nueve
—¿Estás bien?—pregunta Danna. Pestañeo un par de veces e inspiro con fuerza.
—Sí, estoy bien.—asiento.— ¿Cuánto duró está vez?—cuestiono. Danna me mira un largo segundo y niega un poco.
—Casi dos minutos.—responde en voz baja.—Erick, esto…
—No puedo seguir luchando contra Christopher.—anuncio y automáticamente sus ojos miel se abren con total sorpresa.
—¿Qué?
—No puedo pretender tenerlo inconsciente todo el tiempo.—respondo haciendo un ademán.—Cada vez dura más. Cada vez es más fuerte. Cada vez es más complicado ganarle.—hago una pequeña pausa.—Christopher tiene derecho a tener su cuerpo. He pasado tres semanas fingiendo ser él y ya no me parece tan justo…estoy haciendo que su vida sea una mierda…
—Pero también estás haciendo que sea mucho mejor…—repone al instante.
—Dan…—comienzo.
—Erick, por favor…—susurra.
—No.—niego.
—Su madre…
—Su madre cree que su hijo es comprensivo, que le gusta pasar tiempo con ella…y no dudo que Christopher lo sea, al menos con ella pero no soy él. No puedo suplantarlo para siempre y…—niego.—Ha tomado el control cinco veces en los últimos dos días… ¿Qué va a pasar si lo hace y no puedo volver…?
—Pero…
—Amo pasar tiempo contigo, Danna…de verdad, lo sabes.—susurro en voz baja mientras tomo sus manos dejando pequeñas caricias en ellas.—No tienes ni idea de cómo lo amo pero tengo que dar el siguiente paso. Tú también tienes que darlo ¿no te das cuenta que mientras yo siga siendo él no podrás hacerlo…?
—No me interesa eso…
—Pues debería. Debería interesarte más que nada en la vida.—respondo sincero.—Porque te estoy arrastrando a toda esta locura. Te estoy llevando conmigo y eso no es justo. Su primo cree que eres una idiota por seguir con Vélez cuando en realidad estás conmigo…tu mejor amiga o lo que sea ahora mismo, se pasea delante de ti como si nada pasara cuando tiene toda una historia con tu novio turbia detrás, tu novio…su cuerpo, quiero decir…sigue acá porque yo estoy en él. ¡Estás estancada! Los dos lo estamos…
—¿Entonces te vas a ir así como si nada…?—pregunta en voz baja.
—No. No me voy a ir así como si nada.—anuncio sincero.—Nunca podría irme como si nada ni aunque lo quisiera. Solamente que no podemos seguir así…escúchame…—pido acunando su rostro entre mis manos.—Nadie dijo que va a ser fácil o que va a ser rápido ¿sí? Pero tengo que marcharme…la diferencia ahora mismo, nuestra ventaja, Dan…es que sabré dónde encontrarte... ¿entiendes eso? Voy a saber como llegar hasta ti. No te voy a pedir que esperes por mí, los dos sabemos que pueden ser días o que puede ser mucho tiempo más. ¿Entiendes eso, verdad?—asiente lentamente.—Pero vamos a estar juntos, voy a encontrar la manera…
—¿Qué pasa si entras en un cuerpo de alguien que…?—niego lentamente.
—Encontraré una solución… ¿sí?—hago una pausa.—Solamente tienes que confiar en mí. Nada más eso. ¿De acuerdo…?—susurro.
—Erick…
—Ahora, tengo algo que preguntarte…—anuncio y ella asiente débilmente.—¿Quieres tener una cita conmigo…?—pregunto en voz baja.
—¿Es una cita como despedida, verdad?—quiere saber.
—Es una cita para decir…hasta pronto.—la corrijo. Sus ojos se nublan y de un momento a otro; pequeñas lágrimas comienzan a escurrir por sus mejillas lentamente. Las aparto una a una sin dejar de mirarla.—Dan…
—No estoy lista para dejarte ir, Erick…
—No me estás dejando ir.—le recuerdo.—Solamente estamos dándonos un tiempo para poder arreglar absolutamente todo y después estaremos juntos por mucho, mucho tiempo…y me voy a encargar de que seas la chica más amada y más feliz del planeta entero…y eso no es una promesa, ese es un juramento…—le sonrío.—¿Entonces, Dan…? ¿Quieres tener una cita conmigo…?
—Contigo tendría todas las citas del mundo entero si me lo pidieras, Erick…
Una pequeña sonrisa se abre paso en mis labios y sin que pueda evitarlo -porque en realidad no quiero hacerlo- deposito un beso sobre sus labios.
Danna sonríe sobre mi boca pero no se aparta en absoluto.—Te amo…—susurro cuando el aire nos obliga de alguna manera a separarnos.
—Te amo también, Erick…
Me quedo de pie delante del espejo de mi habitación. Inspiro con fuerza sin termíname de creer que estoy aquí. Que cosas irreales han pasado a mi alrededor, que las he vivido, que las he sentido y que estoy enamorada de alguien que ni siquiera puedo ver. No de forma literal, quiero decir.
Me muerdo los labios débilmente y niego un poco sabiendo que a partir de mañana nada de lo que tengo hoy podré tenerlo. Mañana cuando despierte tendré que enfrentarme a uno de los golpes más duros de la vida. El hecho de saber que Erick no estará más. ¿Quién dijo que despedirte de las personas que amas es sencillo? ¡Nadie! Y quien lo ha dicho es porque realmente no sabe de lo que está hablando.
Largo un prolongado suspiro al tiempo que un par de golpes se hacen presentes en la puerta de mi habitación. Llevo mi atención a ella a través del espejo y lanzo un pequeño “pase” que sale más como un susurro. La puerta se abre lentamente y Joel entra por ella. Sus ojos marrones me observan fijamente por lacónicos segundos, su boca se abre como si quisiera decir algo pero al final de cuentas no dice absolutamente nada.
—¿Qué es lo que pasa?
—La tía me dijo que vas a salir…—anuncia.
—Sí.—asiento.—Saldré con E…con Christopher.—respondo y él entorna sus ojos.—Mira Joel si viniste para decirme que él es…
—¿Qué es un idiota?—pregunta.—Creo que eso no tengo que decírtelo, lo sabes a la perfección.
—Bien.
—Pero ahora mismo vengo en son de paz…—responde elevando sus manos en señal de inocencia fingida. Lo sé. Porque Joel Pimentel de inocente no tiene absolutamente nada.—Hablé con Christopher…
Las alarmas internas de mi cabeza se encienden en el mismo momento en el que las palabras abandonan sus labios. Un impulso por comenzar a gritar se apodera de mi cuerpo pero aún así me las arreglo para permanecer con la boca cerrada.—¿Qué? ¿Por qué hablaste con él? ¿Qué le dijiste?
—Me disculpé por pegarle.—responde.
—¿Qué?—repito.—No lo entiendo… ¿Qué es lo que…?—comienzo pero su voz me interrumpe.
—Mira, Christopher es un completo idiota, los dos lo hemos sabido desde hace mucho tiempo y sí, actuó mal…pero la culpa no es solamente de él…Mariel también lo hizo por lo tanto…—niega.—Si lo hice, Danna es solamente porque tú pareces realmente amarlo y no voy a ser yo quien esté en medio de toda esa mierda…
—Voy a terminar con Christopher.—anuncio y sus ojos se abren con sorpresa.
—¿Qué?
—Que voy a terminar con Christopher.—repito.—Nuestra relación ya no tiene futuro. ¿Sabes? Antes tenía la idea de que él podía cambiar, ya sabes…eso es lo que pasa en las películas, el chico malo cuando se enamora cambia…y si bien Christopher estuvo enamorado de mí estoy segura que eso fue antes; de otro modo nunca me habría engañado, con Mariel o con cualquier otra persona…y ciertamente ya no estoy dispuesta a seguir soportando todo esto. Cada persona tiene un limite y él ha llegado al mío…tendría que haber hecho esto hace mucho tiempo…
—¿Por qué esperaste tres semanas para hacerlo, Danna?—pregunta cruzando sus brazos por encima de su pecho.
—Si te lo digo, Joel…no vas a creerme y querrás llamar a un centro de ayuda psicológica…
—No estoy para tu jueguito de palabras.
—Ni yo para esclarecer tus dudas…
(…)
—Luces preciosa.—anuncia Erick apenas entra en el auto. Le ofrezco una pequeña sonrisa uniendo nuestros labios en un pequeño beso que me hace estremecer de pies a cabeza.
—Tú luces muy apuesto.—respondo sincera. Sus ojos verdes me miran fijamente por largos segundos en los que mantiene sus labios firmemente cerrados.—¿Qué es lo que pasa?
—La madre de Christopher no está.—me informa y mi corazón da un vuelco.—Sus amigas la han invitado a un pequeño viaje por el fin de semana así que…
—Así que es el momento perfecto…—asiente lentamente.
—Sí.
—¿De verdad estás totalmente seguro que esto es lo que quieres hacer, Erick?—pregunto en voz baja.—Cien por ciento, quiero decir…
—Totalmente seguro. Quiero que seas libre.—anuncia.
—Me gusta de esta forma.
—No con Christopher en medio.—repela de inmediato.—Ya te lo dije, solo tienes que confiar en mí.—hace una pausa.—Al final de la noche cuando vuelva a casa me iré y tienes que estar ahí para recibirlo ¿entiendes?
—¿Me podrías pedir algo menos complicado?
—Danna, por favor…—pide juntando sus manos.
—Bien.
—Sé que esto es difícil para ti…pero Christopher necesita ver un rostro familiar cuando yo salga ¿entiendes? Y tienes que recordar que él no recordará absolutamente nada, será como un sueño…—hace una pausa.—No recordará las veces que tomó el control, no recordará nada de lo que hemos hablado y por ende él no recordará que tú sabes sobre su aventura con Mariel…
—Bien.—repito sin más.
—Ahora…podemos olvidarnos de Christopher y concentrarnos en nosotros ¿no crees…?—pregunta entrelazando nuestras manos.
—Sí, creo que sí…
(…)
—¿Cómo hiciste esto?—pregunto cuando Erick me conduce hasta la playa privada. Sus ojos verdad me contemplan un breve segundo y una pequeña sonrisa se abre paso en sus labios.
—Tengo contactos…
—Erick…
—Lo hice solo.—responde encogiéndose de hombros.—Bueno, en realidad le pedí un par de consejos a la madre de Christopher.—admite en voz baja.—Ella me dijo que seguramente te gustaría algo sencillo así que…
—Entiendo.—murmuro lentamente.
—He traído pizza, pan de ajo y vino tinto…
—¿Vino tinto?—repito.
—Ajá. Ayer cuando veía una comedia romántica con mi mamá…es decir, con su mamá…tuve una idea así que bueno…—hace una pausa.—La verdad es que no sé si sepa bien pero vamos a hacer el intento, en el peor de los casos terminaremos tomando zumo de naranja…
Me echo a reír ante sus palabras y cuando frena sus pasos y quedamos delante de un picnic sobre la arena mi corazón se estremece de pies a cabeza. A un par de metros del picnic un par de grandes antorchas encendidas le dan la iluminación perfecta para tener una cena romántica e íntima. Encima de la manta de cuadros rojos hay una caja de pizza cerrada, una canasta cubierta con papel plástico de cocina, platos, copas y una botella de vino rodeando una lámpara de estilo antiguo que funge como centro de mesa.
—Esto es…
—Si no te gusta entonces yo…
—¿Estás jugando conmigo…?—cuestiono girándome sobre mis talones para poder mirarlo a los ojos. —¡Es hermoso en verdad!—Sus lindos ojos verdes me observan fijamente y una amplia sonrisa se abre paso en sus labios. Sus manos acarician mis mejillas y justo cuando creo que estoy por echarme a llorar su boca cubre la mía.—Hey…no llores…
—No estoy llorando.—respondo y él se ríe en voz baja.
—A mí me parece que sí.
—Er…
—¿Recuerdas nuestro trato…?—cuestiona en voz baja.
—Lo recuerdo perfectamente.
—Bien.—susurra.—Entonces cúmplela.—hace una pausa.—No llores por lo que vas a perder, sé feliz por lo que tuviste…
—¿Eso también te lo dijo Shakespeare?—pregunto. Él niega.
—No. Eso te lo digo yo a ti…—sus labios vuelven a buscar los míos.—No vas a poder verme pero yo si voy a poder verte a ti, Danna… ¿entiendes? No voy a irme a ningún lado…
No respondo. No hace falta que lo haga.
Erick me ayuda a tomar asiento sobre la manta y luego se siente delante de mí con las piernas cruzadas. Comemos en un silencio sepulcral que no es para nada incómodo. Erick vierte un poco de vino sobre mi copa antes de tendérmela.—¿Vamos a brindar?—pregunto.
Se ríe.—Sí, algo así.
—¿Y por qué vamos a brindar?—cuestiono de nueva cuenta.
—Por nosotros.—responde obsequiándome una amplia sonrisa.—Vamos a brindar porque eres lo mejor que me pasó en la vida…brindaremos porque lo que sentimos el uno por el otro va más allá de cualquier otra cosa que podríamos haber podido sentir…brindaremos porque te amo como a nada en el mundo…
—Te amo…—murmuro sincera.
—Yo te amo a ti, Danna…te voy a amar siempre…
Cuando el reloj marca la media noche volvemos a la ciudad. Conduzco en silencio y Erick tampoco dice absolutamente nada. Se mantiene con la mirada fija en la ventanilla del auto y de vez en cuando puedo sentir su mirada encima de mí pero aun así mantiene la boca cerrada y en silencio le doy las gracias por eso.
Porque sé que si comienzo a hablar terminaré llorando igual que cada vez que pienso en decir cualquier cosa. Mi corazón da un vuelco dentro de mi pecho cuando estaciono el auto fuera de su casa. Lo miro un segundo y él también me mira mientras toma mi mano dándome una pequeña caricia y un pequeño apretón tratando de hacerme sentir segura.
Inspiro con fuerza y cuando decidimos que es momento de entrar lo hacemos. Caminamos en silencio y mi corazón se estremece de golpe cuando veo cada una de las cosas de Christopher en la habitación. Cada fotografía que ven mis ojos es un recuerdo que viene a mi cabeza.
—¿Estás lista?—pregunta Erick en voz baja.
—¿Tú estás listo?—cuestiono también.
—Sí.—asiente.
—Bien.
Sus brazos me rodean con fuerza y sus labios se posan en mi frente Un sollozo escapa de mis labios pero él niega un poco apartándose de mí y retirando las lágrimas de mis mejillas.—Está bien, Dan. Recuerda lo que hablamos…
Erick me besa. Me besa con lentitud. Me besa con suavidad. Me besa con dulzura. Me besa con amor.
—Hasta pronto, Er…—murmuro.
—Hasta pronto, Dan…
Se queda de pie delante de la cama mientras nuevas lágrimas escurren por mis mejillas como pequeños riachuelos que se disipan por mi barbilla pero no me importa. Me ofrece una pequeña sonrisa y sus ojos se cierran lentamente. Permanece de pie un par de minutos antes de que su cuerpo se desplome sobre el colchón.
Me limpio las lágrimas y niego un poco.
Los ojos de Christopher se abren con lentitud unos minutos después pero cuando me miran entonces me doy cuenta que han vuelto a ser pardos. No hay ni rastro de Er en ellos.
Se ha ido. Como si nunca hubiese estado ahí en absoluto.
Erick se ha ido.
Me mira fijamente y sus cejas se fruncen.—¿Danna…?—pregunta en voz baja.—¿Qué pasa…? ¿Qué pasó?
—Pasó que no te quiero volver a ver en mi vida, Christopher Vélez.—respondo tratando de permanecer en quietud.—Pasó que me di cuenta que no quiero seguir contigo, que no te conozco. Que todo este tiempo he ido en contra de cada una de las cosas que me han enseñado mis padres cuando permito que pases por encima de mí, cuando te tengo miedo.—hago una pausa.—Pasa que me di cuenta que no te amo. Ya no te amo, te dejé de amar hace un tiempo y viví engañada pensando que sí lo hacía. Pasó que podía seguir soportando y no quiero seguir haciéndolo. Pasa que me di cuenta que eres mucho más de lo que me haces creer…que me engañaste con la que siempre pensé que era mi mejor amiga. Tú no eres más el Christopher del que yo me enamoré y si seguía contigo fue en parte porque no quería lastimarte, porque sabía que ya habías sufrido lo suficiente por tu papá. No quería sumarme a eso pero terminé perdiéndome a mí misma. Y no pienso seguir así, Christopher. No más. Así que nuestra relación termina acá.
—Danna…—niego.
—No. Más. Christopher.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top