Capítulo 50: Lucidez Terminal
27 de Marzo de 2021 11:00 am, Chicago, Estados Unidos.
Aysel Ferrara Ávila.
Dejaron la Ciudad de México en un vuelo a Chicago, Estados Unidos, donde se encontraba una de las propiedades de Velazco que acostumbraba frecuentar cada vez que los problemas en sus negocios aumentaban. Lilith dejó a Honey con Dmitry y se despidió de él antes de ir a su casa para prepararse para el viaje, empacó todo lo que pudo teniendo en cuenta que después del enfrentamiento con Victoria tendrían que huir por un tiempo.
Resignada ante esa idea, Aysel se despidió de su familia y sus amigos cercanos con la promesa de que volvería en cuanto todo regresara a la normalidad y fuera seguro tanto para ellos como para Ferrara. La chica de igual manera llevó consigo el suficiente equipaje para un largo tiempo fuera de casa y guardó sus pertenecías más significativas, dentro de las que destacaban varios regalos de su prometida, en una caja la cual dejó en el maletero de su Maserati. El auto se quedó estacionado en una pensión, pues antes de irse había tenido conflictos con el casero del edificio.
La llegada a Chicago no fue nada espectacular, al contrario, llegaron en calidad de turistas y fueron recogidos por Steven en el aeropuerto. Él les proporcionó una propiedad en la que se pusieron cómodos e instalaron un pequeño centro de mando con todo lo necesario para que Lorena e Inés pudieran guiarlas. Todavía faltaban minúsculos detalles que ajustar, sin embargo, Romanov la distrajo proponiendo que salieran y aprovecharan el tiempo libre que les quedaba.
La manera cariñosa e incluso tímida con la que Lilith le pidió salir, la llevó a aceptar de inmediato. Le parecía lindo el comportamiento de su prometida y no pudo negarse ante esa sonrisa inocente y su mirada ilusionada. Así fue como terminaron vagando con la ciudad, o eso creyó Ferrara, pues Romanov tenía todo más que planeado.
La pelinegra la llevó hasta Eli's Cheescake, un local conocido en Chicago por el mismo postre que le daba nombre y que deleitaba a cualquier paladar por lo delicioso que era. Romanov sabía que el Cheesecake era su postre favorito, por lo que investigó para llevarla a comer uno al que era considerado el mejor de la ciudad.
—Esto me recuerda a cuando estábamos en la etapa preliminar de salir, cuando recién nos conocíamos —habló Aysel con una sonrisa producto de los primeros bocados del postre frente a ella—. Recuerdo vagamente decirte que este era mi postre favorito, al día siguiente tú apareciste con uno entero cuando me recogiste de la Universidad.
—Quería sorprenderte —contestó Lilith con una sonrisa—. Me gusta ver tu expresión cuando disfrutas de algo y que yo pueda ser la causa de ese algo me hace mucho más feliz.
Aysel casi se ahoga al escuchar eso. A pesar de que los comentarios de Lilith de esa índole se volvían mucho más frecuentes, ella no lograba acostumbrarse a esa faceta linda de su prometida. Romanov se divertía con sus reacciones y también gozaba de sus ataques cariñosos esporádicos.
Después de terminar de comer, se dirigieron a otra parte de Chicago, más específicamente a Wabash Arts Corredor, un espacio urbano dónde se encontraba una colección de murales de los artistas callejeros más famosos e influyentes del mundo. Aysel se volvió la fotógrafa personal de Lilith, quería guardar algunos recuerdos de su prometida en el sitio y con lo bien que veía su prometida siempre, le fue imposible no tomar más de una foto. Se unió a ella en un par de fotos, pues deseaba hacer un álbum de fotos nuevas ahora que volvieron a estar juntas, así podrían mostrárselo a sus hijos, claro, cuando los adoptaran.
Pasar varias horas de un lado para otro, abrió su apetito. Optaron por un sándwich de res italiana en Al's Italian Beef que les quedó de paso cuando se dirigieron hacia la propiedad donde se estaban quedando. Tomaron un breve momento para degustar del sándwich mientras conversaban sobre muchos temas que no podían estar más alejados de su misión en Chicago. Romanov revisó las decenas de fotos que Ferrara tomó, contemplándose a sí misma en la mayoría.
—¿Crees que debería de volver al rubio? —preguntó Lilith—. Me apetece un cambio.
—De cualquier forma te ves preciosa —contestó Aysel—. Pero cada vez que vuelves al rubio es simplemente increíble.
—¿Te gusto más rubia que pelinegra? —Lilith la miró de forma coqueta—. ¿Es un fetiche?
—Adoro todos tus looks —admitió Ferrara sinceramente—. Pero Lilith rubia, me puede.
Romanov soltó una risa. Se aproximó a ella tomando su rostro mientras la miraba a los ojos. La cercanía le permitió a la castaña observar con detenimiento la perfecta piel de Lilith, sus atractivos labios y sus pupilas dilatadas, ella era preciosa en todos los sentidos, tanto que agitó su corazón la sola imagen idílica que tenía enfrente. Incluso si Lilith permanecía seria, seguía siendo preciosa. Los tatuajes ubicados en su rostro la hacían resaltar mucho más sus ojos apagados cuyo caos y belleza la cautivó desde que la conoció.
—El cambio que más espero en nuestras vidas, es aquel en el que pueda despertar junto a ti y llamarte mi esposa —pronunció Ferrara embelesada con el encanto de su prometida.
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27 de Marzo de 2021 1:50 pm, Chicago, Estados Unidos.
Lilith Romanov Verro.
Su recorrido continuó. Romanov estaba encantada con la idea de poder estar a solas con Ferrara después de haber pasado los últimos días de un lado para otro haciendo todo tipo de preparativos, calculando cada bala y temiendo por cada escenario que las llegara a desfavorecer. Tenía miedo, pero no de ese que te hace que te congeles a esperar lo peor, más bien, del que te hace armarte de valor para ir de frente contra todo lo que alguna vez temiste. Un miedo que te hace afrontar tus otros miedos, algo bastante curioso.
Romanov seguía a su prometida por las muchas tiendas de Magnificent Mile, pero su interés no estaba enfocado en los grandes almacenes, tiendas de lujo, restaurantes, edificios históricos y logros arquitectónicos. En realidad, estaba concentrada en despejar su mente y disfrutar de Ferrara todo lo que pudiera, ese fue el motivo principal que la llevó a proponer y planear una cita como esa.
La alegría de contemplar juntas las argollas de matrimonio opacó a cualquier otra emoción que pudiera estar sintiendo. Ese simple acto limpió la amargura del temor dejando una delicada y dulce sensación en su corazón. Revisaron varios modelos en Tiffany & Co. Fantaseando cuando llegara el momento de su boda, para entonces, querían estar libres de toda presión en sus vidas y disfrutar del momento tanto como pudieran.
Aunque no se decidieron por alguno en particular, esa visita sirvió para recabar ideas y establecer qué era lo que querían y lo que no para sus futuras argollas de matrimonio.
Para finalizar con su largo y agradable día, tomaron un paseo recorriendo la orilla sur del río de Chicago a través de The Riverwalk, un espacio dónde se podían encontrar restaurantes, bares y museos a los que se sumaban empresas que ofrecían recorridos en barca por el río. Era un gran espacio para disfrutar de las vistas del río y de los rascacielos cercanos. No había necesidad de correr o ir contra el tiempo, únicamente de disfrutar de la compañía de la otra sin más preocupaciones.
—¿Cómo crees que seremos en unos años? —cuestionó Aysel caminando tomada de su brazo.
—¿A qué viene esa pregunta? —preguntó Romanov extrañada por la forma en que Ferrara cambió de tema.
—A que me puse a pensar en el futuro, es seguro que te quiero en mi futuro y por eso me preguntaba como es que nos visualizas en un futuro —explicó la castaña calmada.
—Honestamente —Lilith meditó sus palabras antes de responder— quiero seguir trabajando en mi estudio, tal vez podría abrir un par más. Definitivamente, quiero despertar todos los días junto a mi linda esposa, llevar a nuestra pequeña hija al colegio y luego ir a trabajar en el estudio para después pasar el resto de la tarde disfrutando de mi familia y de Honey.
—Ah, entonces ya nos visualizaste con una hija —comentó Aysel con una sonrisa.
—Es mi sueño —habló Lilith—. Creo que siempre lo ha sido.
—Yo creo que serás una buena madre, fuera de lo convencional, pero muy buena —Ferrara tomó su mano y besó el dorso de esta—. Y me sentiré afortunada de poder estar ahí cuando llegue ese momento de nuestras vidas.
—¿Qué piensas hacer tú? —preguntó Lilith—. ¿Vas a cumplirme mi fetiche de convertirte en profesora?
Aysel soltó una carcajada.
—Sí. Quiero comenzar a trabajar como profesora aparte de ayudar a mi madre con el negocio familiar. Estoy decidida a llevar una vida más relajada y dedicarme a nuestra familia —contestó—. Estaré muy presente para ti y para nuestra hija.
—De acuerdo, pero tú le ayudas a la niña con la tarea que no tenga que ver con manualidades, de esa me encargo yo —habló Romanov muy despreocupada.
—¿Por qué a mí me toca la que no es de artes?
—Cariño, no tengo ninguna duda de que eras la inteligente del salón, recuerda que te conocí cuando estabas estudiando tu primera maestría. Obviamente, voy a aprovechar tu potencial en beneficio de nuestra hija.
Imaginar a su prometida, futura esposa, en una faceta más maternal y protectora, no era para nada difícil. Aysel era una persona muy hogareña, sus actos siempre estaban dirigidos hacia el cuidado, la atención y el cariño de otros y de sí misma por lo que Ferrara como madre de sus hijos era un buen partido.
Lilith miró a Aysel detenidamente mientras seguían avanzando a un ritmo moderado. Sus ojos claros reflejaban parte de la belleza del cielo y su pelo castaño brillaba intensamente bajo el sol haciendo lucir un par de tonos más claros de lo que realmente era. Sus facciones estaban marcadas y la hacían lucir considerablemente atractiva, sobre todo cuando sonreía, porque desprendía una calidez auténtica.
—Te amo —pronunció Lilith solo porque le nació hacerlo—. Mi preciosa Luna.
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28 de Marzo de 2021 1:11 am, Chicago, Estados Unidos.
Aysel Ferrara Ávila.
Despertó después de una pequeña siesta tras hacer el amor un par de veces con Lilith. Romanov acabó con sus energías y con sus ganas para posteriormente descansar plácidamente junto a ella, abrazada a su torso luciendo como la criatura más inofensiva de todo el planeta. Ferrara dejó un beso en su frente, cubrió su desnudez y se levantó de la cama para dirigirse al cuarto de baño. Encendió la luz para poder apreciar en el espejo su rostro y las marcas rojizas que su prometida dejó sobre su cuello y pecho.
A pesar de que estaba cansada, se sentía demasiado inquieta como para dormir, por lo que lavó su rostro y se vistió con lo primero que encontró. Sentada en la sala contigua a la habitación donde Romanov dormía tranquilamente, Aysel optó por escribir una carta para vaciar los pensamientos presentes en su cabeza mientras esperaba que el cansancio volviera a ella con mucha más intensidad para ir a dormir con Lilith.
Aysel revisó la galería de su celular entrando las fotos de su cita, cada una le sacaba una sonrisa y llenaba su corazón de orgullo al saberse feliz con Lilith. La inspiración fluyó a través de ella y bajo la luz amarillenta de la lámpara del escritorio de la habitación, comenzó a escribir sobre la libreta que encontró empuñando un bolígrafo de tinta negra que había sido regalo de su madre.
Me encuentro tan nerviosa como pensativa en este instante, donde toda posibilidad significa una ventaja o una desventaja que puede jugar a mi favor o en contra.
A lo largo de este último año mi vida cambió radicalmente tras estancarse en un ciclo de malos hábitos e inseguridad del que pensé que no saldría. Cuatro estaciones han pasado y con ellas una serie de acontecimientos que apenas estoy asociando.
Ella regresó a mi vida o tal vez yo a la suya, mi camino retornó al suyo y pude volver a contemplar sus preciosos ojos y a besar sus tentadores labios. Sobra decir que soy afortunada por estar con ella, porque Lilith ha sido y siempre será uno de los privilegios más grandes de este mundo. Amarla es un placer y recibir su amor es una dicha de la que tengo la fortuna de gozar.
Al fin comprendí que el sufrimiento no es una carga que nos acongoja continuamente, es mucho más que eso. Es una forma de apreciar lo que tenemos y lo que hemos perdido desde una perspectiva amarga que puede volverse dulce.
Ella fue mi gran sufrimiento, porque todos estos años estuve buscándola en lugares, personas y sensaciones tratando de igualar aunque sea una mínima parte de la infinita fascinación que me ha hecho sentir, como si fuera la respuesta a todas las preguntas de mi mundo.
Sufrí y sané por ella, porque sangrar es parte de crecer y eso a su vez es parte de vivir. Lilith, mi eterna musa, es y será permanentemente mi dulce sufrimiento.
La emotividad quedó plasmada en el papel. En su pecho tenía una rara sensación y en su mano un pulso inestable. Dejó el bolígrafo al lado de la libreta y se recargó en su asiento soltando un largo suspiro. Volteó a ver la pantalla de su celular, enfocándose en la fotografía de ellas dos frente al arte urbano que visitaron por la tarde. A sus espaldas, algo llamó su atención.
—Souffrance —pronunció con una sonrisa por la coincidencia del significado de la palabra con lo que momentos antes escribió—. Es un buen título para una carta.
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28 de Marzo de 2021 11:00 am, Chicago, Estados Unidos.
Lilith Romanov Verro.
Abrió sus ojos encontrándose con la imagen de su prometida terminando de vestirse frente al espejo de la habitación. En su espalda se hallaban las marcas de la noche anterior, los rasguños rojizos podían apreciarse claramente en su piel al igual que el tatuaje en su columna que también había sido obra de Lilith.
—Qué linda forma de despertar —habló Romanov con un tono coqueto y ronco—. Aunque hubiera preferido ver un poco más de mi obra de anoche.
Aysel se acercó a ella con una sonrisa y el pelo todavía húmedo, pues acababa de tomar una ducha. Le dio un beso en los labios antes de responder.
—No quería despertarte, te veías muy bonita —habló Ferrara.
—Bonita me veo encima de ti —respondió Lilith de forma coqueta—. ¿Por qué no vuelves a la cama y dormimos un rato más?
—Porque tenemos cosas que hacer, cariño —acompañó su respuesta con una caricia sobre su rostro—. Estamos a unas horas del resto de nuestras vidas.
—¿Cuándo todo termine podremos planear la boda? —preguntó Lilith con un tono emocionado mirándola con un brillo en los ojos.
—Sí, todo lo que tú quieras —afirmó su prometida con una expresión cariñosa—. Ve a vestirte, el equipo nos espera.
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Madelayne, Inés, Lorena y Matías ya estaban reunidos cuando llegaron. Ubicados alrededor de la mesa que tenía encima fotografías, planos y otros papeles relacionados con la propiedad de Velazco en Chicago y las personas que estarían custodiándola. La detective ya había sacado la información sobre su enemiga a la luz, por lo que Victoria ahora estaba recluida en el interior de su propiedad mientras su equipo intentaba lidiar con la crisis financiera y la inestabilidad que provocó el escándalo.
—Tiene una guardia entera custodiando el edificio en distintos puntos, los sistemas de seguridad están activados y Hugo está con ella —explicó Matías.
—La guardia es lo de menos —comentó Lilith.
—Pero está conformada por los mejores elementos de la organización —objetó Madelayne.
—Según Hugo —habló Lilith—. Su guardia personal cambió cuando Hugo comenzó a entrenar al personal. Estrada es un imbécil y les puedo asegurar que eso nos beneficia. Hay deficiencias en el entrenamiento, no están lo suficientemente capacitados para dar mucha pelea y como todos los elementos que la custodian los entrenó Hugo, va a ser menos complicado llegar a Velazco.
—¿Qué hay del sistema de seguridad? —preguntó Aysel.
—Puedo hacer que entren, pero no que salgan —respondió Lorena—. A lo mucho puedo conseguir una ventana de cuatro minutos para que entren, pero no puedo mantener el control por más allá de ese tiempo. Una vez adentro, tendrán que desactivar la fuente principal de energía para poder salir.
—¿Una bomba te sirve para eso? —cuestionó Madelayne.
—En teoría sí, cualquier cosa que lo haga dejar de funcionar, sirve —explicó Lorena.
—¿Por qué siempre quieres resolver todo con un explosivo? —habló Inés mirando a su hermana mayor con el ceño fruncido.
—Impulso destructivo —contestó con simpleza—. Lilith sabe de eso.
Romanov le dio la razón con un asentimiento. Con el panorama más claro, se concentraron en armar un plan que les sirviera para salir con vida de ahí o al menos intentarlo. Era momento de aprovechar sus habilidades individuales para dar un golpe en conjunto.
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28 de Marzo de 2021 3:00 pm, Chicago, Estados Unidos.
Colocaron la pulsera que les entregó Inés alrededor de sus muñecas. El aparato contaba con una pantalla que monitoreaba en todo momento sus signos vitales y a la vez transmitía su ubicación exacta a Lorena como precaución de último momento, que fue sugerencia de la más joven del equipo, Inés. Madelayne llevaba sobre su hombro una mochila con los explosivos que tendría que colocar y un arma de asalto al igual que el resto, con la suficiente munición para participar en un tiroteo y salir viva de él. Todo estaba listo, desde las armas, el plan y hasta ellos mismos.
Era innegable que sus pulsos estaban inestables y sus nervios en su nivel más alto, estaban acostumbrados a las balas y a la sangre con la inherente posibilidad de morir en cada momento, sin embargo, esta vez era muy diferente porque se enfrentaban a la persona por la que mataron y juraron lealtad.
Antes de que Lorena comenzara con el proceso para evadir el sistema de seguridad, Lilith tomó a su prometida del borde del chaleco antibalas y la acercó a ella para robarla un rápido beso.
—Te veré en las escaleras, ¿De acuerdo? —habló Romanov con toda la atención de Ferrara sobre ella—. Sobrevive hasta entonces.
—Por supuesto —respondió con una expresión seria—. También cuídate, no quiero quedarme viuda antes de casarme.
La pelinegra le regaló una sonrisa que desapareció al ser sustituida por una expresión fría. Lorena dio la indicación y ellos salieron de la camioneta de color oscuro en dirección a la puerta principal de la residencia de lujo. Una ventana de 4 minutos se abrió para ellos, tiempo que utilizaron bastante bien, pues apenas cruzaron la entrada cuando derribaron a los primeros elementos de seguridad sin darles la oportunidad de dar la alerta.
Matías y Aysel fueron juntos en lo que Madelayne y Lilith despejaban los tejados desde la planta baja con una puntería excepcional. Romanov no se equivocó cuando dijo que el entrenamiento tenía fallas, porque se hizo muy notorio que aquellos que conformaban la guardia de Victoria no tenían la mejor de las punterías y con dificultades ofrecieron una adecuada resistencia.
Uno a uno, los cuerpos de elementos tácticos fueron cayendo al suelo muertos. Las perforaciones de las balas llenaron las paredes y los muebles de maderas preciosas, la decoración se volvió un caos bañado en sangre que era la prueba misma de la venganza.
Veinte minutos pasaron despejando la primera planta, ahora que estaban dentro, ya no podían salir. Escuchaban vagamente la voz de Lorena e Inés a través de los audífonos de los comunicadores, pero el sonido era opacado por los continuos balazos que solo se detuvieron cuando se reunieron en la escalera principal. Ninguno poseía herida alguna más que un par de golpes, así que estaban en buenas condiciones para continuar.
—Okay, este es el plan —habló Lilith con la respiración agitada—. Mads y Matías van a ir al sótano a instalar las bombas en la central de energía mientras Aysel y yo vamos por Velazco y Estrada.
—¿No van a necesitar apoyo? Matamos a la mayoría, pero estoy segura de que los mejor preparados están custodiando a Velazco desde que ingresamos —dijo Matías preocupado.
—Estaremos bien. Ustedes encárguense de las bombas y detónenlas si no reciben la confirmación de que salimos en 35 minutos —respondió la pelinegra decidida—. Estén al pendiente de que nadie escape y váyanse después de detonar la segunda bomba, nosotras saldremos por nuestra cuenta.
Los hermanos acataron las órdenes de Lilith dividiéndose nuevamente, antes de marcharse, Mads metió una granada en el bolsillo de Aysel lo que la desconcertó un poco, pero la chica hizo un gesto de "por si acaso". Romanov y Ferrara recargaron sus armas antes de seguir avanzando. La castaña llevaba consigo los cuchillos que fueron regalo de su prometida, un par de cuchillas que podría lanzar y un cuchillo más largo además de llevar en todo momento el anillo que Lilith le dio en su cumpleaños. La pareja puso los anillos de compromiso en cadenas y los usó a forma de collar para no arriesgarse a dañarlos si tenían que pelear cuerpo a cuerpo.
—Cuando los encontremos, yo iré por Hugo, tú ve por Victoria —habló Lilith —. Tengo cuentas pendientes con él y hoy se las cobraré todas.
—De acuerdo —confirmó Ferrara—. Mantente cerca, nos pueden matar más fácilmente si nos alejamos.
—Sigue mi ritmo, Ferrara —le guiñó el ojo—. ¿Puedes?
Aysel asintió lista para seguirla hasta al fin del mundo si se lo pedía. Retomaron su andar y avanzaron por las escaleras hacia la siguiente planta. A primera vista se hallaba despejado, pero no iban a tomar ningún riesgo, por lo que caminaron cautelosamente por el pasillo registrando cada habitación conectada al pasillo para cerciorarse de que no había nadie en el interior. En una de ellas, encontraron tres personas aparentemente desarmadas que pretendían huir por una ventana, se trataba de un tipo robusto de dos metros en compañía de dos jóvenes, una chica y un chico que lucían como completos novatos, por lo que no les dispararon.
A punta de insultos y apuntándoles, los obligaron a salir del cuarto con las manos en alto, sin embargo, el hombre robusto no estaba dispuesto a dejarse intimidar por Romanov a quien reconoció a pesar de que ella no lograba ubicarlo. La golpeó en la cara mientras el par de jóvenes se abalanzaron sobre Aysel desarmándola.
Romanov se puso de pie primero evitando la patada que el hombre dirigió contra su cuerpo. Por su parte, Ferrara se liberó del chico y la chica cuando le disparó al chico con su pistola y golpeó a la joven que desesperadamente intentaba alcanzar alguna de las armas ubicadas en el suelo.
—Tú encárgate de la chica, yo voy por el grandulón —dijo Lilith limpiando la sangre de su nariz—. Hirió mucho mi ego cuando me tomó por sorpresa.
Ni siquiera le dio tiempo a Ferrara de responder porque ella ya se estaba dirigiendo hacia el tipo preparando su mejor puñetazo para devolvérselo en el rostro. Aysel no contaba con la presencia de una tercera persona que salió justo cuando se disponía a someter a la joven. Otro chico mucho más pequeño que el resto la golpeó en la cabeza haciéndola caer al suelo aturdida.
Romanov vivía su propia batalla en una lucha cuerpo a cuerpo con alguien que la superaba en altura, complexión y peso lo que hacía mucho más difícil para ella pelear con él. Por más que intentó noquearlo, el tipo no caía. En un descuido, él la sometió contra la pared rodeando con sus manos gruesas su cuello cortando el acceso de aire. La pelinegra pateó sus costillas para liberarse, pero no funcionó en lo absoluto.
Aysel, quien forcejeaba con el otro par, de reojo observó la escena, por lo que sacó una cuchilla de su pantalón y la lanzó directo al cuello del hombre logrando perforar una arteria. La sangre brotaba a chorros de su cuello, soltó a Lilith y cubrió su herida con sus manos en vano, pero la acción de Ferrara la hizo bajar la guardia recibiendo un par de golpes de sus oponentes. La joven la embistió tirándola al suelo y golpeándola continuamente, sumado a esto, el chico tomó el arma en el suelo y le apuntó con todas las intenciones de dispararle.
Ya repuesta, Lilith sacó la cuchilla del cuello del hombre muerto y corrió al rescate de su prometida que estaba teniendo muchos problemas. Sin dudar, la clavó en el pecho del chico y tomó a la mujer del pelo para estrellar su cabeza contra el suelo. Agarró el arma en el suelo y le disparó un par de veces acabando por fin con su vida.
—¿Necesitas ayuda? —dijo extendiendo su mano para ayudar a Ferrara a levantarse.
—¿Estás bien? —cuestionó la castaña tomando su mano para ponerse de pie. Observó con mucho más detenimiento el rostro herido de Lilith—. Sigues sangrando.
—Sí, no es nada —Lilith limpió la sangre de su nariz—. A ti casi te hacen mierda el rostro, pero lo apruebo, te ves sexy cuando estás lastimada.
—Hasta en las situaciones más complicadas dices cosas como esas —contestó Ferrara reponiéndose.
—Es para aligerar la tensión —dijo con simpleza—. Vamos, aún tenemos que llegar a Victoria y perdimos bastante tiempo luchando con esta escoria.
—¿Los reconoces?
—Sí. Bueno, al robusto de dos metros sí ahora que lo veo bien. Yo lo entrené —contestó recogiendo su arma del suelo—. No sé cómo sentirme al respecto, digo, hice un buen trabajo, pero eso casi me cuesta la vida.
Revisó el cargador y sus bolsillos, no encontró munición.
—Maldición, ¿Tienes balas? —preguntó la pelinegra.
—No para las armas largas, tendremos que dejarlas aquí —contestó Ferrara.
Sin más opción que continuar con sus pistolas, subieron por las escaleras hasta la planta superior. El pasillo era amplio y todas las puertas estaban selladas, ya que, a diferencia del resto de la decoración, eran de acero puro. Aysel recordaba el sitio en los planos del edificio, se trataba de un conjunto de bóvedas completamente selladas en cuyo interior se hallaban desde joyas hasta antigüedades cuyo valor sumaban bastantes millones de dólares.
La extensión de la planta se encontraba delimitada por dos muros de cristal al inicio y final del pasillo cuyos accesos eran limitados por una cerradura electrónica que Lorena pudo abrir desde el centro de mando. Sin embargo, a medio camino, un humo de color claro comenzó a salir de la ventilación del techo alertándolas, pues de igual manera la habitación se selló por completo. Corrieron hacia el otro extremo mientras se comunicaban con Lorena para pedirle que abriera la cerradura nuevamente, pero la comunicación empezó a fallar y la chica apenas si podía escucharlas.
Los efectos del humo se hicieron presentes durante los primeros segundos a pesar de que intentaron no respirarlo. Su vista se nubló y se marearon a tal punto en que les fue imposible sostenerse. El cristal las separaba de la habitación contigua, pero este no se rompió porque era antibalas.
Romanov lo pateó desesperada cayendo al suelo tras tambalearse. Aysel pensaba en una solución, era claro que disparar no les serviría y la comunicación con Lorena estaba fuera de línea. Metió la mano a su bolsillo al recordar la granada de Madelayne puso, ahora agradecía mucho el impulso destructivo de la chica.
Vació el cargador de su pistola en puntos estratégicos del cristal antes de retroceder con Lilith semi consciente y lanzar la granada cerca del cristal. El explosivo detonó rompiendo por completo el cristal que quedó hecho añicos en el suelo. Tambaleándose y con los efectos del humo todavía muy presentes, salieron de la habitación tropezando con los trozos de vidrio ubicados en el suelo.
—Debemos comunicarnos con Matías y Madelayne —habló Ferrara reponiendo de los efectos del gas.
—No hay tiempo, Velazco puede estar huyendo en este momento. No podemos esperar a contactarlos y verlos, tenemos que seguir —respondió Lilith—. Casi no tengo balas y tampoco tú, así que limitémonos a usarlas.
La pelinegra se enderezó todavía aturdida por el gas. Aysel le dio su arma a Lilith que la miró confundida por su acción.
—¿Qué haces?
—Tómala, así puedes aprovechar mejor la munición disponible y cubrirme. Yo puedo usar el cuchillo que me diste, soy mejor con eso —explicó.
Indecisa, Lilith la tomó mientras que su prometida sacó el cuchillo para empuñarlo de forma que pudiera atacar. Romanov tomó la delantera, la sala del final del pasillo era el destino, un cuarto bien protegido a prueba de sonido donde probablemente estarían Velazco y Hugo.
Entraron sin delicadeza, Lilith disparó a los guardias en su campo visual y dio inicio a un intercambio de disparos con Estrada quien se cubría detrás de uno de los muebles y salía de vez en cuando para devolver el fuego. Victoria no estaba a la vista, por lo que Aysel se acercó a uno de los cuerpos sin vida para tomar su arma y atacar de igual forma al rubio.
—¡Dejemos de jugar chicas! —gritó Hugo—. ¡Y comencemos a morir!
Romanov experimentó un mareo que la aturdió un momento provocando que se recargara sobre el muro. Su debilidad se hizo notoria a los ojos de su prometida, pero no pudo acercarse a ella por los continuos disparos de Hugo. Romanov jaló el gatillo una última vez logrando impactar en el brazo de su rival, eso le daría un instante para a ella reponerse y a su novia para recargar.
La mujer de mediana edad apareció a las espaldas de Ferrara sin que esta última se diera cuenta, Victoria empuñaba una daga con la que pretendía atacar a la castaña, pero no logró su cometido porque Lilith le lanzó lo primero que tuvo cerca al ya no tener balas suficientes para dispararle. Todo lo que pasó después fue tan rápido que nadie pudo procesarlo.
Aysel sometió a Velazco al mismo tiempo en que Hugo salió de su escondite sangrando para dispararles, pero Lilith lo desarmó y lo sostuvo contra el suelo impidiéndole que se moviera. La debilidad producto de los efectos del humo abandonó su cuerpo y la adrenalina la sustituyó. Ferrara agarró de la ropa a Velazco y la estrelló bruscamente contra la pared.
—Es un gusto poder verla de nuevo, señorita Ferrara —pronunció Velazco adolorida con una herida en la cabeza resultado del jarrón que Lilith le lanzó —. Me siento satisfecha al saber que tuve razón con ustedes dos, siempre fueron las traidoras que esperé.
—Tú nos traicionaste —dijo Aysel llena de rabia—. Les hiciste daño a los que amamos.
—Solo tomé las medidas necesarias a sus acciones y miren, aun así han logrado sorprenderme, vaya equipo —escupió Victoria con odio.
La castaña dio una fuerte bofetada que solo provocó una risa por parte de Velazco. La ira corría desenfrenada por la sangre de Aysel, cada músculo de su cuerpo se tensó, olvidó el dolor de sus heridas y los efectos de aturdimiento del humo que respiró minutos antes, cada aparte de ella estaba enfocada en su enemiga, la persona que la miraba burlándose de su enojo, de todas las emociones que manifestaba.
—Adelante, Aysel. Haz lo mismo que yo hice con tu padre. ¿Aún puedes recordar sus gritos acallados por la mordaza mientras se quemaba? Dime, ¿Cómo es que puedes conciliar el sueño en las noches con esas imágenes en tu cabeza —habló Victoria en un tono bajo cargado de veneno.
—Cállate —Ferrara dijo estrellándola nuevamente contra la pared, pero esta vez con más fuerza.
Romanov observaba la escena a unos paso de ellas, con Hugo contra el suelo completamente inmovilizado. Velazco estaba jugando con su prometida haciendo que recordara ese momento tan traumático y confirmando lo que ya sabían, que ella fue la culpable de todo. La mujer soltó una carcajada que terminó por irritar a la castaña que luchaba internamente por mantener el control sobre sí misma.
—Siempre quise tenerte frente a frente como ahora, Aysel. Desde que descubrí que me quitaste a mi mejor arma, deseé tener la oportunidad de hacerte daño y no sabes cómo disfruté hacerlo —confesó sonriendo.
Hugo se liberó del agarre de Lilith dislocándose un hombro. Romanov no tuvo la oportunidad de reaccionar porque Estrada sacó una máquina de descargas eléctricas e hizo contacto con ella provocando que se aturdiera hasta casi desmayarse. Aysel volteó al escuchar el grito de dolor de Lilith, al hacerlo, Victoria aprovechó para tomar la cuchilla de su pantalón y colocarla en el cuello de la chica de cabello corto impidiendo que se moviera.
—Quieta. Si das un paso más vas a cortarte y quiero que veas algo primero —susurró Victoria cerca de su oído—. Hugo, despierta a nuestra querida Lilith.
—Con gusto —en los labios de Estrada se dibujó una sonrisa sádica. Sostuvo el cuerpo de Lilith por detrás, encendió la máquina y le propinó otra descarga que hizo a la pelinegra despertara adolorida sin la capacidad de defenderse.
Aysel quiso acercarse, pero Velazco se lo impidió haciendo presión en su cuello con la cuchilla. Quería acercarse y matar a Hugo para que dejara de torturarla, no soportaba ver la forma en que él jugaba con la máquina colocando sobre su cuerpo por momentos solo para provocarle más dolor, obligando a presenciar sus muecas de dolor y los espasmos de su cuerpo resultado de la tortura. Lilith no podía defenderse, no tenía la fuerza para hacerlo y Hugo estaba aprovechándose de eso.
—Mírala. ¿No es hermoso su sufrimiento? Apuesto a que deseas salvarla y matarnos a los dos de la peor forma para vengarte de su dolor porque la amas y eso te hace débil. Mi arma se volvió tu debilidad y con estúpidos sentimientos lograste quitarme su lealtad —la voz de Velazco estaba cargada de desprecio, pero Aysel estaba completamente enfocada en la imagen debilitada de su prometida—. Ella y tú van a pagar por lo que hicieron. Recuerda, Aysel. Los errores se pagan con la ruina y la traición con la muerte.
—Déjala a ella y mátame a mí —pronunció Ferrara con sus ojos cristalizados—. Mi vida a cambio de la suya.
—Oh, querida. Tus intenciones son nobles, pero todavía no lo entiendes —Velazco hizo más presión con el filo de la cuchilla sobre su cuello—. Incluso si solo te mato a ti, también habré matado una parte de ella, pero no puedo permitirme algo como eso después de todo el desastre que me causaron. Hugo, continua.
El nombrado volvió a torturar a Lilith dejando que la máquina hiciera contacto con su cuerpo durante más tiempo. Romanov se retorció de dolor y gritó fuerte, su cuerpo estaba sufriendo tanto como ella y aunque intentaba zafarse del agarre de Estrada, no lo conseguía. Sus ojos hicieron contacto por un par de segundos, en ellos vio reflejado el temor, la profunda preocupación de la mujer que amaba suplicando que todo terminara.
Eso bastó para que Aysel mandara todo a la mierda, desplegara la navaja de su anillo, se liberara del agarre de la mujer y en un rápido movimiento cortara su rostro con la navaja ganando tiempo para correr hacia Hugo y su prometida.
Empujó al chico con tal fuerza que el impacto contra el suelo se escuchó en toda la habitación. Con Hugo aturdido debajo de ella, empezó a golpearlo con su diestra con tal ira que no pudo ni siquiera defenderse. Uno tras otro, los puñetazos impactaban en su rostro lastimándolo mucho más por el anillo que Ferrara estaba usando con la navaja desplegada.
Paró al darse cuenta de que ya no se movía. Su mano estaba cubierta de sangre que en su mayoría no era suya. La navaja también la hirió a pesar de que no era capaz de sentir el ardor de esas heridas, lo único en lo que pensaba era en Lilith. Nada importaba más que ella.
Romanov abrió los ojos adolorida contemplando la imagen borrosa de la castaña aproximándose. A pesar de que no podía distinguirla con claridad, notó la sangre en su mano y el cuerpo de Hugo a su lado. Lilith pronunció su nombre en un tono bajo suplicando que se acercara, pero Aysel se detuvo en seco, bajó la vista lentamente hacia su abdomen y luego dirigió su vista al frente para encarar a Velazco. Ella sonreía victoriosa contemplando su acto. Clavada en el abdomen de Ferrara, se hallaba la daga con la que inicialmente intentó matarla. Su lanzamiento había sido certero haciendo que su ropa se empapara de sangre y ella cayera de rodillas al suelo, a tan solo unos pasos del amor de su vida.
Ferrara llevó su mano izquierda a su herida palpando la humedad de su sangre y el filo de la daga clavada en su torso. Lilith se arrastró adolorida por el suelo con el pánico llenándola, su cuerpo dolía y su vista estaba borrosa, pero nada le impediría llegar hasta Ferrara. La mirada de su prometida reflejó su miedo y su amor, una combinación que solo se podía traducir en sacrificio. A ninguna le importó que Velazco huyera, únicamente querían acortar la distancia que las separaba con la sensación de que la muerte las acechaba.
Aysel no se movió, permaneció con una rodilla en el suelo viendo a Lilith mientras hacía presión en su herida. Su pecho subía y bajaba a un ritmo calmado al mismo tiempo en que su cuerpo temblaba, tal vez por el sufrimiento que la lesión le provocaba o por el miedo que sentía al saberse cerca de la muerte. Los ojos de Romanov se llenaron de lágrimas, la desesperación hizo que sus manos temblaran y las palabras salieran inestables de sus labios por fin estuvo frente a ella.
—Vas a estar bien, resiste —pronunció entre sollozos haciendo presión sobre la lesión—. Resiste, por favor. Vamos a salir de esto, solo tienes que resistir.
Por más que quisiera, Lilith no podía detener una hemorragia y tampoco el tiempo que se acortaba a cada segundo. Trató de comunicarse con Lorena a través del comunicador, pero lo único que escuchó fue interferencia, vacía y agonizante.
—Mírame —habló Aysel sosteniendo su mentón para que sus miradas se encontraran.
Romanov miró sus ojos claros, aquellos que siempre la veían con un brillo especial que se negaba a desaparecer incluso ahora que la muerte se asomaba en ellos. Acarició su rostro con su diestra limpiando con su pulgar las lágrimas de su rostro, su tacto era suave y frío pero todavía cariñoso
De fondo, el sonido de las sirenas comenzó a percibirse con intensidad anunciando su proximidad. Lilith miró la pulsera que monitoreaba los signos vitales de su prometida, su ritmo cardiaco disminuía de a poco en la pantalla dañada del dispositivo, definiendo sus últimos instantes, sin embargo, Aysel no quería que viera eso, por lo que hizo que la mirara únicamente a ella.
—Lilith —su nombre salió de sus labios como un suspiro.
Romanov no sabía qué hacer aunque se esforzaba por buscar una solución sin dejar de hacer presión sobre la herida de su prometida, quería detener el flujo de la sangre, quería que ella estuviera bien, pero no podía hacer nada. Su llanto fluyó sin que pudiera detenerlo al igual que no podía detener a la muerte.
—Lilith —pronunció Aysel con dificultad sacándola de su sufrimiento un instante—. Lilith, amor.
Su mirada cristalizada, temerosa, pero aun así tranquila, llena del amor que siempre le tuvo intentaba en vano transmitirle calma. Los sollozos de Romanov aumentaron.
—Escúchame, porque no tengo mucho tiempo —habló Ferrara con la voz quebrada
—No digas eso —contestó con un nudo en la garganta—. No me dejes, lo prometiste, dijiste que íbamos a estar juntas siempre, que nunca dejarías de amarme.
Su voz rompió el corazón de Aysel que dejó escapar una lágrima que cruzó su rostro. Lilith la abrazó como si eso impidiera que su vida no se desvaneciera.
—¿Recuerdas cuando hablamos del plazo de diez años mientras estábamos drogadas? —susurró cerca de su oído.
—Aysel, por favor —suplicó Romanov sollozando—. No te vayas.
—Esa noche te dije que siempre retornaría a ti porque eras mi hogar —Aysel sonrió triste—. Soy afortunada por morir teniendo a mi hogar cerca. Fui afortunada por haberte conocido y haberte amado como lo hice.
Se separó de ella para contemplar su rostro. Una punzada atravesó el corazón de Lilith al escucharla. Aysel hizo una pequeña pausa para recuperar el aliento y reunir la fuerza para seguir hablando.
—Pero lo soy más porque tú también me amaste y eso es algo que nada ni nadie me va a quitar —acarició su mejilla con delicadeza con su último esfuerzo. Lilith colocó su mano sobre la suya para que no se apartara—. Voy a buscarte en mi próxima vida, Lilith. Voy a regresar a ti, lo prometo.
—No, no me dejes, por favor —habló desesperada entre lágrimas—. Amor, no me hagas esto. Por favor, no te vayas.
Lilith la ayudó al recostarse sobre el suelo cuando notó que su cuerpo perdió fuerza. Ferrara le sonrió triste saboreando el final de su vida lamentando que el amor de su vida tuviera que verlo.
—Tienes que irte, tú aún puedes salvarte, mi cielo —Aysel rompió en llanto—. Tu rostro y tu amor serán mi última memoria y consuelo de mi final. Lilith, te amo y te amaré siempre, mi dulce sufrimiento...
Las súplicas de la desesperada pelinegra no pudieron evitar que el corazón de Aysel se detuviera, así lo indicó la pantalla dañada de la pulsera en su mano que anunciaba su muerte. Sus ojos claros que la reflejaban se cerraron con su imagen como último recuerdo y recibió una caricia de su parte que la despedía. Ferrara se había ido, el amor de su vida murió entre sus brazos profesando hasta morir su amor por ella. Con el alma doliente como nunca, completamente destrozada, Lilith la abrazó contra su pecho llorando y gritando desconsolada.
—No te vayas —dijo ahogándose con su llanto—. Mi preciosa, Luna. No me dejes.
¿Por qué no pudo salvarla? ¿Por qué la vida le arrebataba otra vez lo que más quería? ¿Por qué jamás podía ser feliz?. Lilith buscaba una respuesta a esa preguntas con el cuerpo de Aysel entre sus brazos. La primera detonación se escuchó de fondo advirtiendo que la destrucción acordada estaba dando inicio. El tiempo se estaba agotando, pero Lilith ya no tenía ni la fuerza ni las ganas de salir de ahí para salvarse.
Miró a su alrededor admirando el caos del que fue protagonista al igual que Aysel, Hugo ya no estaba, Victoria tampoco, solo quedaban los destrozos de una lucha que ahora se sentía en vano y un anhelo de una vida que ambas soñaron tener.
Con la poca cordura que le quedaba, buscó entre su ropa y la de su prometida, los collares con los anillos de compromiso. Los quitó de las cadenas y los admiró en su mano, la promesa de un amor inconcluso estaba ahí, en dos joyas que a sus ojos perdieron su brillo cuando Ferrara dejó este mundo. Llena de melancolía, le colocó el anillo a Aysel y se puso el suyo para juntar sus manos y las joyas por última vez. La abrazó con fuerza y dejó un beso sobre su frente antes de hablarte.
—En mi próxima vida te encontraré mucho antes, así ninguna tendrá que sufrir tanto —susurró sollozando—. Espérame, Aysel. Prometo que no tardaré demasiado y podremos estar juntas... Espérame y seremos felices.
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30 de Marzo de 2021 9:29 am, Chicago, Estados Unidos.
Dmitry Kozlov.
Aysel y Lilith desaparecieron junto a su equipo durante un par de días, o eso creyó Kozlov hasta que recibió una llamada el día anterior de la policía de Chicago solicitando su presencia inmediata en la ciudad para reconocer uno de los dos cuerpos encontrados dentro de la propiedad de una criminal buscada, que se convirtió en el interés principal de la policía después de que sus secretos salieran a la luz.
Marco recibió la misma llamada y los dos emprendieron de inmediato el viaje hacia Estados Unidos con la esperanza de que aquellos cuerpos sin identificar no fueran ellas.
La policía los puso al tanto de la situación, posterior a un conflicto armado dentro de la exclusiva propiedad, tuvo lugar una aparatosa explosión que quemó todo con tres detonaciones, la primera desde el sótano y otras dos en las siguientes plantas, sin embargo, fue en la última de ellas dónde encontraron varios cuerpos, cuatro de ellos de criminales armados y dos sin identificar qué permanecieron juntos, uno esperando la muerte y otro ya sin vida.
Dmitry creyó que jamás tendría que usar la prueba de ADN que le dio Lilith, pero estaba muy equivocado. Por su parte, Marco, el hermano de Aysel también dio una prueba de ADN para reconocer a su hermana. Antes de recibir los resultados, los dejaron pasar a la sala de autopsias para que vieran los dos cuerpos e intentan reconocerlos a simple vista, pero era una labor imposible, principalmente porque se hallaban quemados por completo, prácticamente en los huesos.
Las medidas, complexiones y estimaciones de edades coincidían, pero no fue hasta que recibieron los resultados hasta que concluyeron que eran ellas. Con la hoja frente a sus ojos, Dmitry soltó las primeras lágrimas al igual que Marco que no tardó en llorar amargamente cubriendo su rostro. Eran ellas, Lilith y Aysel estaban muertas.
Herido, con el pecho doliendo y un nudo en la garganta, Dmitry abrazó a Marco en busca de consolarlo y encontrar en ello un poco de consuelo para sí mismo. Ninguno de los dos podía creerlo, dos personas importantes para ellos se habían ido, fallecieron de la peor manera y la misión por la que sacrificaron tanto había sido en vano.
Ellos tendrían que ser los mensajeros de las malas noticias y anunciar a sus seres queridos que Aysel Ferrara Ávila y Lilith Romanov Verro perecieron.
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01 de Abril de 2021 6:06 pm, Ciudad de México.
Marco Ferrara Ávila.
Cruzó las puertas de la casa de su madre con la mirada perdida, los ojos hinchados, por tanto llorar y una pena sobre sus hombros. Ana María lo esperaba en el interior de la casa junto a Julio, quien estuvo al pendiente de ella mientras él viajó a Chicago con Dmitry.
Ferrara no tuvo el valor para decirlo por teléfono, mucho menos para pronunciarlo en voz alta, pero eso era algo que tendría que resolver en ese preciso instante pues, Ana María tenía que saber los resultados de las pruebas de ADN para confirmar si los cuerpos que la policía encontró eran de su hija y su nuera.
Julio temió lo peor cuando lo vio caminar hacia ellos con esa expresión demacrada y dolida en su rostro. Puso su mano en el hombro de su suegra para transmitirle su apoyo y darle fuerza. Marco llegó hasta el recibidor con la vista gacha y arrodilló ante su madre sobre el suelo de madera. Tomó sus manos con delicadeza y conectó sus ojos llorosos con los expectantes de Ana María.
—Son ellas —pronunció con la voz inestable—. Aysel y Lilith murieron, mamá.
Escuchar aquello fue como un duro golpe para la mujer, palideció, un escalofrío recorrió su cuerpo, su sangre se heló y ella permaneció inerte sin saber qué responder. No podía creerlo, en su cabeza la muerte de su hija y su nuera sonaban como algo irreal que no podía haber pasado, pero era verdad, Aysel, su amada hija que lo dio todo por la familia, estaba muerta, al igual que su adorada nuera a quien quería como una hija.
Sollozando, Ana María repitió varias veces que eso no podía ser cierto, ellas no podían estar muertas, tenía que haber un error. Pero no existía tal error, esa era la pura verdad. Desconsolada, abrazó a su hijo y lloró amargamente entre sus brazos mientras eran observados por Julio que de igual manera estaba estupefacto ante la revelación.
El modelo se unió al abrazo por invitación de ambos cuando lo vieron llorar en silencio, víctima de la tristeza que la muerte de sus amigas lo hizo sentir. Ahora, en lugar de una boda tendrían que preparar un funeral.
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01 de Abril de 2021 6:36 pm, Ciudad de México.
Dmitry Kozlov.
Llegó a la casa de su prometida tras llegar a la Ciudad de México. Para entonces los Romanov ya sabían sobre la muerte de su hija, era cruel pensar que esperaron tanto para reunirse con ella solo para volverla a perder esta vez sin la oportunidad de volver a verla, pues la muerte era algo que no tenía solución. Dmitry los informó por teléfono al igual que a Carina, por lo que la chica lo abrazó con fuerza en cuanto lo vio entrar a la residencia.
Robbins y él regresaron a la casa de Carina antes de recibir la llamada de la policía de Chicago, estaban gozando de la felicidad de estar de vuelta cuando una nueva pena se alzaba para opacar su regocijo. La modelo la abrazó fuerte, como si quisiera sanar su corazón dolido por la muerte de su mejor amiga que consideraba como su hermana. Para Carina era lo mismo, perder a Aysel significaba perder a su confidente y cómplice más grande.
Kozlov dejó salir un par de lágrimas encontrando consuelo en los brazos de su prometida. La mujer que consideraba como su hermana pequeña dejó este mundo. Robbins lloró amargamente sobre su pecho afianzándose a su cuerpo necesitando y ofreciendo calidez.
No hicieron falta palabras los siguientes minutos, la pareja comenzó a vivir su duelo juntos porque era mejor que vivirlo solos. Perdieron a personas que adoraban y los comprendían. El peso de su pena no era comparable con ninguna otra.
Después de más de una hora, Robbins se quedó dormida en el sofá. La chica lloró mucho más que él aunque su sufrimiento era igual. Dmitry se quedó observando a Boris y Honey juntos, recostados en el suelo sin muchos ánimos como si hubieran intuido lo que pasó. Se enfocó en la perrita que comenzó a llorar acercándose a él decaída, Dmitry la acarició con cariño y una sonrisa triste.
—Tus mamis murieron, pequeña —pronunció con la voz inestable—. Ahora están en un lugar mejor, juntas.
Sus propias palabras terminaron por destrozarlo y sumirlo en una amarga tristeza en la que solo pudo abrazar a la perrita y acariciarla.
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02 de Abril de 2021 5:46 pm, Ciudad de México.
Maya Gómez.
Cenizas, eso fue lo único que quedó de los departamentos de Ferrara y Romanov, las personas que llegó a conocer poco, pero que hicieron mucho por ella. No importaba si esas chicas no compartían su sentido de justicia y buenos principios, al luchar por sus intereses egoístas destaparon una red de injusticias ante los ojos del mundo, mismo acto que les costó la vida.
La noticia de sus muertes llegó a la detective a través de uno de sus colegas en Estados Unidos. La información que filtraron evidenció a Victoria Velazco Dávila y a todo aquel vinculado con ella causando una crisis económica y política en varios países debido a que los gobiernos estaban corrompidos al igual que sus entes económicos. Los aliados de Velazco fueron forzados a esconderse y huir mientras ella libraba una verdadera batalla contra Aysel y Lilith quienes desafortunadamente salieron perdiendo.
Las principales agencias internacionales estaban detrás de Velazco y su mano derecha, Hugo Estrada Silva mientras las familias de Romanov y Ferrara hacían los preparativos para sus funerales. Maya se lamentaba no haber podido ser de más ayuda para ellas y recorría las ruinas de sus residencias consumidas por el fuego en busca de algo que pudiera servirle para su investigación, pero en esa destrucción no había más que sus afectos personales, o más bien, lo que quedaba de ellos.
A su alrededor estaban las huellas de sus estilos de vida y privacidad, los lugares donde probablemente compartieron más de lo que Maya podría imaginar. La detective supo en cuanto las vio que algo más que su trabajo y lealtad las unía, hecho que confirmó al ver disimuladamente los anillos de compromiso en sus manos.
Aysel Ferrara Ávila y Lilith Romanov Verro eran un misterio que ya no podría ser descubierto porque se convirtieron en un trágico recuerdo que viviría por siempre en las mentes de sus seres queridos por quienes lo arriesgaron y dieron todo. Decidida a mostrar su respeto y admiración por las valientes chicas, optó por asistir al funeral para dar sus condolencias aunque nadie ahí pudiera reconocerla.
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03 de Abril de 2021 12:00 pm, Ciudad de México.
Marco Ferrara Ávila.
En menos de un mes estaba asistiendo nuevamente a un funeral, primero el de su padre y luego el de su hermana, la muerte parecía estar cobrando una a una las vidas de su familia. Flores blancas abundaban en el cementerio y muchas de ellas caían sobre los ataúdes oscuros con detalles plateados. Sus tumbas estaban juntas, tal como ellas en vida, una al lado de la otra, última voluntad de la pareja que desgraciadamente Dmitry y él conocieron muy bien.
Nuevamente volvía a ver los rostros de familiares y amigos reunidos usando prendas negras y expresiones serias cuando se acercaban a darle sus condolencias a su madre. Ana María estaba destrozada de la misma forma que los padres de Lilith, a quien Marco conoció ese día. Ellos fueron más discretos con su duelo y mantuvieron expresiones serias durante todo el rato, el señor Romanov puso una de sus manos sobre el hombro de su esposa transmitiéndole su apoyo. La verdad es que le sorprendía que ambos no hubieran protestado en lo absoluto al saber que el cuerpo de Lilith iba a ser enterrado en México, pero el chico no tenía cabeza para averiguar algo al respecto.
Ferrara no tenía idea de lo que pasó con el equipo, pero supuso que estaban ocultándose después de lo ocurrido. Las tensiones aumentaron y su seguridad privada estuvo mucho más al pendiente de ellos, ahora estaban bajo el mando de Kozlov. El chico ruso se mantenía cuerdo como ninguna otra persona, sobre sus hombros y los de Marco recaía la labor de proteger a la familia a cualquier costo. Por su parte, Robbins y Julio rendían homenaje a Aysel y Lilith depositando un ramo de flores blancas para cada una.
Un rostro desconocido llamó la atención del chico cuando apareció. El hombre bien vestido, de tez clara y cabello castaño se acercó a Ana María para dar su pésame y posteriormente caminó en su dirección. Marco no logró ubicarlo hasta que se presentó como un amigo y socio de Aysel cuyo nombre era Steven.
—Lamento mucho la muerte de Aysel y de su prometida, la señorita Romanov. Tuve la oportunidad de reunirme con ellas hace unos días y francamente la noticia me tomó por sorpresa —explicó Steven.
—¿Usted las vio? —cuestionó Marco desconcertado.
—Algo así. Durante su estancia en Chicago, fui yo quien les consiguió un lugar seguro dónde quedarse. Entre sus objetos personales encontré algo que me vi en la necesidad de traer hoy para dárselo a usted —respondió Steven sacando de su abrigo negro una carta y una nota que dejó en el bolsillo de Marco disimuladamente—. Es importante que lea, no en este momento ni en este lugar, pero tiene que leerlo.
—¿Qué es? —cuestionó Marco.
—Lo sabrá cuando lo lea. Por ahora, estaremos en contacto —Steven le proporcionó su contacto y después se alejó de él con naturalidad.
Marco tenía curiosidad por averiguar el contenido de los papeles que Steven dejó en su bolsillo, pero no pudo hacerlo porque una mujer de tez morena y cabello oscuro se acercó a él para darle sus condolencias y hablar. Ella se identificó como la agente federal y detective Maya Gómez, a cargo de la investigación de Victoria Velazco Dávila, la persona a la que Ferrara se enfrentó antes de morir.
Maya le explicó a grandes rasgos el papel de su padre como Hermes y la colaboración de Aysel y Lilith en la investigación.
—Permítame ofrecer la protección de la policía para usted y su familia. Es lo mínimo que puedo hacer por la memoria de la señorita Ferrara y la señorita Romanov —ofreció la agente.
—Creo que lo mejor que puede hacer por nosotros es mantenerse lejos. Ya que suficiente hemos sufrido —pronunció Marco con un tono frío—. Gracias por la oferta detective, pero la declinamos.
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03 de Abril de 2021 2:42 pm, Ciudad de México.
Dmitry Kozlov.
El chico no podía sacarse de la cabeza el rostro del tipo que se acercó a hablar con los Romanov y se marchó con ellos conversando justo después de hablar con Marco. Tenía curiosidad por él, ya que sabía perfectamente que no era amigo de Lilith aunque podía ser de Aysel. Carina y Kozlov se marcharon un par de horas después hacia su casa, para que la modelo descansara tras un largo día donde la emoción predominante fue la tristeza.
Su prometida se retiró a la habitación apenas pisaron la entrada y él estaba por hacer lo mismo si no hubiera sido porque su teléfono comenzó a sonar. Sacó el aparato y tomó la llamada de Marco.
—Dmitry, ¿Tú tienes los anillos de compromiso de Aysel y Lilith? —el chico sonó alarmado.
—No recuerdo que me los dieran a mí, pero déjame checar —contestó dirigiéndose hacia su auto dónde dejó las pertenecías del cuerpo de su mejor amiga—. ¿Por qué preguntas?
—Es que creo que algo pasó —Marco no fue capaz de explicar mucho—. Dime si encuentras los anillos.
Kozlov buscó en el interior de la caja entre las bolsas de evidencia que par de joyas las cuales no encontró por ningún lugar.
—No están —confirmó con el teléfono pegado a su oreja.
—No fueron enterradas con ellos, ¿Verdad? —preguntó para confirmar el otro chico.
—No que yo recuerde, ¿Por qué? —Dmitry estaba genuinamente confundido—. ¿Podrías explicarme por qué me estás preguntando todo esto? No estoy entendiendo nada.
—El tipo del funeral, el que se acercó a mí antes de irse con los padres de Lilith. Su nombre es Steven y era amigo de mi hermana. Él les consiguió un lugar seguro dónde quedarse cuando ellas y el equipo llegaron a Chicago.
—Okay, ¿Y eso que tiene que ver con los anillos? —Dmitry no entendía.
—Steven me entregó hoy una carta y una nota que no logro descifrar por la caligrafía y porque está escrita en otro idioma —explicó Marco a la carrera—. Dijo que tendría sentido cuando leyera la carta, pero no lo tiene. Es la letra de mi hermana, de eso no hay duda, pero más que dirigirla a alguien, está escrita como las que hacía en la Universidad para sí misma. En ella habla de Lilith como su dulce sufrimiento o algo así, no es una despedida. La carta la tituló Souffrance y viene junto con la nota en un idioma que no entiendo.
Dmitry sintió un presentimiento en su pecho, mucho más interesado en lo que Marco le explicó
—Mándame una foto —pidió y Marco se la envió.
Sus ojos reconocieron la caligrafía de Lilith en la palabra en ruso.
—Renessans —leyó DM—. Es ruso, significa Renacimiento.
Los dos callaron un momento, ninguno se atrevía a decir su suposición en voz alta porque parecía una locura que generaron por esperanza y por dolor.
—Dmitry, las pruebas de ADN no mienten... ¿O sí?
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