Capítulo 4: Enfermedad.
Amy Rose
Mi suerte era increíble algunas veces, y es que para este punto tuve que esperar meses, al principio planeaba enfermar a propósito a Tails, pero ahora no sería mi culpa directamente.
Resulta que justo ayer estuvo lloviendo a cascadas, para mala suerte de Sonic terminó atrapando un resfriado o incluso fiebre, para mi buena suerte nadie se enfermara por mi culpa y no tendré que disculparme por eso, el punto es que me quería quedar a cuidar de él y de hecho me iba a ofrecer para hacerlo, estábamos Tails y yo con él, quien descansaba en su hamaca.
—Tails, yo me quedaré a cuidarlo, estate tranquilo— le dije tratando de convencerlo.
Un mejor amigo al principio hubiera objetado, pero al final se hubiera ido, y más porque yo, que era muy buena cuidando enfermos me estaba ofreciendo, solo que... este no fue el caso, Tails insistía tanto en ser él quien lo cuidaría.
—¿Estás seguro? Cuidar a un enfermo no es tan fácil, tienes que andar detrás de él todo el tiempo— usé mi última carta para que se fuera.
—Estoy completamente seguro de lo que hago, puedo cuidarlo por mi cuenta sin ningún problema— me respondió con seguridad.
Intenté de todo para convencerlo, pero nada funcionó, así que le pedí que al menos me dejara quedarme para ayudarlo en todo lo que pudiera con Sonic, dudó unos momentos, pero terminó por aceptar mi oferta, bueno al menos vería lo que pasaría.
Estuvimos hablando un rato en lo que Tails atendía a Sonic, habíamos acordado de que él se iba a encargar del cuidado de Sonic, por lo que a mi no me quedaba más opción que decirle que si, después de todo, los estaba investigando.
La tarde pasaba con rapidez, Tails atendía a Sonic, le había preparado una sopa caliente él mismo, para después llevársela y que comiera, le dio de comer en mi cara, no sabía bien cómo reaccionar, todo lo que Tails hacía, quería hacerlo yo, quería ser yo quien le diera de comer, quería ser yo quien lo cuidara cuando estuviera enfermo, quería ser yo a la que abrazara y le dijera cosas al oído, quería ser yo... Mi mirada se entristeció un poco, pero traté de que no lo notarán.
Conforme el día pasaba, llamamos a un médico de la aldea para que revisara a Sonic, mismo que le recetó algunas cosas, yo me encargué de ir a conseguirlas mientras Tails cuidaba de Sonic, así las horas siguieron pasando hasta que Tails tuvo que salir en busca de una cobija, ya que Sonic no usaba, pues según mis sospechas ellos dormían juntos y las colitas de Tails servían de cobija, pero con Sonic en ese estado, debía dormir solo.
Una vez que Tails se fue, decidí acercarme a Sonic, le tomé la mano con cariño, él parecía algo adormilado, pues Tails no le había permitido levantarse en todo el día y la enfermedad tampoco se lo permitía, dejándolo agotado para ese momento.
—Sonic...— dije bajito llamando su atención, pues me respondió con un ruido algo bajo —¿me amas?
Aquella pregunta que hice podría sonar infantil, pero en mi defensa solo quería saber si me amaba, era todo lo que quería y ahora podía preguntarle sin Tails escuchando.
—Claro que si mi Tails— respondió.
Me quedé helada.
Me había confundido con Tails.
Y más ensima diciendo que si.
Ninguno de los dos dijo nada más. Tails no tardó en llegar, pero ni siquiera le puse atención a lo que hacía o decía, Sonic me acababa de confirmar uno de mis mayores miedos, amaba a alguien más y yo... yo había querido descubrirlo.
No podía quejarme, después de todo yo fui quien los sometió a esas pruebas, pero tal vez, se refería a un amor de mejores amigos, bueno es que, ¿quién dijo que los mejores amigos no se aman? Obviamente se aman, si lo veía desde ese punto sonaba más razonable para mí y eso era lo que necesitaba, que fuera algo coherente con mis pensamientos. Aquel pensamiento de que fuera un amor de mejores amigos, me calmó y me hizo sentir mucho mejor.
Ya era de noche cuando vi a Tails arropar a Sonic con la cobija por la que fue momentos atrás, le dio el medicamento que el médico había indicado y le depositó un beso en la cabeza con cariño.
—¿Qué haces?— le pregunté cuando vi como iba por una silla.
—Yo voy a estar al pendiente de él— me respondió con una sonrisa.
Otro punto más al que debo ponerle un ángulo, que es el punto de "enfermedad" en el que tenía la esperanza de que pasara tal cual yo imaginaba.
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