado fuera del circulo de siete hienas que rodeaban a Icaro que rugía desesperado.

Era una sensación extraña una criatura a la que no conocía de hace más de un día causaba estragos en su alma.

Una punzada de dolor como cuando te pincha con una aguja se creó en su hombro, un grito de Icaro más, la "aguja" en su hombro se intesificó, como si fuera un cuchillo, el dolor le atravesó el hombro y termino siendo lo que se sentía como una cuchillada en la espalda.

Kira cayó al suelo, y pudo mirar entre las hienas, lo que sus ojos percibían no le agradaron.

Icaro yacía en el suelo, una de sus alas le sangraba demasiado pensó, cuando cinco hienas mas se abalanzaron sobre el pobre animal de pelaje negro.

kira se puso de pies, lentamente sin dejar de contemplar a su compañero, se palpó la espalda en busca de sangre, creía que tenia la espalda abierta en dos, pero no, era Icaro el que sufría las heridas. Algo se movía en su interior, un calor, Ira.

-¡¡¡¡Aaaaaaaaaaaah!!!!- Gritó Kira levantando las manos en dirección a las dos hienas que no se habían abalanzado sobre Icaro, una bola de fuego del tamaño de una mesa impacto en las dos bestias que rugieron y se desintegraron, Kira no supo si por el calor o por la fuerza de su poder debido a las almas que había absorbido recientemente.

La cara de Kira mostraba sorpresa, con un poco de enfado e ira, como la cara de un amargo recuerdo deshaciéndose dentro de ella.

Entonces Icaro haciendo acopio de lo que parecían sus últimas fuerzas y del poder que debía haberle transmitido Kira rugió, e hizo retumbar todos los huesos de Kira, una llamarada como cuando explota un coche ardió en Icaro y seguido de gritos las hienas salieron disparadas, en llamas, en todas direcciones. Silencio.

Icaro se acercó, ahora volvía a ser un gato, un negro, cuco y oscuro minino. Kira algo perpleja por lo que acababa de presenciar se agachó para coger en brazos al animal, no maullo, no hizo ningún ruído, simplemente se desplomó en los brazos de la chica, cuyos ojos de color fuego observaban al animal. No estaba muerto, lo sabia, ¿cómo? No lo sabía, pero es como la sensación de llevar una pulsera, no le solemos echar cuenta, pero sabemos que esta ahí, pues esa misma sensación recorría a Kira.

Un aullido alerto a Kira, a lo lejos pudo observar, saliendo por uno delos lado de las montañas que cubrían al valle (que visto desde los cielos sería un gran pastel gris, rodeado de montañas llenas de bifurcaciones, y un pequeño pueblo en ruinas cerca de Kira, al este, a unos 100 metros de Kira), un crupo de unas 15 hienas mas, todas atraídas por el sonido de dolor que había emitido Icaro, o por  simple casualidad, kira no pudo hacer nada mas que correr al pueblucho en ruinas, que tendría 10 calles y 50 casa de las cuales unas 35 estarían derrumbadas, escombros.

Llego al pueblucho, giró dos calles a la izquierda, fácilmente podría encontrarse ya en el centro del pueblo, donde una fuente de gran tamaño yacía derrumbada en el centro de una plaza, y un edificio con grandes columnas, que pudo haber ejercido de ayuntamiento hará 60 años, aguantaba en pié, como si estuviera contemplando los viejos y muertos edificios cercanos.

Kira volvió a oír un aullido más de las hienas que le perseguían, con Icaro en sus brazos se metió profanando el "ayuntamiento".

El edificio no era gran cosa, tendría unos 85 metros cuadrados, solo quedaban en pie dos mesas de metal y unas 10 grandes columnas de estilo griego, se escondió, aferrándose con fuerza a Icaro, tras una columna y esperó.

Habrían pasado 20 minutos, solo había escuchado aullidos a lo lejos, hasta ahora, que una hiena había entrado en el ayuntamiento y se había puesto a inspeccionar la zona.

Sonó cada pisada en los muros de piedra, gotas de sudor corrían por la frente de Kira, e Icaro no se despertaba. Un rugido sonó a su derecha, miró, allí estaba. una hiena de 70kg contemplaba a la chica de Rojos cabellos y el animal de sombrio pelaje.

El animal se abalanzó sobre la chica. Los reflejos le salvaron, ya que salto hacia delante y esquivo el ataque de la fiera.

Kira salió corriendo por la entrada de el ayuntamiento por donde hacía 20 minutos había entrado. Comenzó a correr entre callejuelas, el animal le pisaba los talones, Kira notaba su respiración acelerada, notaba que el corazón se le iba a salir por la boca.

Una mano salió de una de las pequeñas callejuelas afluentes de la calle cita por donde corría la chica, la agarró de un hombro la arrastró asta el oscuro callejón, donde Kira cayó de bruces, alzó la vista y observó a un chico.

El chico era alto, tenía unos ojos verdes penetrantes, como las verdes hojas que Kira recordaba, llevaba una camiseta de color marrón cartón, hecha relates, finalmente quedaba en tirantas, dejando ver unos brazos no muy musculosos pero tonificados, su pelo era marrón y con destellos de color miel despuntado hacia todas partes, llevaba unos vaqueros igual de roídos y gastado que la camiseta.

El chico puso un dedo en la boca de Kira.

-Shhh-

El chico sacó una espada de su espalda, una hoja de plata con una empuñadura de cuero. El pánico inundó a Kira, abrazó con fuerzas a Icaro, el chico alzó el arma, pero para sorpresa de Kira se giró hacia la entrada del callejón, blandió el arma y cortó en un alarido de dolor a la hiena persecutora , de la cual Kira se había ya olvidado, en dos.

El chico se acercó al animal, alargó su brazo izquierdo y una luz azul sanó a la hiena, que se levantó y huyo por donde había venido.

Le tendió a Kira la mano para ayudarla a levantarse, pero Kira la rechazó y se levantó por su propio pie.

-Ike- Dijo el chico -Me llamo Ike.

Y esbozó una sonrisa.

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