epílogo

Seis meses después…

Camino con pasos lentos por el pasillo de la universidad mientras cada una de las personas que me rodean está inmersa en su propio mundo, demasiado ajenos al resto pero con un mismo sentimiento.

Felicidad. Las vacaciones de verano han comenzado oficialmente.

Y todos están felices. Todo excepto yo.

Resulta que cuando uno lleva consigo el sentimiento de añoranza  y constantemente los recuerdos de una persona que se fue llegan a tu cabeza la tarea de sonreír y de ser feliz se vuelve algo complicada. Aun así me he encontrado a mí misma contemplando a Christopher de vez en cuando mientas mis ojos buscan a Erick. Pero no hay nada, excepto miradas profundas por su parte.

Él parece estar regenerándose de a poco. Al parecer Erick hizo que su relación con su madre fuese más estrecha de lo que ya era pero de ahí en fuera desde que nuestra relación terminó no hemos vuelto a hablar en absoluto.

Camino por el estacionamiento y subo a mi coche sin mirar atrás. Se supone que tendría que ir a casa como cualquier otra persona normal pero mis padres están cada uno en su trabajo así que tomo la sabia decisión de ir hasta la playa.

Tomo asiento encima de una de las rocas y anclo mis ojos en las olas del mar que golpean sobre la roca. El silencio reina en el lugar y cierro mis ojos tratando de concentrarme en los recuerdos que tengo sobre este lugar con Erick.  Cada uno de los momentos que vivimos en este lugar. Unas increíbles ganas de llorar se apoderan de mi cuerpo pero trato de mantenerme en modo neutro porque he llorado cada jodido día que me he sorprendido a mí misma al saber que todavía tengo lágrimas.

Cuando llego a casa esa noche alguien toca mi puerta.—Adelante.—respondo.

—¿Qué es lo que pasa, amor?—pregunta mamá en voz baja cuando entra sosteniendo entre sus manos un pequeño plato de porcelana con una rebana de pastel y un vaso de leche.—No quisiste bajar a cenar… ¿te sientes mal?

—Algo así.—respondo tratando de no llorar.—La verdad es que no es nada que se cure con medicinas, es…más complicado…

—¿Es por Erick…?

—¿Qué?

—Bueno…hace tiempo no hablas sobre él…no sonríes ni nada parecido, no pareces la misma Danna de antes… ¿sabes?

—Hace mucho tiempo que no lo veo.—me encojo de hombros.—Lo superaré, supongo…

—El pastel de chocolate siempre ayuda…—anuncia tendiéndome el plato.—Está delicioso, la señora Colón lo envió…—mis cejas se fruncen.

—¿La señora Colón…?—cuestiono.

—La nueva vecina.—me sonríe.—Llegaron hoy por la mañana. Lo trajo hace un rato cuando vino a presentarse…

—Vaya, no tenía ni idea de que teníamos nuevos vecinos…

—Parecen buenas personas.—repone.—Ahora…volviendo al tema de tu corazón roto…creo que llevas contigo muchas cosas, Dan…tu relación terminada con Christopher, el hecho de tener que lidiar con la perdida de tu amigo Erick…de una u otra manera está afectándote…

—Está bien, mamá.—respondo colocando el pastel sobre la mesa de noche.—De todos modos ya sabía que las cosas con Erick no iban a pasar a nada más que una relación amistosa…

—¿Por Christopher?

—No, no fue por Christopher.—me encojo de hombros.—Son…cosas complicadas pero realmente no quiero hablar de eso ¿sabes?

—Bien.—susurra inclinándose sobre mí para dejar un beso sobre mi cabeza.—Descansa, entonces ¿sí?

—Buenas noches, mamá…

—Buenas noches, amor…

(…)

El contacto de la arena caliente en las plantas de mis pies me hace estremecer mientras camino por la orilla de la playa privada pero no me detengo. La idea de pasar el tiempo a solas lejos del mundo entero me parece la mejor idea que he tenido a lo largo de los últimos seis meses.

Bien, no es que no lo haya hecho. Lo hice cada día, quiero decir. Pero se siente como si fuese lo correcto.

Lo hago solo cuando encuentro una figura de pie delante de mí. Un chico de complexión delgada por lo menos siete u ocho centímetros más alto que yo, de cabello negro azabache que a la luz del sol luce todavía más negro y piel dorada está mirándome fijamente pero no se mueve ni un solo centímetro de su lugar.

—Shakespeare tenía una frase muy famosa ¿sabes?—dice y automáticamente mis ojos se llenan de lágrimas pero me mantengo en mi lugar.—El amor no mira con los ojos…sino con el alma… ¿me miras así, Danna…?

Un sollozo escapa de mis labios y un segundo después sus brazos me están rodeando con fuerza. Enredo mis piernas en su cadera y él se ríe sobre mi oído sosteniéndome con fuerza.—¡Eres tú!—susurro en medio del llanto.—¡Eres tú, Erick!

—Soy yo.—responde colocándome en el suelo con cuidado. Sus ojos me miran y vuelvo a llorar cuando me encuentro con sus ojos verdes contemplándome fijamente. Sus lindos ojos verde esmeralda embarcados por largas y espesas pestañas negras.—¿Sigues enamorada de mí…? Porque ahora sí puedo ofrecerte tener largas horas de charlas infinitas, un montón de risas por cosas sin sentido y mucho amor, el amor más sincero que te puedas imaginar. Estás conociendo mi verdadera forma, Dan. ¡Este soy yo!

Pero no respondo. Mis brazos envuelven su cuello y él se ríe mientras besa mi cabeza repetidas veces.

—¿De verdad me estás preguntando si estoy enamorada de ti? ¡Te esperé seis meses, Erick!

—Pues ahora no tienes que esperar más…—me aparto lentamente y sus manos acunan mi rostro. Nuestros ojos vuelven a conectarse mientras retira mis lágrimas con sus pulgares, pero su sonrisa no desaparece un solo segundo.—Soy Erick Brian Colón…

—¿Colón…?—pregunto.—Espera un segundo…¿tú eres…?

—¿Tu nuevo vecino?—me ofrece.—Sí, lo soy.

—¡Erick!—exclamo y él se ríe antes de dejar un largo beso sobre mis labios.

Su toque es suave, delicado y dulce. Y es mucho mejor de lo que alguna vez fui capaz de imaginar. Más perfecto.

El beso más perfecto que jamás recibí.

Llevo mi  mano a su mejilla para tocarlo. La idea de que en algún segundo desaparecerá embarga mi cuerpo.—No tienes ni idea de lo que tuve que luchar conmigo mismo para no ir hasta tu casa y decirte que seremos nuevos vecinos…—mi sonrisa desaparece de golpe.—Sé muy bien lo que estás pensando y no. No estoy usurpando ningún cuerpo, este es mi cuerpo. Este soy yo.

—Pero pensé que tú…—pero sus labios me besan de nuevo.

—No tienes que pensar en nada de eso.—murmura.—No me iré a ninguna parte esta vez…a menos que me lo pidas, quiero decir.—hace una pausa pero yo lo interrumpo.

—Ni lo sueñes.—reclamo y él se ríe.

—Bien porque ni así lo haré.

—No te vayas nunca, Er…—Erick niega con una pequeña sonrisa tirando de sus labios.

—Nunca…
 
FIN.
 
 
 
 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top