cuatro


Dejo escapar un pequeño suspiro al tiempo que freno el auto justo delante de la casa de Christopher pareciendo más un zombi que un humano común y corriente. La noche anterior no he dormido en absoluto pensando en que todo esto no tiene que ser más que una gran pesadilla. Que es tan jodidamente irreal que no podría estar pasando ni siquiera en los sueños más locos que alguna vez pudiese llegar a tener.

Sin embargo, está pasando. Christopher ha dejado de ser Christopher y se ha convertido en una especie alma usurpadora que se hace llamar Erick y el solo pensamiento está volviéndome loca.

Apoyo mi cabeza en el volante del auto y cierro mis ojos un breve segundo. Doy un salto en mi lugar cuando un par de golpes suaves se hacen presentes en el cristal de la ventana. Llevo mis ojos hasta ella y mi corazón se estremece cuando me encuentro con Christopher de pie contemplándome fijamente.

Quito el seguro y cuando entra le dedico una sonrisa. El impulso de besarlo  se hace presente pero cuando sus ojos verdes me miran me detengo de golpe. Porque aunque luzca exactamente igual que Christopher; no lo es.

Es Erick. Sus ojos verdes me lo dicen a gritos.

—Buenos días.—saluda sin dejar de mirarme.

—Buenos días.—respondo apenas sentándome de manera correcta para poder poner el auto en marcha.

Ninguno de los dos dice demasiado pero de todos modos lo agradezco porque en realidad no es que sabría cómo mantener una conversación con él sin caer en la rareza de la situación. No es que vaya a preguntarle de todos modos: “Hey…entonces… ¿Qué se siente ser un alma que anda por la vida humana robando cuerpos?”. 

—¿Me harías un favor…?—cuestiona rompiendo con el silencio que se ha formado en el auto mientras conduzco.

—Ajá, supongo que sí.

—¿Te saltarías las clases conmigo…?—cuestiona.

El semáforo se tiñe de rojo cuando llegamos a la autopista principal y aprovecho para mirarlo directamente a los ojos. Una pequeña sonrisa se forma en sus labios como si con eso fuese una pequeña suplica silenciosa. Inspiro con fuerza tratando de encontrar una buena respuesta negativa pero hay algo en él que no me lo permite hacerlo de todos modos. Quizás es la manera en la que me está mirando o sus confesiones del día anterior pero no soy capaz de decirlo y termino diciendo un total y rotundo…

—Sí.

—Increíble.—anuncia.

—¿A dónde iremos…?—pregunto. Una risita forzada escapa de sus labios.

—Bueno…esperaba que tú fueses la guía turista…—responde y luego se queda en silencio un largo momento.

—¿Eres de aquí en primer lugar…?—cuestiono alzando una ceja.

Erick suspira.—No lo recuerdo pero quiero suponer que sí…

—Es verdad, no puedes recordarlo.—me recuerdo a mí misma.

—¿Sabes…?—comienza cuando pongo el auto en marcha de nueva cuenta.—No sé si lo haya recordado o algo parecido pero sí puedo recordar un lugar…

—¿Un lugar...?—pregunto.

—La playa. Una zona alejada de la playa…—hace una pausa.—Justo detrás de unas enormes rocas y mi momento favorito es justo cuando el sol comienza a bajar tornando el cielo de colores naranjas brillantes.—anuncia dedicándome una amplia sonrisa.

—La zona rocosa de la rocosa plata privada…—respondo mirándolo fugazmente.

—¿Conoces ese lugar…?—pregunta en voz baja.

Inspiro con fuerza antes de dejar salir el aire de mis pulmones de manera lenta.

—Lo descubrí hace un par de años…—hago una pequeña pausa.—Quería pensar un poco así que decidí tomar mi auto  y conducir sin rumbo fijo, estuve así por un buen rato hasta que me encontré conmigo misma conduciendo fuera de la ciudad…—explico en voz baja mientras me encojo de hombros.—Entonces llegué a la zona rocosa  y encontré la playa privada…me gusta ir allí cuando siento que no puedo seguir…es como un respiro.

—¿Vas mucho…?—cuestiona en voz baja.

—Algo así.—admito encogiéndome de hombros.—¿Quieres ir…?

Los ojos verdes de Erick me miraron de inmediato.—Me encantaría…
 

—Esto es para ti…—anuncia Danna tendiendo hacia mí una bolsa color marrón.—No sé si lo sepas pero los humanos generalmente se alimentan…

—Soy un alma viajera, no un estúpido.—respondo. Danna se ríe en voz baja mientras niega.

—No dije que lo fueras.—anuncia encogiéndose de hombros. La veo un momento manteniéndome en completo silencio.—Vamos, se supone que teníamos que disfrutar de esto ¿no es así…?

—Sí.—asiento.—Este lugar es condenadamente increíble ¿sabes?

—Es tranquilo, solitario y el mejor lugar que pudo haber existido en el mundo entero…—anuncia Danna. Le ofrezco una pequeña sonrisa mientras niego pero ella parece no notarlo. En su lugar le da un pequeo mordisco a su hamburguesa.

Hago lo propio y cuando el olor a comida inunda mis fosas nasales; mi estómago gruñe en respuesta.  Mastico lentamente mi comida hasta que puedo sentir la mirada de Danna en mí. Llevo mis ojos a ella y una pequeña sonrisa se forma en sus labios.

—¿Qué pasa…?—pregunto.

—Eres la primera persona con la que comparto este lugar…—anuncia en voz baja.

—¿Qué hay de Christopher?—cuestiono volviendo a morder mi comida.

Ella se encoge de hombros.—A Chris no le gustan este tipo de cosas…además no tiene tiempo.—anuncia volviendo a encogerse de hombros.—Por lo regular lo veo por las tardes, él es parte del equipo de americano de la universidad y casi siempre tiene practicas…cuando no está en partidos importantes, quiero decir…

—Debe apestar…—respondo sincero.

—A veces.—admite apartando sus ojos.

—¿Ustedes no comparten muchas cosas en común, cierto…?—adivino.

Danna ancla sus ojos al frente pero se queda en silencio por varios minutos en los que creo que no me hablará más. Inspira con fuerza y luego niega lentamente.—No. Ya no.

—¿Sientes agradecimiento hacia él…?—me atrevo a preguntar. Sus ojos vuelven a los míos y deja escapar un pequeño suspiro.

—Sí.—hace una pausa.—Christopher a su manera siempre ha cuidado de mí. Me ha amado y me lo ha demostrado siempre…por lo menos en nuestro primer año de relación, quiero decir…después las cosas comenzaron a cambiar así que…creo que lo demás ya lo sabes o te lo imaginas. ¿No?

—Es una mierda.—respondo sin más.

—Sí, lo es.—asiente.—Pero bueno…no quiero hablar de Christopher.

—Entonces cuéntame algo sobre ti…—pido. Danna se ríe mientras mastica más de su comida. Llevo mis ojos al frente. A pesar de que estamos encima de una de las altas rocas el agua moja nuestros pies descalzos.

—¿Qué quieres que te cuente…?

—Lo que sea.—respondo.

—De acuerdo…—hace una pausa.—Alguna vez intenté ser animadora y todo terminó tan mal…—se burla.—Fue entonces cuando descubrí que no tenía absolutamente nada que hacer ahí…

—¿Por qué?

—En ese entonces me gustaba un chico de mi edad.—se ríe.—Su nombre era Richard Camacho y te prometo que era el chico más jodidamente perfecto que conocí alguna vez. Él como el resto de los chicos él solamente se fijaba en la clase de chicas que suele portar faldas diminutas y agitar pompones…así que cansada de que me ignorará decidí inscribirme para formar parte de la escuadra de animación de la escuela…

—¿Y qué pasó después?—pregunto sonriéndole ampliamente.

—No soporté más de dos entrenamientos…—responde dejando escapar un pequeño suspiro.—Y como si eso no fuera lo suficientemente malo él se mudó de la ciudad así que pasé las siguientes dos semanas huyendo de Angelique, la líder de las animadoras…

—Vaya…el sacrificio al final de cuentas no funcionó…—niega.

—Y no tienes ni idea de lo estúpida que me sentí…—Danna se ríe y luego yo me uno a su risa.—¿Te puedo hacer una pregunta…?—asiento.

—La que tú quieras.

—¿Qué vas a hacer después de que dejes el cuerpo de Chris…?—cuestiona en voz baja.

Inspiro profundamente antes de dejar salir el aire de mis pulmones.—No tengo idea.—respondo sincero.

—¿Qué quiere decir eso exactamente…?—me encojo de hombros.

—Significa que no tengo idea.—repito de nueva cuenta.—La verdad es que no lo sé, no hay mucho que hacer cuando no tienes un cuerpo físico…—me encojo de hombros.—Tal vez te visite…

—Oh, vamos, Erick.—se queja en medio de una risita.

Me rio también pero niego un poco. Los ojos de Danna vuelven a posarse al frente una vez más mientras el silencio reina entre nosotros. La miro fijamente por largos segundos admirando la belleza que posee.

Y resulta que, por más que la miro menos puedo terminar de comprender la jodida razón por la que Christopher Vélez no la valora. Danna es completamente perfecta, en serio, de pies a cabeza no hay ni un solo centímetro de ella que no irradie perfección. Danna no me mira y yo no dejo de mirarla. Es así por largos minutos.

Cuando sus ojos finalmente se encuentran con los míos, una pequeña sonrisa se forma en sus labios pero no deja de mirarme.—Sé que te enfada muchísimo que esté en el cuerpo de Christopher pero creo que quisiera aprovechar el momento para recordarte que no lo pedí…no sé porque estoy aquí y tampoco sé cómo irme…si te soy sincero pensé que esta mañana todo volvería a la normalidad pero no fue así…otra cosa que tengo que confesar es que… en el fondo y aunque no sea mutuo…me gustó conocerte. Es decir, defiendes a Christopher con tanta pasión  aunque los dos sabemos que él no merece, tú sigues ahí para él…

—Demasiado estúpido ¿no?—pregunta.

—No.—niego.—Demasiado humano. Pero es precisamente esa tu mayor característica…eres una humana, la más ejemplar quiero decir…

—Erick…—susurra y el impulso de besarla embarga mi cuerpo.

Sus ojos siguen completamente fijos en los míos. Quiero besarla pero no quiero joder el poco avance que hecho con Danna.

No es que seamos los mejores amigos de todos modos, supongo que lucir como su estúpido novio no me lo pone fácil de ninguna manera, pero al menos ella no está abofeteándome ni diciéndome que me odia o algo que se le parezca. Solo está mirándome fijamente. O al rostro de Christopher al menos.

—¿Sí…?—murmuro.

Su frente se apoya en la mía pero ninguno de los apartamos la mirada. Es como si de repente nos hubiésemos declarado la guerra de miradas silenciosamente. Una guerra que obviamente ninguno de los dos está dispuesto a perder. Su respiración choca contra mi mejilla haciéndome estremecer hasta el alma.

Mi piel se eriza. Mi cuerpo reacciona. Mi mente se nubla.

Y cuando me doy cuenta de lo que estoy haciendo, mis labios están moviéndose sobre los de Danna.

Y  lo más sorprendente de todo, ella no me está apartando ni está haciendo el intento por hacerlo en absoluto.

Todo lo contrario.

Danna está besándome también.
 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top