Noche
Bien, Hoseok supo desde el principio que ver una película de terror era una mala idea. No era un tonto de remate, se conocía bastante bien y sabía a ciencia cierta que se pondría en ridículo en frente de Taehyung al chillar como un loco cada vez que pasara algo remotamente tenebroso. Y también sabía que luego tendría pesadillas, lo que lo llevaría a moverse más de la cuenta en sueños, como si no se moviera ya lo suficiente normalmente. Sabía todo eso, sí. Aún así, siendo el simple y débil mortal que era, no pudo resistir el puchero de Taehyung y terminó por aceptar someterse a esa tortura sólo porque el chico se lo había pedido... y en ese momento, cuando ya estaban a pocas calles de la casa, comenzaba a arrepentirse.
Taehyung, sobraba decirlo, venía sumergido en su mundo de fantasía y felicidad total, hablando de lo mucho que se había divertido. Hoseok lo escuchaba sin compartir tanto su entusiasmo, no porque no acabara de pasar también una excelente tarde, que sí lo había hecho, sino porque le preocupaba un poco quedar en vergüenza frente a Taehyung por ser demasiado asustadizo. Si bien solía bromear bastante con el chico sobre ser miedoso, dejar que lo viera de esa manera era una historia muy distinta... pero sospechaba que ya era tarde para arrepentirse, y ciertamente no quería arruinar la diversión para el menor.
—Estoy seguro de que me van a preguntar por ti cada vez que los vea ahora —anticipó el chico, ya buscando la llave para entrar—. Y si llegan a enterarse de que vienes de visita de nuevo, van a querer verte sí o sí.
—No tendría problema con llevarlos al parque de nuevo —aseguró Hoseok, enternecido con la idea—. O a cualquier parte, claro. Al museo, al cine, a un acuario... donde sea que quieran ir.
—¡Al museo! —exclamó Taehyung con emoción, poniendo una expresión soñadora—. Amaría ir al museo, llevarlos contigo.
—Para la próxima, entonces —prometió, y finalmentellegaron a la casa.
Con la enorme sonrisa que puso Taehyung, Hoseok terminó de estar seguro de que no podía ni quería arruinarle la diversión nunca en la vida. Aquel mocoso podría pedirle que se tire hacia el centro de un volcán que Hoseok lo haría sin dudarlo, todo con tal de complacerlo y ver aquella radiante sonrisa cuadrada, tan bonita y especial, tan única. Rayos, pensó entonces. En serio me tiene comiendo en la palma de su mano. Y aquel pensamiento tan poderoso fue lo que inundó su mente mientras Taehyung abría la puerta y se agachaba para quitarle la correa a Soonshim.
—Ve a tomar un poco de agua, Soonshimie —le sugirió el castaño al animal, acariciándola detrás de la oreja—. En un rato ya te toca cenar.
—Con que eres tan osado como para darle órdenes a la reina Soonshim, ¿eh? —bromeó Hoseok, ganándose un chasquido de lengua de parte del menor—. Increíble.
Luego de reírse del chiste tonto, ambos se quitaron los zapatos y se dirigieron a la sala, cayendo simultáneamente sobre el sillón. A pesar de que el mismo tenía lugar más que suficiente para los dos, Taehyung parecía no saber sobre el concepto de "espacio personal" pues gravitó hacia Hoseok como si fueran dos imanes, pegándose por completo a él y acomodándose encima suyo. Por supuesto que para Hoseok eso estaba muy lejos de ser un problema, de modo que no tardó en levantar un brazo para rodear por el hombro al menor, y así fue que terminaron abrazados y listos para ver un poco de televisión en lo que se hacía la hora de cenar. No pasó mucho tiempo para que Soonshim se uniera a ellos, saltándoles encima y recostándose en el regazo de ambos.
Después de un breve maratón de episodios de Bob Esponja, y a tiempo para cuando el padre de Taehyung llegaba con dos pizzas, el estómago de Taehyung crujió anunciando que necesitaba una pausa para comer algo. Para la sorpresa de Hoseok, el hombre había traído algunas latas de cerveza y lo invitó a beber con él, lo cual aceptó sin dudarlo porque no podía rechazar una oferta así.
—No me gusta la cerveza —se quejó Taehyung, frunciendo el ceño luego de olfatear una de las latas—. Huele feo.
—Tú hueles feo —dijo su padre mientras reía, revolviéndole el cabello y ganándose un reclamo de parte de su hijo.
La cena fue amena, incluso divertida. El padre de Taehyung era tan encantador como el resto de su familia, aunque de una manera diferente: en lugar del trato dulce y amable que daban tanto la madre como la abuela del chico, el hombre hacía chistes y mantenía el ambiente ligero, para nada incómodo. De repente Hoseok comprendía de dónde había sacado Taehyung su sentido del humor tan único y su personalidad tan entretenida, y aquel nuevo descubrimiento le causó muchísima ternura, por supuesto.
Una vez que terminaron de cenar, y viendo lo enfrascados que su padre y Hoseok estaban en la conversación sobre un torneo de tenis, Taehyung se excusó de la mesa para tomar una ducha rápida. Hoseok agradecía haber tomado dos latas de cerveza y estar un poco más animado de lo usual pues le sirvió para no sentirse nervioso al quedarse a solas con el padre de su novio. Tenía de su lado haber jugado tenis en la escuela, un deporte que el hombre parecía disfrutar mucho, lo cual le sirvió para mantener viva la charla por un largo rato.
—Jugaba en mi juventud, pero con el trabajo ya no tengo tiempo —se lamentaba el hombre, un suspiro dejando sus labios—. Cuando Seokjin vivía aquí todavía solíamos jugar con Taehyung o con mi padre, pero desde que se mudó ya no...
—¿Era bueno Taehyung?
—Para nada —dijo el hombre, y los dos se rieron—. Seokjin tiene un poco más de habilidad, pero Taehyung no está hecho para los deportes.
—Yo tampoco era muy bueno, en realidad —admitió Hoseok, rascándose la nuca—. Mejoré un poco en el equipo pero nunca fui un gran jugador.
—Ah, pero lo tuyo era el baile, ¿cierto? —lo tranquilizó el padre de Taehyung, apoyando la mano sobre su hombro—. Eres muy bueno en eso. Taehyung nos mostró algunos videos y quedamos impresionados.
—Oh, gracias —balbuceó Hoseok entre risitas, inclinando la cabeza—. Pero todavía tengo mucho por mejorar.
—¿Cómo fue que empezaste con el baile, de todas formas? —preguntó el hombre.
Hoseok entonces empezó su relato sobre cómo descubrió su interés por el baile a una temprana edad. A mitad de su historia Taehyung regresó del baño, y antes de que Hoseok se diera cuenta, ya se había sentado junto a él y había apoyado el mentón sobre su hombro, inclinando un poco la cabeza y rozándole las orejas con el cabello húmedo. Naturalmente, Hoseok se estremeció un poco, y por un momento pensó que se vería mal con el padre del chico, pero el hombre parecía ni siquiera haberlo notado por la naturaleza con la que reaccionó... o no reaccionó, mejor dicho, ya que mantuvo la misma expresión, todavía atento a su historia.
—... y apenas llegué a Seúl me uní al estudio en el que estoy ahora —finalizaba él, tratando de no distraerse demasiado pensando en el delicioso aroma a vainilla de Taehyung—. Tal vez empiece a dar clases en la segunda mitad del año.
—¿De verdad? —susurró Taehyung, su aliento cálido causándole un escalofrío al chocar contra su cuello—. No me habías contado eso.
—Todavía no es algo seguro —agregó—. Quizá tenga que esperar hasta el año que viene.
—Lo importante es que te sigas esforzando y no pierdas de vista tus estudios —aconsejó el señor Kim—. Bueno, creo que dejaré de retenerlos e iré a ver si mi madre necesita algo.
—Gracias por la pizza, papá —dijo Taehyung, ganándose una sonrisa del hombre antes de que se fuera de la cocina.
Luego de limpiar los utensilios que habían utilizado para la cena y preparar un nuevo arsenal de provisiones para más tarde (es decir, todas las golosinas posibles y unas cuantas latas de coca y sprite), nuevamente se instalaron en el fuerte de sábanas que habían hecho la noche anterior en el cuarto de Seokjin. Mientras Taehyung elegía la película para más tarde, Hoseok buscó su ropa de dormir y se dio una ducha rápida; cuando salió del baño olía a vainilla también, lo cual era en iguales medidas lindo y extraño. Le gustaba, de todos modos.
Al regresar a la habitación encontró al chico recostado con Soonshim usando su estómago como almohada mientras miraba algo en su teléfono, algo muy bueno a juzgar por la sonrisa que tenía en los labios. Inevitablemente Hoseok sonrió también, y olvidándose de la condenada película de terror por un rato, se recostó al lado del menor, apoyando la cabeza en su hombro.
—¿Qué estabas viendo? —preguntó mientras Taehyung reposaba la cabeza sobre la suya.
—Algunas de las fotos que sacamos hoy —explicó Taehyung, inclinando un poco el teléfono para mostrarle—. Mira, en esta saliste muy lindo.
—Me veo ridículo, Tae —dijo él al ver una foto en la que sonreía, quitándole importancia con una mano—. Pero yo sí saqué una en la que tú te ves muy lindo, espera.
Durante los siguientes diez o quince minutos estuvieron viendo las fotos que habían sacado ese día, luego, por supuesto, pasaron a las fotos de Soonshim, y naturalmente terminaron en alguna página de memes de las tantas que seguía Taehyung. Hoseok casi se había olvidado de lo que se avecinaba, incluso estaba pasándola bien, pero el teléfono de Taehyung se quedó sin batería y con eso alcanzó para que el chico recordara que habían planeado mirar una película, sin que el pobre Hoseok, como el humano débil que era, pudiera hacer algo al respecto.
—Elegí una de un asesino porque creo que no dan miedo esas —explicaba Taehyung mientras preparaba el proyector—. Si fuera a tener miedo, una de fantasmas o demonios me asustaría mucho más que una de un asesino, ¿no?
—Uh, supongo —balbuceó Hoseok, acomodándose en la cama y buscando una almohada para abrazar—. Sólo dime que no tiene una máscara horrible o algo así.
—Me niego a hablar si no está mi abogado —murmuró el menor, y se dejó caer junto a él—. Pero si te da mucho miedo, recuerda que estás con Masin. Nadie puede lastimarte más que Masin, y Masin no te va a hacer daño.
—Masin es una bolita de cosas buenas, por supuesto que no me va a hacer daño —dijo él sin luchar con la enorme sonrisa que aquello le había provocado—. ¿Acaso el rey de la oscuridad va a protegerme esta noche?
—Siempre, Hobito.
Hoseok sintió cómo su corazón se derretía dentro de su pecho luego de que Taehyung le dijera eso. Ni siquiera intentó disimular lo mucho que aquellas palabras habían logrado enternecerlo, sino que descartó la almohada a la que se había aferrado como si fuera a protegerlo del miedo, pasó los brazos alrededor de Taehyung y llevó los labios a su cabeza para dejarle todos los besos que pudiera darle. Taehyung apoyó las manos en sus brazos, correspondiendo el abrazo como podía en esa posición, y solamente se rió con esa linda risita suya en lo que duró aquel ataque amoroso.
—Me vas a matar un día de estos, Kim Taehyung —reclamaba él entre beso y beso, abrazándolo con fuerza—. ¿Eso quieres? ¿Quieres matarme de amor acaso?
—Y quedarme con la herencia, duh —respondió un risueño Taehyung.
Si hubiera dependido de Hoseok, habría continuado con los besos por el resto de la noche, pero de repente Soonshim se les tiró encima. Ambos se rieron, y el fuerte de sábanas pasó de ser una sala improvisada de cine a un lío de brazos, manotazos, risotadas y besos y golpes con la cola de Soonshim. Hoseok decidió que ese era, oficialmente, el mejor día de su vida.
Después de un rato, Soonshim finalmente se cansó y se recostó encima de ambos. Aunque había dejado de moverse, su cola se sacudía para todas partes.
—Siempre juego así con ella, nos saltó encima por eso —esclareció Taehyung mientras pasaba la mano por el lomo de Soonshim, acariciándola dulcemente para calmarla—. Habrá pensado que estábamos jugando...
—Es adorable —dijo Hoseok, dando golpecitos suaves en la cabeza del animal—. Eres la perrita más linda y adorable del mundo, ¿no te cansas de ser tan bonita todo el tiempo?
—La vas a alterar de nuevo —le reclamó Taehyung—. ¡Mira, se le va a salir volando la cola si sigue así!
—Ese efecto tengo sobre las chicas —bromeó entonces Hoseok, y se ganó un almohadazo.
—¡Tarado! —se quejaba el menor, atacándolo con la almohada y riendo a carcajadas—. ¡Acaso te escuchaste decir eso!
—¡Lo siento, lo siento! ¡Era una broma! —se defendió él, tomando a Taehyung de las muñecas para detener el ataque, y luego comenzó a reírse—. No puedo creer que voy a decir esto pero... ¿la película? ¿no íbamos a verla?
—Oh, cierto —balbuceó el castaño a la vez que soltaba una risita—. Sí, vamos a verla.
—¿Te calmaste entonces? —preguntó Hoseok, aún sosteniendo a Taehyung de las muñecas—. ¿No más ataques con la almohada?
—Mh, déjame pensar —dijo Taehyung con una mueca pensativa que cambió por una sonrisa en el mismo momento en el que le daba un beso fugaz en los labios—. Sí, me calmé. No más ataque con la almohada.
Por supuesto, Hoseok quedó tan pasmado que Taehyung se soltó solito de su agarre y puso play a la película sin inmutarse. A Hoseok no le quedó más que salir del trance y volver a acomodarse para finalmente mirar la temida película. Y aunque se había preparado para aguantarse como el hombre valiente que no era las ganas de gritar y salir corriendo, no podía negar que no se sintió un poco más calmado en cuanto Taehyung lo abrazó por la cintura y apoyó la cabeza encima de su pecho durante una escena tenebrosa; ahora estaba más pendiente de las suaves caricias del pulgar ajeno sobre su piel que en el baño de sangre en la pared que servía de pantalla. También ahora debía concentrarse más en tratar de calmar los latidos acelerados de su corazón al sentir la cálida presencia del chico tan cerca, tan íntima, en lugar de prestar atención a la película.
Sobretodo debía esforzarse mucho por mantener controladas las enormes ganas de tomar a Taehyung entre los brazos para besarlo hasta perder la razón.
—Te prometo, Tae, que si no tuviera esa máscara horrible no lo odiaría tanto —se justificó luego de una escena que lo hizo apretar los dientes (y los puños, lo cual Taehyung notó)—. Voy a tener pesadillas con esa máscara.
—Pero vas a dormir conmigo y con Soonshim —le recordó el castaño, levantando la cabeza para mirarlo desde su lugar en el pecho de Hoseok—, ¿qué mas protección que esa necesitas?
—No puedo controlar a mi cerebro tonto cuando decide darme pesadillas...
—¿Y si te distraes un poco?
—¿Y cómo haría eso exactamente? —preguntó entonces, sonriendo por lo mucho que el chico intentaba protegerlo.
Taehyung murmuró un débil "así" antes de acortar la poca distancia que los separaba, estirando el cuello lo suficiente para rozar sus labios, y luego de mirar a Hoseok fijamente a los ojos por un momento, lo besó. Una vez pasada la sorpresa inicial por el repentino beso, Hoseok no tardó en cerrar los ojos y corresponderlo, y pronto se olvidó del asesino, la máscara, los protagonistas y de toda la película entera; lo único que importaba en ese momento eran el movimiento tímido y el sabor dulce de los labios de Taehyung.
Para cuando Hoseok quiso darse cuenta, Taehyung se había acomodado encima de su regazo y había apoyado las manos en sus hombros mientras que él abrazaba al menor por la cintura. Sus manos parecían haber cobrado vida por la forma en la que se paseaban lentamente por toda la espalda ajena, y aunque una vocecita en el fondo de su cabeza le decía que debía parar antes de pasarse de la raya, no podía tener suficiente. No podía saciarse de aquellos labios, de las manos suaves en los hombros, de los jadeos ahogados dentro de su propia boca, la respiración agitada y el roce de sus lenguas. Fue por esa misma razón que se separó de a poco, alejándose hasta que sus labios quedaron pegados a los de Taehyung rozándolos pero sin llegar a tocarlos de verdad, y juntó sus frentes mientras ahogaba un suspiro.
Taehyung no reclamó la interrupción del beso, aunque logró estremecer a Hoseok, causándole un escalofrío de pies a cabeza cuando se relamió los labios encima de su boca. Con las manos aún apoyadas sobre los hombros del pelinegro, el menor dio un último beso sobre sus labios para luego subir a su nariz, besándolo también. A esos besos le siguieron más: en las mejillas, en la frente, en cada párpado, en la comisura de los labios. Hoseok empezó por sonreír y terminó soltando una auténtica risa al sentir cosquillas por el roce de las pestañas largas de Taehyung.
—Siempre quise hacer algo así —dijo Taehyung de repente, la voz ronca irrumpiendo en medio del silencio—. Los besos en toda la cara, digo.
—¿Sí?
—Lo vi en una peli y me pareció muy tierno —siguió explicando el menor luego de asentir con la cabeza—. Y tú tienes una nariz muy besable...
Hoseok nada más se rió en respuesta, y le devolvió cada uno de los besos a Taehyung. Y después de todo eso, la película realmente ya no importaba en absoluto, de modo que decidieron comer lo que quedaba de los dulces y luego se acostaron juntos. Hoseok ya tenía sueño, y mientras que el chico le contaba sus miles de aventuras divertidas, pronto se quedó dormido con su voz como canción de cuna. A pesar de ya estar casi dormido, estaba seguro de que su último pensamiento fue lo bien que se sentía acostado sobre el corazón de Taehyung, sus manos acariciándole el pelo, su pecho subiendo y bajando lentamente por su respiración tranquila, y los latidos de los dos yendo al mismo ritmo.
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