Capítulo 49: El Comienzo de la Primevera
20 de Marzo de 2021 5:27 pm, Londres Reino Unido.
Lilith Romanov Verro.
Dejaron un rastro de sangre y cadáveres a medida que avanzaron por la propiedad. Los jardines con arbustos perfectamente estilizados y el césped bien cortado fue el último descanso de los cartuchos vacíos de sus armas que no pararon de disparar hasta que el último respiro de vida saliera de los labios de cualquiera que se cruzara en su trayecto.
Localizar a Ethan cuando este quería ser encontrado, fue fácil aunque no lo fue tanto eliminar a dos docenas de hombres y mujeres con entrenamiento militar que custodiaban la propiedad donde Dávila se resguardaba. Lilith reconoció a algunos desertores que estuvieron bajo su mando durante el entrenamiento militar, sus mismas enseñanzas la pusieron a prueba durante poco más de media hora de tiroteo en el que claramente llevaban la desventaja por ser solo cuatro.
Sin embargo, la gran ayuda vino por parte de Madelayne y los explosivos que acabaron rápidamente con las primeras líneas de defensa haciendo la tarea de avanzar y adentrarse al recinto mucho más sencilla. Matías y Aysel terminaron de despejar los tejados antes de unirse a ellas en el jardín central.
—Todo libre, jefa —habló Matías con la respiración agitada.
—Según Lorena, Ethan está en el comedor principal —anunció Aysel.
—¿Armado? —preguntó Lilith.
—No sabemos. Pero si quieres, lanzo una bomba como elemento sorpresa —Madelayne revisó el interior de su mochila para checar su repertorio—. Olvídalo, ya no tengo.
—Bien —Romanov pensó antes de hablar—. Madelayne y Matías, ustedes nos cubren. Ferrara, vienes conmigo.
Todos asintieron aceptando sus órdenes que fueron pronunciadas con su acento ruso marcado por la presión que Lilith tenía encima. Los hermanos se pusieron en posición para después abrir la puerta principal de golpe.
—La forma en que hablaste sonó muy sexy —habló la castaña junto a ella recargando su FN P90.
—Ahora no, Aysel —contestó Lilith con una leve sonrisa en su rostro.
—Ya, perdón. Me concentro.
En conjunto, los cuatro avanzaron por el pasillo hacia el gran comedor. No encontraron mayor resistencia más que un par de personas que apenas si tuvieron la oportunidad de regresar el fuego, ya que Lilith les había disparado a la cabeza. Los hermanos prosiguieron a registrar cada una de las habitaciones para despejarlas en lo que Ferrara y Romanov se adentraban al comedor con cautela.
Detrás de las puertas altas de madera de lujo con detalles dorados, una amplia mesa con múltiples lugares, candelabros y cubiertos de plata las esperaba con un único comensal sentado a la cabecera. El hombre de tez clara, ojos, cabello y barba oscura estaba ahí cómodamente sentado degustando del variado banquete que se extendía a lo largo de la mesa rectangular y alargada de caoba.
Ethan apenas sí alzó la mirada al verlas apuntándole. Él siguió cortando el trozo de carne con los cubiertos de plata para después llevar ese bocado a su boca. La escena ciertamente era desconcertante para ambas chicas que temían alguna emboscada o sorpresa de su parte, pero él parecía estar completamente solo e indefenso.
—Llegaron justo a tiempo —pronunció con su acento inglés marcado—. Espero que me disculpen por no haberlas invitado a cenar, mi apetito no podía aguardar demasiado.
—Se acabó, Ethan. Ya no tienes salida, tu gente está muerta y tenemos el control —habló Lilith.
—Ah, ya terminaron con mis hombres. Bastante impresionante, señoritas. Creí que demorarían más —habló tranquilo como si no le importara nada—. Me disculpo por mi error, debí haber contratado más personas para que se entretuvieran.
Ninguna entendía su cínico comportamiento así que no bajaron la guardia ni un solo instante.
—Vamos, señoritas. Relájense un poco, tomen asiento y coman algo, mi chef privado no preparó todo esto en vano antes de morir —comentó.
—¿Qué es lo que pretendes, Ethan? —habló Aysel.
—Nada en especial. Solo estoy mostrando mi hospitalidad antes de revelarles la verdad, pero parece que ustedes están reacias a recibirla —respondió el hombre limpiando sus labios con la servilleta de tela.
—¿Cuál verdad? —cuestionó Lilith acercándose a él con la mira fija en su cabeza y su dedo en el gatillo.
Aysel la imitó avanzando hacia él por el otro lado de la mesa acorralándolo.
—La que Victoria no quiere que sepan —contestó con una sonrisa—. Déjenme adivinar, les dijo que no debían escucharme y que únicamente debían matarme. ¿Me equivoco?
—No es como si no quisiéramos hacerlo —pronunció Ferrara—. Sobre todo después de todos los problemas que nos has ocasionado.
—Uy, señorita Ferrara. A juzgar por el desprecio con el que dijo eso, supone que yo soy responsable de los altercados en contra de sus seres queridos, pero déjeme decirle que está muy equivocada. Yo no tengo ni tuve el interés en ser la causa de su sufrimiento —explicó el hombre haciendo contacto visual con la nombrada.
—¿Por qué mataste a Leonardo? —preguntó Lilith con un tono demandante.
—Yo no lo maté —se defendió—. Les hicieron creer que sí cuando imitaron mi viejo modo de operar. Lo que Leonardo Ferrara hizo bajo el seudónimo de Hermes le concierne más a Victoria que a mí. No tenía razón para asesinarlo si la información que reveló me favorece mucho más de lo que me afecta.
—Ahora vas a decirnos que fuimos engañadas y que tú eres completamente inocente de todo lo que pasó —Lilith habló con sarcasmo—. Suena muy creíble.
—De lo único que soy culpable es del secuestro de aquella chica que forma parte de su equipo —calló unos segundos haciendo memoria—. Lorena, ese era su nombre si no me equivoco. Fuera de eso, soy inocente.
—Tenemos pruebas que te involucran directamente. Tus huellas estaban en la placa que dejaste en el cuerpo de mi padre —declaró Ferrara.
—Las pruebas y las ilusiones pueden fabricarse, señorita Ferrara —se defendió—. Lamento lo de su padre y espero que su familia encuentre una pronta resignación, pero yo no tuve nada que ver.
Lilith se cansó de los juegos y de escucharlo, por lo que dejó de apuntarle y caminó hasta él enojada tomándolo por los hombros con fuerza mientras lo miraba amenazante.
—Ya basta, maldito —Romanov pronunció de forma amenazante—. Admite lo que hiciste y terminemos con esto de una vez por todas.
—No voy a admitir algo que no hice —el hombre no se intimidó por Lilith en lo absoluto—. Ferrara, debería de tener cuidado con los problemas de ira de su prometida.
Escuchar eso fue lo último que bastó para que Lilith le propinara un puñetazo que le rompió el labio a Ethan. Romanov esperaba una respuesta de su parte, pero él no reaccionó de forma violenta. Dávila masajeó la zona adolorida con su mano antes de reponerse.
—Okay, dejemos los juegos —se enderezó con una mirada fría y dirigió su mano hacia el bolsillo interior de su saco provocando que Lilith le apuntara directo a la cabeza cuando lo hizo—. Relájese, señorita Romanov. Solo es una nota para ustedes, aunque su contenido puede ser mortal.
Ethan dejó el papel sobre la mesa frente a ellas. Tras hacerlo, se recargó en el borde con cansancio para comenzar a hablar.
—Victoria me quiere muerto ahora que ya no soy de utilidad para ella, es su costumbre desechar lo que ya no le sirve o lo que no puede profesarle una lealtad pura y ciega. Lo que Leonardo reveló como Hermes la afectó al grado en que la policía está muy de cerca siguiendo cada uno de sus movimientos. Cuando descubrió que Leonardo fue el responsable, decidió ir detrás de la familia Ferrara para hacer sufrir a la señorita Ferrara —la miró cuando la mencionó—. Pero ella no estaba sola, nunca lo estuvo y Velazco se dio cuenta demasiado tarde, porque para entonces Lilith y usted ya estaban comprometidas.
Las palabras de Ethan no sonaban distantes a la realidad y le daban sentido a muchas situaciones que carecían de él.
—La lealtad de la señorita Romanov estaba comprometida, así que Velazco también debía de encontrar una manera de recuperar el control sobre ella y sobre usted si quería mantenerlas de su lado. Por eso las atacó a ambas con lo que más querían. Luego asesinó a Leonardo y me inculpó a mí imitando mi modus operandi para sacarme del camino. Les hizo creer que yo soy el responsable para no tener que asumir la culpa de sus acciones. Yo soy un chivo expiatorio y aquí encontrarán las pruebas de ello —señaló la nota sobre la mesa.
—Que buena historia, casi me la creo —habló Lilith inexpresiva.
—Queda en ustedes si quieren aceptar la verdad o seguir trabajando para la mujer que va a intentar matarlas en la primera oportunidad que tenga —contestó Ethan—. Es todo lo que puedo hacer por ustedes. De lo único que me queda control es sobre mi propia vida y eso es algo que no dejaré que mi hermana ni otra persona me arrebate.
Tras decir aquello, aflojó rápidamente su corbata y desprendió con fuerza los primeros botones de su camisa dejando a la vista un explosivo conectado a su pecho y cuello que Aysel y Lilith no notaron inicialmente por lo bien oculto que estaba entre su ropa. Romanov y Ferrara retrocedieron un par de pasos al ver la bomba.
—Es una verdadera lástima que nunca hayamos trabajado juntos. Me hubiera encantado tenerlas en mi bando. Pero aun así agradezco la oportunidad de haberlas conocido y el tiempo que gastaron en escucharme —Ethan les sonrió—. Espero que tomen la decisión correcta y si lo hacen, que vivan una vida feliz juntas. Díganle a mi hermana que la veré en el infierno cuando llegue su turno.
Esas fueron las últimas palabras del hombre antes de activar la bomba en su cuerpo provocando que la explosión lo matara al instante manchando el suelo y todo lo que estaba a su alrededor con sus restos. La grotesca escena era algo que iba a permanecer en su memoria mucho tiempo por más que intentaran olvidarlo. Romanov limpió las gotas de sangre que le cayeron encima completamente asqueada, Ethan ya no estaba, pero había dejado algo que podía cambiar el rumbo de las cosas definitivamente.
—¿La nota la agarras tú y lo hago yo? —cuestionó Aysel saliendo del shock.
—Ni siquiera tienes que preguntar eso —contestó Lilith—. No voy a tocar nada.
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21 de Marzo de 2021 10:20 pm, Ciudad de México.
Aysel Ferrara Ávila.
El suicidio de Ethan seguía vívidamente en su memoria. Sentía asco por las imágenes tan grotescas de las que fue testigo, pero incluso así hacía un esfuerzo por despejar su mente todo lo que pudiera, fallando rotundamente en cada uno de los intentos. Su regreso a la Ciudad de México fue inmediato, pues lo revelado por el hombre las alertó de sobremanera a tal punto en que prácticamente huyeron de Londres después de arreglar que la policía desapareciera los cuerpos de aquellos que mataron, incluido el de Ethan, o más bien, lo que quedó de él.
Ferrara recogió la nota que dejó antes de morir y la metió en una bolsa de plástico que solían utilizar para las evidencias cuando las recolectaban. Se rehusaba a tocarla directamente por dos razones, la primera porque estaba cubierta de sangre y la segunda porque su contenido parecía bastante impactante como para que pudiera digerirlo sola y Lilith no se veía con muchos ánimos de leerla.
Romanov se sentó a su lado en la sala, sostuvo su mano y se recargó sobre su hombro soltando un profundo suspiro cansado. Estaban descansando en la comodidad del sofá de su casa mientras decidían qué hacer con la nota y con lo que Ethan les había dicho. A su parecer, lo dejaron hablar demasiado, pues simplemente pudieron haberse limitado a dispararle en lugar de hablar con él, pero en el fondo sabían que él tenía las respuestas que estaban buscando y ahora que las tenían no estaban muy felices.
—¿Quieres leer la nota? —ofreció Lilith mirándola desde su posición.
—¿Tú quieres? —preguntó de vuelta Aysel.
—Lo que no quiero es tocarla —admitió Romanov—. Sigo sin apetito desde que...
—Sí, lo sé. No lo menciones, ya no estaba pensando en eso —la interrumpió.
Guardaron silencio un par de minutos admirando la nota sobre la mesa de café. Podían abrirla y leer rápidamente su contenido para no exponerse tanto a lo asqueroso de lo que ya era.
—Tengo guantes de látex en mi habitación, te los doy y tú la sostienes mientras la leemos, pero que sea rápido —sugirió Lilith.
—¿Por qué tengo que ser yo quien la sostenga?
—Porque eres la mayor aquí y porque me amas mucho como para dejarme tocar esa cosa —objetó Lilith.
—A veces siento que te aprovechas de mí —comentó Ferrara sin oposición a lo que dijo.
—Sí lo hago. Vas a ser mi esposa, será mejor que te acostumbres.
Lilith se levantó del sofá para ir por los guantes, se los entregó y Aysel se los puso preparándose mentalmente para tocar la nota. La sacó de la bolsa de plástico y la desdobló con cuidado agradeciendo que el papel fuera de una buena calidad porque no se volvió más frágil a pesar de que le cayó una buena cantidad de sangre. Afortunadamente, la tinta podía apreciarse con claridad por lo que leerla sería sencillo.
La nota estaba escrita en inglés en una perfecta caligrafía legible que Lilith tradujo al instante en voz alta. Su contenido relataba a grandes rasgos las implicaciones de la información que Leonardo reveló bajo el seudónimo de Hermes, explicaba de forma concreta y coherente las consecuencias que Velazco afrontó tras su traición y sus motivos para asesinarlo. Las razones de los ataques en contra de Ana María, Marco, Dmitry y Carina estaban plasmadas en el papel dándole sentido a todo aquello que no lo tenía.
Al final de la nota de varias páginas, había una dirección escrita y subrayada varias veces.
—Es la ubicación de la bodega privada de Velazco —pronunció Lilith reconociendo el lugar—. He estado ahí varias veces, en su interior suele guardar trofeos.
—¿Trofeos? —repitió Aysel sin entender exactamente a qué se refería su prometida.
—Cualquier cosa que le recuerde un triunfo en alguno de sus asuntos más importantes. Una vez guardó la bala y la pistola con la que maté a uno de los socios que la traicionó —explicó Romanov—. Es una psicópata.
—Era de esperarse de la jefa de una organización criminal internacional —respondió Aysel—. ¿Vamos a ir?
—¿Quieres arriesgarte a que nos descubran y nos maten? —habló Lilith—. Porque yo la verdad sí. Quiero saber qué es lo que esconde Velazco con respecto a nosotras.
—De acuerdo, entonces vayamos —habló Aysel—. Es mejor saber la verdad que morir en la mentira.
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Romanov condujo su motocicleta hasta la ubicación señalada. Las dos tenían preguntas que aclarar y la única forma de hacerlo era entrando a la bodega privada de Velazco para ver las supuestas pistas que Ethan mencionó en la nota. Lilith y ella no tuvieron problema alguno para evadir los sistemas de seguridad porque Romanov los conocía perfectamente, además de que el acceso por un ducto de ventilación fue más sencillo que pedir que las dejaran pasar.
Una vez dentro, comenzaron a recorrer el lugar ayudadas por el par de linternas que llevaban consigo cuidando no detonar ninguna alarma que pudiera delatar su presencia. Ferrara y Romanov se separaron, la primera encontró el molde de las placas que encontró en el cuerpo de su padre y la que Lorena tenía. Ethan no se había equivocado al decir que Victoria había imitado su modus operandi, pues frente a ella estaba la máquina que grabó la inscripción en el objeto, pero aun así no era suficiente para darle completa credibilidad al hombre.
—Aysel —Lilith habló a sus espaldas, Ferrara volteó al escuchar su voz—. Tienes que ver esto.
La voz de su prometida sonó temblorosa al decir aquello. Ferrara dejó lo que hacía para seguirla hasta el otro lado de la bodega dónde abundaban objetos de todo tipo, muchos de ellos tan extraños que Aysel no podía explicarse qué hacían ahí. Sin embargo, la razón por la que Lilith la llamó estaba ubicada a lo largo de la pared cubierta de fotos, papeles fechados y otros documentos. Eran ellas, sus amigos y familias en tiempos recientes siendo observados sin saberlo. Velazco había estado monitoreando sus actividades y cada una de las pruebas estaban ahí.
—¿Esos no son...?
—Mis padres —completó Lilith—. Nos ha estado acechando y no nos dimos cuenta.
—Lilith —llamó a su prometida, pero esta no respondió—. Lilith, escúchame.
La nombrada se giró para verla saliendo de su trance. Aysel estaba preocupada, Velazco se convirtió en su enemiga y eso resultaba en una serie de problemas que ponían en riesgo su integridad y la de todos los que conocían y apreciaban.
—Ethan tenía razón, ella siempre estuvo detrás de nosotras, nos engañó —pronunció Aysel—. Ya no tenemos alternativa, es ella o nosotras. Debemos acabarla antes de que Velazco nos acabe.
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22 de Marzo de 2021 7:50 am, Ciudad de México.
Aysel Ferrara Ávila.
El equipo estaba tan estupefacto como ellas cuando les explicaron la situación mostrándoles pruebas que respaldaban lo que decían. Ellos también aparecían como blancos de interés en su contra por la buena relación que habían construido al trabajar juntos. A los ojos de Velazco, todos los relacionados con Aysel y Lilith eran considerados traidores.
Aysel estaba concentrada en las reacciones de los hermanos y en el estado de su prometida que seguía aturdida por la impresión de descubrir la verdad. Aunque Ferrara no lo había digerido del todo, estaba cuerda y centrada en las posibilidades a su favor en caso de una rebelión contra Victoria. Ella quería una vida plena y feliz para Lilith y para ella por lo que conseguirla involucraba quitar a su jefa del camino.
—Sé que es complicado y esto podría poner sus vidas en riesgo como nunca antes, pero necesitamos saber si podemos contar con ustedes —habló Aysel dirigiéndose a los cuatro hermanos—. Somos un peligro potencial para Victoria y no dudará en eliminarnos pronto si se entera de que ya sabemos lo que hizo.
—Aysel tiene razón —Lilith se unió a la conversación después de pasar todo el rato en silencio—. Hasta ahora tiene el control, no sabe que Ethan nos guio hacia las pruebas de sus engaños y que nos contó toda la verdad. Si decidimos ir en su contra, automáticamente asumiremos el papel de traidores y estaremos en su lista de objetivos.
Matías, Madelayne, Lorena e Inés permanecieron en silencio analizando lo que acababan de escuchar de sus jefas. Aysel y Lilith hicieron contacto visual expectantes a la respuesta de sus amigos.
—Estoy dentro —Inés, la menor fue la primera en hablar—. Es horrible que nos hayan juzgado sin que lo supiéramos. Ahora somos traidores y nuestras vidas corren peligro. Prefiero morir peleando que siguiendo órdenes de Velazco.
—Estoy de acuerdo —afirmó Matías respaldando a su hermana menor—. Cuenten conmigo.
—Conmigo también —habló Lorena.
—Y conmigo —añadió al final Madelayne.
Con los hermanos de su lado y el reto aceptado, tenían trabajo por hacer, así que no desperdiciaron ni un minuto más y se pusieron buscar todo lo que pudiera servirles. Secretos, debilidades y oportunidades relacionados a la jefa de la organización criminal más poderosa del país, todo lo que fuera necesario para ganar una oportunidad para rebelarse.
—Hasta el momento, Victoria se cree triunfante. En mi reporte omití la conversación que Aysel y yo tuvimos con Ethan y también la nota que dejó —explicó Lilith con una expresión seria—. Lo que haremos es lo siguiente. Aparentaremos no saber nada y seguiremos sus órdenes mientras conspiramos en su contra, nuestra prioridad es llegar hasta ella sin que se lo espere, así lograremos matarla y también a Hugo.
—Lo que pase a partir de ahora nos acercará o alejará de la muerte, así que tendremos que ser astutos e inteligentes —habló Ferrara—. Siempre con un paso delante de ella.
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22 de Marzo de 2021 12:36 pm, Ciudad de México.
Lilith Romanov Verro.
Convivir con Dmitry después de haber pasado varios días lejos de él la ayudó a sobrellevar los descubrimientos y consecuencias que estaban en puerta. Kozlov estaba animado por el embarazo de Carina y su compromiso, él la contagió de su alegría haciendo que se olvidara, al menos por un par de horas, de que estaban por enfrentarse a la líder de la organización criminal para la que trabajaban.
La pelinegra tuvo que explicarle a su mejor amigo lo que pasó en los últimos días para que él pudiera entender los motivos que ahora la guiaban hacia una rebelión de la que podría no salir con vida. El expresivo rostro de Dmitry fue decayendo a medida que la escuchaba, pues él mejor que nadie conocía los efectos de la traición tras años de escuchar las anécdotas de Romanov cuando se desahogaba acerca de su trabajo.
(Conversación en ruso).
—Entonces... —DM titubeó—. ¿Era Victoria todo este tiempo?
—Sí —pronunció Lilith apartando el cigarro de sus labios—. Debí esperarlo de la jefa de una mafia, pero aun así me sigue tomando por sorpresa.
—¿Te sientes traicionada? —cuestionó el chico muy interesado en la respuesta de Romanov.
—No. Me siento indefensa y detesto sentirme de esa forma —respondió Lilith con una expresión de desagrado y melancolía—. ¿Sabes? Es frustrante que ahora que pensé que podía conseguirlo todo, descubro que puedo perderlo. Me reconcilié con mis padres, volví a estar con Aysel y también me comprometí con ella, Victoria me puede quitar lo que me hace feliz.
—Lilith —Dmitry dijo su nombre y ella volteó al verlo—. Todavía tienes motivos para pelear, eso es lo más valioso. Pero, honestamente, el que te pongas en riesgo de esa manera es...
—Doloroso —pronunció Lilith—. Lo sé. Muchas cosas pueden pasar, por eso es que quería hablar contigo y darte dos cosas. La primera es esto.
Romanov sacó de su mochila una prueba de sangre con su ADN la cual le entregó a Dmitry, Kozlov la recibió confundido y temeroso de lo que eso significaba.
—Mi ADN no está en ningún sistema, ya sabes por qué —explicó Romanov—. No me gusta decir esto, pero si en algún momento se llegase a necesitar una identificación, puedes usar la muestra.
La suposición se sintió amarga en la boca de Dmitry. Kozlov se quedó mirando la prueba de sangre entre sus manos, tenía miedo de tener que ocuparla.
—Hay algo más que tengo que darte —dijo la chica sacando a su mejor amigo de su trance—. Este es para el bebé.
La pelinegra sacó una sonaja de madera, finos detalles coloridos y un acabado perfecto de su mochila. La agitó un par de veces antes de entregársela a Dmitry.
—Mi sobrino o sobrina va a tener unos padres que le amarán mucho y unas tías que le consentirán mucho más —pronunció tratando de animar a DM—. Tienes una familia ahora, Dmitry. Tienes que cuidar de ella y de ti mismo. Nunca olvides eso.
La respuesta que recibió Lilith fue un fuerte abrazo de su parte caracterizado por la calidez y el cariño del joven que tenía las emociones a flor de piel.
—Gracias —pronunció Kozlov con un tono inestable—. Pase lo que pase, tienes que cuidarte. Ustedes tienen que volver porque también son parte de mi familia.
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22 de Marzo de 2021 9:19 pm, Ciudad de México.
Aysel Ferrara Ávila.
Cada vez que tomaban un paseo solas por la ciudad de noche, era porque estaban muy agobiadas o muy felices, no había punto medio. En esta ocasión, se trataba de lo primero. Su prometida y ella fueron afectadas por los estragos de tanta información en tan poco tiempo. Los preparativos para la venganza contra Victoria habían comenzado y con ellos una presión casi insoportable con la que tenían que lidiar.
En busca de un poco de la paz que en algún momento tuvieron, optaron por dar un pequeño paseo por la ciudad en la noche utilizando la motocicleta de Romanov. El cielo nocturno era el mejor de sus aliados cuando de relajarse se trataba, pues en la oscuridad de noche y el brillo de las pocas estrellas, podían encontrar la calma necesaria para seguir.
Ferrara se posicionó sobre los muslos de su novia mientras que ella estaba sobre la motocicleta fumando el último de los cigarros de su cajetilla. Rodeó con sus brazos su cuello y Lilith llevó por instinto sus manos a su cintura dándole un poco más de soporte. Al terminar su cigarro, Romanov comenzó a juguetear con sus muslos, apretándolos ligeramente cada vez que quería.
El olor a clavo del cigarro de Lilith se mezcló con su perfume cuando Aysel se acercó a abrazarla. La peculiar fragancia estaba impregnándose en la castaña que no le molestaba en lo más mínimo porque estaba completamente concentrada en las caricias de Romanov.
—Te tengo un regalo —pronunció la pelinegra sacándola de su ensoñación.
—¿Qué es? —cuestionó Aysel separándose un poco para verla a los ojos.
Romanov no respondió, quería que Ferrara lo viera por sí misma, así que buscó en el interior de su mochila una funda alargada de color negro que estaba envuelta y amarrada con un nudo en el centro. Aysel dejó de abrazarla para recibir lo que su prometida le estaba entregando.
—Adelante, ábrelo —indicó a lo que Ferrara obedeció revelando ante sus ojos un conjunto de cuchillos tácticos personalizados con una pequeña luna en el mango—. He notado que prefieres los cuchillos a las armas y por eso te compré esto. En realidad, iba a ser un regalo para una de nuestras fechas importantes, como muchos que tengo preparados, pero decidí adelantarlo ahora que nos dirigimos hacia el fin del mundo para enfrentar al diablo.
La castaña sonrió viendo su reflejo en los cuchillos para después mirar a Lilith.
—No sé si me hizo más feliz escuchar que preparaste varios regalos para nuestras fechas importantes o que te das cuenta de los detalles que ni siquiera yo he notado —pronunció de manera alegre—. Definitivamente este es un regalo que solo alguien como tú me daría.
—Ventajas de que tu futura esposa sea una asesina profesional —contestó Lilith con una sonrisa—. La verdad no es lo único que te daría...
Sus últimas palabras fueron en doble sentido acompañadas por una sonrisa coqueta.
—Aún tenemos pendiente lo de Londres —contestó Aysel de vuelta acercándose mucho a su rostro.
—No lo he olvidado —dijo Lilith—. También por eso mi regalo, no quiero quedarme viuda antes de que nos casemos.
—Algo me dice que has pensado bastante en la luna de miel —comentó acariciando el suave rostro de Lilith.
—¿Tú no? Si quieres podemos ir practicando para cuando llegue el momento —dijo en un tono suave con el deseo desbordándose en sus ojos—. Amo el entrenamiento cuando es contigo.
—Nunca había estado tan de acuerdo con algo —pronunció Ferrara antes de romper la tensión existente y besarla de manera intensa.
A cada minuto la intensidad del contacto iba en aumento, sus instintos pedían más y sus pensamientos estaban nublándose por las ganas contenidas. Sin embargo, Aysel bajó un poco el ritmo y terminó la serie de besos intensos con pequeños picos en los labios al recordar que estaban en un lugar público, poco transitado y visible, pero a fin de cuentas público.
—Aquí no —susurró con su respiración chocando con la de su novia—. No sería la primera vez que lo hacemos en público, pero aquí no.
—Es hora de irnos entonces porque dudo que pueda aguantar mucho —pronunció Lilith de forma lasciva y cariñosa.
Aysel le dio la razón, por lo que se removió de su lugar para acomodarse detrás de Lilith en la motocicleta lista para que se fueran. En el camino, mientras abrazaba el torso de su prometida, una idea cruzó por su cabeza, pero se la planetaria a su pareja más tarde.
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23 de Marzo de 2021 7:10 pm, Ciudad de México.
Dmitry Kozlov.
La casa de estilo colonial con la sensación de hogar, los recibió una vez más después de que Romanov y Ferrara se aseguraran de que la reunión estuviera lo suficientemente protegida para que ninguno de los asistentes corriera riesgo como si sentarse a la mesa con seis asesinos no fuera suficiente protección.
Los rostros eran conocidos, pero estaban ahí para crear nuevas memorias, instantes que se sentían agridulces en las bocas de los que sabían el motivo de la cena que organizó Ferrara y Romanov junto con Ana María. Nadie en la mesa más allá del equipo, la pareja y él conocían los hechos recientes que involucraron a las chicas y los hermanos en una situación complicada de la que dependían sus vidas.
Era por eso que Dmitry admiraba con una sonrisa triste a su prometida hablando con Aysel tranquilamente, Carina no tenía idea de lo que estaba sucediendo y era mejor que se quedara así por el momento. Julio soltaba una carcajada despreocupada con Lilith y Marco mientras que Ana María convivía con los cuatro hermanos. Kozlov se sentía ajeno al ambiente perdido en las posibilidades de que esa fuera la última vez que vería a parte de su familia, la que se fundió a su corazón como uno de los tatuajes que hacía.
Las palabras que dio Ferrara durante la cena fueron un agradecimiento que con contexto sonaban a despedida, una tan disimulada que prácticamente nadie notó. Ana María lo incluyó en la conversación al verlo tan apartado de todos, su cariño maternal y su acostumbrada alegría lo distrajo de su verdadera preocupación que deseaba poder compartir con alguien para no tener que cargar con ella él solo.
Marco se aproximó a él para conversar de manera casual hasta que entre un tema y otro, llegaron al asunto que tanto angustiaba a Dmitry. Al parecer, Aysel puso al tanto a su hermano cuando los dos se adentraron a la casa un rato. Marco se veía nervioso y preocupado. Los dos hablaban en voz baja apartados del resto.
—Quiero confiar en que esta no será la última cena que tengamos todos juntos —comentó el chico de pelo oscuro.
—Yo también —dijo Dmitry—. Pero hay muchas posibilidades y la mayoría de ellas son aterradoras. No quiero considerar que pueden...
—Morir —completó Marco—. Sí, es una palabra fea cuando se trata de alguien que amas.
—Tenemos que estar preparados, Marco —pronunció Dmitry mirando a todos conviviendo y sonriendo—. Para todo...
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23 de Marzo de 2021 11:28 pm, Ciudad de México.
Lilith Romanov Verro.
Lo que quería decir estaba atorado dentro de ella, entre el orgullo, la tristeza y la esperanza creando una extraña combinación que pretendió plasmar sobre el blanco papel dirigido a sus padres. Lilith convirtió sus emociones en palabras y las mezcló con la tinta del bolígrafo que avanzaba continuamente por la hoja dejando a su paso líneas que se volvieron párrafos que a su vez completaron hojas enteras.
Romanov recordó desde los inicios de su vida en Rusia hasta los años en los que vivió apartada de sus padres en tierras extranjeras donde su futuro era incierto y su adaptabilidad obligada. Una década entera estaba entre la Lilith del pasado y su yo actual. La joven rubia de 16 años no tenía idea de lo que le sucedería al huir de Rusia con alguien que creyó que la amaba, pero que solo la utilizó como a muchas otras chicas.
La mujer pelinegra de 27 años en la que se había convertido maduró más rápido de lo que debía para proteger a la pequeña niña que albergaba en su interior, misma que buscaba un lugar seguro para refugiarse. Nadie esperaba que su hogar lo encontraría en alguien que se le ocurrió cruzar la puerta de su estudio en busca de un tatuaje y sin muchas esperanzas.
No era la única que lo estaba buscando todo sin esperar nada. El tiempo valió la pena, el sufrimiento y la adversidad también cuando pudieron contemplarse mutuamente con la certeza de que sentían lo mismo, de que caminaban hacia la misma dirección. Sin embargo, ahora estaban por dirigirse a un destino diferente al que tenían en mente.
Por eso Lilith decidió escribir una carta a sus padres esperando que esta llegara en el momento correcto para que pudieran leerla sabiendo a lo que su hija se estaba enfrentando después de haber pasado la mitad de su vida lidiando con otras dificultades y superándolas todas estoicamente demostrando así su paso a la madurez, su capacidad de luchar por la vida de libertad que tanto añoraba. Romanov quería que cuando sus padres volvieran a verla, observaran a la mujer fuerte en que se convirtió y pudieran dejar atrás a la niña que les arrebataron.
Terminó la carta firmándola con su nombre en ruso, uno que ya muy pocas veces usaba, pero que le gustaba utilizar de vez en cuando como tributo a sí misma. Guardó las hojas dentro del sobre y lo selló definitivamente para posteriormente levantarse de su escritorio y apagar la luz.
Se dirigió a la cama dónde el amor de su vida descansaba plácidamente abrazando a Honey. En sus labios se dibujó una sonrisa al mismo tiempo en que se acostaba junto a ellas experimentando la sensación de hogar y cariño que desprendían incluso estando dormidas. Su niña interior se sintió a salvo al mirar a Ferrara junto a ella, la paz que evocaba su presencia fue el refugio perfecto para su vulnerabilidad.
—Tenías razón cuando dijiste que siempre retornarías a mí —susurró sabiendo que Aysel estaba completamente dormida—. Aquí estás y quiero que permanezcas en mi vida porque no sé qué haría si te pierdo otra vez.
—Te volvería a buscar —pronunció Ferrara abriendo los ojos.
Lilith no esperaba que la estuviera escuchando, pero ya era demasiado tarde como para aparentar que habló dormida.
—Lilith —pronunció su nombre con cariño—. Я люблю тебя всем сердцем.
Escuchar eso salir de sus labios alegró su alma.
—Я тоже люблю тебя всем сердцем —pronunció Lilith con una sonrisa.
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24 de Marzo de 2021 10:43 am, Ciudad de México.
Aysel Ferrara Ávila.
Aquella era una de las primeras veces que había tenido el valor suficiente para visitar la tumba de su padre y aun así no lo había hecho sola, puesto a que su prometida aguardaba por ella a las afueras del cementerio. Ferrara llevó consigo un sencillo ramo de flores sin ningún tipo de pretenciosas decoraciones, tal vez en representación de cómo se sentía al realizar aquella visita.
Ana María y Marco estuvieron ahí previamente muchas más veces de las que ella lo estuvo. Aysel dejó el ramo sobre la tumba y retrocedió un par de pasos con la mirada gacha sin saber qué hacer o qué decir. Se quedó un momento en silencio observando los detalles de la piedra porosa y oscura de la tumba tratando de encontrar en ellos una mejor manera de desahogarse.
—Es raro pensar en las veces que te deseé la muerte sin pensar que realmente llegaría a ti tan pronto —habló en un tono bajo—. Supongo que te quería fuera de mi vida porque te veía como un obstáculo en ella.
Por un instante se sintió tonta al hablarle a una tumba, volteó a su alrededor y se refugió en la comodidad de saber que solo los muertos la escuchaban, ya que no había ningún vivo cerca.
—Descubrí tu secreto, padre. No sé por qué lo hiciste, pero nos pusiste en riesgo a todos y eso es algo que me llevó a descubrir una de las verdades más crueles. Hermes, ingenioso de tu parte considerando que cuando me hablaste de la mitología te referiste a ese dios griego como el rey de los ladrones —pronunció con una media sonrisa—. La primavera pasada te hubiera maldecido por esto y por muchas otras cosas más, pero esta primavera no tengo los ánimos ni la fuerza para hacerlo. Probablemente, hubieras enloquecido al saber que voy a casarme con Lilith y que voy a tener la familia que tanto me dijiste que no podría tener por ser lesbiana. Quisiera mostrarte todas las cosas en las que te equivocaste, pero eso no me garantizaría paz, porque sé perfectamente que es un reflejo del rencor que aún siento por ti.
La emotividad aflora en la castaña. Percibió un escalofrío que recorrió su cuerpo y su garganta se hizo un nudo impidiéndole seguir hablando.
—Aunque mis emociones hacia ti no sean del todo positivas, me gustaría que estuvieras aquí para tener a alguien a quien odiar —soltó una risa amarga que trató de reprimir la melancolía—. Esa fue nuestra mejor forma de estar vinculados. No lo entendí hasta que llegué a la adultez, después de pasar mi adolescencia y niñez tratando de complacer tus expectativas para hacerte ver que yo también merecía tu reconocimiento y tu amor. Yo también quería ser tu mayor orgullo.
Esas últimas palabras retumbaron fuerte en su interior haciendo doler las viejas heridas. Aysel calló, se dio a sí misma el cierre que necesitaba antes de continuar. Respiró profundamente y cerró sus ojos un breve instante. Pasaron un par de minutos en los que no hizo nada más que observar la tumba. A sus espaldas, Lilith se acercaba a ella de forma silenciosa para no perturbarla.
—Aysel —la llamó haciendo que se girara a verla—. ¿Estás lista para irnos?
Ferrara asintió limpiando el par de lágrimas que salieron por sus ojos.
—Toma —Romanov le ofreció un pañuelo que sacó de su bolsillo—. Vengo preparada.
La castaña apreció el gesto y lo tomó para limpiar su rostro. Comenzaron a caminar hacia la salida a un ritmo tranquilo. Romanov acarició su espalda para relajarla a medida que avanzaban.
—¿Te sientes mejor? —cuestionó la pelinegra genuinamente preocupada por su prometida.
—Algo —se limitó a contestar—. Tal vez una bofetada en vida me hubiera gustado más, pero ni modo, no se puede tener todo en la vida.
—Amor —Lilith usó un tono cariñoso—. Nunca te lo he dicho, pero te admiro por la valentía con la que estás manejando la situación. Estoy orgullosa de ti, Aysel Ferrara Ávila.
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24 de Marzo de 2021 3:12 pm, Ciudad de México.
Lilith Romanov Verro.
Lo que dijo pareció tener un buen efecto en su novia porque Aysel se mostró mucho más relajada e incluso contenta el resto de la tarde, como si hubiera esperado escuchar eso de alguien durante toda su vida sin recibirlo hasta que Romanov lo dijo. Aysel estaba en paz y eso era lo más importante de todo.
Con toda la información sobre Velazco recabada por Lorena e Inés, ahora se dirigían a una reunión con la detective Maya Gómez con la que acordaron colaborar más abiertamente al enterarse de la conspiración de Victoria. Los mejores aliados que ahora tenían eran aquellos que rivalizaban con Velazco, incluida la policía. La pelinegra todavía no se acostumbraba a esa nueva dinámica de trabajar en contra de su jefa y no en su favor debido a que pasó bastantes años a su servicio.
Lilith acumuló a lo largo de sus años de servicio, dinero, armas y contactos que ahora más que nunca le serían de ayuda. Sin querer, se preparó para una pequeña guerra en la que pretendía llevar la ventaja.
Este encuentro con la detective era distinto a cualquier otro que Ferrara tuvo. Primero porque Lilith estaba determinada a participar de forma más activa, segundo porque era en un lugar público, y tercero porque iban a confiarle sus identidades ahora que ya no tenían nada que perder.
Gómez llegó indecisa a la zona privada de la cafetería, mirando a todas partes mientras apretaba su arma dentro del bolsillo. Clavó sus ojos en ellas cuando las vio cómodamente sentadas la una junto a la otra en el sofá alargado de color rojo. La única que cumplía con el estereotipo de criminal en potencia era Lilith, ya que Aysel lucía como alguien que te encontrarías en una oficina un jueves a mitad de la tarde.
—Ustedes son... —habló Maya.
—Las personas que busca —confirmó su prometida—. Es un placer por fin verla frente a frente, detective.
Ferrara entendió su mano para darle un cordial apretón de manos que Lilith imitó después por mera cortesía.
—Ustedes dos no lucen como las criminales que pensé que estaba investigando —comentó la mujer—. Tengo que decirles que agradezco mucho que confíen en mí para esto y...
—Vayamos al punto —interrumpió Lilith—. No tenemos mucho tiempo.
Aysel colocó la carpeta con la evidencia sobre la mesa y la deslizó en dirección a la detective.
—Son las pruebas que necesita para comenzar un proceso sólido, pero no puede sacarlas a la luz hasta que reciba nuestra orden de hacerlo —explicó la castaña—. ¿Podrías darme el...?
La chica ni siquiera había terminado de hablar cuando Romanov ya tenía la USB afuera para entregársela a la detective.
—Contiene una lista detallada de sus operaciones de los últimos diez años. Tráfico de armas, drogas, corrupción y demás —habló esta vez Lilith—. Sobra decir que nos estamos arriesgando mucho por esto, así que exigimos de usted completa discreción y lealtad.
Su tono y mirada amenazante intimidó a la detective.
—De acuerdo —aceptó Maya cuando salió de su trance—. ¿Puedo saber sus nombres?
La pareja se miró mutuamente y asintió. Aysel fue la primera en decir el suyo, luego siguió Lilith. Antes de que llegara la hora de irse, Ferrara le explicó a la policía la relación de Hermes con Velazco. Gómez quedó bastante impresionada cuando Aysel mencionó la verdadera identidad de Hermes, para ella el interés de Ferrara tenía sentido ahora que sabía que Hermes era su padre.
—¿Realmente podemos confiar en usted o tendré que poner una bala en su cabeza al primer intento de traición? —amenazó Lilith.
—Pueden confiar en mí —afirmó la detective—. Les facilitaré lo que necesiten y esté en mis manos.
—Espero que así sea —sentenció Aysel—. No quiero tener que cortar su cuello.
Vaya par de chicas con las que una agente como Gómez se topó. Una dispuesta a dispararle y otra a cortarle el cuello. Pero ellas eran su mejor prueba y oportunidad por lo que les sería leal.
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25 de Marzo de 2021 5:57 pm, Ciudad de México.
Aysel Ferrara Ávila.
Madelayne y Matías llegaron a la base después de hacerse cargo de eliminar directamente desde la base de datos de la organización todo lo relacionado con ellos; nombres, direcciones, personas vinculadas y cualquier dato existente que pudiera comprometer su futuro. Acceder fue fácil, salir no tanto, ya que incluso tenían algunas quemaduras de su memorable huida por los sobrecalentados circuitos.
Por su parte, Lilith estaba recibiendo en la bodega el nuevo armamento, equipo táctico y municiones que consiguió a través de sus viejos contactos que le debían varios favores y algunos incluso dinero. Todo de manera discreta asegurándose de que no hubiera filtraciones de información ni personas siguiéndolos para mantener la operación de sus vidas en el absoluto anonimato.
Lorena comenzó a monitorear cada mínimo movimiento de Velazco y Hugo a fin de que la vigilancia le sumara ventajas a su ya estructurado plan.
Mientras todos estaban ocupados en sus propios asuntos, Ferrara se dirigió hacia el gimnasio acondicionado desde la llegada del equipo. Llevó consigo el último de los regalos de su prometida, el conjunto de cuchillos personalizados que estaba deseosa por ocupar desde el momento en que Lilith se los dio.
La verdad era que Ferrara no se había dado cuenta de su propia fascinación por aquellas armas hasta que su novia lo mencionó. Aysel prefería asesinar haciendo uso de cuchillos en lugar de armas pues, inconscientemente, le atraía aquello que en algún momento llegó a lastimarla, aunque sonara masoquista.
Pretendió afinar su puntería al lanzar cada uno hacia el blanco más cercano, mejorando en cada uno de sus intentos. El brillo del filo del peligro resultaba mucho más atractivo cuando reflejaba sus temores ocultos y las verdades que era incapaz de pronunciar en voz alta. Por fin aceptaba quien era y lo que era capaz de hacer, estaba lista para reunirse con su destino.
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