Capítulo 25: Mentiras Hechas Polvo

10 de Noviembre de 2020 6:40 pm, Ciudad de México.

Marco Ferrara Ávila.

El calor de su café se desvaneció al pasar el tiempo sentado en el sofá de Aysel, con esa sensación helada en el ambiente que de igual manera era algo atemorizante para él, pues su ritmo cardiaco se sentía muy presente y su cuerpo tuvo pequeños escalofríos constantes durante toda la conversación que tuvo con su hermana. Ante sus ojos, Aysel ya no era su hermana pequeña a la cual Marco se esforzaba en defender frente a su padre, ahora era una mujer adulta que tuvo el valor de hacer lo que ni siquiera Leonardo pudo, cuidar y salvar a su familia.

Sus manos temblaban, Ferrara esperaba un comentario de su parte que Marco no sabía poner en palabras. El hombre la miró ahí, sentada a unos centímetros de él, temblando con una expresión calmada en el rostro, aunque su lenguaje corporal demostrara todo lo contrario.

No podía imaginarse a su hermana haciendo las cosas moralmente incorrectas a su juicio, que Aysel dijo haber hecho, pero sabía que ella podía cumplir perfectamente con las tareas que le encomendaron, sin importar que eso implicara llevarse a sí misma a sus límites físicos y mentales. Marco sintió alivio al escuchar que Lilith estuvo cerca de ella apoyándola y cuidándola durante un buen tiempo, además de que descubrió que ellas tuvieron una relación antes de que todo pasara.

Leonardo quedó como un irresponsable egoísta a los ojos de Marco, quien ahora pensaba que su padre era un mentiroso que no le importaba nada más que el dinero y él mismo, pues su familia le importó poco cuando se involucró en negocios ilegales y cuando le fue infiel a Ana María. Marco consideró que no estaba en la posición de juzgarlo, sin embargo, le era imposible no sentir rabia al conocer a través de las vivencias de su hermana, el verdadero rostro de su padre.

—¿Le diremos a mamá? —preguntó Marco.

—No es nuestra responsabilidad —contestó Aysel—. Ella tendrá que darse cuenta por sí misma.

—¿Entonces vamos a dejar que nuestro padre le siga viendo la cara? —reclamó Marco con el ceño fruncido.

—No quise decir eso, me refería a que ella tiene que darse cuenta sin que nosotros le digamos —explicó Aysel—. Y ya sé cómo hacerlo.

—¿Qué es lo que planeas? —cuestionó con interés.

—Reunir a mi papá, mi mamá y su amante en un mismo lugar, así Leonardo se evidenciará solo —respondió tranquila—. Déjamelo a mí, me haré cargo.

Escuchó las últimas palabras de Aysel y volvieron a estar en silencio sin saber exactamente qué decir. A pesar de que Ferrara se convirtió en una criminal para cuidar de su familia y de ella misma, seguía siendo su hermana, seguía siendo la chica con la que creció durante toda su vida y eso nada podría cambiarlo. Marco se levantó de su sitio y se paró ante ella.

—¿Qué? —preguntó Aysel cuando él se le quedó mirando fijamente.

—Déjame darte un abrazo.

Ferrara se levantó y abrazó a su hermano con fuerza, sintiendo su protección fraternal y su cariño que no había cambiado a pesar de conocer las circunstancias en las que se encontraba. Él la envolvió en ese apoyo incondicional que Aysel necesitó y necesitaba en los tiempos difíciles.

—No importa lo que seas y lo que hagas con tu vida, siempre vas a hacer mi pequeña hermanita —susurró el chico en voz baja.

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11 de Noviembre de 2020 5:40 pm, Ciudad de México.

Carina Robbins.

La pelirroja alternaba su vista de los movimientos de su amigo a Dmitry quien lo estaba tatuando en la zona del brazo, dibujando con exactitud en su piel mariposas medianas cuyo colorido era llamativo, además de que parecían seguir a la que estaba al inicio de su hombro. El diseño era completamente original y cada una de las cinco mariposas representaba a alguien importante en la vida de Julio. Ocultas en el diseño, estaban las iniciales de las personas que representaban cada mariposa.

Por su propio amigo se enteró de que Kozlov diseñó cada una de ellas, desde los más mínimos detalles hasta los colores que utilizaría. San Agustín aprobó el diseño sin objeción y procedió a agendar una cita en Maggots, el local que pertenecía a Lilith y a Dmitry dónde trabajaban junto a otros tatuadores. Algunas chicas que le coqueteaban discretamente a Dmitry y otros chicos que no perdían la oportunidad de halagarlo cada que podían.

Robbins se sintió atraída por la exclusividad del lugar y la profesionalidad de los empleados que mantenían las áreas muy limpias y todo ordenado para facilitar las labores de los tatuadores, quienes podían pasar varias horas en un solo trabajo. Mientras su amigo se preparaba para la sesión, Dmitry le contó a Carina que fue Lilith quién tatuó a Ferrara y que así fue como se conocieron.

Kozlov también mencionó que ella apoyó a Aysel cuando notó que quería salir con Lilith y además de eso le dio unos pequeños consejos que le fueron de utilidad para llegar al corazón de Romanov. Robbins no podía imaginarse todo lo que sucedió sin que ella supiera todos los detalles y reconoció que le hubiese gustado ver un poco más de esa faceta entregada de su amiga que solamente se manifestaba con Lilith.

La sesión continuó tranquilamente bajo la mirada de Carina, quien por ratos observaba hacia la recepción para curiosear quien había llegado. Cuando Dmitry terminó su trabajo con Julio, Carina salió de la sala privada de Kozlov hacia la recepción y ahí se encontró con Aysel en el mostrador platicando con el recepcionista de turno. Ferrara vestía una camiseta blanca holgada, unos pantalones de mezclilla cómodos, botines de color café y una chaqueta de cuero marrón de corte recto con la que lucía bastante bien.

—¿Y tú qué haces aquí? —preguntó Carina obteniendo su atención.

—Vine con Lilith —contestó con naturalidad—. ¿Y tú qué haces aquí?

—Acompañé a Julio a su sesión —contestó Carina.

Ambas amigas se vieron mutuamente sabiendo que había una razón detrás de su coincidencia, pero ninguna lo admitiría en voz alta, o al menos no por el momento. Aysel vio salir de su sala a Lilith, con dos cascos de motocicleta cargando. La chica usaba unos jeans negros y una sudadera del mismo color. Romanov no solo notó la presencia de Aysel, también la de Carina a su lado.

—Últimamente, nos encontramos en todos lados, Robbins —comentó relajada.

—Sí, así es —contestó Carina ignorando la expresión de confusión de Aysel quien pensaba que únicamente se habían visto pocas veces.

—Bueno, es hora de irnos —dijo Ferrara y se despidió de Carina—. Tenemos algunas cosas que hacer.

Romanov y ella salieron del local, Lilith le entregó un casco y ella se lo puso antes de subir a su motocicleta.

—Apuesto a que están saliendo —comentó Julio quien se acercó a ella cuando salió de la sala de Dmitry—. ¿Qué signo será Lilith? Quiero saber qué tan compatibles son.

—Es fuego o tierra —contestó Carina—. De eso no hay dudas. Tiene cara de Tauro.

—No. Yo digo que es Capricornio. Aunque no sé por qué tiene el signo de Virgo tatuado —comentó Julio.

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11 de Noviembre de 2020 7:08 pm, Ciudad de México.

Aysel Ferrara Ávila.

Subió a la motocicleta NINJA ZX-10R ABS de color negro con detalles de verde que le pertenecía a Romanov. Lilith se puso el casco después de acomodar su cabello y encendió el vehículo. La pelinegra le indicó que rodeara su torso con sus brazos para sostenerse y ahí Ferrara percibió su olor a vainilla cuando se acercó a ella.

—Se vale manosear, pero no tanto porque me distraigo —comentó Lilith.

Aysel no respondió a su comentario, pues Lilith arrancó y se incorporó a la calle hasta avanzar hacia la avenida. Ferrara sintió el viento frío de esa noche, el calor del cuerpo de Lilith y cómo se sentía abrazarla sosteniéndose de su torso mientras la motocicleta se abría paso entre los autos avanzando más rápido que cualquier otro vehículo.

Las luces rojizas de las partes traseras de los autos, el alumbrado de la carretera y la adrenalina de la velocidad le trajo viejos recuerdos que no pudo reprimir al tener a Lilith tan cerca, como si los años no hubieran pasado. Así se sentía para ella esa rápida carrera al pasado y de regreso al presente, una experiencia que aumentaba su ritmo cardíaco y ella lo justificaba por la adrenalina de estar en una motocicleta.

¿En qué momento se volvió tan complicado aceptar que amaba esas pequeñas dosis de vida y luego de calma que únicamente Lilith sabía darle? La respuesta era confusa e inaceptable para Ferrara, quien se había convencido de que podía cumplir con un compromiso con Elena cuando su cuerpo y sus emociones eran provocados por otra persona, la misma persona que ahora abrazaba.

Si se pudiera resumir lo que Ferrara sentía en ese momento en una canción, esa canción definitivamente sería Scary Love de The Neighbourhood. Puesto a que no había una mejor definición de las pequeñas y grandes cosas que no podía poner en palabras y, mucho menos, pensar por mucho tiempo sin que se reprimiera por saber que estaba traicionando a Elena.

¿Y si los juegos de Lilith no fuesen juegos?, ¿Los sentimientos que tenía por ella realmente desaparecieron o invernaron durante años tan solo para aparecer en ese momento?. Desde su perspectiva, no había razón para conservar esperanza alguna, pero tomaría la decisión egoísta de disfrutar de esos momentos con ella, los que solo vivían ellas dos.

—Quédate aquí un momento, traeré los documentos —dijo Lilith deteniendo la motocicleta frente a una casa cuya fachada estaba descuidada—. No me extrañes demasiado.

Aysel sonrió quitándose el casco mientras veía como la chica se adentraba a la propiedad después de que un tipo la reconociera y le abriera. Romanov aceptó ayudarle haciendo uso de sus contactos para averiguar todo lo que pudiera de la amante de Leonardo, por eso se habían dirigido a aquella casa de seguridad donde Lilith se reuniría con su informante.

Romanov no tardó demasiado en regresar con un sobre tamaño oficio en sus manos, el cual le entregó a Aysel.

—Dijo que es todo lo que encontró —habló.

—Gracias —dijo Aysel—. Nadie se dio cuenta de que reunió esta información, ¿Verdad?

—No. Este tipo es un profesional, tanto como lo es Lorena o Matías, pero no quería involucrarlos en algo tan personal como esto —contestó Lilith.

—Es mejor que se quede entre nosotros. En serio, gracias por esto —comentó Ferrara.

—Es mi granito de arena para desenmascarar al maldito de Leonardo. Aparte, me gusta ayudarte, así puedo cobrarte después.

—¿Con qué me vas a cobrar? —cuestionó Aysel. Lilith sonrió.

—¿Qué me quieres dar? —coqueteó.

—¿Qué quieres? —preguntó—. Deja de jugar conmigo.

Lilith se acercó un poco más a Aysel sin temor ni restricciones.

—A ti —contestó sin titubear—. Y no estoy jugando. ¿Te estás convenciendo de que lo estoy para ignorar el hecho de que lo estás disfrutando?

Aysel se quedó sin palabras y no tuvo más remedio que sostenerle la mirada mientras debatía internamente si quería dejarse llevar por sus impulsos o reprimirse hasta que estuviera en su casa completamente sola. En su lugar, Lilith sonrió, desordenó el pelo de Ferrara y volvió a subir a la moto esperando que se subiera nuevamente.

—No haré nada que tú no quieras hasta que me lo pidas o hasta que aceptes que hay ciclos que pueden volver a comenzar.

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12 de Noviembre de 2020 11:20 am, Ciudad de México.

Elena Morel Garza.

Sus ojos no podían dejar de ver con odio la fotografía en la pantalla de su celular, donde claramente se distinguía la silueta de Aysel en compañía de Lilith, ambas muy cerca la una de la otra, Romanov sonriendo y Ferrara perdida en su encanto. La fotografía terminó en redes sociales después de que una persona la publicara y etiquetara a Elena. Al parecer una de las personas que eran fanáticos de la pareja reconoció a Aysel y de ahí surgieron múltiples rumores de infidelidad de su parte que rápidamente llegaron a Elena.

Morel estaba ardiendo de coraje, tanto que dejó de prestarle atención al asesor que tenía delante explicándole las finanzas de Soleil. Daniel notó el enfado de Elena y no lo dejó pasar, pues ya suponía el motivo de este.

—¿Pasa algo? —preguntó Torres.

—Aysel estuvo con Lilith ayer, no quiero saber que hicieron, pero ya todo el mundo lo supone —contestó irritada—. Vamos a perder ventas por su culpa y por su maldita irresponsabilidad.

Más que molesta por verla con Lilith, Morel estaba más preocupada por los efectos que eso tendría en la marca. Lo único en que pensaba era en mantener el éxito que obtuvo cuando su relación con Ferrara se hizo pública.

—No me sorprende —comentó Daniel llamando su atención.

—¿A qué te refieres?

Torres se sentó y se recargó sobre la mesa muy cerca de Elena.

—Aysel es así. Desde que la conozco jamás ha pasado mucho tiempo en la misma cama. Siempre cambia de chica cada que puede —habló—. Supongo que si pudiera pasar cada noche con una mujer diferente, lo haría.

—¿Cómo que siempre fue así? —cuestionó Elena.

—Ella está acostumbrada a ser libre. Es muy difícil que permanezca en una relación mucho tiempo y que le sea fiel a la pareja con la que está —soltó con veneno Torres.

Morel analizó la situación desde su asiento completamente disgustada con lo que acababa de escuchar de una de las personas que había conocido a Aysel durante más tiempo.

—¿Cómo sabes esto?

—La misma Aysel me lo contó —respondió con toda seguridad como si eso realmente hubiese pasado—. Me habló de lo difícil que era para ella mantener una relación formal con una sola persona, siempre tenía la necesidad de encontrar a alguien nuevo para no aburrirse. No me sorprendería que la mujer con la que la vieron no sea una de esas chicas con las que acostumbra a quitarse las ganas de vez en cuando.

Las revelaciones de Daniel y la seguridad con las que las decía creó la credibilidad que Torres necesitaba para que la diseñadora le creyera.

—Eso explica lo de las fotos con Lilith —comentó Elena—. Ahora entiendo por qué las guardó todo este tiempo.

—¿Ves? Estás uniendo las piezas del rompecabezas que es tu novia. Si ella sigue mintiéndote de esta forma, entonces deberías dejarla, hay personas que sí valoraríamos lo que es tenerte —soltó Torres, pero Elena no le prestó mucha atención, pues permaneció concentrada en sus pensamientos.

Elena no le prestó tanta atención después de eso. Interrumpió la reunión con la excusa de que tenía algo que hacer pero que terminarían de evaluar los detalles en otra ocasión. Torres estaba convencido de que había plantado la primera semilla que le daría el resultado que buscaba.

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Morel se dirigió directamente hacia la casa de Aysel donde ella la recibió y comenzaron a discutir con respecto a las fotos que se filtraron y los efectos que estas podían tener de manera negativa. Elena no paró de sacar toda su frustración con ella, remarcando cada mínimo error de Ferrara sin importar que este tuviera o no relación con lo sucedido recientemente. Tomó el papel de víctima y comenzó a llorar alegando que la amaba y que no le gustaba que estuviera cerca de Lilith porque ella la amenazó. Aysel no se dobló con facilidad, aclaró lo sucedido argumentando que no pasó nada más allá de un acercamiento y una conversación.

Al ver que su novia no estaba doblegada, aparentó arreglar las cosas con ella para después irse de su departamento después de tres horas y dirigirse al lugar que Dmitry mencionó como su lugar de trabajo la última vez que lo vio. Morel sabía que los dos trabajaban juntos, por lo que esperaba encontrarse con la chica en el local de tatuajes.

Elena llegó al local histérica, gritando y causando un gran alboroto en la recepción del establecimiento, obligando a Lilith a salir de la sesión de tatuaje que estaba teniendo con un cliente. El escándalo llegó hasta los oídos de Kozlov que intentó calmar a la diseñadora, pero Morel lo alejó.

Romanov le hizo frente, con los brazos cruzados y una mirada de fastidio total que no iba a esconder. Lilith la sacó del lugar para poder hablar y que Elena dejara de hacer la escena que estaba haciendo frente a los tatuadores y clientes.

—No es mi problema esto y estoy siendo muy cortés al hablar contigo —contestó Lilith tras escucharla hablar y exponer sus motivos.

—Tú eres quien ha estado complicando las cosas en mi relación desde que llegaste —argumentó Elena—. ¿No piensas en las consecuencias de tus acciones? No quiero perder nada de lo que he logrado por tu culpa.

Lilith la miró de manera severa con una expresión fría

—Tú estás preocupada por el dinero y la atención que te da tener una relación con Aysel, realmente no te importa más allá que eso, ¿Cierto? —habló en un tono serenamente peligroso—. ¿Escuchas lo que estás diciendo? Únicamente hablas de ti y cómo te afecta individualmente. No estás molesta porque ella esté conmigo, estás molesta porque eso pone en riesgo tu negocio.

Romanov se acercó haciéndola retroceder inconscientemente cuando sintió su vibra amenazante.

—La ves con una oportunidad, algo que quieres poseer para tu propio beneficio. De verdad eres tan superficial, Elena. Es increíble —dijo Lilith asqueada con la situación—. Pero siempre hay algo que se puede aprovechar.

Lilith sonrió de forma arrogante sabiendo perfectamente qué piezas jugar.

—Ahora que sé lo poco considerada y superficial que eres, será más fácil quitarte eso que crees tener seguro. Apuesto a que Aysel vendrá a mí incluso si no se lo pido, porque la única verdad aquí es que dejé huellas en ella que tú jamás podrás borrar, nena —Romanov la miró a los ojos y no rompió el contacto visual—. ¿Has pensado con quien fantasea cuando te folla? Porque yo creo saber la respuesta.

Elena intentó darle una bofetada a Lilith, pero ella bloqueó el golpe sosteniendo su muñeca con fuerza, tanta que comenzó a lastimarla.

—Ni siquiera lo intentes, niña. Yo ya gané desde antes de que comenzara el juego.

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13 de Noviembre de 2020 7:56 pm, Ciudad de México.

Dmitry Kozlov.

Las visitas de Carina cuando Dmitry tenía casa sola se estaban comenzando a hacer una costumbre entre ellos, una que disfrutaban mutuamente encerrándose en la habitación de Kozlov para quitarse las ganas que se tenían el uno al otro. Dmitry gozaba de hacer que Carina viera las estrellas y Robbins de ser complacida por un hombre como Dmitry, que le daba todo el buen sexo que no había tenido en años.

Carina llegó esa noche con la iniciativa de iniciar el proceso con el juego previo, sin dejar de lado las palabras sucias que le decía al oído mientras lo estimulaba con su mano y acariciaba su pecho. Kozlov estaba gozando de la seguridad de sus manos y la sensualidad de su voz susurrándole de cerca.

El chico ya podía imaginar todo lo que podían probar esa noche hasta que Carina tuviera que irse, sus fantasías se estaban materializando cuando escuchó el teléfono de Robbins sonar. Maldijo al aparato y de reojo vio en la pantalla un número no registrado, el cual la modelo se asustó al ver.

Carina se alejó de él y salió de la habitación para tomar la llamada. Dmitry respetó su privacidad y comenzó a buscar dentro de sus cajones el par de preservativos, se suponía que usarían esa noche en cuanto Carina regresara de tomar su llamada, sin embargo, cuando la pelirroja volvió a la habitación, no tenía las intenciones de continuar lo que dejaron pendiente.

—Tengo que irme —dijo Carina buscando la ropa que se había quitado—. Surgió una emergencia.

Dmitry se desilusionó, pero comprendió la situación.

—¿Quieres que te lleve? —preguntó.

—No, gracias. Dejé mi camioneta afuera, puedo irme por mi cuenta —contestó Carina acercándose para despedirse de él.

Dmitry la tomó del rostro y la besó intensamente, casi haciendo la labor de separarse imposible. Antes de que la pelirroja pudiera alejarse, Kozlov se tomó la libertad de dejar un chupetón en una de sus clavículas, lo cual hizo jadear a la chica.

—Quisiera quedarme contigo para atender ese problema entre tus pantalones, pero en serio tengo que irme —habló Robbins con una mirada deseosa.

—Lo haremos en otra ocasión —susurró contra sus labios—. Tienes que irte. Conduce con cuidado y avísame cuando llegues a casa.

Robbins le dio un pequeño pico antes de salir de su cuarto y posteriormente del departamento. Dmitry la observó subir a su camioneta e irse. Aparte del libido que le causó, también tenía afecto por ella y conservaba en su interior la esperanza de poder tener algo más con ella que encuentros casuales.

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14 de Noviembre de 2020 1:03 pm, Nueva York EU.

Aysel Ferrara Ávila.

Llegaron en el avión privado a la Ciudad de Nueva York después de que Matías aterrizara en el Aeropuerto Internacional John F. Kennedy. Para entonces, Lilith ya había salido del baño de la aeronave vestida como una asistente ejecutiva, cubriendo sus tatuajes visibles y con el cabello lacio recogido en una coleta. Madelayne terminó de cargar las armas antes de entregarle una a todo el equipo en lo que esperaban que el equipaje fuese descargado del avión. Lorena ya tenía un informe detallado de los sistemas de seguridad y un plan para evadirlos en una ventana de tiempo que les permitiera pasar desapercibidas.

Por su parte, Inés y Matías estaban listos para actuar como los escoltas de una inversionista que visitaría un banco privado en la ciudad. Subieron directamente a una camioneta blindada que llegó por ellos cuando descendieron del avión.

Aysel se puso el saco del traje sastre de cuadros blancos y negros, tomó su corbata y abotonó los últimos botones de su camisa mientras se sentaba en la parte trasera de la camioneta frente a Inés y Matías, que serían sus escoltas y al lado de Lilith quien aparentaba ser su asistente personal.

Lorena se sentó en el asiento del copiloto con Mads a su lado que conducía el vehículo por las calles transitadas de la urbe, cuyo tráfico estaba comenzando a hartar a Aysel. Ferrara miró por la ventana inquieta repasando el plan una y otra vez para asegurarse de que cubrió cada riesgo posible.

—Déjame ponerte la corbata —se ofreció Lilith.

A Aysel le pareció extraño su ofrecimiento debido a que permaneció ligeramente distante durante todo el vuelo, sin embargo, aceptó su propuesta y se quitó el saco para facilitarle el trabajo. Romanov se aproximó a ella, levantó el cuello de la camisa y pasó la corbata negra alrededor, la colocó al tamaño adecuado y en cuestión de un instante la anudó en un perfecto nudo tipo Windsor.

Ferrara observó la habilidad con la que Lilith hizo el nudo, acomodó su corbata y la camisa.

—Listo —habló Lilith—. De algo sirvieron los colegios europeos de élite que tenían uniformes formales.

Ferrara sabía que ella estudió en un colegio mixto y que ahí conoció a Dmitry, lo que no sabía era lo rápida que era. Lilith retornó a su posición, Ferrara admiró su silueta relajada y la versatilidad que podía tener.

Finalmente, llegaron al banco, Aysel se puso el saco en lo que Matías e Inés bajaron del automóvil para abrir las puertas y dejar que tanto Lilith como Ferrara bajaran. La chica trajeada bajó primero y le ofreció su mano a Lilith para ayudarla a bajar, sin embargo, esta la rechazó para ponerse unos lentes sin aumento.

—Hoy eres la jefa, no deberías de hacer ese tipo de cosas —dijo Lilith.

—Es mi naturaleza —contestó.

Lilith se aproximó a susurrarle al oído.

—Y la mía es sentir ganas de quitarte ese traje en privado —comentó sonriendo.

Aysel se tensó. No esperaba en lo absoluto un comentario así, sin embargo, regresó a la realidad y se incorporó a sus escoltas para entrar al edificio alto, cuyo destino se encontraba en el último piso, donde tendría una reunión con su objetivo. Inés y Matías iban a los extremos a dos pasos detrás de ellas, mientras que Aysel iba en el medio con Lilith a su derecha a la misma altura. Fueron recibidos por el personal que los condujo hacia el ascensor cuando se identificaron y los llevaron hasta el último piso, donde las puertas se abrieron y ellos bajaron.

La chica de pelo cortó habló en un inglés muy claro, que fue entendible para el personal que la llevó hasta la sala de juntas, donde la esperaba una sola persona, el ejecutivo más importante del banco. Los guardias de seguridad no permitieron el paso de sus escoltas, por lo que los dos hermanos tuvieron que esperar afuera mientras ellas entraban a la sala de juntas.

El hombre regordete y canoso estaba sentado a la cabecera de la mesa rectangular con un ventanal a sus espaldas en el que se podía ver gran parte de la ciudad. Aysel lo saludó amablemente, se sentaron en la mesa y comenzaron a discutir sobre asuntos cuya importancia era nula para la misión. Romanov golpeó con su bolígrafo dos veces la mesa indicándole que el tiempo había terminado, comenzando el proceso de vaciar las cuentas del banco y parar toda la actividad de este.

El teléfono de la sala sonó y él se vio obligado a contestar. Su palidez se hizo evidente cuando le informaron lo que estaba sucediendo.

Looks like you just saw death sir —dijo Ferrara observándolo sudar después de colgar el teléfono.

There was a problem, but I will call the technical team to fix it immediately —contestó el hombre disimulando su presión y volviendo a tomar el teléfono para hacer una llamada.

I don't think that's necessary —dijo Lilith apuntándole con un arma—. Put the phone down, please.

El hombre se quedó congelado sin comprender la situación. Aysel se levantó de su asiento y caminó hacia él para inmovilizarlo en la silla.

You will let the accounts be emptied and then argue that it was a robbery that you couldn't preven —dijo mirándolo amenazante y sacando su arma para apuntarle.

Why should I do that? The security systems caught you and it's a matter of minutes before they come for me —contestó el tipo.

The security systems stopped working before we got there. Out there are your guards neutralized by our men, you don't stand a chance —contestó Lilith.

El hombre no tuvo más remedio que aceptar que los minutos pasaran y el teléfono sonara mientras el dinero de las cuentas del banco y las bóvedas eran vaciadas por los elementos al cargo de Lilith quienes fueron rápidos en llenar los camiones y sacarlos del edificio para llevarlos fuera de la ciudad.

La perfección de su trabajo fue arruinada por el teléfono de Lilith que recibió una llamada de Lorena quien le dijo que la policía estaba a unas cuantas calles y que no tardarían en llegar. Romanov se alertó, salió de la sala de juntas y le indicó a Matías y a Inés que prepararan un escape inmediatamente.

You don't know who I am. You will not breathe again and you will not be able to leave the city if you hurt me —habló el tipo con una sonrisa.

Las sirenas comenzaron a escucharse y las alarmas se detonaron. Aysel sabía que no tenía mucho tiempo para escapar, pero por lo menos se encargaría de la parte final del trabajo. Rompió el cristal con un par de balas, el panel se hizo pedazos lo que le permitió tomar la silla donde él estaba sentado hasta la orilla. Puso su pie en la silla entre las piernas del ejecutivo dispuesta a empujarlo.

This is the price you pay for illegally enriching yourself and betraying the one who made you rich —le dijo antes de patear su silla, dispararle en el pecho y dejarlo caer agonizante 30 pisos.

Un estruendo se escuchó en el ascensor. Aysel reaccionó y salió hacia el pasillo dónde Lilith estaba eliminando uno a uno los tipos que salían del ascensor. Romanov le gritó que corriera hacia la azotea, que iría detrás de ella. Ferrara obedeció y se desplazó hasta las escaleras dónde subió escuchando los pasos de Lilith detrás de ella.

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14 de Noviembre de 2020 3:08 pm, Nueva York EU.

Lilith Romanov Verro.

Aysel empujó la puerta de la azotea donde se ubicaba un helipuerto y un helicóptero conducido por Matías y Mads quienes estaban esperando su llegada. Lilith sabía que más de tres hombres armados las seguían, por lo que debían darse prisa para huir.

Escuchó un par de detonaciones a sus espaldas y como una de ellas rozó a Ferrara en el brazo derecho, pero logró subir al helicóptero que poco a poco se despegaba del suelo. Romanov se dio la vuelta y apuntó hacia sus atacantes, les disparó todo lo que restaba del cartucho antes de volver a correr hacia el helicóptero, sin embargo, Matías ya se había separado de la orilla por lo que tendría que saltar.

Los disparos siguieron detrás de ella, pero el fuego fue correspondido por Inés, quien la cubrió. Lilith saltó temiendo que la distancia no fuese la adecuada para lograr agarrarse y no caer al vacío. Su corazón se detuvo un breve momento cuando saltó y logró agarrarse al patín de aterrizaje, pero sus manos comenzaron a resbalarse.

Su respiración también se detuvo, se sintió muerta cuando perdió el agarre y se soltó. Sin embargo, antes de que pudiera caer al vacío, una mano sostuvo su brazo con fuerza. Miró hacia arriba y se encontró con un rostro adolorido por la herida sangrante que tenía en el brazo que la sostenía impidiéndole caer. Aysel se negaba a dejarla ir, aunque eso la estuviera haciendo sangrar, gritó por el dolor, aunque Lilith no pudo escucharla por el ruido de las hélices.

Matías aumentó la altura, mientras que Madelayne e Inés ayudaban a subir a Lilith. Ferrara se recargó en uno de los asientos y llevó su mano a su herida tratando de parar la sangre. Romanov seguía en shock. Por un momento se creyó muerta, pero ahora estaba a salvo en el suelo del helicóptero, completamente agotada.

Inés revisó la herida de Ferrara, le quitó el saco y la camisa, dejando la zona al descubierto. Tomó un botiquín y comenzó a atenderla.

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Se sentó frente a Ferrara cuando subieron al Jet listas para regresar a México. Aysel se veía más tranquila con los ojos cerrados después de que le inyectaran un analgésico y curaran su herida antes de llegar al aeropuerto. Lilith seguía sin poder creer que ese día casi muere, sin embargo, se sentía aliviada de seguir con vida.

Mads acompañó a Matías en la cabina mientras Lorena e Inés se sentaban unos asientos delante de ellas, se pusieron el cinturón de seguridad y el avión comenzó a avanzar para despegar.

—¿Por qué no me soltaste si eso te estaba lastimando? —preguntó Lilith.

—Dejarte morir me iba a doler más —contestó Aysel—. Eso iba a ser algo que jamás dejaría de lastimarme.

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15 de Noviembre de 2020 4:01 pm, Ciudad de México.

Ana María Ávila.

Fue al restaurante indicado en la carta con las fotografías adjuntas de su marido para comprobar con sus propios ojos lo que la carta especificaba. Si bien, al principio le pareció una estupidez, las pruebas adjuntas, como los registros bancarios de Leonardo y los depósitos a nombre de una desconocida, sembraron la duda en Ana María, quien se arregló esa tarde antes de ir al restaurante dispuesta a descubrir de qué se trataba.

Con sus sospechas a flor de piel y sus emociones de igual manera, tomó asiento en la reservación para tres, bebió una copa de agua mientras esperaba a que Leonardo y la mujer desconocida llegaran.

No transcurrieron más allá de diez minutos cuando se acercó una mujer de no más de 27 años, de pelo negro, lacio y largo, con un maquillaje perfecto, un atuendo notoriamente caro y de igual manera una expresión de superioridad. La chica fue guiada por el mesero hasta su mesa donde hizo una cara de disgusto al ver a Ana María sentada ahí. Antes de que pudieran hablar entre ellas, Leonardo apareció con una sonrisa viendo a la chica, en cuanto encontró a su esposa frente a ellos, su sonrisa desapareció.

—¿Quién es esta mujer, Leo? —preguntó la chica con disgusto.

El hombre estaba entre la espada y la pared. No podía negar a su esposa, pero su amante causaría un conflicto si no lo hacía.

—Adelante, dile —alentó Ana María con el corazón roto y el coraje fluyendo por todo su cuerpo.

Leonardo se quedó sin palabras. Estático sin saber cómo reaccionar o hacer.

—No sé qué está haciendo usted aquí, señora. Pero será mejor que se largue porque esa es nuestra mesa —reclamó la mujer—. La reservación está a nombre de mi novio y mío.

Ana María tomó la copa de agua y se la aventó a su marido llena de ira. Tiró la copa al suelo y le dio una bofetada a Leonardo. Su amante no podía entender lo que estaba sucediendo.

—¡¿Qué le pasa, vieja loca?! —gritó histérica.

—Soy su esposa, niña. Llevamos más de 35 años de casados, así que estoy en todo mi derecho de actuar como se me dé la puta gana —contestó Ana María.

La chica se quedó fría cuando la escuchó. Miró a Leonardo y lo empujó dándole otra cachetada antes de marcharse indignada. Los comensales en el lugar eran testigos del descubrimiento de una infidelidad y el probable divorcio de una pareja.

—¡¿Qué acabas de hacer, Ana María?! —gritó Leonardo furioso y levantó su brazo en el aire para golpearla, sin embargo, uno de los meseros lo detuvo por la espalda reteniéndolo.

Los ojos de la mujer, de tez morena y pelo oscuro, se llenaron de lágrimas. Se quitó la alianza de matrimonio de su dedo anular y se la aventó antes de dirigirse a la salida del local escuchando los gritos de su marido que le exigía que no se fuera. Ana María tomó el primer taxi que se detuvo cuando hizo la parada, subió al auto y le dio su dirección antes de comenzar a llorar inconsolablemente.

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15 de Noviembre de 2020 6:30 pm, Ciudad de México.

Aysel Ferrara Ávila.

Curó su herida esa mañana antes de que su hermano pasara por ella para ir a la casa de su mamá. Los hermanos se adentraron a la propiedad y encontraron una pila de ropa y cosas de su padre en el patio, apiladas y quemadas. Visualizaron a su madre en el interior de la casa con una taza de café en sus manos y el maquillaje corrido por sus ojos de tanto llorar. La señora los vio llegar, pero no hizo ningún ademán por acercarse a ellos.

Aysel aún tenía el vendaje de su herida, pero lo ocultaba debajo de su sudadera, lo que menos necesitaba su madre en ese momento era una preocupación adicional a las que ya tenía. Marco fue el primero en abrazarla, sacándola de su trance y dejándola llorar en su hombro.

Ferrara sintió un hueco en el pecho al ver a su madre tan herida por haber sido traicionada y no pudo evitar sentir mucho más enojo contra su padre. Se unió al abrazo familiar y escuchó a su madre balbucear lo que había visto. Podía imaginar lo horrible que fue para ella y lo lastimoso que fue ver a su marido, el hombre que amó durante más de tres décadas con otra mujer.

Ahora ella tendría que explicarle que ese no había sido el único error de Leonardo y que más allá de eso había una parte de él que no conocía. Marco se tomó el tiempo para tranquilizar a su madre y Aysel de hablar con ella contándole la verdadera razón de porque la volvió a aceptar en la casa después de que saliera del closet. La mujer mayor apenas podía creer todo lo que hizo Leonardo.

Ana María abrazó a su hija con fuerza pidiéndole perdón por no haber podido protegerla, pero Aysel le dijo que no fue su culpa, que todo lo hizo para cuidar de su familia y mantenerlos a salvo, aunque eso implicara ponerse en riesgo ella misma. En ese momento, la decisión que la señora Ávila había tomado, se reforzó con mucha más razón.

—Quiero divorciarme —habló—. Ya no quiero a ese hombre en nuestras vidas.

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Su madre logró conciliar el sueño después de pasar un rato llorando hasta que se quedó dormida. Marco se mantuvo junto a ella en la cama mientras Aysel bajaba a prepararse un té para lidiar con la ansiedad que sentía en ese momento. Escuchó el sonido de una motocicleta en la entrada y luego el timbre, por lo que fue a abrir.

—Gracias al cielo que estás aquí, pensé que te había pasado algo malo cuando no te encontré en tu casa y no contestabas tu celular —dijo Lilith.

—Ah. Perdón por no responder, es que ni siquiera sé dónde lo dejé —contestó desanimada.

—¿Qué tienes? —preguntó Romanov dándose cuenta de que estaba deprimida.

—Mamá se enteró —dijo Ferrara. Eso bastó para que Lilith lo comprendiera.

La pelinegra abrazó a Aysel con cuidado para no lastimarla. Ella correspondió a su abrazo, hallando consuelo en el calor de Lilith y su olor a vainilla.

—¿Cómo están? —preguntó Lilith preocupada.

—Dentro de lo que cabe, bien —contestó Aysel—. Marco se quedó cuidándola. Está devastada. Por fin le dije sobre lo que hago, se siente culpable por no haberme protegido, pero no es su culpa, fue la decisión que tuve que tomar.

Su conversación fue interrumpida por un auto deteniéndose frente a la puerta de la casa y Leonardo descendiendo de él. El hombre comenzó a gritar y a maldecir con las intenciones de entrar a la casa, pero cuando vio a Lilith se detuvo.

—¿Qué hace esta maldita perra aquí? —preguntó refiriéndose a Lilith.

Aysel no pudo soportar más y caminó hacia él para darle un puñetazo en la cara que lo dejó aturdido. Ferrara olvidó por completo el dolor de su brazo, pero no sé arrepintió de lo que hizo. Leonardo iba a devolverle el golpe, pero antes de que este pudiera impactar contra Aysel, Lilith lo detuvo, lo tomó por los hombros y lo estrelló contra la pared.

—No quiero volverte a ver por aquí. Ya suficiente daño les has hecho —amenazó Lilith—. Si te vuelvo a ver cerca de ellos, yo misma te romperé la cara a golpes.

Romanov lo soltó. Él se fue indignado, adolorido y asustado mientras Lilith comprobaba que Aysel se encontrara bien.

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17 de Noviembre de 2020 8:15 pm, Ciudad de México.

Carina Robbins.

Observó como Aysel comenzó a temblar y a tambalearse cuando estuvo lejos de los fotógrafos de la alfombra roja del evento de esa noche. Sin importarle que aún tuviera que seguir posando junto a Julio, Carina corrió hacia ella cuando la vio apoyarse en uno de los muros para no caerse. Elena seguía reclamándole algo mientras Aysel estaba al borde de un ataque de pánico.

Robbins empujó a Elena y ayudó a Aysel a calmarse. Le quitó la corbata roja del smoking azul marino que iba combinado con el vestuario del mismo color de Elena para esa noche. Aysel sintió que se ahogaba entre todo el bullicio que se escuchaba a tan solo unos pasos de ella. Morel seguía sin callarse y Carina intentaba calmar a su amiga.

—¡Cállate ya, Elena! —gritó Carina desesperada—. ¿No ves que no está bien?

Julio llegó con ellas, alejó a Elena de la situación en lo que Carina ayudaba a Ferrara a reponerse. Cuando ella estuvo más tranquila, Robbins se levantó de su posición y fue directamente hacia Elena.

—En tu puta vida vuelvas a hacer eso, ¿Entendiste? —dijo severa.

Julio se llevó a Aysel junto con Carina, dejando a solas a Elena en el pasillo dónde algunas celebridades la encontraron y la saludaron sin entender lo que acababa de pasar. Los modelos llevaron a la chica de pelo corto a la salida trasera y llamaron un auto para que pasara a recogerlos.

—Tengo que volver. Estará muy enfadada conmigo mañana si no lo hago.

—Que se chingue, te vamos a llevar a tu casa —contestó Julio.

—Nunca había estado tan de acuerdo contigo, Julio —apoyó Robbins.

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