CAPÍTULO 11: EL REENCUENTRO

CAPÍTULO 11: EL REENCUENTRO

Sam sabía que debería estar feliz. Estaba a punto de graduarse en el instituto, a pesar de su dislexia, y había conseguido que una universidad lo admitiera para estudiar arte y diseño gráfico.

Además, en ese momento estaban llegando al hotel donde New Directions y el resto de participantes de los campeonatos Nacionales se alojaban, a la espera de que comenzara la competición al día siguiente.

Sin embargo, sus problemas amorosos no le dejaban ser feliz. Hacía tres años que había tenido que poner fin al amor más hermoso que había vivido y su situación no había mejorado. En esos años, Quinn había estado alternando noviazgos con Finn y él, hasta que, hacía dos meses, había dicho que tenía que decidir qué hacer con su vida y que ya les diría con cuál se quedaba.

Sam realmente sentía algo muy intenso por ella. No era lo que había sentido por Blaine, pensaba que eso era inigualable, pero se acercaba algo. Por eso quería ser él el elegido.

–Vamos Sam, alégrate. –Tina lo abrazó por la espalda mientras bajaban del autobús. Ella y Mike eran las dos personas más cercanas para él, sus dos mejores amigos.

–Quinn no merece que no disfrutes de estos nacionales. ¡Es nuestra última oportunidad de ganar! –Mike insistió.

–Intentaré estar animado. –El rubio comentó mientras cogía su maleta antes de entrar al hotel. Esperó a que sus amigos también hicieran lo mismo, aunque, como decidieron esperar por Artie y Ryder, fueron los últimos.

Cuando los cuatro entraron en el vestíbulo del hotel, se quedaron maravillados por lo hermoso que era el lugar. Recogieron la llave de la habitación en la que estarían los cuatro chicos. La otra masculina estaría ocupada por Hudson y los hermanos Puckerman. Para las chicas también tenían otras dos, una para las cuatro Cheerios y otra para Tina, Mercedes, Marley y Rachel.

Una vez tenían todo organizado, comenzaron a caminar hacia los ascensores. Como sólo había dos, los más populares subieron primero, dejando a los demás que fueran después. Cuando uno de los ascensores volvió, no estaba vacío. De él salieron cuatro chicos, vestidos con uniformes idénticos, riendo a carcajadas de alguna cosa que había dicho uno de ellos.

–¿Blaine? –El rubio susurró sorprendido, aunque no en voz tan baja como para que los demás no lo escuchasen.

Blaine miró su teléfono móvil por décima vez desde que habían llegado al hotel.

–Llámalo. –Jeff propuso al darse cuenta de lo que estaba pasando.

–No puedo. Una de las normas para que podamos volver juntos es que no lo agobie. Dice que debo aprender a que él tiene su vida y no la pondrá en pausa cada vez que quiera hablar con él. –El moreno explicó.

–Muchas exigencias para supuestamente amarte. –Nick intervino. No le gustaba nada Kurt, manipulaba a su amigo como quería y lo había cambiado demasiado.

–No estamos pasando nuestro mejor momento...

–No creo que vayáis a mejorar. –Thad fue el que habló esa vez, sabiendo que iba a ponerse en contra de su amigo.

–Fui infiel, es lógico que Kurt tenga dudas. –Anderson no quería que todos culparan a Kurt de la situación.

–Y él dice que te ha perdonado, pero que hasta que no estéis en la misma ciudad no quiere que estéis juntos... ¿Realmente crees que eso es amar a alguien? –Sterling insistió.

–¿Por qué no bajamos? Los demás nos estarán esperando para el ensayo.

A pesar de que los amigos de Blaine sabían que estaba evitado hablar de ese tema, decidieron dejarlo pasar en ese momento, ya habría tiempo de seguir hablando.

Al llegar al ascensor, vieron a cuatro chicas (tres rubias y una latina) saliendo del ascensor. Tres de ellos las observaron atentamente. Ir a un instituto de sólo chicos tenía sus inconvenientes y era que normalmente no veían chicas y esas eran realmente atractivas. Aun así, las respetaban lo suficiente para que solo quedara en una mirada para observar lo guapas que eran... Aunque si se presentaba la oportunidad y ellas querían, no les importaría conocerlas mejor.

Entraron en el ascensor y vieron como una de las rubias besaba a la única morena, lo que sorprendió a Nick, Thad y Jeff.

–¿Qué pensabais? No sólo los chicos somos gays. Hay chicas lesbianas. –Anderson comentó cuando el ascensor ya estaba en movimiento.

–Son las primeras que veo, la verdad. –Sterling reconoció.

–Conociéndote, son las primeras chicas que ves. –Duval bromeó.

Los cuatro rieron ante ese comentario, casi teniendo un ataque de risa que permanecía mientras salían del ascensor.

–¿Blaine? –Alguien susurró y, aunque había sido en voz baja, el aludido se volvió a mirar. Allí había ocho jóvenes, pero su mirada sólo se centró en uno de ellos.

–¿Sam?

El rubio asintió y pronto los dos se acercaron para darse un abrazo muy fuerte. Jamás pensaron que volverían a verse y, para su fortuna, habían aparecido en el momento en el que el otro más los necesitaba.

Blaine tenía sus manos en la parte baja de la espalda del otro, había apoyado su cabeza en el pecho ajeno y había cerrado los ojos para, por un momento, que su mente lo trasladara a esa playa donde fue realmente feliz, donde la vida no tenía complicaciones, donde estaba a salvo entre los brazos del otro. Era tan diferente a lo que vivía con Kurt y no sabía que lo había extrañado hasta que no había visto al primer chico que le había robado el corazón.

Evans tenía su barbilla apoyada en la cabeza de su ex y lo apretaba con fuerza. Se sentía feliz y completo por primera vez en tres años y eso no podía compararse con nada que había vivido con Quinn.

Estuvieron un rato así, disfrutando de ese momento, sin ser conscientes que tanto los miembros de New Directions como los Warblers que habían estado con ellos los observaban. Se separaron y su universo siguió siendo ellos dos, sin importar nada más.

–¿Qué tal estás? –Blaine susurró, casi como si tuviera miedo a que, si hablaba en voz más alta, la burbuja que los envolvía se rompiera.

–Ahora perfecto... ¿Tú?

–¿Qué tal tus abuelos?

–Genial. Este verano voy con Steve y Stacey a verlos. Ahora son más mayores y no van a agobiar a mis abuelos. –Sam respondió. –¿Y tus padres?

–Se han divorciado. Mi padre está ahora con su secretaria y mi madre sale con alguien también.

–Lo siento. –El rubio no sabía qué decir.

–Yo no. Empezaron a tener problemas y llegó un punto en el que las discusiones eran casi diarias. Ahora que están divorciados se llevan mejor y son más felices. –El moreno se encogió de hombros. –¿Y tu familia?

–Todos estamos bien... –Alguien carraspeó detrás de Anderson y los dos desviaron hacia ahí para ver quién era.

–Siento interrumpir... –Thad parecía realmente arrepentido. –Pero tenemos que ir al ensayo. Los chicos nos están esperando y sin ti no podemos comenzar.

–Tienes razón... ¿Te llamo luego y quedamos para tomar algo y ponernos al día? –Los ojos color ámbar miraron al otro ilusionados.

–Claro... ¿Tienes mi número? –Evans quiso saber.

–Por supuesto, luego te llamo.

Sam se arriesgó y le dio un beso en la mejilla. Sabía que no tenía por qué ser bien recibido, pero sintió alivio al ver que el otro le sonreía. Así era como se habían comportado en sus vacaciones y no tenían por qué cambiar. El moreno se alejó con sus amigos.

–¿Ese es tu Blaine? –Tina preguntó mientras le agarraba el brazo.

–Sí, es él. –El rubio sonrió, era una sonrisa muy distinta a la que siempre había tenido, era más propia de la que tenía él cuando estuvo en esas vacaciones.

–Tienes un muy buen gusto... Es adorable y sexy a la vez, algo que es casi imposible de conseguir. –La asiática añadió.

–Vamos a dejar las cosas en la habitación para que Romeo esté listo para cuando su chico lo llame. –Artie le guiñó un ojo y los chicos se distribuyeron entre los dos ascensores, que en ese momento se encontraban en la planta baja.

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