Galletas&Café
Tal vez Taehyung debería haber comenzado por preguntarse cómo demonios había llegado al fondo del mar si minutos antes se encontraba tocando el saxofón en un evento escolar, pero en ese momento le pareció de lo más lógico que al volver a su camerino se encontrara con aquella puerta hacia el océano. A mitad de su recorrido entre un montón de peces de muchos colores sintió que su rostro se humedecía y frunció el ceño, molesto; ¿por qué de repente tenía toda la cara mojada? ¿Quién se atrevía a mojar el agua? Quiso levantarse para protestar y reclamarle a quien fuera, y entonces fue que abrió los ojos y se encontró con Soonshim recostada encima de él, lamiendo su rostro y moviendo la cola.
—Tiene sentido —susurró para sí mismo, cerrando los ojos de nuevo al comprender que estaba soñando.
Somnoliento, llevó una mano al lomo de Soonshim para comenzar a acariciarla. La otra mano la estiró hacia el costado, pero al encontrarse con el otro lado de la cama frío y vacío, volvió a abrir los ojos, alarmado. Hoseok no estaba ahí, y a juzgar por la ausencia del calentito de su lugar, no le costó adivinar que se habría levantado hacía rato. Con la misma mano libre rebuscó su celular entre las sábanas para ver la hora, 09:53, y eso no hizo más que confundirlo más. El día anterior Hoseok se había despertado casi media hora más tarde que él, pero ahora parecía que era todo lo contrario.
Tras darle una palmadita a Soonshim, la quitó con suavidad de encima suyo para poder salir de la cama e ir a buscar a Hoseok. Luego de comprobar que el chico no estaba en el baño (y de lavar sus dientes) ni en su habitación, escuchó voces provenientes de la cocina y hacia allá se dirigió. Planeaba hacer una gran entrada triunfal al notar que se trataba nada más y nada menos que de sus dos personas favoritas en todo el mundo, su abuela y Hoseok, pero justo cuando llegaba a la habitación escuchó algo que lo hizo detener sus pasos de repente, sin atreverse a interrumpir la conversación. En lugar de entrar a la cocina, entonces, prefirió esconderse detrás de la puerta y escuchar un poco más.
—Abuela, ¿es cierto que Taehyung hablaba mucho de mí? —había preguntado Hoseok.
—Si con eso te refieres a todo el tiempo, entonces sí —respondió la abuela, y Hoseok soltó una risita—. Siento que ya te conocía por tanto que me habló de ti.
—También me habla mucho de usted, así que creo que entiendo.
—Espero que te hable bien —agregó la abuela con una risa suave.
—Oh, definitivamente —le aseguró Hoseok, y Taehyung podía imaginar su expresión dulce—. Me moría de ganas por conocerla, y de probar su comida también.
Ambos se rieron con aquel comentario.
—Yo también quería conocer al muchachito que tanto le gustaba a mi nieto —confesó la mujer, y Taehyung se sonrojó desde su escondite—. Ese que lo quería lo suficiente como para preguntar mi nombre y mandarme saludos.
—Verdad que hice eso —balbuceó Hoseok, Taehyung suponía que estaba sonrojado también—. Me dijo que usted iba a escuchar el programa y que me esforzara para impresionarla, no les iba a fallar.
—Ah, te dijo eso entonces... eres un buen chico, haciendo esa clase de cosas por mi Taehyungie.
—Es lo mínimo que puedo hacer —dijo Hoseok, o eso creyó Taehyung pues su voz había bajado considerablemente el volumen—. Su nieto es muy importante para mí...
—Es el niño más lindo y bueno del planeta, ¿verdad? —presumió la mujer, riendo.
—Es la mejor persona que he conocido, abuela —respondió Hoseok, completamente serio—. Ha aprendido muy bien, viene de una buena familia.
—En verdad eres un encanto, Hoseok —festejó la abuela—. Ya entiendo por qué Taehyungie te quiere tanto.
A Taehyung le provocó un especial tipo de cosquillas en el estómago escuchar la risita tímida de Hoseok, acompañada de sus tantos "aigoo". No le costaba nada imaginarse sus orejas pequeñas todas rojas, y su sonrisa ancha levantándole los pómulos. Comprendía lo que estaba sintiendo el chico, además, si él mismo se sentía igual de "dkajsskdajkd" en ese momento, mordiéndose el labio para no reírse o soltar un ruido inhumano también. Ahora que había escuchado todo eso, no estaba seguro de poder entrar a la cocina sin saltarle encima a Hoseok para abrazarlo y darle todo el amor que se merecía... y no hizo falta que lo pensara demasiado, de todos modos, pues de repente llegó Soonshim y le saltó encima, haciendo que trastrabillara hacia atrás y chocara contra la puerta.
—Hey, Shim, ¿qué haces ahí? —preguntó Hoseok, su voz sonando cada vez más peligrosamente cerca de la escena del crimen—. ¿Tienes hambr- oh. ¿Tae?
La imagen era la siguiente: Taehyung, cayendo contra la puerta y deslizándose lentamente hacia abajo, camino a caer sentado en el suelo. Soonshim encima suyo, las patitas apresándolo contra la madera, la cola moviéndose y la lengua hacia afuera buscando un rostro (el suyo) que besar. Y Hoseok, por último, parado justo en el borde de la puerta, mirando a Taehyung con expresión de sorpresa y las orejas, tal como había imaginado, rojas. Taehyung decidió que lo mejor que podía pasarle en ese momento era que se abriera una grieta en el suelo, así sería absorbido y quedaría para siempre en el centro de la Tierra, libre de la vergüenza de admitir que estaba espiando.
—Soonshim, a comer —llamó la abuela, aparentemente ajena a la situación incómoda, mientras hacía ruido con el platito de Soonshim.
El animal se apartó de Taehyung como si no acabara de causarle una situación completamente vergonzosa, y apenas quitó sus patotas pesadas de su pecho, Taehyung terminó de aterrizar con el trasero en el suelo, haciendo que la puerta chirriara al chocar del todo contra la pared.
—Auch...
—¿Te lastimaste? —preguntó Hoseok, agachándose inmediatamente para quedar a su altura.
Se fracturó mi huesito de la dignidad, pensó, pero por obvias razones no lo dijo y sólo negó con la cabeza.
—Entonces, ¿te parece bien si nos levantamos del suelo? —preguntó nuevamente el pelinegro, la sonrisa con hoyuelos haciendo su aparición estelar—. O nos quedamos sentados aquí, si eso es lo que desea el rey Masin.
—Um... —balbuceó Taehyung como todo un tonto, odiándose por olvidar cómo hablar como un ser humano normal—. Sí.
—Sí... ¿nos levantamos? —se burló el mayor, a lo que Taehyung asintió con la cabeza—. Bien, ven aquí.
Hoseok se puso de pie rápidamente, y ni bien se incorporó le ofreció una mano a Taehyung para ayudarlo a levantarse también. Sin mediar palabra porque todavía se moría de la vergüenza por todo ese episodio, Taehyung aceptó la mano extendida y pronto estuvo parado frente a Hoseok. Y aunque él estaba esperando un reclamo o al menos una pregunta por haber estado espiando la conversación de su abuela y Hoseok, nada de eso sucedió.
—¿Dormiste bien? —fue lo que preguntó el mayor—. No quise despertarte, te veías muy lindo tan dormido.
—¿Tú dormiste bien? —preguntó él luego de asentir con la cabeza—. ¿Qué hacías ahora?
—Tal vez ayer hice planes con tu abuela sin que te dieras cuenta —canturreó el chico, entrando a la cocina nuevamente seguido por Taehyung—. Estábamos cocinando galletas para el desayuno.
—Y ya están comenzando a oler muy bien —intervino la abuela.
En efecto, poco a poco el dulce aroma a chocolate proveniente del horno empezaba a esparcirse por la cocina.
Luego de que su abuela le colocara las manos amorosas sobre sus hombros en un abrazo sutil y le preguntara cómo había dormido, Taehyung logró olvidarse de lo que acababa de suceder y se calmó un poco, o lo suficiente como para poder hablar con Hoseok sin querer que la tierra se lo tragase, al menos. Tras asignarle a Hoseok la tarea de revisar y sacar del horno las galletas una vez que estuvieran listas, la mujer los dejó a solas con la excusa de que quería ordenar un poco su habitación, rechazando el ofrecimiento de ayuda de ambos; Taehyung sospechaba que no estaba siendo del todo honesta, ¿pero quién era él para cuestionarla, de todos modos? Nadie, no señor.
—Soñé algo raro —comenzó a hablar Taehyung—. Si Shim no me despertaba, tal vez estaría a punto de hacer un dueto de jazz con una sirena o algo así.
—Disculpa pero, ¿qué? —dijo Hoseok, confundido, y comenzó a reírse—. ¿Qué fue lo que soñaste exactamente, Tae?
Taehyung también se reía, aunque lo hacía por la expresión tan chistosa en el rostro de Hoseok. No tardó mucho en comenzar a relatarle lo que había soñado, disfrutando enormemente de las caras que ponía el mayor, una más graciosa que la otra.
—... y cuando terminé de tocar mi canción, me iba al camerino para dejar el saxofón —explicaba su sueño—, pero cuando abrí la puerta estaba en el océano.
—¿En el océano cómo?
—Pasaba la puerta y estaba adentro del agua, pececitos y todo.
—Wow.
—Y empecé a caminar, miraba los peces de colores y las estrellitas de mar y todo eso —le siguió contando a Hoseok—. Después de eso me desperté.
—Definitivamente estarías haciendo un dueto de jazz con una sirena ahora, síp —sentenció el mayor, asintiendo con la cabeza, y se levantó para dirigirse al horno—. Creo que ya es hora de sacar estas galletas.
—¿Quieres que prepare un poco de té? —preguntó Taehyung, poniéndose de pie también—. O podemos tomar otra cosa, lo que quieras.
—¿Qué desayunas tú usualmente? —preguntó a su vez Hoseok, abriendo el horno luego de colocarse unos guantes enormes.
—Leche de banana...
—Adorable —murmuró Hoseok, aunque Taehyung lo escuchó a la perfección, y sacó la bandeja con las galletas recién horneadas—. En realidad yo desayuno café, pero no rechazaría un poco de banana milk. Esto se ve increíble, ¿verdad?
Taehyung asintió con la cabeza, sintiéndose hambriento de repente. No tardó mucho en sacar dos botellas pequeñas de leche de banana del refrigerador, y luego de servir la mesa sobre la mesita de café junto al sillón en la sala, se acomodaron para desayunar mientras veían un poco de televisión. Pasado un rato se unieron los padres y la abuela de Taehyung al desayuno, todos disfrutando de las galletas caseras y halagando a Hoseok por las mismas.
—Por favor, la abuela hizo casi todo el trabajo —decía el chico, las orejas coloradas mientras inclinaba la cabeza respetuosamente—. Yo sólo ayudé un poco...
Taehyung estaba muy feliz.
Luego del desayuno, y una vez que terminó la película que los había atrapado a todos dentro de la televisión, Taehyung y Hoseok decidieron sacar a Soonshim a dar una pequeña vuelta por los alrededores de la casa. No planeaban alejarse mucho, sólo lo suficiente para estirar las piernas y para que Soonshim pudiera disfrutar del aire fresco, ¿y por qué no?, para estar a solas un rato.
—¿A qué hora era que salía tu tren, Hobi? —preguntó él cuando finalmente terminaron de hablar de la película que acababan de ver—. Tenemos como una hora o tal vez más hasta la estación...
—A las siete, creo. Tenemos tiempo para hacer algo durante la tarde.
—¿Qué quieres hacer?
—Lo que quieras estará bien para mí, cariño —dijo Hoseok mientras se encogía de hombros.
—Tal vez puedo llevarte a la ciudad, así ves más que el campo...
—Espera, acabo de recordar algo —soltó el pelinegro de repente, colocando la mano libre en el pecho de Taehyung luego de pararse en seco de repente—. Creo que ya sé qué podemos hacer.
Taehyung lo miró expectante.
—Tu amigo Jimin, su familia tiene una cafetería, ¿cierto? —preguntó Hoseok, a lo que Taehyung asintió—. Y una vez dijiste que siempre vas gratis ahí, ¿no?
—¡Oh! ¡Sí, ya me acuerdo! —aseguró él, emocionándose al comprender—. ¡Y te dije que te iba a llevar, así pedíamos chocolate y era como en Taebi!
—Porque en Taebi tendremos chocolate gratis siempre, exacto —finalizó el chico, chasqueando los dedos—. ¿Crees que podamos hacer eso hoy?
—¡Le avisaré a Jiminie ahora mismo! —exclamó Taehyung, sacando su teléfono del bolsillo para decirle a su amigo.
—¿Él estará ahí, o no trabaja los domingos?
—En realidad no trabaja ahí de verdad, y hoy iba a entrenar con Cheol —explicó él, guardando nuevamente el aparato tras mandar su mensaje—. ¿Por qué preguntas?
—Oh, qué pena. Creo que me gustaría conocer al mejor amigo de mi novio... y llevarme tan bien con él como para hacerte dormir en el pasillo del dormitorio —respondió Hoseok, riéndose, y se rió aún más cuando Taehyung le dio un golpe en el hombro—. ¡Sólo bromeo!
—No te aguanto, Hobi —farfulló él, abultando los labios—. Eres todo un tonto.
—Pero así de tonto me quieres, ¿cierto? —preguntó el mayor con tonito de burla, pasando el brazo alrededor de los hombros de Taehyung—. Y en verdad sí me gustaría conocer a Jimin, ya que me hablas tanto de él. ¿No te gustaría que nos llevemos bien él y yo?
La respuesta de Taehyung nada más fue un gruñido, y aunque intentó mantener su imagen de enojado, no pudo controlar las cosquillitas en el estómago cuando Hoseok se rió una vez más. Así, entre abrazos, bromas y golpecitos suaves en el hombro, terminaron su paseo y volvieron a la casa. Y aunque Taehyung no lo dijo en voz alta para mantener el chiste, en realidad la idea de Hoseok y Jimin conociéndose y haciéndose amigos lo entusiasmaba mucho; esperaba poder presentarlos pronto.
El almuerzo y el momento de prepararse para salir se le hicieron eternos. Sin mencionar que eso implicaba que Hoseok guardara todas sus cosas y saliera ya con su mochila, listo para irse a Seúl de nuevo, y ver a su familia despidiéndose cariñosamente del chico logró que se le rompiera un poquito (mucho) el corazón. "Regresa cuando quieras", "fue un gusto conocerlos al fin", y demás cosas por el estilo fueron dichas, lo cual terminaba siendo agridulce: Taehyung estaba muy feliz porque la visita de Hoseok había sido todo un éxito, su familia lo había adorado y parecía que él había pasado un gran fin de semana, pero no sabía cuándo podrían volver a verse y anticipaba que le costaría media vida dejar que el chico se subiera al tren cuando llegara el momento.
—¿En qué piensas? —preguntó Hoseok pasado un rato, mientras esperaban el autobús que los llevaría hasta la ciudad.
Taehyung había pasado un buen rato callado ya. De hecho, era como si hubiera estado en modo automático desde que salieron de la casa, pues ni siquiera recordaba en qué momento habían llegado al paradero del autobús. Se regañó mentalmente por no estar disfrutando de su última tarde con Hoseok, y decidió que no dejaría que nada en el mundo arruinara el día, ni siquiera su tonta cabeza tratando de ponerlo triste por algo que aún no sucedía.
—Me perdí en el espacio sideral por un ratito —bromeó, y apoyó el mentón sobre el hombro de Hoseok—. ¿Estabas diciendo algo?
—Solamente que la pasé muy bien —respondió Hoseok con simpleza, negando con la cabeza—. Y que todos en tu familia son muy amables.
—Les gustaste mucho...
—Le gusto a todo el mundo, nene.
Taehyung puso los ojos en blanco ni bien aquellas palabras dejaron los labios de Hoseok, y eso le provocó una simpática carcajada al pelinegro. Lo siguiente que supo Taehyung, sin embargo, fue que Hoseok había llevado una mano a su cuello para acariciar suavemente su piel, y que le acababa de dar un beso en la cabeza. Así, como si nada, como si Taehyung no se derritiera cada vez que Hoseok hacía algo como eso, como si su corazón no se volviera loco de ganas de salirse de su pecho para entrar en el pecho de Hoseok y quedarse a vivir ahí para siempre.
El autobús llegó justo en ese momento, así que Taehyung no tuvo tiempo de ponerse a gritarle a Hoseok que lo amaba en todos los idiomas que sabía decirlo (coreano, inglés, francés y japonés, gracias a películas y al anime). Como ya habían hecho en numerosas ocasiones, se acomodaron prácticamente uno encima del otro, Taehyung usando el hombro de Hoseok como almohada, y Hoseok reposando la cabeza sobre la de Taehyung, mientras compartían un auricular cada uno y escuchaban música del teléfono del mayor. Taehyung se sonrojó intensamente cuando entre tanto hip-hop de repente escuchó su propia voz cantando una canción de Bublé.
Cerca de cuarenta minutos más tarde llegaron a la ciudad, cerca de la escuela, al fin. Taehyung guió a Hoseok entre negocios y plazas sin perder oportunidad de mencionar alguna anécdota de cada lugar que podía pensar, y Hoseok lo escuchaba atentamente, sonriendo como si Taehyung le estuviera contando algo en verdad divertido o maravilloso y no cualquier tontería que viniera a su mente. Por esa clase de detalles Taehyung sentía su corazón ensancharse hasta alcanzar el doble de su tamaño en un vano intento de guardar todo el amor, tan inmenso, que sentía por el pelinegro.
—La cafetería de Jiminie está cerca de aquí —informó, señalando hacia adelante—. Unas cuatro o cinco calles de aquí.
—Pasas muchísimo tiempo ahí, ¿verdad?
—No tanto como me gustaría —respondió Taehyung, frunciendo ligeramente el ceño—. Aunque antes si veíamos todo el tiempo, ahora estamos un poco más ocupados que antes... igualmente los papás de Jiminie siempre me reciben muy bien.
—Aigoo, ¿en serio toda la gente que te rodea es así de linda todo el tiempo? —inquirió Hoseok, poniendo un tono de reclamo muy exagerado—. ¡Dame un respiro! ¿Tienes que ser tierno todo el tiempo?
—¡Pero si yo no hice nada ahora! —se defendió Taehyung—. ¿Qué tengo que ver con esto y qué tiene de tierno? ¡Estás exagerando!
—Todo sobre ti es tierno, nene —dijo Hoseok con simpleza, tomando su mano para llevársela a los labios y dejar un pequeño beso—. Pero mejor vayamos rápido, me está dando hambre.
Así, sin más, Hoseok siguió caminando luego de entrelazar sus manos. Taehyung se permitió un momento de gritos internos mientras observaba sus manos entrelazadas, y con una sonrisa que se adueñó de su rostro, empezó a balancearlas en el aire, tarareando una canción en el resto del camino. Hoseok no dijo nada, pero mantuvo el ritmo con el que movía sus manos juntas hasta la cafetería sin reclamar; aunque Taehyung no se volteó a mirarlo, podía sentirlo sonreír.
Cuando entraron a la cafetería aquel familiar aroma a café y chocolate los recibió, y Taehyung se dio cuenta de lo alterados que habían quedado todos sus sentidos luego de eso. Su estómago daba volteretas dentro de su cuerpo, y por poco le gritó las buenas tardes a la madre de Jimin cuando ella los recibió con una sonrisa cariñosa. La mujer entonces los llevó a una de las mesas con sillones y cojines mullidos, los favoritos de Taehyung, que había reservado especialmente para ellos.
—Ventajas de ser su hijo adoptado —presumió Taehyung mientras se encaminaban a la mesa—. Y el favorito, más que Jiminie y Jihyun.
—Porque a Taehyungie sí lo elegimos —bromeó la señora, siguiendo el chiste tonto de Taehyung con una sonrisa—. ¿Tomarás lo de siempre?
—Ya me conoces, madre. Pero a Hobi tal vez le guste probar otra cosa, ¿no?
—Uh, ¿un capuchino? —aventuró el pelinegro, dudoso—. Y lo que quieras comer tú, Tae.
—Me pido cualquier pastel que se me ocurra —explicó él, mientras tomaban asiento y la madre de Jimin anotaba en una pequeña libreta—. Mm... ¿quieres uno de chocolate, Hobito? ¿O mejor porciones de distintos sabores?
—Ah, ahora nos estamos entendiendo.
Hoseok se rió de su propio comentario, y Taehyung no pudo hacer más que reírse también. Tras deliberar por un momento, terminaron de pedir su merienda y la mujer regresó al trabajo, no sin antes revolverle el cabello a Taehyung, por supuesto; ni bien ella se fue, Hoseok hizo una broma sobre lo consentido que era Taehyung en todas partes, incluso en una cafetería. Así, mientras los dos bromeaban sobre lo fácil que Taehyung lograba conquistar a todo el mundo, no pasó mucho tiempo para que les trajeran finalmente su pedido a la mesa: el capuchino simple de Hoseok, un chocolate con crema, jarabe... o azúcar, flores y muchos colores (como lo describió Hoseok) para Taehyung, y las tres porciones de diferentes pasteles, cada una con mejor pinta que la otra.
—Wow —fue lo único que Hoseok logró decir al ver la comida.
—Lo sé, wow —coincidió Taehyung, riéndose por la reacción del mayor—. ¿Qué pastel probarás primero?
—¿Cuál me recomiendas?
—El de chocolate, duh.
—El de chocolate entonces —aceptó Hoseok luego de poner los ojos en blanco, y probó el pastel. Tras saborearlo, abrió mucho los ojos—. Taehyung, este es el mejor día de mi vida.
Taehyung se rió una vez más, y luego de aquella declaración los dos se pusieron a comer. Si bien Taehyung solía merendar muy seguido en la cafetería y estaba acostumbrado a pasarla bien en el lugar, estaba seguro de que nada podría igualar ese momento en el que estaba teniendo una cita con Jung Hoseok. Afortunadamente el pelinegro estaba demasiado concentrado en beber su café y comer los pasteles, de lo contrario habría notado que Taehyung seguía mirándolo fijo y sonriendo como un loco, y eso habría sido muy vergonzoso.
—Tengo una propuesta —anunció Hoseok pasados unos segundos de silencio—. ¿Quieres oírla?
—¿Quieres intercambiar nuestras bebidas para probarlas? —sugirió él entonces, pues eso era lo que estaba deseando en ese momento—. Porque estaba pensando en eso.
—No, pero no es una mala idea —rió Hoseok, alcanzándole su taza—. Estaba pensando en otra cosa... ¡Joder! ¡Esto es delicioso!
—Creo que el capuchino no es mi mejor amigo —dijo en cambio Taehyung, haciendo una mueca que le quitó una sonrisa al mayor—. Prefiero mi fórmula para crear a la niñita perfecta...
—Eres débil, Kim Taehyung —se burló el mayor mientras se devolvían sus respectivas tazas—. El gran Masin debería soportar un poco de cafeína.
—El gran Masin es malvado pero no está loco —se defendió él, frunciendo el ceño—. Pero mejor cambiemos de tema, antes de que te destierre del reino de nuevo. ¿Cuál era tu propuesta, Hobi?
—¡Ah, cierto, eso! Ya lo había olvidado —exclamó Hoseok, luego se llevó una mano al pecho y se aclaró la garganta—. Esto es una cita, ¿verdad?
Taehyung, como el tonto y torpe humano que era, se atragantó con su chocolate al oír la palabra "cita".
—¿Sí? —logró balbucear entre toses y jadeos—. Sí.
—¿Estás bien? —preguntó Hoseok con tono burlón, disimulando la sonrisa socarrona—. Bueno, normalmente en las citas las personas se hacen preguntas, ¿o no?
—Sí, se hacen pregunt- ¡oh!
—¿Ya ves a dónde estoy tratando de llegar?
—Creo que sí —murmuró Taehyung, y dedujo que Hoseok quería que siguiera hablando al ver su expresión expectante—. ¿Deberíamos jugar a las preguntas... en vivo y en directo?
—¡Bingo!
Taehyung estaba bastante seguro de que su corazón había saltado de alegría tan alto como para de repente haber aterrizado en su cráneo, porque podía sentir sus propios latidos retumbando dentro de su cabeza, aturdiéndolo por un momento. Si bien sabía desde hacía tiempo que Jung Hoseok era el chico de sus sueños, no hacía más que convencerse con cada segundo que pasaba y con cada pequeña cosita que Hoseok hacía o decía para confirmarlo una vez más. La idea que acababa de tener el mayor le parecía tan fantástica que comenzó a aplaudir, ganándose una de las sonrisas encantadoras marca Jung Hoseok (y el conocido calorcito en el estómago), como si acaso la situación no podía ser cada vez mejor.
—¡Yo primero! —anunció entonces, tan emocionado que levantó el tono de voz más de lo que pretendía—. Déjame elegir una buena pregunta...
—¿No quieres poner algunas reglas primero?
—¿Reglas? —repitió Taehyung, confundido por un momento—. ¿Qué clase de reglas quieres poner?
—No lo sé, la última vez como que... uh, pusimos reglas o algo así —dudó Hoseok, rascándose la nuca—. No sé, ¿vamos a jugar a las preguntas extremas de nuevo? ¿Sin filtro y todo eso?
—Hobito, esto es muerte súbita.
—¡Oh! Uh, bueno, vaya —tartamudeó el mayor, riéndose—. Muy bien, ok, si eso es lo que el rey de Taebi quiere...
—¿Estás listo? —preguntó él entonces, mirando al pelinegro con una sonrisa malévola.
—¡Nací listo!
Taehyung asintió con la cabeza, luego se tronó los dedos, se tronó los dedos y finalmente apoyó la espalda en el respaldo de la silla mientras se cruzaba de brazos, midiendo a Hoseok desde su lugar en el trono imaginario de Taebi. Siempre se sentía en ventaja cuando jugaban ese juego tan de ellos, y ese momento no fue la excepción. Tras repasar todas las preguntas que le venían a la mente, eligió de su repertorio y soltó una risita traviesa... no porque la pregunta fuera algo terrible, sino porque disfrutaba mucho del nerviosismo tan evidente que le causaba a Hoseok al actuar así.
—¿Cuál fue la primera coreografía que te aprendiste? —preguntó finalmente.
El rostro de Hoseok recobró el color habitual luego de oír su pregunta, y sonrió.
—Rainism, cuando tenía 12 años más o menos —dijo, y su sonrisa se ensanchó—. La bailé en mi último año de escuela para un concurso, también.
—¿Y ganaste?
—No, me regañaron porque fue "inapropiado" —bufó Hoseok, abultando los labios y poniendo los ojos en blanco—. Ganó un amigo de mi primo, de hecho. ¿Jihoon, creo que se llama? Toca la guitarra.
—En mi corazón sí ganaste el concurso, Hobi —le aseguró él, haciéndolo reír, con lo cual sonrió también—. Tu turno.
—Voy a copiarme de ti ahora porque esa pregunta fue muy buena, ¿de acuerdo? —informó el mayor—. ¿Cuál fue el primer papel que actuaste?
—Já, hice del rey Sejong en una obra en primaria —presumió Taehyung, apoyándose una mano en el corazón—. En mi grupo de teatro mi primer papel fue de un hechicero...
—Desde pequeño estuviste destinado a grandes papeles, ¿eh?
—¿Te sorprende?
Hoseok chasqueó la lengua, murmurando algo similar a "aigoo, el mocoso maligno", y ambos se rieron por un buen rato de todo eso. Mientras continuaban con su merienda, siguieron con las preguntas, todas muy divertidas según Taehyung. Se sorprendió al descubrir ciertos detalles de Hoseok, como que su combinación rara de comida favorita eran nuggets de pollo y café, o que su mayor deseo era poder comprarle una casa y un auto nuevos a sus padres, y que de pequeño le gustaba comerse todos los vegetales y el arroz primero y dejar la carne para el final (igual que él). Esa era lo que más le gustaba del juego: aunque las respuestas parecieran trivialidades a él le servían para conocer más a Hoseok, y cuanto más lo conocía sentía que más lo quería.
—¿Tienes algún talento extraño? —preguntó Hoseok en su décimo turno—. Ya sabes, como esas personas que se meten el puño entero en la boca y todo eso.
—Mm... no se me ocurre ninguno ahora mismo —murmuró Taehyung, pensativo—. Mi hermano puede abrir bolsas con los pies, ¿algo así, dices?
—Realmente no quiero saber cómo demonios descubrió ese talento, pero sí, me refiero a algo así.
—Estábamos jugando a ver quién abría más paquetes de papitas en menos tiempo, y Jin hyung lo intentó con los pies y ganó —explicó con simpleza, encogiéndose de hombros—. No creo que tenga un talento raro, Hobi... ¿tú tienes alguno?
—Eh, ¿puedo tocar la flauta con la nariz? —dijo Hoseok, dudoso y con tono de pregunta—. Pero en realidad no creo que sea un talento, cualquiera que se ponga la flauta en la nariz podría.
—¿Cómo espinacas descubriste TÚ eso?
—Yoongi estaba triste y yo estaba borracho, tenía que hacerlo reír de alguna manera... mejor haz tu pregunta, ¿ya?
—¿Dónde te esconderías si te persiguiera la mafia?
—Eh, ¿Tae? —susurró Hoseok, poniendo una mueca de preocupación muy chistosa—. ¿Hay algo que deba saber acaso?
—¡No me mires así! —se atajó él, lanzándole una servilleta—. Lo mejor es estar preparado para lo que sea que pase, ¿no crees?
—¡Realmente no planeo meterme en problemas con un mafioso! —exclamó el mayor, y comenzó a reírse—. En serio, a veces dices cosas que me asustan un poco.
—Eres débil, Hobi —declaró Taehyung, negando con la cabeza—. Eres débil y la selección natural acabará contigo.
—¡Tae! —exclamó nuevamente Hoseok, con tono de reclamo, aunque seguía riéndose—. Eres un caso, tú, Kim Taehyung.
Pronto estaba riéndose él también, ¿y cómo no, si la risa de Hoseok era el sonido más alegre que podía escuchar?
Lamentablemente la hora avanzaba rápido y ellos debían viajar media hora hasta la estación de tren para que Hoseok pudiera volver a casa, de modo que no tuvieron más alternativa que irse de la cafetería; les tocaba salir de la burbuja de felicidad y regresar al mundo real, poner los pies en la tierra luego de haber pasado las últimas horas en su propio mundo (Taebi, por supuesto). En el camino a tomar el autobús volvieron a entrelazar las manos, ambos buscando la del otro al mismo tiempo, y a Taehyung en verdad no podía importarle menos si la gente los miraba raro porque él se sentía muy feliz de poder compartir un momento así con Hoseok. Además, cuando empezó a balancear sus manos como antes Hoseok le dedicó esa enorme sonrisa tan bonita de él, ¿y cómo resistirse a eso? Ni la peor y más fulminante mirada llena de prejuicios pesaba más que la radiante sonrisa de Hoseok.
Una vez que estuvieron en el autobús siguieron con las preguntas, aunque cada vez se distraían más contándose historias con respecto a sus respuestas, o simplemente desviándose del tema por hacer bromas de cualquier otra cosa. Ni hablar de que Taehyung fue todo el viaje distraído por sus manos entrelazadas sobre su regazo, dejando caricias suaves en el dorso de la mano de Hoseok mientras lo escuchaba relatar sus distintas anécdotas. En ese momento le contaba de la vez que terminó en el hospital por exigirse de más con los ensayos de baile y sus clases, tan sólo unos meses antes de conocerse.
—Prométeme que no harás eso de nuevo nunca, Hobi —pidió él, preocupado a pesar de que eso había sucedido meses atrás—. Tienes que comer y dormir bien, tonto.
—Lo sé, lo sé, tengo cuidado ahora —se apresuró a defenderse Hoseok—. Además, con los chicos nos estamos cuidando las espaldas todo el tiempo, ¿sabes? Cuando Yoongi se obsesiona mucho componiendo, cuando Namjoon se pierde estudiando demasiado... nos fijamos en esas cosas.
—No me importa, a partir de ahora voy a mandarte mensajes para recordarte que te cuides todo el tiempo —determinó Taehyung, dando un golpe sobre la pierna de Hoseok con sus dos manos entrelazadas—. Y de todas formas vamos a cenar juntos todos los días, ¿no? Por teléfono, digo. No hay forma de que te pierdas la comida ahora.
—Tienes un punto ahí, Kim Taehyung —dijo Hoseok sonriente, y le dio un beso en la mejilla.
El autobús llegó a destino entonces, y Taehyung supo que la despedida era inminente. En ese momento les quedaban unos escasos minutos juntos hasta quién sabía cuando, y ya no podía ignorarlo o fingir que todavía les quedaban horas porque tenía la estación de tren justo frente a él. Aquella noción le provocaba un gusto amargo en la boca, y aunque había pasado el mejor fin de semana de la historia estaba triste ante el hecho de que no podría ver a Hoseok por un buen tiempo. Por eso no pudo evitar que su ánimo bajara un 900% de repente, manteniendo silencio mientras caminaban dentro de la estación y llegaban al anden del que salía el tren a Seúl.
—No pongas esa cara larga, me rompes el corazón —pidió el mayor de repente, tomándolo de la barbilla y subiéndole las comisuras para que sonriera—. Así, tu sonrisita cuadrada que tanto me gusta.
—No quiero que te vayas —admitió Taehyung, haciendo un puchero a pesar de la mano que lo obligaba a sonreír.
—La verdad es que yo tampoco quiero irme —confesó a su vez Hoseok con una risa triste, algo apagada—. Pero debo hacerlo, nene.
—Ya sé...
—Hey, pero no es como si me fuera para siempre —agregó el pelinegro, parándose frente a él y acunando su rostro con las dos manos—. Apenas junte un poco de dinero vendré de nuevo, ¿te parece bien?
—Hm.
—Tengo que llevarlos a ti y a tus primos al museo, ¿recuerdas? —insistió Hoseok—. Y tenemos que jugar un partido de tenis con tu papá y tu abuelo, también.
—Y tienes que conocer a mis amigos —manifestó Taehyung, puchero y todo.
—Y tengo que conocer a tus amigos, por supuesto —repitió el mayor, asintiendo con la cabeza—. Así que, estoy obligado a volver lo más pronto posible. Es un decreto real, no puedo escaparme de mis responsabilidades como rey de Taebi, ¿verdad?
—Verdad.
—Entonces ya no estés triste, porque si te dejo así, yo también estaré triste —finalizó Hoseok, pellizcándole los mofletes—. Quiero que mi osito esté feliz, así puedo estar feliz yo también.
—¡No digas esas cosas! —rogó él, poniéndose aún más triste—. Si me dices cosas bonitas no te voy a dejar subir al tren... ¡O me cuelgo de tu pierna como un koala, y no dejo que te vayas! ¡O te quedas o me llevas!
—Ow, Tae —dijo entre risitas Hoseok, y pasó un brazo alrededor de sus hombros, acercándolo en un abrazo—. Te prometo que me quedaría mil años más aquí, contigo, Tae. Lo sabes.
En ese momento, el tren finalmente llegaba a la estación. Los segundos que le quedaban para despedirse de Hoseok eran contados, y por esa razón se abrazó con fuerza al mayor, enredando los brazos alrededor de su cintura y pegando el rostro a su hombro. Inspiró profundo, tratando de embriagarse con el perfume tan típico de Hoseok (aunque olía un poquito menos a Hoseok y bastante más a él mismo de lo normal luego de tres días en su casa), aferrándose a esos últimos minutos juntos antes de dejarlo ir.
—Cuando vaya a anotarme a la universidad en marzo estás obligado a acompañarme —susurró desde su escondite en el cuello ajeno—. Es una orden del rey.
—Y sabes que las cumplo todas, osito —respondió el contrario con una risa suave, separándose un poco para mirarlo nuevamente—. Ahora me tengo que ir, Tae.
Bufando, Taehyung al fin soltó a Hoseok y se cruzó de brazos, mirando al tren con rencor, como si éste tuviera la culpa de todos sus males. De alguna manera era así, al menos en su mente. La sonrisa cariñosa de Hoseok no hizo más que molestarlo más, porque de verdad quería saltarle encima y no dejar que se fuera en ese instante.
—No sé si debería besarte en medio de toda esta gente...
—Sólo vete rápido, antes de que me tire debajo del tren.
—¡Tae! —reclamó Hoseok, dándole un golpe en el hombro—. Maldito niño actor, eres siempre tan dramático.
Taehyung le sacó la lengua al chico, que puso los ojos en blanco como respuesta. Tras revolverle el cabello, Hoseok posó la mano en su mejilla con una caricia suave a la que Taehyung reaccionó inclinando la cabeza, buscando estar todavía más cerca. El más bajo bromeó con que parecía un gatito cuando hacía eso, aunque de todos modos se sonrojó levemente cuando Taehyung giró la cabeza y besó la mano ajena. El primer anuncio del tren a punto de salir arruinó aquel momento tan íntimo que estaban teniendo, de modo que se separaron bruscamente y soltaron un suspiro al mismo tiempo.
—Ya me voy, entonces —pronunció Hoseok con pesar, sonriendo apenas—. Te hablaré en el viaje igualmente, sabes que me aburro en el tren.
—Y seguimos jugando a las preguntas, si quieres —dijo él con poco entusiasmo, tratando de dar una sonrisa a cambio también—. Creo que ya casi terminábamos.
—De hecho, sólo nos quedan una pregunta a cada uno —informó Hoseok—. Así que piensa en una muy buena pregunta para mí, ¿de acuerdo?
—Mis preguntas siempre son buenas, Hobi. Ahora vete, o se irán sin ti.
Hoseok asintió con la cabeza y finalmente se encaminó hacia el tren, saludando a Taehyung con una mano desde la puerta. Taehyung permaneció parado en su lugar, observando a Hoseok por las ventanas hasta que el chico se acomodó en un asiento, y se escuchó el segundo anuncio. Al verlo ahí sonriendo y haciendo caras graciosas desde el tren, sabiendo que estaba a punto de ir de nuevo a Seúl y pensando en lo feliz que había sido durante ese fin de semana, en ese preciso instante fue que Taehyung se dio cuenta de que ya sabía cuál era su última pregunta.
—¡Hobi! —gritó, acercándose a paso acelerado al tren justo cuando las puertas se terminaban de cerrar—. ¡Hobi, mi última pregunta, ya la tengo!
Hoseok, sorprendido, se levantó de su asiento y casi se pegó a la ventana, apoyando una mano en el vidrio. Taehyung lo imitó, apoyando la mano justo encima de la de Hoseok. Justo en ese momento el tren arrancó la marcha lenta, y Taehyung comenzó a caminar con éste.
—¡Lo diré directamente! —exclamó, y Hoseok asintió con la cabeza—. ¿Quieres ser mi novio? Ya lo somos pero... pero necesitaba pedírtelo de verdad, iba a morirme si no lo hacía.
El rostro de Hoseok pasó por muchas expresiones en un lapso de tres segundos, desde miedo, pasando por sorpresa y ternura, hasta terminar finalmente en una hermosa sonrisa feliz, de las que podían poner a Taehyung de rodillas. El tren ya estaba aumentando la velocidad, así que lo último que Taehyung pudo ver antes de tener que apartarse para no caer al suelo fue a Hoseok, su novio, asintiendo frenético con la cabeza mientras sonreía.
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