Capítulo 35: Anhelos Venideros

07 de Enero de 2021 10:18 am, Ciudad de México.

Aysel Ferrara Ávila.

Un pequeño momento antes de iniciar con su trabajo, no le cayó mal a ninguna de las dos a pesar de que habían pasado la noche juntas. A pesar de que Aysel no vestía como normalmente lo hacía, se sentía cómoda usando la ropa que Lilith le prestó y que poseía el característico olor de Romanov que ahora estaba impregnado en todo su cuerpo. La chamarra tipo universitaria de color crema y rojo le quedaba bien con los pantalones holgados de color blanco y la camisa amplia de color blanco. Era una buena y cómoda combinación que Lilith observó bastante.

Ferrara estaba perdida en el rostro sereno de su pareja, en la sonrisa que sus labios formaban y la manera en que sus ojos se expresaban sin cohibirse. El tatuaje que cruzaba su rostro horizontalmente hacía resaltar sus ojos con esa mirada coqueta y divertida en la que podía reflejarse a ella misma. Lilith era bonita desde todos los ángulos, siempre tan atractiva que no era raro que robara miradas a dónde fuera, pero Romanov solo la miraba a ella de esa forma cariñosa.

Lilith le provocaba múltiples sentimientos que Aysel trataba de definir en palabras sobre la servilleta de la cafetería en la que escribía con su bolígrafo de tinta negra observando por ratos a su novia para encontrar otro detalle que destacar en el poema. Cuando terminó, lo deslizó por la mesa en su dirección, satisfaciendo a su mirada curiosa que se preguntaba qué era lo que había pasado escribiendo durante ese tiempo.

La expresión sería que había compartido durante los últimos minutos, poco a poco se desvaneció dándole paso a un rostro iluminado mientras su vista recorría cada línea escrita. Al terminar de leer, Romanov observó a Aysel expectante.

—Mejoraste desde la última vez que me escribiste uno —dijo Lilith tomando su mano.

—Y eso que no has visto los que te escribí cuando no estabas conmigo —contestó—. Sirvieron de práctica.

—¿Tanto me extrañaste, Ferrara? —preguntó Lilith alzando una ceja.

—Más de lo que tú crees —habló Aysel—. Tuve que mantener mi mente ocupada para no pensar en ti, pero de alguna forma siempre terminaba haciéndolo. Por eso estudié dos maestrías más.

—Definitivamente, te gusta torturarte —comentó Lilith—. Eso explica por qué fue más fácil para ti convertirte en la directora de una empresa.

—En realidad, uno de los estudios que hice no tiene nada que ver con mi carrera ni con los negocios —habló Aysel.

—¿Entonces? ¿Qué estudiaste?

—Enseñanza de Historia de México —Ferrara dio una respuesta—. Siempre he amado la historia e impartirla ha sido mi sueño, independientemente de que toda mi vida laboral se haya basado en administración, finanzas y negocios. Tal vez, me gustaría dedicarme a eso ahora que tengo más tiempo libre.

Lilith sonrió. Le gustaba escucharla hablar de sus sueños.

—Si lo haces tus alumnos van a ser muy suertudos —habló Romanov—. Yo hubiera querido tener una maestra tan guapa como tú. Tu clase sería mi favorita.

—Dudo que te hubieras podido concentrar —contestó Aysel.

—Podemos intentar. ¿Das lecciones privadas? —Lilith le guiñó el ojo—. Advierto que me gustan los castigos.

El libido de Ferrara subió en cuestión de segundos, pero trató de calmarse al recordar que estaban en un lugar público. Se recargó sobre la mesa para acercarse a Lilith y acariciar su rostro, pasando su pulgar por sus labios suaves y apetecibles.

—No me importaría castigarte o premiarte, si eres una buena chica —dijo mirándola a los ojos.

—Y a mí no me importaría estarte provocando a cada rato para tenerte encima de mí.

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07 de Enero de 2021 2:30 pm, Ciudad de México.

Galina Reznikov.

Pasar las festividades lejos de su casa, no era una de sus costumbres, sin embargo, tras la ausencia de su esposo y de su hijo mayor debido a un asunto de negocios, la idea de viajar a México para visitar a su hijo menor y pasar las fiestas con él, no fue tan descabellada. Fue así como la mujer, de tez clara, ojos azules y cabellera rubia, tomó un vuelo con destino a la Ciudad de México desde Moscú.

Dmitry la recibió en el aeropuerto a su llegada a México. Su hijo la saludó cariñosamente con un cálido abrazó que duró bastante. El reencuentro entre ambos fue lindo, a pesar de que apenas habían pasado unas semanas separados desde que Dmitry había ido a Rusia y posteriormente fue perseguido por Carina, su nueva nuera. Kozlov tomó sus maletas para ayudar a su madre a cargarlas hasta el auto aparcado en el estacionamiento que lo llevaría hacia la casa de Lilith.

(Conversación en ruso).

Te tengo una sorpresa, mamá —habló DM emocionado—. Quiero que conozcas a algunas personas que se han vuelto importantes para mí.

Galina observó el rostro ilusionado de Dmitry esperando una respuesta de su parte. Reznikov le dio una sonrisa cariñosa aceptando su propuesta mientras acomodaba el pelo rubio de su hijo. Kozlov avanzó por las avenidas y calles de la ciudad de México, un lugar que variaba en su arquitectura y que tenía esa atmósfera cálida a pesar de que se encontraran en pleno invierno.

Todo lo que veía, era exactamente igual a como Dmitry se la había descrito con sus experiencias, desde las calles hasta los edificios y casas coloniales que abundaban por la zona. Sin embargo, nada la impresionó más que la decoración de la casa de Lilith, pues no solo se integraban los colores oscuros y estilos modernos, también había elementos añadidos que dejaban a la vista el estilo de Romanov y Dmitry.

La prueba de ello, era el Samurai de dos metros ubicado en la entrada, una figura perfectamente elaborada que captaba la atención al instante. A medida que avanzaban por la entrada, dos perritos se acercaron a ella moviendo la cola, ambos ansiosos por recibir una caricia suya. Boris y Honey salieron a saludarla recargando sus patas sobre sus muslos hasta que los acarició en la cabeza y en el cuello con cariño, sintiendo el pelaje suave que los dos poseían.

La chica que apareció al final del pasillo era diferente a la que había conocido. Lilith ya no tenía el pelo rubio y ahora poseía bastantes tatuajes, sin embargo, seguía teniendo esos ojos característicos de ella y su aura elegante y digna con la que siempre caminaba. Los años habían pasado para Romanov, lejos de sus padres y de casi todos los que conocía, pero Galina todavía podía reconocerla sin importar lo diferente que se veía. Romanov se acercó para recibir el abrazo que le esperaba de Galina, un contacto cargado de nostalgia y cariño que sacaba a flote los viejos tiempos, cuando Lilith visitaba su casa junto con Kozlov.

Ha sido tanto tiempo, querida —habló—. ¿Has estado bien? Dmitry me habló de ti, pero jamás tuve la oportunidad de verte desde la última vez.

—Sí, señora. Estoy bien, a mí también me alegra verla después de tantos años —dijo Lilith separándose el abrazo.

Galina acarició sus mejillas de una forma maternal, sonriendo sin mostrar sus dientes mientras estaba alegre por ver a Lilith de nuevo.

Te ves preciosa —habló Galina.

Muchas gracias, señora. Por favor, siéntase como en su casa —dijo Romanov amable.

Lilith y Dmitry la llevaron hasta la sala de la residencia donde varias personas esperaban para conocerla y darle una cálida bienvenida. La primera en acercarse a saludar fue Carina, la novia de su hijo quien la abrazo gustosa por verla nuevamente. Seguidos de Carina, se acercaron sus padres, Anna y Leopold Robbins, quienes expresaron su admiración hacia su trabajo y el placer de conocerla por fin. Después de una corta conversación con los padres de su nuera, Lilith le presentó a su novia y a su suegra, dos personas que también se volvieron importantes para Kozlov en su estancia en México, cuando Ana María le dio la bienvenida a Dmitry a su casa y su relación se fortaleció como si se tratara de madre e hijo.

Finalmente, Galina conoció a Julio, un modelo al cual ya había visto en revistas y que se presentó como amigo de Dmitry. El joven era amable y educado, agradable en todos los sentidos, desde su físico hasta su personalidad.

Reznikov comprobó que, al igual como se lo había comentado Dmitry, Ana María y ella tenían mucho en común, algunos aspectos de su personalidad e incluso algunos intereses e ideales de los que podía conversar por horas. A pesar de que todos tenían distintas nacionalidades, se comunicaron sin problemas en inglés facilitando las charlas entre todos.

Los ojos azules de Galina se iluminaron al ver esa sonrisa sincera y esa calma en Dmitry cuando el joven se sentó junto a Carina y tomó su mano. Kozlov ya nos fue rechazado, al contrario, fue recibido con cariño y atención, la misma que siempre mereció y que Carina aprendió a darle con el paso del tiempo, sin impedimentos ni presiones. Únicamente honestidad.

Sin embargo, Dmitry no era el único que se veía enamorado, también estaba Lilith que miraba cariñosamente a una sola persona en la habitación.

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07 de Enero de 2021 5:50 pm, Ciudad de México.

Julio San Agustín.

Recorrió la primera planta de la casa disimuladamente observando el lujo y los gustos caros de ambos amigos que no se molestaban en escatimar en gastos en su decoración. A cada paso que daba encontraba una referencia de anime, series animadas o videojuegos, a cada parte que mirara, encontraba una pieza de una colección inmensa que le pertenecía a Dmitry y a Lilith.

Los amigos rusos no solo tenían buen gusto en cuanto a ropa y música, también con su decoración como muebles y otros elementos que convivían armónicamente con los objetos coleccionables.

En su recorrido por el resto de las plantas con el permiso de Dmitry, el modelo encontró dos cuadros grandes en las paredes de las mascotas de la casa junto a los de sus dueños que se veían diferentes en ellos. Lilith y Dmitry posaban refinados y formales como hijos de familias importantes que probablemente nadaban en dinero. Aunque sus amigos se mostraran despegados de las pretensiones de la riqueza propia y de sus familias, era innegable no notar que les gustaba el lujo y la comodidad.

—Ya descubriste mi galería —dijo Lilith acercándose a él.

Julio volteó para ver a la pelinegra caminando en su dirección con una botella de agua en sus manos.

—Esto me recuerda en muchos sentidos a esas series o películas dónde aparecían familias de abolengo que tenían dinero por generaciones —comentó Julio.

—Acabas de describir perfectamente a mi familia —dijo Lilith relajada.

—Aysel me dijo que eres descendiente de la familia imperial rusa —dijo Julio—. Vaya que se sacó la lotería contigo.

Romanov soltó una risa ligera.

—Por eso me trata como princesa. Incluso si dice que soy caprichosa, termina haciendo lo que yo quiera —habló Lilith feliz.

—Pasa el método para enamorar a alguien así, por favor. Necesito usarlo —comentó Julio.

Lilith lo miró de reojo y la sonrisa de Julio se tornó un poco triste.

—¿Tienes problemas con Marco? —preguntó Romanov.

—No todo es miel sobre hojuelas —respondió Julio—. Las guardias largas de su trabajo complican un poco nuestra relación, además de que las responsabilidades de cada uno y algunos de nuestros objetivos no coinciden exactamente.

—No tienen que ser el uno para el otro para estar juntos. No es necesario encajar perfectamente para crecer como pareja y por separado. Después de todo, aceptar y aprender de nuestras diferencias nos hace crecer —dijo Lilith.

—Ojalá él escuchara eso —Julio soltó un suspiro.

—Dile. Si es tu novio, tienes la confianza de decirlo, ¿Cierto?

La expresión de San Agustín cambió. Lilith supo que Julio necesitaba desahogarse y ella estaba dispuesta a ser su apoyo. Julio comenzó con una larga explicación en donde mencionó varias anécdotas, tanto pasadas como recientes que dejaban en clara evidencia cómo era su relación con Marco. Romanov escuchó atentamente tratando de recordar los detalles para darle un consejo si Julio se lo pedía.

Tras una charla de 30 minutos en los que el modelo no paró de hablar, Julio estaba mucho más tranquilo y menos afligido. Su atención se centró en los tatuajes de Lilith de los cuales hizo varias preguntas, entre ellas, una sobre el símbolo de su dedo anular que había llamado la atención desde la primera vez que lo había visto.

—¿Por qué tienes tatuado el símbolo de virgo? —preguntó San Agustín con curiosidad.

—¿Símbolo de Virgo? No, es de capricornio. Yo soy capricornio.

San Agustín se le quedó viendo convencido de estar en lo correcto.

—No. Es el de virgo, lo conozco muy bien porque yo soy virgo y lo veo todas las mañanas cuando reviso mi sol en mi horóscopo.

Los siguientes minutos pasaron discutiendo sobre los símbolos de ambos signos y dibujándolos en el aire. Julio tenía razón, Lilith se había tatuado el símbolo de virgo en lugar del de capricornio. Su error era evidente, pero aún así lo disimularía para ocultar su descuido, buscando una excusa lo suficientemente convincente para evitar las risas al respecto. El modelo no pudo evitar reírse un poco de ella a pesar de que Lilith lo mirara frustrada. Para San Agustín parecía muy divertido y eso lo ayudó a distraerse de sus problemas.

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08 de Enero de 2021 1:40 pm, Ciudad de México.

Lilith Romanov Verro.

Estar ahí, en momentos como ese, se sentía irreal. No solo por la belleza que podía encontrar en el rostro de una persona, también por los detalles que podía observar encontrando algo bello en cada uno de ellos. Aunque hubiera pasado tan solo un par de minutos desde que la dejó adormecida en el sofá, Aysel ya se había quedado completamente dormida, probablemente producto del cansancio de su vida diaria y de todas las actividades que realizaba día con día.

Ferrara se volvía vulnerable cuando estaba con ella, le mostraba su parte tierna y cariñosa, también a esa faceta suya que se dejaba cuidar y amar a pesar de que no estuviera acostumbrada a ello. Por esa misma razón podía dormir tan pacíficamente, teniéndola cerca como en ese momento, en el que Aysel estaba dormida sobre el sofá cerca de Lilith quien la observaba atentamente.

Su cuerpo estaba recostado sobre su lado izquierdo, con una inclinación de su cabeza hacia la misma dirección. Su cabello castaño cubría parte de sus ojos, sus labios estaban un poco abiertos, mientras que sus manos reposaban sobre su pecho en lugares diferentes. Respiraba lentamente sin hacer ningún ruido demasiado sonoro, ya que estaba acostumbrada a dormir de manera silenciosa.

Romanov se acercó a ella y retiró con la punta de los dedos de su mano izquierda, el cabello que cubría sus párpados, acomodándolo de forma en que su rostro quedara libre, otorgándole una mejor vista de cada detalle de el. Lilith tomó el lapicero ubicado en la mesa de café junto con una hoja de papel para comenzar a dibujar la imagen frente a ella con el objetivo de inmortalizar ese instante para apreciarlo en cualquier tiempo.

Empezó dibujando su figura esbelta, caracterizada por algunas ligeras curvas en sus caderas, el tamaño de sus atributos y la forma en que todo se mantenía en armonía, creando una estética elegante y formal por dónde se le viera. Continuó con su rostro, desde sus ojos cerrados hasta su expresión sin emociones, que de alguna manera poseía una sonrisa neutral en sus labios que ocultaba todo tipo de sentimientos. Siguió con sus manos y parte de sus brazos en los que claramente se podían apreciar sus venas finamente marcadas y sus dedos un poco largos y no tan anchos que poseían un par de anillos entre cada mano.

Se perdió un momento al retornar a sus ojos, aunque estos estuvieran cerrados, Lilith podía recordar a la perfección las tonalidades marrones de sus pupilas combinadas con las doradas que, entre conjunto con sus cejas le daban una mirada expresiva que podía estar cargada de amor o ser la seriedad pura. Continuó dibujando sin medir el paso del tiempo hasta que lo terminó, un boceto perfectamente elaborado que había surgido de la más espontánea inspiración.

Colocó el lapicero y la hoja sobre la mesa antes de levantarse de su lugar para dirigirse hacia Aysel. Se puso cómoda sobre su pecho después de apartar sus manos y sus piernas para hacer para sí misma un espacio en el que pudiera descansar, cerca de su corazón. Se recostó sobre ella, sintiendo su cuerpo cálido y sus brazos rodeando su cuerpo por instinto, siempre dispuesta a recibirla en un abrazo, demostrando que su afecto para ella no tenía límites.

Abrazó su torso apegándose a Ferrara, percibiendo su olor a Sauvage y dejando en su ropa el suyo, reconocible en cualquier parte por ese toque a vainilla, sin importar qué perfume usara.

—¿Estás cómoda? —preguntó Aysel con la voz ronca y somnolienta, acariciando su espalda—. Podemos ir a la cama para que duermas mejor.

—Perdón, ¿Te desperté? —contestó Lilith.

—Tenerte entre mis brazos siempre es una forma linda de despertar —habló Aysel—. ¿Estás cómoda o quieres que me mueva?

—Estoy bien —se acurrucó—. Solo necesito tenerte cerca un rato. ¿Podrías seguir acariciándome?

Ferrara asintió. Siguió acariciando su espalda con su diestra mientras su mano zurda tocaba el cabello de Lilith, relajándola con su suave toque.

—Oye, mi amor —habló Romanov en voz baja.

—¿Mmmh? —dijo Ferrara en respuesta.

—Te amo —susurró.

—Yo también te amo, preciosa —dijo para después dejar una beso en su pelo.

Un sentimiento como el amor podía describirse de mil y una maneras, pero ellas jamás estarían satisfechas con ninguna definición que no fuera la suya, conformada por todos los pequeños y grandes actos que hacían la una por la otra, con devoción, cuidado, paciencia y cariño, sintiendo esa conexión más allá de lo físico.

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09 de Enero de 2021 pm 10:36 am, Ciudad de México.

Carina Robbins.

Subió hasta la terraza de la propiedad de tres pisos, un lugar tranquilo que poseía dos camastros, buena iluminación, unas cuantas plantas y una agradable vista junto con el paso normal del aire fresco de la mañana. Su vida había cambiado considerablemente desde que conoció a Dmitry, ahora la idea de haberlo considerado un criminal le provocaba risa, aunque en el pasado para ella tenía todo el sentido del mundo.

El paso de los meses y de las distintas interacciones que tuvo con él, la hizo darse cuenta de lo equivocada que podía estar al juzgar a alguien y también de lo peligroso que era para su felicidad cumplir con las expectativas de los demás.

Pasó de sonrisas fingidas y relaciones falsas, a la sinceridad de las miradas de amor, palabras cariñosas y una relación estable sustentada en la confianza, el pilar que aún seguía construyendo con sus grandes y pequeñas acciones. Cada una de ellas orientadas hacia una dirección, la de hacer feliz a Dmitry.

En la vida hay personas que llegaban de la nada y no se esperaba nada grande de ellas, pero, con el tiempo y el acercamiento que se tenía, se podían descubrir las más lindas maravillas que salían de los ensueños del romanticismo y los anhelos de eternidad plasmados en esas historia idílicas que a Carina le gustaba leer en sus ratos libres. En secreto, Robbins deseaba vivir algo así.

No importaba si los medios se preguntaban sobre su historia con aquel chico rubio, alto y de ojos azules que robaba tantas miradas como lo hacía ella, simplemente quería disfrutar de esa serendipia en su vida lo más posible y que mejor que hacerlo de la mano de Kozlov, un sueño hecho hombre.

Sintió sus brazos rodeando su cintura mientras la apegaba a su pecho, reduciendo el espacio entre sus cuerpos. Ese contacto fue suficiente para hacerla sonreír con la sensación de estar cuidada y protegida de todas las maneras posibles, pues, no había nada en el mundo que él no hiciera por ella y ella por él. Se dio la vuelta para tomar su rostro entre sus manos y acercarse a sus labios para besarlo.

Cuando se separaron, sus miradas se conectaron en un instante que se sintió mágico. La pelirroja se perdió en sus ojos azulados que se parecían al cielo y al mar, tan llenos de emoción y otros sentimientos. Caer por su mirada era un paso obligado.

—Sé que no te lo digo muy seguido, pero, quiero que sepas que lo mejor que me ha pasado es conocerte. Porque al hacerlo descubrí que se podía encontrar todas las maravillas del mundo en una sola persona —habló segura—. Y tú eres la única persona que puede hacerme sentir así, como si no hubiera un principio ni un final.

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10 de Enero de 2021 12:40 pm, Ciudad de México.

Aysel Ferrara Ávila.

Estaba trabajando en el regalo de su novia cuando tuvo que bajar de su estudio al escuchar el timbre de la puerta de su departamento. Se asomó por la cámara del sistema de seguridad de la puerta, encontrándose con un rostro conocido que aguardaba por ser atendido mientras se mantenía de pie con ayuda de un bastón. Su estado y su ropa se veía desaliñada, como si hubiese estado tan nervioso y ocupado que olvidó cómo colocarse bien el traje y la corbata de este.

Ferrara dudó en abrirle, pero Daniel fue insistente al seguir tocando el timbre para que Aysel le abriera. La chica desconocía por completo el motivo de su visita y, aunque suponía varias posibles opciones, ninguna de ellas le agradaba. Por cortesía, optó por abrirle la puerta y encararlo de frente sin ni siquiera ofrecer un poco de hospitalidad. Torres alzó su mirada cabizbaja encontrando la expresión seria de Aysel que no manifestaba ninguna emoción, simplemente se mantenía neutral.

—¿Qué haces aquí? —Ferrara fue la primera en hablar.

—Vengo a pedirte una disculpa por lo que pasó con Elena y también por mi comportamiento los últimos meses.

La chica se quedó desconcertada, en ninguno de los pensamientos previos que tuvo, cabía esa posibilidad que estaba sucediendo en ese momento.

—¿Qué? —dijo sin poder creer lo que estaba pasando.

—Necesito que me perdones y también necesito tu ayuda —dijo—. No puedo mantener la consultora en pie yo solo, quiero evitar que se vaya a la ruina, por favor. Ayúdame.

Ahí estaba el verdadero motivo de que se tragara su orgullo y recurriera a ella. Si Daniel estaba frente a ella en ese momento con esas intenciones, entonces ya se había quedado por completo sin opciones que dieran solución a su problemática.

—¿Por qué crees que te ayudaría? —contestó Aysel—. ¿Solo porque vienes a mi casa a pedirme una disculpa que no necesito ni quiero?

—Vine a ti porque ya no tengo opción, ya no hay nada más que pueda hacer —la interrumpió—. Hazlo por nuestra amistad, por lo que vivimos juntos todos estos años. Fuimos amigos antes de competir el uno contra el otro.

—Yo jamás competí. Ni siquiera estaba de acuerdo con esto —dijo la castaña—. Solo cuando te conviene soy tu amiga, la aliada que necesitas para salvar tu pellejo. ¿Ya no lo recuerdas, Daniel? Tú nos orillaste a este punto, utilizaste nuestra "amistad" para tu propio beneficio.

—Por favor —Torres la tomó de los hombros soltando su bastón—. Ayúdame.

Sus ojos suplicaban intentando apelar la decisión de Ferrara. Sus piernas temblaban al estar recargándose sobre Aysel para no perder el equilibrio, todo en él se veía desesperado y suplicante, expresando un arrepentimiento que de poco serviría.

—Por favor. Haré lo que quieras.

Aysel tenía la oportunidad de humillarlo para regresarle una pequeña pizca del daño que le había hecho. Torres aniquiló su sueño sin tocarse el corazón, por lo que ella le pagaría de la misma forma, dejándolo en su agonía sin preocuparse por él. Torres volvió a suplicar, pero ella no cedió. Aysel apartó sus manos de sus hombros de manera brusca, haciéndolo tambalear. Daniel se agarró del marco de la puerta para no caer al suelo mientras Aysel retrocedía dispuesta a cerrar la puerta, pero él lo impidió.

—Espera —dijo.

El hombre tragó grueso antes de mirar el suelo bajo sus pies, luego a Aysel y por último a sí mismo convenciéndose de lo que iba a hacer. Se deslizó cuidadosamente apoyándose del marco de la pared para arrodillarse ante ella y mirarla desde abajo para suplicarle perdón.

—Aysel. Yo... lo siento —dijo con la mirada llorosa implorando clemencia—. Ayúdame, por favor.

—Es tu problema ahora. Te dije que no sería fácil y que los caprichos simplemente conducen a malas decisiones —Ferrara se inclinó para verlo a los ojos más de cerca—. No hay nada en este mundo que logre convencerme de ayudarte.

Aysel se enderezó mirando su miseria desde arriba, contemplando el resultado de sus malas y egoístas decisiones que habían desembocado un mar de complicaciones que tarde o temprano lo ahogarían hasta sumirlo en su propia derrota, una que firmó el mismo. Ferrara cerró la puerta de golpe, dejándolo ahí, arrodillado en el pasillo, sabiendo que no había indulgencia para su condena.

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11 de Enero de 2021 9:00 am, Ciudad de México.

Lilith Romanov Verro.

Ese día era de los menos favoritos en su calendario, su propio cumpleaños siempre traía recuerdos poco gratos de su pasado en Rusia y de algunas otras experiencias que intentaba ignorar en la medida de lo posible. Es por eso que aquella mañana se levantó como otros días y evitó revisar su celular para no sentirse mal por ser el centro de atención, aunque fuese su cumpleaños.

Comió tranquilamente en la cocina, el desayuno especial que le dejó preparado Dmitry antes de irse a hacer ejercicio. A su regreso, tenían planeado pasar el día juntos, ellos solos divirtiéndose y distrayéndose mutuamente. Por lo que no había que preocuparse por sus deberes relacionados con su trabajo u otra actividad que la requiriera, puesto a que Aysel estaría al pendiente del equipo y de las misiones para que pudiera permitirse el día libre.

Cuando regresó a su habitación, le llamó la atención el sobre que dejó Dmitry sobre su mesa de noche. Se sentó sobre el costado de su cama y la tomó. Rompió el sobre con la navaja que siempre llevaba consigo para sacar las hojas del interior que también parecían estar escritas a mano.

Desdobló las hojas para que su vista pudiera leer claramente el contenido. Cada línea se volvía más pesada que la anterior mientras daba lectura a las palabras escritas con letras diferentes por diversas personas, el primero de ellos, su padre, quien le informaba que ya sabía todo lo que había hecho al estar lejos de casa. Las memorias horribles golpearon su memoria desbloqueando escenarios sangrientos, resultado de la brutalidad y la ira que había canalizado en su favor para utilizarla en su trabajo.

La carta continuaba con la preocupación de su madre, muchas preguntas para las cuales no tenía una respuesta concreta o simplemente agradable, pues para sus padres les sería difícil asociar que la niña que criaron dentro de mansiones con comodidades y lujos, se había convertido en la pesadilla de muchos criminales y en la aliada de otros cuantos.

Sentía pánico de tan solo imaginar el regreso a su casa, donde tendría que hacerle frente a las consecuencias de sus acciones que para ella representaban mucho más de las que ya había vivido. Pensando en la situación, se cuestionaba muchas cosas, entre ellas, la reacción de sus padres, los cambios en sus vidas y la manera en que manejaron su ausencia por más de una década.

Lilith se miró al espejo, los cambios en ella habían sido notorios, no solamente físicos sino también emocionales. Cada pequeña parte de ella era una versión diferente a la que ellos habían conocido. La joven de 16 años ahora nada más era un recuerdo doloroso que vivía dentro de la mujer de 27 años que tenía metas diferentes y habilidades que jamás creyó tener.

Algunas veces, le gustaría retornar a ese momento donde erró en su decisión para salvarse a sí misma de esa etapa cruel que la obligó a madurar más rápido de lo que debía. En el fondo sabía que esa Lilith estaba viva, presente en los momentos en los que se permitía ser vulnerable y cuidada por otros que sabía que no le harían daño, al contrario, la protegerían a su manera para mantenerla a salvo de todo aquello que la asustaba aunque no lo admitiera en voz alta.

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12 de Enero de 2021 3:40 pm, Ciudad de México.

Ana María Ávila.

Las buenas noticias llegaron al amanecer cuando llegó a ella la notificación del veredicto de la corte a su favor, mismo que obligaba a su marido a cederle la titularidad de la marca de los restaurantes a cambio de una indemnización. Además, la casa quedaba a su nombre junto con otras propiedades que la pareja había adquirido a lo largo de su matrimonio.

Esas noticias le habían regresado la sonrisa al rostro quitándole un peso de los hombros, pues sus actividades volverían a reactivarse y de nuevo tendría ingresos para pagar los sueldos de sus empleados en lugar de estar sacando el dinero de su propio bolsillo, de las reservas que tenía en caso de emergencias.

Libre de preocupación, se dispuso a compartir su alegría con las personas cercanas a ella, organizando una comida en su casa esa misma tarde a la que asistieron, Carina, Dmitry, Julio, Marco, Aysel y el equipo. Ellos festejaron alegres con Ana María, disfrutando de su buena comida y de un par de brindis no tan pesados a la salud de la mujer que ahora era la titular de una próspera cadena de restaurantes.

A pesar de que la mayoría estaban presentes, la ausencia de Lilith se hizo bastante notoria desde que Aysel llegó sola. A pesar de que su hija no se veía decaída ni nada por el estilo, Ana María supuso que hubo una pelea entre ambas y se acercó a aclarar las cosas con ella. Grande fue su alivio al escuchar que todo estaba bien entre ellas, únicamente Lilith se ausentó para pasar un momento a solas.

La mujer mayor la guio hacia la cocina para mostrarle el pastel de Red Velvet que le había preparado especialmente a su nuera y también para conversar con Ferrara sobre un asunto que había estado rondando su mente desde la mañana.

—Aysel, tal vez sea algo precipitado preguntarte esto, pero en serio me gustaría conocer tu opinión al respecto.

—Dime —contestó expectante a sus palabras, centrando su atención en lo que quería decirle.

—Ahora que tengo la propiedad de los restaurantes, quisiera incluirte dentro del negocio familiar. Es decir, ponerte como heredera de la cadena junto con Marco y además nombrarte la gerente administrativa.

Ana María sabía lo que esa propuesta representaba para su hija, pues Aysel siempre había estado dispuesta a ayudarle en lo que necesitara y en ser de utilidad para sus padres, aunque tuviera sus propios negocios y trabajos fuera del negocio familiar.

—Sé lo que significa para ti, ya que te has preparado toda tu vida para ayudarnos y estar lo suficientemente preparada para hacerte cargo, incluso si no lo admitiste en voz alta —habló Ana María.

Ferrara analizó su propuesta un momento en silencio antes de darle una respuesta a su madre.

—Ma' agradezco mucho tu consideración, pero me gustaría pensarlo. Es algo que no esperaba y, por lo tanto, no puedo tomarlo a la ligera.

Ana María le dio una sonrisa comprensiva, besó su mejilla y acarició su cabello.

—Toma tu tiempo, mi vida —le dijo—. No hay prisa.

Aysel le agradeció con un cálido abrazo que fue interrumpido por el sonido de la alarma de su celular sonando dentro del bolsillo trasero de su pantalón. Ferrara tomó el aparato y apagó la alarma, dejando a la vista de su madre su recordatorio para ir a visitar a Lilith.

—Tienes que ir con tu novia, ¿Cierto? —Aysel asintió a su cuestionamiento.

Su madre tomó el pastel que preparó para Lilith y se lo entregó.

—Llévaselo. Dale un abrazo y una felicitación de mi parte. Ah, consiéntela eh. Se lo merece. La próxima vez que venga le cocinaré lo que me pida.

Aysel sonrió y asintió enérgicamente antes de despedirse de su madre e irse de la casa para visitar a Romanov.

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12 de Enero de 2021 5:04 pm, Ciudad de México.

Lilith Romanov Verro.

Honey y Boris comenzaron a ladrar en cuanto la puerta del departamento se abrió, en un inicio, Lilith pensó que se trataba de Dmitry quien había llegado temprano, sin embargo, su suposición estaba completamente errónea. Ferrara apareció junto con los perros detrás de ella con un pastel en sus manos y un par de regalos bajó su brazo.

La pelinegra se levantó del sillón para ayudarla a cargar todo lo que llevaba consigo y que luchaba por no tirar debido a que ambos perros se le subían para saludarla.

—Creí que ya no vendrías a verme —dijo Lilith.

—Pasé a ver a mi mamá antes, perdona la demora. Por cierto, el pastel lo hizo especialmente para ti.

Romanov lo tomó observándolo con atención mientras lo llevaba hacia la cocina. Aysel la siguió llevando los regalos consigo de una forma más cómoda. Romanov lo colocó sobre la barra y le quitó el domo para ir por un cuchillo y probarlo, sin embargo, antes de que pudiera hacerlo, Aysel la tomó de la cintura y le plantó un beso en los labios.

—Te ves más feliz de ver el pastel que a mí —dijo Aysel—. Feliz cumpleaños, mi vida.

—Quiero probar lo que hizo mi suegra, a ti ya te he probado antes. Nada más quiero volver a comprobar que tu mamá se luce siempre con todo lo que hace, incluyéndote a ti.

Aysel sonrió y le dio un corto beso en la mejilla. Lilith se dispuso a cortar el pastel dándose cuenta de que debajo del betún de color blanco, estaba el pan de color rojo junto con frutos rojos y más crema en el interior. Su apetito aumentó y cortó un pequeño cacho para probarlo. El deleite de su expresión confirmó que el sabor era delicioso.

—¿Te gusta? —preguntó Aysel.

—Tu mamá se lució —dijo tomando un tenedor para comer otro bocado—. Adoro a mi suegra.

Aysel soltó una pequeña risa al ver la felicidad de Lilith. Recordó que aún cargaba los regalos y reaccionó para entregárselos. Romanov dejó de comer un momento para tomarlos y abrirlos, deshaciéndose del moño y de la envoltura color plateada que adornaba una caja de un auto a escala de colección. Los ojos de Lilith se iluminaron al ver que se trataba de un Nissan GT-R.

La pelinegra abrió sus ojos con sorpresa y abrió la caja sacando el auto a tamaño escala del interior de la caja, su sorpresa no pudo ser más grande cuando visualizó que el modelo era una réplica exacta de su auto que estaba en el garaje. Tenía el mismo color y las mismas modificaciones que ella le había hecho a su auto.

—¿Cómo es que se parece tanto al que yo tengo? —dijo Lilith con la mirada ilusionada.

—Lo compré cuando pasaba frente a una tienda de modelos de autos a escala mientras pensaba en que darte para tu cumpleaños. No había ninguno que se pareciera lo suficiente al tuyo, así que tuve que modificarlo yo misma.

Antes de que Ferrara terminara su explicación, Lilith se abalanzó sobre ella para abrazarla feliz por su regalo y por tener a alguien que estuviera dispuesta a hacer cosas así por ella.

—No sé como siempre logras hacerme feliz y demostrarme que te importo con detalles así —dijo Lilith.

—Nada es tan caro ni tan complicado cuando se trata de ti —dijo sobando su espalda—. Aún te falta abrir este.

Aysel le entregó una caja mediana de color negro, la cual Lilith abrió encontrándose con un brazalete de oro rosado en el cual estaba grabada una frase en ruso.

—красивая богиня —leyó y tradujo la pelinegra—. Hermosa diosa.

—Eso es lo que eres para mí, una hermosa diosa con la que tengo el privilegio de estar. Y no tienes idea de lo feliz que me siento de tenerte en mi vida.

Ferrara acarició su rostro sonriéndole ampliamente. Las pupilas de Romanov brillaban al observarla, ahí, frente a ella, convirtiéndose en una de las personas más importantes en su vida, alguien que la amaba de todas las formas posibles. En ese momento, Lilith supo que quería compartir su vida con ella, y por la mirada que Aysel le dio, no era la única que lo estaba pensando.

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13 de Enero de 2021 2:12 pm, Sao Paulo Brasil.

Aysel Ferrara Ávila.

Ingresó a la habitación con la tarjeta de acceso que le dieron en la recepción. Se adentró a ella cargando su propia maleta con todo lo necesario para su corta estancia, y otra maleta más grande de Lilith que le encargó cuando se fue a checar algunos detalles de la misión con Madelayne. Todo el equipo se disponía a ponerse cómodo en las habitaciones del hotel de lujo que contaban con camas amplias y cómodas con edredones blancos, baños de lujo, muebles de colores tenues, pisos claros con brillo y alfombras delgadas que rodeaban las camas.

Los hermanos se habían distribuido en dos habitaciones con camas individuales, mientras que Lilith y ella se quedarían en una habitación con una cama matrimonial, ya que se estaban acostumbrando a dormir juntas. Aysel corrió las cortinas para admirar la vista de la ciudad brasileña.

Acercó su maleta a la cama para comenzar a desempacar sus cosas y ponerlas en el closet disponible de la habitación, acomodó todo bien dejando el espacio suficiente para Lilith para posteriormente dirigirse al baño a lavarse la cara y refrescarse un poco. Al volver a la habitación, optó por cambiarse, quitándose la camiseta que llevaba puesta para elegir ropa más cómoda en lo que pasaba el tiempo hasta llegada la hora de su misión.

Sin que se diera cuenta, Lilith entró a la habitación sin hacer tanto ruido, aproximándose hacia ella mientras le observaba con una sonrisa. Romanov observó el tatuaje de su espalda admirando su propio trabajo en ella junto con algunas marcas de días anteriores que también habían sido su responsabilidad.

—Entré en un muy buen momento, me estás ahorrando el trabajo de quitarte la ropa —habló Romanov acercándose a abrazarla por la espalda.

—¿En qué momento llegaste? No te escuché —habló Aysel sintiendo sus manos acariciar su abdomen mientras su barbilla se recargaba sobre su hombro.

—Hace un instante —contestó Lilith respirando cerca de su cuello—. Aún faltan un par de horas para la misión, podríamos aprovecharlas para quitarnos el estrés del vuelo.

Romanov comenzó a tocarla con deseo, jugando con la orilla de sus jeans mientras otra de sus manos se dirigían a sus senos.

—¿Cómo es que siempre tienes ganas? Digo, no es que me queje, pero, tengo curiosidad —habló Aysel sin impedir que siguiera pasando sus manos por su cuerpo.

—Nada más te veo y ya tengo ganas —contestó Lilith—. Lo mejor de todo es que puedo quitármelas cuando yo quiera.

La sostuvo por la cintura mientras una de sus manos delineaba el tatuaje en su espalda hasta llegar al broche de su sostén.

—Tenemos una misión pendiente, mi amor —dijo Aysel aunque estaba comenzando a excitarse.

—Faltan 9 horas, es tiempo suficiente —susurró Lilith besando su cuello—. Nada más un rato, ¿Sí?

Nadie en su sano juicio podría resistirse a Lilith. Ella desabrochó su sostén para tocar su torso sin que ninguna prenda le estorbara mientras besaba su cuello disfrutando de su olor. Aysel hizo para atrás su cabeza facilitándole el acceso a su cuello dónde dejó un par de marcas.

—De acuerdo —Ferrara cedió—. Pero tomemos un baño antes de ir a la misión.

—Uy, ¿También quieres hacerlo en el baño? —dijo Lilith en un tono coqueto—. Yo acepto, me gusta. De cualquier manera, las dos ya estamos mojadas.

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