Amor.
Antes mis ojos llenos de lágrimas estaban cerrados, sentía un frío abrazador y un calor infernal. No recuerdo mucho, no sé hace cuánto fue. Solo puedo pensar en mis padres, ¿Qué fue de ellos? Y en él. Mi gran mejor y único amigo, mi primer amor, mi primer y último.
Hace mucho que no sentía nada más que el frío. Pero ahora... No entiendo.
¿Dónde estoy?
¿Por qué puedo verte?
¿Quién eres y que tengo que hacer yo contigo?
Soy otra persona.
Mis manos son diferentes.
Mis ojos ven de otra manera.
Mi dentadura me molesta.
Las voces en mi cabeza siguen hablándome. Aunque... Está vez, son diferentes.
Diferentes.
No duelen o molestan.
Más bien.
Son... Mis compañeros.
Es extraño.
Se quiénes son.
Reconozco perfectamente sus voces.
Pero...
Lo miré a él.
Mi mejor amigo.
Vive, envejece y seguramente, es tan exitoso como lo pensé.
Jae-
Sus ojos se abrieron sacando un grito de terror, de pánico, rascó la mancha roja en su cuello. Sentía le costaba respirar. Su garganta dolía y sus ojos estaban cubiertos de lágrimas.
Las voces eran profundas y torturosas dentro de su cabeza.
Dolía como la mierda.
Cinco, no, seis voces, eran seis voces que lo atormentaban. De tantas maneras que creía eran reales.
— ¿Jisung que pasó?
No logró distinguir quién era o que dijo, sus ojos no veían por todas las lágrimas en ellos y sus oídos pitaban que sentía en un momento sangrarian.
Unos brazos lo tomaron con fuerza y se dejó llevar por el pánico que lo inundaba.
Lloró con más potencia.
— Jisung, ¿Qué tienes? ¿Por qué lloras? Me estás asustando.
Era la calida y acojedora voz de su mayor. Mark lo apretó en sus brazos, no sabía que decir, y es que tampoco dejaba de llorar dentro de ellos.
— Hyung, haz que pare. Duele.
— Ey bebé, no entiendo, ¿Que duele?
No respondió pero cubrió más sus oídos, gritó de dolor, la vista le falló, solo miraba a Jaemin y los demás llegando, Mark parecía llamarle a alguien. Empezó a ver todo gris, el pitido fue más horrible, el dolor en su garganta también. Las lágrimas no lo dejaron ver.
Todo era borroso antes de cerrar los ojos.
Despertó en lo que parecía ser un hospital, Mark y Chenle dormían en unas sillas, que estaban a lado de su cama. Chenle sobre el hombro de Mark.
Lindos.
Pensó.
Apenas sintió se acostumbró a la luz, el pitido en sus oídos regresaron. La cosa que indicaba su pulso parecía estar coordinada con el pitido.
No quería gritar, no quería sufrir.
"Ven con nosotros..."
"Te ayudaremos..."
Rasco su cuello que se encontraba con una venda delgada, aún así, enterró sus uñas tratando de olvidar esa sensación aunque el dolor se hizo cada vez más presente.
Se había desangrado.
"Búscanos..."
"Nos necesitas..."
"Jisunnie, ven a buscar amor."
Miró sus dedos ensangrentados.
Las voces seguían, aunque las buscará, no había nadie.
El piso...
Se formó una neblina de color gris y rojo.
El dolor incrementó cuando desvío la mirada de ella.
Sus pies descalzos tocaron en suelo, dejó de doler... un poco.
Volvió a la cama, dolía que casi iba a gritar.
Se bajó por completo y tiró de la vía intravenosa, miró a Mark y Chenle. Solo se despidió de ellos en silencio y siguió el camino de la neblina.
Cada paso que daba el dolor disminuía. Pero se alejaba más. Sentía que era correcto.
Caminó como si fuera un sonámbulo.
Ni siquiera se dió cuenta cuando dejó el hospital, ni siquiera miró cuando entró a dónde sea que estuviera.
Todo estaba tan oscuro hasta que las luces prendieron.
Cayó de culo frente al gran retrato de los fantasmas de la ópera.
Los seis...
Sentía sus miradas tan fijamente aún así ellos tuvieran sus rostros ocultos tras esas máscaras.
— Pequeño... ¿Estás perdido?
Volteó mirando al tipo que lo alumbraba con una lámpara.
Entonces miró su propio cuerpo. Bata de hospital, descalzo, su trasero contra el suelo, su mano manchada de sangre al igual que su cuello. Negó asustado.
— Ven aquí, te voy a ayudar.
Miró la mano del guardia, grande, pálida, con algunos anillos plateados sobre ella con diamantes encima de estos. Fría. Helada.
Apenas tomó la mano alzó la cabeza. Ojos... Cabello. Rojos. Una larga sonrisa blanca con colmillos.
Un rostro hermoso, algo mayor. No tanto, menos de treinta quizá.
— Ven conmigo.
Quiso alejarse pero el agarre era tan fuerte, tan duro, que dolía, sus ojos nuevamente se llenaro de lágrimas mientras miraba en aquel rostro formarse una máscara, trozo a trozo. Hasta no verlo por completo fue que de verdad entendió.
Otras cuatro silueta con sus rostros cubiertos, con ropas rojas y blancas aparecieron a lado del pelirrojo.
Los fantasmas de la ópera.
Las brillosas miradas estaban sobre él.
Los cinco fantasmas de la ópera. Seres preciosos y talentosos, posados frente a él con largas sonrisas siniestras.
— Ven, vamos a darte amor.
Gritó, una y otra vez mientras los cinco pares de brazos lo tomaban por completo. Gritó y lloró.
Mientras miraba la silueta del fantasma de cabellos grises.
Seguía intacta... Seguía quieto pero sentía su mirada sobre él.
— Ayúdame, por favor.
Sus ojos se cerraron, nuevamente todo era color gris, no había nada ni nadie.
O eso creyó.
No sabía si era una nueva pesadilla, si en realidad no era real o simplemente había despertado.
Todo estaba oscuro, había una densa neblina de color gris por todas partes a su al rededor. Jisung giró su cabeza hacia todas partes pero no logró ver nada, sino fue hasta unos segundos después, que la neblina cambiaba a un color rojizo, unos pasos se lograron escuchar haciendo eco, era extraño porque aquel gris lugar no parecía tener final.
Jisung tragó saliva lleno de miedo y pánico, los pasos cada vez eran más cercanos, pero aunque estaba realmente aterrado con lágrimas por todo su rostro y aún la gran mancha de sangre en su cuello. No hizo nada por moverse, sentía su cuerpo no le correspondía.
Gritó y lloró, los pasos eran tan cercanos a él, y después de casi dos minutos, logró ver un par de piernas vestidas por prendas blancas y negras, con el constante tintineo de las cadenas en su cintura.
Aunque sus ojos estaban llenos de lágrimas, miró con atención. Él fantasma camibana con paso tranquilo hacia él.
Era él, Xiaojun. El sexto Fantasma de la ópera, su rostro estaba oculto tras la máscara, podía ver sus ojos de color blanco, su piel pálida, y su lindo cabellos gris.
Pero estaba tan aterrado que no dió un solo paso, y Xiaojun, no parecía querer acercarse demasiado a él.
Aún así, le habló desde una tan cercana distancia. Su voz le transmitía demasiada tranquilidad, era tan suave, tan calmada. No parecía ser el alma en pena que eran los fantasmas de la ópera.
O más bien, creyó que no lo era.
— ¿Quién eres tú? — El Fantasmas preguntó, se sentía demasiado pequeño tirado en el suelo frente a la recta postura de Xiaojun frente a él.
Podía verle los pequeños colmillos en su dentadura.
— Jisung...
Respondió, trató de no sonar aterrado, el fantasma solo parpadeó sin reacción.
— Ayú-dame, Ayúdame, por favor.
Xiaojun alzó la ceja.
Y sonrió.
— ¿Ayudarte...?
Asintió, entonces, cinco pares de pasos, se escucharon tras sus espaldas. — ¡Por favor, ayúdame Xiaojun, por favor no dejes que me lleven, tú no eres como ellos!
Xiaojun...
Tan ajeno y tan familiar.
Dejun no reaccionó.
Cinco pares de manos tomaron el rostro de Jisung encajando sus uñas tal cual garras de metal. En sus ojos, en sus mejillas, su cuello, sus hombros, sus brazos.
Gritó de dolor. El fantasma de los cabellos grises seguía quieto mirando todo.
— ¡Déjenme, déjeme ir!
— ¿Pero que dices? Nosotros solo te vamos a dar amor.
— ¿Cierto... Dejunie?
El frío le hizo abrir los ojos, sus manos estaban inmovilizadas al igual que sus pies. Temblaba ante el miedo y el frío. Quería salir, correr, pero se sentía tan entumido dentro del agua teñida de rojo.
De su sangre.
Podía ver las gotitas cayendo de su rostro hasta el agua causando un pequeño y escalofriante eco.
La cara le ardía, su cuello dolía, sus brazos también.
Temblaba tanto mientras miraba a sus alrededores, había las paredes eran de mármol color verde, había una lámpara en el techo de color blanco y una en la esquina de color amarillo.
Su cuerpo estaba solo siendo cubierto por unos boxers de color blanco ya impregnados en rojo.
— ¡Ayuda! ¡Saquenme de aquí! ¡Chenle! Chenle...
— No deberías de hablarle a otros hombres mientras estás con alguien que te ama más que él y cualquier otro.
El temblor llegó hasta su cabeza, frías manos tomaron de su cabello y lo obligaron a ver a su verdugo. El fantasma de los ojos gatunos y cabello negro.
Chittaphon...
Susurró — Suéltame.
Pero Chittaphon lo único que hizo fue jalar aún más sus cabellos, con tanta fuerza que alzó un poco su helado cuerpo.
— ¿En quien pensabas, amor? ¿¡Por qué no era yo el hombre de tus pensamientos!? ¿Eh Jisunnie?
— Contesta amor, sé educado...
La tercera voz se escuchó aún más profunda que la segunda, Sicheng llegó pareciendo salir detrás de las paredes.
Ambos fantasmas cargaban sus máscaras cubriendo sus rostros.
— ¡Duele!
Chittaphon no hizo nada por mendigar el dolor, al contrario, lo miró sonreír antes de jalar con mucha más fuerza directo a su boca dónde aunque quiso gritar de dolor, Chittaphon lo tomó con fuerza y apretó más el agarre dónde hizo a sus bocas profundizarse. No fue algo delicado.
Chilló con su boca enterrada en la del fantasma, los dientes y colmillos de este le rompieron tanto el labio como la lengua sintiendo todo el sabor de su sangre invadirle. Chittaphon jugó con su boca utilizando su lengua, tan profundo que sentía cercanas ganas a vomitar.
Nuevas manos tocaron sus piernas, aún estaba Sicheng mirandolo con detenimiento. Sus negros ojos brillaban y había una gran sonrisa en él. Pero no sabía quién le tocaba las piernas. Más bien, se las aruñaban, nuevamente quiso gritar pero el fantasma Chittaphon seguía con su boca sobre la suya.
Abrió los ojos y se dió cuenta, Chittaphon no tenía si máscara puesta.
Sentía que miraba a la misma muerte.
Otro par de garras lo hicieron reaccionar sobre aquel beso que le quitaba la respiración. Las uñas se enterraron sobre su piel, dolía como imaginaba fuera el infierno. Chittaphon sobre sus labios, uno arañando sus piernas, otro rasgando la piel de su cadera. Podría ser Sicheng u otro fantasma, seguía sintiendo la fría mirada sobre su arañada espalda.
El hilo de sangre y saliva descendió de su boca hasta mojar sus desnudas clavículas, Chittaphon lo tomó con brusquedad del mentón haciendo que viera a los demás fantasmas.
Kun tocaba sus piernas.
YangYang arañaba su pecho.
Sicheng sonreía de verlo llorar.
Guanheng estaba a lado de Xiaojun.
Xiaojun. Guanheng sonreía con sus ojos verde neon, parecía estar hablando algo con el fantasma de los cabellos grises. Dejun estaba quieto, mirando todo con extrañesa, su mano derecha estaba sobre la máscara que cubría su rostro.
No sabía porque aún sobre todo el dolor que sentía, era como si pudiera sentir las expresiones o un poco de los que sentían los fantasmas. Sentía furia en Sicheng aún así estuviera sonriendo. A excepción de Xiaojun, los demás parecían felices, y el último parecía confundido. Aún así, Guanheng susurrara cosas a su oído, las cuales no podía escuchar. Algo le decia, y quería saber que era.
Seguramente se trataba sobre él, porque los seis pares de ojos estaban sobre su cuerpo o su rostro.
— ¿En qué piensas amor? ¿No te gusta lo que te hago?
Quiso negar o asentir, solo quería salir de ahí. Sentía ya era inútil gritar, el dolor era tormenso y el frío abrumador. Solo se centraba en las lágrimas cayendo por sus ojos.
— T-Tengo frío.
Chittaphon sonrió mirando hacia sus costados dónde estaba Sicheng.
El de ojos negros se alzó de hombros. — Eso se puede arreglar.
En todo lo que miraba a Dejun escuchar a Guanheng, lo miró parpadear por primera vez. Los ojos blancos antes perdidos, ahora fueron hacia su helado cuerpo. Sicheng se interpuso haciendo perderle el rastro al fantasma de cabellos grises.
— Sé cuál es la mejor manera de entrar en calor.
— No quiero estar aquí.
— Eso es una pena. — Fue Guanheng quien habló, aún no pudiera verlo, reconoció su voz, cada quien tenía su toque escalofriante acompañado de una voz hermosa sino fuera porque son seres infernales, diría que es una de las más bonitas que había llegado a escuchar. — Nosotros te amamos tanto, que no queremos dejarte ir.
— Eso ya lo hizo alguien más. — Comentó Kun. No entendió, pero apretó los ojos al sentir un nuevo corte en su pierna.
— Lo importante ahora, es entrar en calor.
La última frase fue dicha por YangYang, alguien tapó sus ojos con frías manos pero no logró ver de quién se trataba. Sintió escalofríos. Todo se resumía en dolor y frío. Creyó que solamente seguía en esa tina llena de su sangre, no sentía tacto alguno más que lo que cubría sus ojos. Apretó la garganta en un intento de sentirse tranquilo y no seguir llorando. Sentía en un momento aquellas garras entrarían en sus ojos y le harían desangrarse hasta perder la vida.
Tenía miedo, y ya había aceptado que eso era real. Que los fantasmas de la ópera que su novio le había presentado con tanta admiración y que él también admiró, eran los que estaban frente a él, desgarrando su garganta y haciendo cortes en su cuerpo.
Se preguntaba si Chenle y Mark ya habían despertado, si ya lo están buscando o quiza ya lo habrán dado por muerto. Tenía tanto miedo y sentía su corazón roto. Apenas llevaba un par de días con Chenle dese que empezaron a ser novios.
Se arrepentía de no haberle dicho mucho antes lo enamorado que estaba de él.
Se preguntaba si iba haber diferencia.
Antes solían besarse, decirse cosas entre juegos y bromas.
Ahora, hace tan solo unos días, habían hecho el amor por primera vez, se habían dicho infinidades de "te amo" porque el sentimiento era tan mutuo como real.
¿Cómo iba a morir?
¿Qué había a salir en las noticias?
¿Estará en Diamonds Only?
— Mi amor, no es hora de dormir, te puede dar un resfriado.
Sus ojos dejaron de ver oscuridad, ya no tenía las manos cubriéndole la vista. Pero tampoco se había dado cuenta en que momento lo cambiaron de lugar o siquiera de posición. No estaba dormido, estaba aterrado, no había sentido nada, tampoco había disminuido el frío helado recorriendole por toda la piel.
Sobre todo, ahí seguían ellos seis. Todos frente a él, neutros sobre las máscaras cubriendo sus rostros.
Nuevamente, Guanheng susurró algo hacia Xiaojun. Pero al contrario de todas las veces, está vez el fantasma de cabellos grises y ahora ojos entre verdes y cafés; aún con su mano sobre la máscara. Asintió y la quitó.
Quitó su máscara dejandola caer, haciendo que se hiciera añicos como si fuera una copa de cristal. El rostro del fantasma parecía serio y confundido. Sus ojos estaban oscuros dándole mucho más el aire malévolo. Miraba sus manos, y su ropa, parecía tan confundido. Pero Jisung lo estaba mucho más.
Los pasos del fantasma se acercaron hacia él.
Estaba atado de manos, en lo que parecía ser una cama color verde oscuro, se removió aterrado. Los demás fantasmas también dejaron caer sus máscaras haciendo un eco por todo el suelo cuando se partieron como si solo fuera cristales. Todos ellos los miraban expectantes con largas y sanguinarias sonrisas en sus rostros mientras sus ojos parecían ser más brillantes que nunca.
No podía centrarse en nada, los ojos de Dejun le aterraban, gritaba que se alejara moviendo su frío y desnudo cuerpo con terror.
Miraba las sonrisas de los fantasmas que estaban quietos como estatuas frente a él.
Pero Dejun llegó primero. Se sentó a un lado de la cama, aún miraba todo con curiosidad. Aún así le acercó el dedo a la boca haciendo un nuevo corte en su labio que hizo desbordar exageradas cantidades de sangre.
Por un momento los ojos de Dejun brillaron con mucha más intensidad.
Desvío su rostro pero las manos del peligris lo tomaron con brusquedad, quiso moverse nuevamente pero era tan malditamente fuerte. No tenía fuerzas para gritar, aún así abrió la boca dispuesto a hacerlo.
Más de ella no salió nada más que un grito ahogado.
Dejun así como lo había hecho Chittaphon, lo besó con salvajismo, al principio era un beso tranquilo y hasta torpe, luego la lengua de Dejun exploró su boca, regresandole las ganas de vomitar, más por el sabor de su sangre.
Fue un beso asqueroso y doloroso, Dejun separó sus labios y pudo verlo lamer la sangre que manchó su barbilla. En fantasma por primera vez sonrió pareciendo aún disfrutar del sabor en su boca, lamiendo los pequeños colmillos. — Sabe a amor.
— Claro que sabe a amor. — Habló Kun quién estaba tan cerca de él que sintió escalofríos en su cuello antes de gritar ante un dolor de agonía al sentir los dientes del de ojos rojos partiendo la carne de su cuello. — El amor es un punto fuerte, nosotros somos prueba de ello, más allá que un espectáculo o un admirador. Somos nosotros perdidos sin nadie, solo dos almas entregándose mutuamente.
— El más puro y delicioso amor. — No pudo ver, pero escuchó a Chittaphon hablar, tenía la lengua de fuera lamiendo superficialmente su ombligo. Sintió los dientes clavarse en esa zona, ya no sabía que más hacer. Gritar no servía de nada, sentía sangre en su garganta y no sabía si es que se había desgarrado algo o era la sangre que se tragaba de él mismo. — Bailemos por siempre, no importa, el frío, el calor, la lluvia o la nieve, nuestro amor es más fuerte que todo.
Kun rio mientras lamía su cuello en dónde tenía la herida de hace un día.
— Es cómo el amor que yo siento hacia tí. — Besos descendieron desde su pies hasta su entre pierna, eran las palabras de Guanheng y también su boca la que jugaba en él. — Nosotros juntos, amándonos, caminando por las calles de Chicago frente a las luces de los edificios.
— Yo te amo tanto como tú me amas. — YangYang chupó y mordió uno de sus pezones, sentía le había perforado tan fácil y tan doloroso en esa zona que aunque chilló ante el dolor, Dejun estuvo para volver a callarlo con su boca. — El amor mutuo es el mejor de los amores. Te quiero siempre conmigo, seamos felices.
— Ahora entiendo, así sabe el amor. No pude comprenderlo. Mi querido y único amigo, seremos felices ahora tú y yo juntos. Yo miraré sobre tu hombro lo tan exitoso que serás, me teñiras el cabello de todos los colores que quieras, tendremos cuarenta y seguiremos siendo como los niños que fuimos antes. Te amo. Tanto.
Aún sobre el beso con sabor a sangre, sintió las lágrimas en su boca, las de él y las de su fantasma.
— Tú, mi amor, ¿Recuerdas cuando me hablas en japonés, los dos escondidos de todos y todo, te gusta esto, así te gusta que te toque, no es cierto?
Quién faltaba era Sicheng quien besaba y acariciaba su miembro. — Nunca nos separamos mí amor, vivimos juntos y fuimos felices por siempre, nunca me dejaste por no poder huir contigo, gracias por ser quien me sacó de la oscuridad, te amo tanto.
Sus ojos aún cerrados, no fueron suficiente para no sentir todo el dolor en su cuerpo. Los toques, las caricias, los cortes, moridas y embestidas. Besos con sabor a sangre. Gritos ahogados. Lágrimas ajenas mojando su cuerpo violado.
Jaehyun sintió las lágrimas escapar por sus ojos mientras abrazaba su pequeño hijo que gritaba y lloraba mucho más fuerte que él.
Jisung está vivo. Gravemente herido, siendo atendido por los médicos. Encontrado cerca de Diamonds Only.
Con cortes, y una posible hipotermia. Pero ahí estaba, vivo, Diamonds Only no había sido afectado. Los policías fueron a los alrededores de la zona, Diamonds Only no estuvo en su radar. Ese era su único alivio.
Ahí estaba, abrazando a Chenle y Mark quien también agradecía a Dios de que su pequeño amigo este vivo.
— El doctor dijo que Jisung ya está fuera de peligro. — Jeno llegó anunciando, Mark y Chenle lograron limpiar sus lágrimas. Se sentían aliviados.
— Me quedaré en el hospital papá, regresa a casa.
Jaehyun asintió sin problemas, no tenía pensado quedarse en ese asfixiante lugar, le perturaba tanto de cierta manera aunque aún y antes en sus cuarenta y cinco no había tenido problemas de salud.
Más bien, tenía otros planes.
— Llámame si me necesitas, No importa a qué hora. Y Chenle, esto, no es obra tuya, ¿De acuerdo?
Besó a su hijo en la frente y se despidió de los demás, solo Mark y Chenle se quedarían, los padres de Jisung ya habían sido notificados pero sería tardado hasta que lleguen a Corea.
Jaehyun suspiró fuera del lugar, se sintió sofocado aún así estuviera en el aire libre ya a las once de la noche.
Entró a su coche y condujo con necesidad, el camino se le hizo tormentoso pero llegó a salvo.
Diamonds Only, aún cerrado brillaba más que cualquier otro local cercano. Suspiró nuevamente sintiendo el frío en su cuerpo y entró por una de las puertas traseras.
Tuvo que prender una luz para poder ver mejor.
— Mi querido amigo, aún siendo un alma en pena sigues siendo la persona más pura que conozco. Tú ayudaste a Jisung, ¿No es así?
Se quedó en silencio mirando la gran imagen de Dejun, un silencio dónde quizá admitía en su mente, esperar alguna respuesta por parte de su fallecido amigo.
— Parece que ninguna de las personas que envié fueron de tu agrado. Los presenté a mujeres y hombres pero nadie llamó tu atención. Sigues siendo igual. Quizá estabas celoso, después de todo, eran parejas que tuve. Jisung solo es el novio de mi hijo que tanto ama él.
Y yo realmente no amaba a esas personas.
Nuevamente guardó silencio, había una gran sonrisa en sus labios. Era una conversación sin respuesta que atesoraria por toda su vida.
Una gota de lo que parecía ser sangre cayó por la mejilla del retrato de Dejun aún bajo la máscara.
Jaehyun sonrió, era todo lo que necesitaba. Su mejor amigo lo había escuchado.
En las declaraciones no hubo mucho que dar. Jisung dijo salir del hospital porque tenía sed.
— Me sentía perdido, unos tipos me atacaron y llevaron a un callejón donde abusaron de mí, quise defenderme pero creo que me drogaron, no recuerdo nada después de cortes en mí boca. Eran seis, tenían máscaras negras no podía ver siquiera su rostro, solo ojos, negros como cualquier otro. Me dejaron tirado en la calle... yo también me pregunto, porque no me mataron.
Terminó su declaración y salió de ahí, Mark estuvo para servirle de apoyo y no caerse, aún sentía las piernas entumecidas por el frío, aún ardían los cortes en toda su piel. Pero vamos. ¿Quién iba a creerle que seis fantasmas turísticos lo habían violado y hacerle todo lo que le hicieron hasta tirarlo fuera? Quizá sí abusaron de él y si lo drogaron y su mente creó todo ese escenario.
Solo esperaba no vuelva a ocurrir.
Solo espera no volver a sentir ese frío infernal en su piel.
Solo esperaba huir de ahí.
— ... Y entonces, esos son los fantasmas de la ópera.
Johhny abrió los labios entre sorpresa y asombro, Jaehyun quiso darle un beso pero temió que Dejun lo viera y se enojara.
— El mejor día para terminar unas vacaciones, ¿No, John?
— ¿Bromeas? Te he dicho lo sexy que te vez hablando sobre algo que no sé, y créeme, sé muchas cosas.
Su pareja lo tomó de la cintura e hizo darle un largo beso que se permitió disfrutar, tan adictivo con ese sabor amargo a café. Deslizó su lengua por los labios de John y pidió perdón no solo a Dejun sino a los otros seis.
— You taste like coffee.
John rio entre sus labios, aunque la sonrisa desapareció. — Oye, ahora que seremos una familia, creo que hay algo que tengo que decirte, quizá se mezcle entre lo ético profesional o lo personal, pero, te amo.
— ¿Qué pasó? — Preguntó tomando su vaso de café mientras miraba a sus preciados fantasmas nuevamente pidiendo perdón.
— Los padres de Jisung, lo dieron de baja. Se va de China.
— Llevan casi diez meses de relación. — Jaehyun dijo tranquilamente. — Pero no los he visto hablar desde hace varios meses. Todo indica que terminaron y no le ha dicho Chenle o ni siquiera lo han hecho oficial. Mi pobre hijo, no merece que le rompan el corazón.
— Nadie lo merece, amor. Las calificaciones de Chenle han bajado un poco, no tanto como las de Jisung pero se nota que hay algo mal entre ellos.
— Hay que esperar si Chenle dice algo, sino, supongo que tendré que hablar con él.
Chenle estaba triste, su primer amor terminaba de esa manera, una larga amistad y una pésima y rota relación. Mark era su único soporte, agradecía que Mark estuviera para él. Pensó que el mayor sería más cercano a Jisung pero al parecer se había equivocado.
— Se fue, Mark, yo... No le hice nada, siempre le pregunté que pasaba y no respondía... Yo lo amo tanto.
— Lo sé, pero, Jisung cambió desde ese... Accidente. No puedes culparlo por estar asustado. No busques tiempo, Chenle. Busca una salvación para ti mismo. Solo para tí.
El amor es solo un espejismo que los brinda la vida, es una vaga distracción tan grande que nos cega ante verdaderos propósitos y gustos.
Todo estará bien.
El amor es un espejismo.
¿Te has dado cuenta lo estúpido que puede sonar una persona enamorada? Pierde el tiempo, habla de cosas sin sentido, pierde dinero, amistades. Se pierde a sí misma.
Cuando amas quieres dar todo por él o por ella. Quieres verte bien para hacerte sentir segura.
Quieres darle cosas caras porque crees que lo merece o quizá porque tienes miedo que te dejen.
El amor es dolor, es una obsesión por no perder algo. Desde que empiezas a amar buscas la manera de que todo salga bien. Porque esa ingenuidad sigue ahí.
Esa que te recuerda que todo puede terminar convertido en lágrimas y sangre. De lo que una vez fue amor y felicidad.
El amor, rompe, duele y te persigue por siempre.
Las almas en pena y las que apenas descubren el mundo, son concientes de ello, quieren sentir algo que saben que al final les va a doler más de lo que gozaron.
El amor es dolor.
El amor es muerte.
El amor es sufrimiento.
El amor es odio.
El amor es trabajo.
El amor es cansancio.
Si amas algo, solo déjalo ir.
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