Capítulo 23: Flow Natural
19 de Octubre de 2020 1:08 pm, Ciudad de México.
Aysel Ferrara Ávila.
Trató de mantener su atención fija en lo que la asesora de Marketing explicaba en el pizarrón blanco de la sala de juntas, en donde únicamente se encontraban ellas tres, la encargada del marketing de Soleil, Elena y ella. Ferrara no podía concentrarse en nada de lo que escuchaba y veía, se sentía ajena a lo que sucedía a su alrededor e incómoda con la mano de Elena sosteniendo la suya. No hizo ningún movimiento y mantuvo la vista al frente hasta que la explicación terminó.
—La oportunidad de usar su relación para promocionar la ropa de pareja de la marca, puede resultar altamente efectiva, no solamente por el hecho de que llamaron la atención de las generaciones más recientes. Con una buena promoción y relaciones públicas, podemos duplicar las ventas del mes —concluyó la chica.
—Eso suena increíble —apoyó Elena y luego la volteó a ver—. Pero no sé si estás de acuerdo con esto.
Con honestidad, a Aysel no le gustaba del todo la idea de hacer sus interacciones públicas y participar en sesiones de fotos, sin embargo, estaba inquieta e indecisa, mucho más conflictuada que en otras ocasiones por sentirse presa de los problemas de su vida.
—No hay un contrato como tal, pero sí recibirá honorarios por su participación en sesiones de fotos, se sumarán a las utilidades que reciba, ya que usted es la inversionista del proyecto —comentó la empleada nuevamente.
—¿Entonces me pagan por ser tu novia públicamente? —trató de bromear con Elena, pero ella no se río en lo absoluto.
Aysel lo pensó, apartó la mirada para reflexionar unos segundos.
—Aún no estoy lista para tomar una decisión —habló.
—Pero, ¿lo vas a pensar, verdad? —cuestionó Elena.
Ferrara vio a Morel con la ilusión en sus ojos y la emoción fluyendo por todo su cuerpo.
—Lo haré —contestó antes de levantarse.
Aysel se despidió de su novia con un beso en la mejilla, de la encargada de marketing con un profesional apretón de manos y salió de la sala de juntas, para regresar a su casa, el lugar donde pasaría el resto del día buscando en qué perder el tiempo.
Las noticias de los últimos días anunciaban como una pareja de chicas enfocó la atención de muchas personas cuando se reveló su relación por unas fotografías filtradas. Narraban a grandes rasgos como una diseñadora de modas, se involucró sentimentalmente con la asesora del proyecto, que parecía ser el sueño hecho realidad de algunas personas, pues querían ser Elena Morel Garza o Aysel Ferrara Ávila.
Idealizaban la imagen que los reporteros daban sobre ellas. Por un lado, estaba la diseñadora de modas con un pasado triste que luchó por sus sueños al mismo tiempo en que aceptaba su sexualidad, y por otro estaba la asesora de negocios que logró crear su propia empresa a una edad relativamente temprana, que alcanzó el éxito y que renunció a todo por el amor de la diseñadora. La realidad era cruelmente diferente para Aysel, ella no quería renunciar, pero las circunstancias la obligaron a hacerlo.
A los tontos y ajenos ojos del público, Elena y Aysel eran la pareja de representación lésbica que la sociedad joven necesitaba, pues pocas veces se podían ver parejas de mujeres tan abiertamente, además de que las dos brillaban individualmente en sus campos laborales. Si bien, Ferrara estaba alegre con poder ser parte de la visibilidad de la comunidad, eso no quitaba el hecho de que se estaba sintiendo triste y agobiada por algo que no sabía si podía manejar.
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19 de Octubre de 2020 8:03 pm, Ciudad de México.
Julio San Agustín.
Los pensamientos que no se callan, los sufrimientos y las preocupaciones obligan a las personas a buscar la compañía de otras, y ese fue el caso de su amiga cuando le pidió que fuera a su departamento, esa misma noche, pues necesitaba hablar con alguien. Julio estaba cerca del departamento de Ferrara, así que no le costó en lo absoluto desviarse para visitar a su amiga.
Cuando ella lo recibió en la puerta, pudo notar con más claridad la tristeza bajo sus ojos, el cansancio sobre sus hombros y un aura extraña rodeándola. Aysel le contó lo que había sucedido después de ofrecerle algo de comer y beber en la cocina. Entendía los titulares de las noticias, la forma en que las personas veían su relación con Elena y comprendía la necesidad de que hubiera una representación para darle visibilidad, sin embargo, ella no estaba feliz.
—¿Le dijiste que lo pensarías? —preguntó el modelo sentado a su lado.
—Sí. Pero no sé qué decisión tomar. Mis pensamientos están divididos.
Julio meditó la postura de Aysel y la de Elena antes de ofrecerle un consejo, uno que venía de su propia experiencia y que le hizo recordar su pasado junto a Marco.
—No tienes que aceptar si no quieres, pero antes de decir que no, toma en cuenta que Elena hizo lo que muchas personas no harían por sus parejas.
Ferrara lo volteó a ver confundida y él tomó eso como una señal para seguir hablando.
—Tú respetaste su decisión de mantener privada su relación porque ella no había salido del closet, a pesar de que sintieras que eso te hacía sentir mal. Con esto del escándalo, eso terminó, ya que quedaron expuestas y ella aceptó las consecuencias, tomó al toro por los cuernos y se enfrentó al ojo público aceptando que tú eras su novia.
—¿A qué quieres llegar? —preguntó Aysel.
—No todas las personas se enfrentan a su familia y al mundo, por las personas que aman, se necesita valor y fuerza para enfrentar lo que venga —esas palabras salieron de su boca con un sabor a melancolía—. Ella se enfrentó a su familia, a su mundo laboral y a todas las consecuencias por ti. En cambio, tú también tomaste decisiones para estar con ella. Creo que esto puede ser una oportunidad para unirlas más.
—¿Eso es lo que crees? —Ferrara le preguntó.
—Sí. Eso y que mereces ser feliz y Elena puede hacerte sentir así —habló Julio.
Aysel soltó un suspiro, cubrió su rostro con sus manos e intentó pensar. El consejo de Julio maquinó todo tipo de pensamientos y en el fondo sintió que tenía razón a pesar de que otra parte le decía que iba a dificultar más las cosas.
—Julio —la llamó.
—¿Mmmh? —preguntó Aysel.
—Gracias por escucharme —contestó y se dirigió a abrazarlo—. Y por el consejo.
El chico de pelo platinado correspondió a su abrazo y sobó su espalda relajándola.
—De nada, sabes que aquí estoy para ayudarte en lo que necesites. Aunque, tendré que enseñarte a posar mejor para las sesiones de fotos, quiero que te luzcas como la novia de una diseñadora y no únicamente una godín.
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20 de Octubre de 2020 3:54 pm, Ciudad de México.
Lilith Romanov Verro.
Cuando abrió la puerta, se extrañó de ver a Aysel vestida diferente a como acostumbraba verla. En esta ocasión llevaba una sudadera color verde pino con un estampado frontal, unos jeans claros holgados y unas botas de color blanco y suela negra que le sumaban algunos centímetros más de altura. La dejó pasar y ambas fueron hacia la sala.
Aysel se enfocó en los cálculos que debía hacer, en la investigación que tenía que leer y en general, en algo que la mantuviera ocupada durante un buen rato, mientras Lilith veía algunas fotografías y ocasionalmente a su compañera, quien cruzó las piernas y recargó su mejilla sobre su mano para apoyar su cabeza mientras leía.
—Es raro no verte usando traje o camisa —comentó Lilith.
—Me gusta usarlos, pero ahora no tengo un motivo para hacerlo —contestó Aysel desanimada.
—Supe que renunciaste a la consultora por lo de la relación con tu novia —dijo Lilith.
—Eso no fue voluntario —respondió—. Pero no tuve elección. Ahora tengo que acostumbrarme a quedarme en mi casa casi todo el día y buscar algo en que entretenerme.
—Honestamente, te ves bien vestida así —halagó Romanov con intenciones de animarla.
—Gracias —sonrió Aysel—. Al menos eso me está saliendo bien.
—Si te preocupa lo de no tener empleo, Dmitry y yo te podemos contratar como nuestra asistente personal para que no te aburras —dijo bromeando—. Pagamos bien, damos prestaciones y vacaciones. Cuando nos sentimos generosos, también bonos.
—Agradezco la oferta, pero estoy bien. Tomé una buena decisión al tener inversiones y negocios que me dan algunos ingresos extra aparte de los que recibo por trabajar para Victoria, aunque sí extraño trabajar en la consultora —explicó Ferrara.
—Es una pena. Yo quería darte órdenes más seguido —dijo Lilith.
Aysel dejó de hacer lo que hacía para mirarla a los ojos. Lilith se hizo la loca y volvió a concentrarse en las fotografías. Las dos escucharon la puerta de la entrada y como alguien llegó a la casa. Supusieron que se trataría de Dmitry, pero en realidad era Alejandro, el novio de Lilith. Ferrara volvió a leer los papeles mientras él se dirigía a su novia para saludarla sin dejar pasar la oportunidad de ser cariñoso y posesivo con ella.
Jonathan se sentó a su lado y puso su brazo sobre sus hombros.
—Pensé que llegarías más tarde —dijo Lilith.
—Terminé de repartir temprano y vine directamente hacia acá —explicó el chico.
Romanov asintió y le restó importancia para guardar las fotografías en un sobre y posteriormente revisar los cálculos que Ferrara había hecho.
—Olvidé felicitarte, Aysel —habló su novio—. Por lo de tu relación con Elena. Se ven realmente lindas juntas. Espero que les vaya bien como pareja.
Ferrara forzó una sonrisa y agradeció. Lilith notó un poco de malicia en su comentario y fastidio en Aysel quien no estaba disfrutando en lo absoluto que mencionaran el tema. Romanov reconocía que ella estaba intentando ocultar la frustración y la tristeza que sentía para enfocarse en lo que todavía tenía para mantenerse a flote. Recordó cuando Aysel le contó sobre la consultora antes de fundarla, se refirió a ella como uno de los proyectos más ambiciosos de su vida y ahora que técnicamente lo perdió, era completamente entendible que estuviera tan deprimida.
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21 de Octubre de 2020 4:02 pm, Ciudad de México.
Carina Robbins.
Robbins no pensó que se podría reír tanto con alguien que acaba de conocer hasta que se reunió con Dmitry para almorzar ese día. Kozlov no dejaba de hacerla reír y halagarla, haciéndola sentir cómoda. La pelirroja se la estaba pasando bien conviviendo con él, teniéndolo frente a ella, contándole todo tipo de anécdotas que lograban sacarle una sonrisa.
—Cuéntame sobre ti, tu familia, tus gustos y pasatiempos —habló Kozlov emocionado.
—Bueno. Mi mamá es una ortopedista retirada, mi papá es empresario. Mi mamá se llama Anna Sophie y mi papá Leopold, los dos viven en Canadá la mayor parte del tiempo, pero viajan constantemente, por eso casi no los veo —explicó Carina.
—¿Entonces estás muy acostumbrada a viajar? —preguntó Dmitry.
—Sí. Es uno de mis pasatiempos cuando no estoy trabajando, aunque me gusta pasar mucho tiempo aquí en México. Así puedo ver a Julio y a Aysel y mantenerme en contacto con ellos —contestó Carina—. ¿A ti te gusta viajar?
—De vez en cuando, principalmente para hacer actividades de alto riesgo. Amo la adrenalina. Fuera de eso estoy en Rusia o en México, aunque a veces voy de vacaciones a Japón.
—¿Japón? ¿Sabes hablar japonés? —preguntó Carina sorprendida.
—Sí. Estuve un tiempo ahí, después de que terminé la universidad, estudié un poco sobre estilos de tatuajes japoneses, como el Irezumi.
Robbins no se esperaba en lo absoluto nada de lo que Dmitry le estaba contando, pues cada hecho relacionado con su vida sonaba extraño para la imagen que ella se hizo de él basada en su apariencia.
—Siempre quise viajar a Japón, pero no quiero tener problemas con el idioma —comentó Robbins.
—Puedo ser tu guía, si quieres —DM le guiñó el ojo—. A tu disposición cuando me necesites. Solo avísame con tiempo para despejar mi agenda.
Carina sonrió. Estaba comenzando a ver a Kozlov más atractivo en otros sentidos y eso por dentro la asustaba, pero al mismo tiempo la llevaba hacia él.
—No tenía idea de lo agradable que podías ser —confesó la modelo—. Me siento apenada contigo ahora.
—Descuida. Estoy acostumbrado a que me digan eso —Dmitry le restó importancia—. Por cierto, he estado escuchando los covers de canciones que has hecho y son joyas, tienes una voz preciosa.
—Gracias —Robbins se sonrojó—. Ser cantante fue uno de mis sueños, aparte de estudiar medicina.
Robbins miró la hora en su celular, el tiempo había pasado demasiado rápido y definitivamente no tenía ganas de irse.
—¿En serio? De cualquier manera, te verías preciosa —comentó el rubio—. A mi mamá le encantaría conocerte, estoy seguro de que le agradarías.
—¿Por qué lo dices?
—Porque ella ama hablar sobre su profesión con quienes estén interesados en saber un poco de medicina —explicó—. Si algún día se conocen yo creo que se llevarían muy bien.
—Me gustaría conocerla si algún día tengo la oportunidad, suena como una persona muy linda —dijo Carina con sinceridad.
—Ella es el sol más cálido de Rusia —comentó Dmitry.
—Hablando de eso, ¿Qué hay de tu papá? ¿Tienes hermanos? —preguntó Carina alentando la conversación, pero la emoción de Dmitry desapareció unos segundos.
—No hay mucho que contar sobre ellos, ya sabes, hombres de negocios —contestó Kozlov.
La pelirroja notó una pizca de tristeza en la mirada del chico y se sintió mal por preguntar aquello.
—Disculpa, creo que pregunté algo que no debía.
—Tranquila, no importa —respondió DM antes de tomar el menú y checar la parte dulce de la carta—. ¿Y si pedimos un postre?
Robbins no se opuso a eso. Poco le importaba su dieta y no perdería la oportunidad de pasar, aunque sea un rato más con Dmitry.
—Sabes —ella hizo una pequeña pausa—. Me gustaría invitarte a una sesión de fotos.
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23 de Octubre de 2020 8:01 pm, Ciudad de México.
Aysel Ferrara Ávila.
Realizó un segundo intento con la esperanza de que la siguiente llamada fuese contestada por su novia, para su suerte, Elena respondió, se notaba agitada y ocupada, pero aun así se dio un momento para hablar con ella. Aysel temía que hubiera olvidado la cita de esa noche y sus temores se hicieron reales cuando Morel no se acordó de qué se verían para cenar.
—Estoy trabajando horas extras, mi amor —explicó—. La demanda de nuevos productos aumentó con la publicidad y en este momento todos estamos muy apurados.
—Okay, lo entiendo —dijo disimulando su decepción—. Podemos salir otro día.
—Sí, claro. De verdad lo siento, no quería dejarte plantada —se disculpó Elena.
—De hecho, hay algo que quería decirte —habló Ferrara—. Pensaba hacerlo personalmente, pero es mejor que te lo diga ahora.
—Dime, te escucho —habló Elena.
—Ya tomé una decisión con respecto a la publicidad. Acepto, pero me reservo el derecho de declinar en cualquier momento.
—Oh, ¿De verdad aceptas? —Morel sonó impresionada—. Creí que te negarías.
—Sí. Quiero ayudarte en lo que pueda, aunque ya no trabaje contigo.
—Aprecio tu consideración, mi amor. Le diré a la chica de Marketing y al equipo de fotografía —dijo con un tono cariñoso—. Ahora me siento mal por dejarte plantada y no avisarte.
—No te preocupes, yo entiendo que el trabajo exige mucho. Cuídate y llega con cuidado a tu casa —dijo Ferrara antes de colgar.
—Igual tú. Iré a dormir contigo cuando termine —comentó Elena—. Cuídate, te quiero.
—Sí, yo igual —dijo antes de colgar.
Llamó al mesero y pidió la cuenta de las copas de vino que bebió durante su espera de más de 45 minutos. Pagó la cuenta, tomó su abrigo y se marchó en dirección al estacionamiento para subir a su auto y regresar a su casa. Si bien, la soledad no era algo ajeno en su vida, si representaba una mayor complicación ahora que no tenía actividades en las que ocupar su tiempo.
De camino a su departamento, recibió una llamada de Carina, la cual contestó con el manos libres para no distraerse tanto al conducir.
—¿Qué pasa, Robbins?
—Si estás respondiendo es porque no estás con Elena. ¿Te dejó plantada?
—Algo así —se limitó a contestar.
—¿Por qué no vienes con nosotros? Vamos a salir de fiesta un rato, algo tranquilo.
—La última vez que dijiste eso, vomitaste los zapatos de Julio y yo pagué tu cuenta —comentó Aysel.
—Es diferente hoy, estoy alegre. Además, prometo comportarme si vienes, no quiero que te la pases sola en tu casa. Te mando la ubicación y vienes.
—Eso sonó como una orden —contestó Aysel.
—Lo es. No acepto un no por respuesta, dulzura —comentó Robbins que antes de colgar y enviarle inmediatamente su ubicación.
Tal vez su noche no sería tan aburrida como pensó que lo sería. Puso el GPS de su auto y colocó la dirección, tomó el retorno de la avenida siguiendo las instrucciones hacia el Club que se le hacía conocido a pesar de que no frecuentaba lugares así por su cuenta, sin embargo, no le tomó más importancia y siguió manejando.
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23 de Octubre de 2020 10:58 pm, Ciudad de México.
Julio San Agustín.
El modelo presenció la llegada de Ferrara poco tiempo después de que Carina salió a hacer una llamada. Aysel no tardó en ambientarse y ponerse al mismo nivel que el resto en las dos horas siguientes hasta que el reloj casi marcaba las 11 de la noche. Julio estaba cansado de bailar y de beber, por lo que se sentó un rato junto a su amiga quien al igual que él estaba ligeramente cansada después de haber estado bailando con Carina.
—Pensé que no vendrías —dijo casi gritando por la música alta.
—No quería aburrirme en mi casa. Además, Elena estaba trabajando horas extras, nos veremos en mi departamento después —contestó Aysel y miró su reloj—. Creo que ya debería irme.
Julio no le prestó tanta atención a lo último que dijo cuando vio llegar a Dmitry junto con Lilith y un tipo que no reconocía. Golpeó el hombro de Aysel y señaló con la mirada en su dirección.
—Ya sé por qué Carina quería que viniéramos aquí —habló Julio.
Aysel no respondió, únicamente se quedó embobada viendo a Lilith. Ferrara ya estaba bastante ebria como para ser discreta con aquello que le llamaba la atención.
—¿Todavía te quieres ir? —bromeó Julio.
—Cambié de opinión —contestó la chica bebiendo de su cóctel.
Dmitry no tardó en visualizar a Carina entre las personas que bailaban muy animadas. Robbins paró de bailar para saludarlo a él, a Lilith y al tipo que Julio no reconocía, pero que suponía que era el novio de Romanov por como la tomaba de la cintura.
Los cuatro se acercaron hacia dónde ellos dos estaban para saludarlos y para compartir la mesa que ya tenían reservada. San Agustín notó la tensión incómoda que había entre Ferrara y el chico que se presentó como Jonathan, los dos parecían tener una especie de rivalidad y compartían una debilidad por Lilith, ya que los dos no le quitaban la mirada de encima.
Jonathan, Lilith, Carina y Dmitry no tardaron en volver a la pista para bailar en cuanto escucharon Yo Voy de Zion & Lennox (feat. Daddy Yankee). Desde su posición notó la química que había entre Robbins y el ruso, desde sus movimientos apegados al ritmo de la música, hasta la forma en que se brindaban sutiles caricias el uno al otro. Carina sacaba su lado más sensual para seducirlo mientras se pegaba a su cuerpo, provocando una ligera fricción que tarde o temprano terminaría excitándolos a ambos.
Recordaba que Carina le hizo todo un interrogatorio de una hora acerca de lo que hablaba con Dmitry, la pelirroja tenía cara de pocos amigos cuando le contó sobre el tatuaje y lo hizo jurar que la dejaría acompañarlo cuando se fuera a tatuar para vigilarlo. Era más que obvio para él que Robbins ya tenía a Kozlov en la mira y no estaba dispuesta a compartir ese privilegio con nadie.
Al enfocar su vista en Lilith, Julio no pudo evitar reconocer lo atractiva que era bailando y lo apegada que era a su pareja. Cuando volteó a ver a Ferrara, ella tenía la mandíbula tensa mientras bebía un shot de Vodka de un solo trago.
—¿Te gusta? —preguntó Julio sacando a Ferrara de su concentración en la pareja—. No te culpo, si no fuera joto, Lilith sería mi tipo.
—Soy lesbiana, ella definitivamente es mi tipo. Pero no de esa manera, Lilith es preciosa, aprecio su belleza y su estilo —contestó Aysel.
—Okay, pero tenías que responder sí o no a la pregunta.
Los dos presenciaron como Carina se acercó a Dmitry y le robó un beso a media canción que únicamente pudo incrementar con el paso de cada segundo. Dmitry la sostuvo del cuello y la mandíbula, acercándola más a él, mientras que con su otra mano rodeaba su cintura. Robbins acarició el pelo de su nuca cuando sus brazos rodearon su cuello.
El intro de la siguiente canción fue reconocible para todo aquel que supiera de joyitas de la música urbana, pues solo los primeros 10 segundos cambiaron por completo el ambiente a su alrededor. Carina se separó de Dmitry un momento para ponerse a cantar el primer verso de Me Rehúso de Danny Ocean. Aysel jaló a Julio a la pista de baile y los dos comenzaron a sentir la letra de la melodía gritándola a todo pulmón.
Julio era el espectador de dos escenarios diferentes, por un lado, estaba Carina sosteniendo del rostro a Dmitry mientras le cantaba la canción mirándolo a los ojos, y por el otro, Aysel y Lilith gritando a todo pulmón mientras se daban algunas miradas entre ellas, gestos que para ese momento el novio de Lilith ya había notado. No había que ser un genio para darse cuenta de que Ferrara y Romanov tenían química.
Ahora que lo podía ver con más claridad, empezó a considerar que tal vez no le dio el mejor de los consejos a Aysel cuando ella le contó sobre Elena.
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Tanto Julio como Aysel rechazaron a todas las personas que se les acercaron a invitarlos a bailar. San Agustín estaba demasiado mareado por el alcohol que consumió y Ferrara muy enfocada en observar a Lilith. Julio le dio un suave codazo para que disimulara un poco, pero cuando lo hizo, ella solo se le quedó viendo confundida.
Flow Natural de Tito "El Bambino" trajo la combinación perfecta entre ritmo y sensualidad que todos necesitaban. La parte en árabe del inicio hizo que Aysel perdiera la cabeza en los movimientos de cadera de la pelinegra tatuada que estaba a algunos pasos de donde se encontraban. Romanov mezclaba algunos elementos de la danza árabe con el ritmo del reggaetón. El movimiento de su cuerpo era lento e incluso erótico, hipnotizando a Ferrara por completo.
Aysel no podía ver que detrás de Romanov estaba Jonathan, sin embargo, fuese lo que fuese lo que estuviera pensando, el calor se le subió a las mejillas y su boca se secó. Aysel conectó su mirada con la de Lilith. Una sonrisa coqueta y un poco infame apareció en el rostro de Romanov.
Ferrara bebió de jalón la bebida más helada de la mesa sin preocuparse a quién pertenecía y luego desapareció entre las personas para ir al baño. Cuando la canción terminó, Lilith y su novio se acercaron para tomar un breve descanso.
—¿Y Aysel? —preguntó Lilith.
—Tuvo que ir a refrescarse —contestó Julio sonriéndole a Romanov—. Después del calor que la haces sentir dudo que no necesitara echarse agüita.
La chica sonrió ante su comentario, aunque a su novio no le hizo ni una pizca de gracia.
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24 de Octubre de 2020 08:02 am, Ciudad de México.
Aysel Ferrara Ávila.
Despertó con la sensación pesada de un cuerpo sobre el suyo, el aroma de su cuerpo era diferente al que imaginó toda la noche, aunque la suavidad de su desnudez se sentía muy parecida. La respiración de la castaña de ojos azules rozaba su pecho y sus latidos se alcanzaban a sentir tranquilos. Ferrara abrió los ojos para darse cuenta de que le pasó lo mismo que la vez anterior. Elena disfrutó de sus fantasías y a ella le tocaba cargar con la cruda mental que su ebriedad de ensueño le dejó.
Se levantó de la cama, deslizando su cuerpo del suyo, liberándose de compartir la cercanía que mantuvieron casi toda la noche desde su regreso del antro. Una vez libre, se desplazó hasta la puerta y cuidó que esta no hiciera ningún ruido que pudiera despertar a su pareja.
Fue hasta al baño y se encerró ahí unos minutos, contemplando las marcas de la noche anterior que no le agradaban del todo. Se recargó sobre el lavabo y abrió el grifo del agua fría para lavar su cara en un intento de convencerse de que no había hecho lo que hizo, pues sabía bien que el deseo y el sexo que tenía con Elena era producto directo de sus fantasías con otra persona.
No supo cómo regresó a su departamento y estacionó bien su auto afuera, mucho menos supo la hora en que llegó a su casa, únicamente tenía recuerdos confusos de acostarse con la mujer en su cama que al parecer ya la estaba esperando desde hace un buen rato.
—Eres una tonta —se reclamó a sí misma—. Ella no merece esto.
Aysel dio un brincó cuando escuchó que alguien tocó la puerta del baño.
—Mi amor, ¿Estás bien? —preguntó Elena.
—Sí, estoy bien —contestó disimulando que era un manojo de nervios en ese momento.
Creyó que una ducha se serviría para despejar su mente, pero se equivocó, ya que la hizo pensar todavía más cuando vinieron a ella todos los recuerdos de golpe aturdiéndola. Se recargó en la pared helada de la ducha tras cerrar la llave del agua. Con el pelo y el cuerpo empapado, cerró los ojos y dejó salir un suspiro que se convirtió en vapor. A ciegas buscó su toalla y la tomó para comenzar a secarse, se puso la bata antes de salir y se lavó los dientes.
Afortunadamente para ella, Elena volvió a dormir a la habitación, por lo que podría cambiarse rápidamente y no enfrentar la cruda moral. Sin embargo, cuando estaba por lograr su cometido, Morel despertó.
—Llegaste tarde anoche —comentó Elena.
—Me fui a bailar y a beber con Carina y Julio.
—Ah, con razón Julio te llamó en la mañana para preguntar como estabas.
—¿Qué le dijiste? —preguntó Aysel.
—Que todo estaba bien —Elena se sentó en la cama cubriéndose con una sábana—. Mejor que bien diría yo.
Aysel sabía a lo que se refería y que de sus labios saldrían comentarios que no quería saber.
—Adoro cuando eres desenfrenada —comentó la diseñadora—. Es como si una parte diferente de ti saliera a la luz por las noches y haces lo que no te atreverías a hacer en otros momentos. Me gusta que seas así.
Ferrara guardó silencio. No sabía qué responder ante eso. Y si pudiera hacerlo, sus palabras no complacerían a Elena.
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26 de Octubre de 2020 3:07 pm, Ciudad de México.
Aysel Ferrara Ávila.
Tener algo que hacer aquella tarde fue más que satisfactorio para ella, ya se había cansado de ver documentales, limpiar su casa y leer libros con tal de no aburrirse. Veía a Elena de vez en cuando para desayunar o cenar juntas, las citas se redujeron por completo haciendo que salir juntas, sin que el trabajo de Morel estuviera involucrado, fuese algo atípico en su relación. Los preparativos de las sesiones de fotos, un par de entrevistas y pruebas de vestuario estaban acabando con su paciencia, aunque no lo demostrara.
Aysel fue la primera en llegar al punto de reunión donde se encontró con cuatro personas, tres mujeres y un hombre. El chico era el mayor de los hermanos, Matías González, un desertor de la milicia chilena cuyas habilidades iban desde la estrategia y los operativos con armas de asalto, hasta su manejo de vehículos aéreos de todo tipo, algo muy útil para su trabajo. Después de él seguía su hermana Madelayne Dracony-Zargath, una chica 4 años menor que él cuya especialidad se enfocaba en todo tipo de explosivos y enfrentamiento táctico.
Por otro lado, estaban sus hermanas menores, Lorena Muñoz, de 25 años, con habilidades para el manejo de datos, estadística e informática, capaz de inhabilitar los más complicados sistemas de seguridad y rastrear personas con tan solo usar su computadora y un espacio donde tuviera la accesibilidad correcta a los satélites. Finalmente, estaba la menor del equipo, Inés Aguilera, de 22 años, alguien capacitada para atender heridas de todo tipo, una buena estratega y que tenía una facilidad para conducir vehículos terrestres.
Mientras Aysel descubría las habilidades de su nuevo equipo y por qué no compartían apellido a pesar de ser hermanos, el motor de una motocicleta se escuchó cerca distrayéndola de la conversación. Lilith bajó de la moto discutiendo con Jonathan, quien para ese punto ya se veía bastante molesto.
—¡Pues hasta aquí lo dejamos! —gritó Romanov completamente harta de la situación.
—¡Sí, ya estoy cansado de ti! —gritó su novio en respuesta.
Romanov caminó en dirección a Aysel después de casi aventarle el casco que estaba usando a Jonathan. Ferrara notó que la atención del equipo se enfocó en lo que sucedía, dejando de lado lo que hacían. Ella se dio la vuelta y les habló.
—Aquí no hay nada que ver, vayan adentro —dijo Aysel refiriéndose al interior del restaurante donde se reunirían.
Para cuando Lilith la alcanzó, la tomó del brazo y la jaló al interior del local.
—¿Necesitas un momento para calmarte o quieres que te presente al equipo? —preguntó Aysel prudentemente.
—Discúlpame con ellos unos minutos, no quiero ser grosera solo porque estoy molesta con el imbécil de Alejandro.
Las palabras de Romanov impresionaron a Ferrara, al igual que el tono que utilizó para referirse a él. Lilith fue al baño un momento mientras Aysel se unía a los demás en la mesa que ya habían reservado.
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27 de Octubre de 2020 5:47 pm, Ciudad de México.
Elena Morel Garza.
Tomar una llamada era lo último que quería en medio de una reunión tan importante que implicaba el interés de una cadena de centros comerciales para tener locales de su marca en sus sitios para mejorar el alcance de Soleil entre los consumidores. Sin embargo, no tuvo opción porque la llamada era directamente de la consultora que Aysel dirigía antes de que renunciara.
—Buenas tardes, señorita Morel. Soy García, la asistente del director.
—Ah, García, que bueno escucharte. ¿Cómo has estado?
—Muy bien, gracias por el interés. La llamó para avisarle que el nuevo asesor del proyecto se reunirá con usted hoy a las 6:30 pm en el local principal de Soleil.
—Okay, gracias por el aviso. ¿Cuál es el nombre del asesor? Para avisar que le den el paso libre en la entrada.
—Su nombre es Daniel Torres, no sé si lo recuerda, estuvo en la fiesta de cumpleaños de la señorita Ferrara. Fue su socio y ahora es el nuevo director de la consultora. Le mandaré su contacto para que hable personalmente con él.
—Ah, creo que sí lo recuerdo —Elena hizo un esfuerzo por ubicarlo entre los ejecutivos que invitó ese día, pero no lo logró—. Si, agradecería que me mandes su contacto.
—Por supuesto, señorita Morel. Se lo enviaré en un momento. Que tenga un buen día.
—Igualmente —contestó con una sonrisa, aunque García no pudiera verla.
Colgó el teléfono y volvió a su reunión esperando que el reloj marcara la hora en que conocería al sucesor de Aysel, un tipo del que sabía poco pues su novia no hablaba mucho de él y lo que dijo no le favorecía en lo absoluto. A Morel le ponía un poco triste ya no poder trabajar como antes con Aysel, pero ambas sabían que las consecuencias de la revelación de su relación involucraban riesgos así y que no tenían más remedio que aceptarlas.
Cuando el reloj marcó la hora acordada, un tipo de estatura promedio, moreno, de pelo negro y ojos oscuros, entró a su estudio luciendo un traje que lo hacía distinguirse como ejecutivo. Elena lo observó, le parecía profesional y serio hasta que Torres se dirigió a saludarla con un apretón de manos y una expresión más afable en su rostro.
—Mucho gusto, soy Daniel Torres, su nuevo asesor. Fui colega de su novia, Aysel Ferrara Ávila.
—Un gusto conocerlo, señor Torres —contestó Elena con cortesía—. Yo soy Elena Morel Garza, fundadora y diseñadora principal de Soleil.
—Estoy a sus órdenes, señorita Morel. ¿Le molestaría ponerme al tanto del avance del proyecto?
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28 de Octubre de 2020 5:47 pm, Ciudad de México.
Aysel Ferrara Ávila.
Comenzaron con la sesión de fotos para una revista cuando Elena terminó de cambiarse luciendo un vestido liso de color verde que combinaba bien con el traje color arena que usó Aysel. Afortunadamente para Ferrara, Julio le ayudó a mejorar su forma de posar y lucir un poco más profesional al estar a la altura de la diseñadora que, aunque poca, ya tenía experiencia.
La sesión no requirió sonrisas forzadas ni mucho contacto físico, pero sí varias tomas y retoques de maquillaje que las hicieron pasar varias horas en el estudio decorado, como si fuera el comedor de una casa donde la pareja aparentaba compartir una cena romántica.
Se sentaron frente a frente, mirándose la una a la otra, tratando de evidenciar el amor que decían tenerse. Después de dos decenas de fotos de aquella escena, pasaron a una posición distinta donde Ferrara miraba a Elena que estaba frente a ella como si fuera lo más importante en su vida. Finalmente, un abrazo cariñoso entre las dos que estaban paradas juntas frente a la cámara.
—¿Por qué no te quitaste el anillo de tu índice? —le preguntó Elena cuando terminaron de tomar las fotos.
—No quería hacerlo, además, combina con el traje y no descuadra con tu joyería —contestó Aysel.
—Aun así, no me gusta que lo uses todo el tiempo. Podías elegir otro de la joyería que trajeron.
—Lamento que no te guste, pero no me lo voy a quitar.
Su respuesta no le gustó en lo absoluto a Morel, sin embargo, no tuvo la oportunidad de reclamarle cuando vio a Daniel llegar con una sonrisa y su portafolio en una mano. La molestia de Aysel se dirigió hacia Torres cuando este se acercó a ellas.
—Te ves preciosa, Elena —dijo Torres saludándola primero.
—Muchas gracias —dijo Elena.
—Que sorpresa encontrarte por aquí, Ferrara —comentó el hombre dándole la mano—. Creí que no te gustaban las sesiones de fotos.
—Intento ayudar a Elena en lo que pueda, independientemente de mi trabajo —contestó Aysel tensa—. ¿Tú qué haces aquí?
—Ah, ¿No te lo ha dicho? Soy su nuevo asesor, tu suplente —Torres disfrutó decir eso.
—Que bien —dijo Aysel tratando de ocultar lo mal que le caía.
—Bueno, supongo que tendrán mucho de qué hablar. Los dejaré solos un momento en lo que me voy a cambiar —dijo Elena retirándose.
Aysel asintió y la vio marcharse. Intentó alejarse de Daniel, pero este la siguió.
—Que bien se siente tomar tu puesto, Ferrara —habló Daniel—. Mi nuevo sueldo es espectacular y tu novia también lo es.
—Cuida tus palabras y tus acciones —respondió Aysel.
—¿Por qué? ¿Temes qué también te la quite? Porque puedo hacerlo, solo un pequeño descuido y te quitaré todo lo que amas.
Aysel tenía muchas ganas de romperle el hocico de un golpe, pero se reprimió y mantuvo la calma.
—Cierra la boca y métete en tus asuntos —dijo pasando de largo sin prestarle más atención.
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