Exposición

"Te amo mucho, Hobi", había dicho Taehyung, y eso era todo lo que pasaba por su mente en ese momento, varios minutos después. Tal como los estallidos de un cañón, un eco intrusivo sonaba dentro de su cabeza constantemente. "¡Te amo mucho! ¡Te amo mucho! ¡Te amo mucho!" Igual que el "¡pum, pum, pum!", los latidos desenfrenados de su acelerado corazón, asemejándose a un montón de cañonazos dentro de su pecho. ¡Por favor! ¿Qué le había hecho ese niño, cómo lo había hechizado de esa manera? Y sobretodo, ¿por qué no estaba a su lado ahora mismo? Claro que Hoseok había estado emocionado por ver a Taehyung todo el día (toda la semana, desde el momento en el que el menor subió al tren, en realidad), pero después de leer aquel mensaje sus ganas de encontrarse con el castaño habían aumentado a niveles estratosféricos. Por eso, entró casi como una exhalación a la escuela, abriéndose paso entre la gente dentro de aquel inmenso edificio, deseando tener el poder de apartar a todos de su camino para así encontrar a Taehyung cuanto antes. 

—¿Acaso conoces la escuela? —preguntó Seokjin de repente, recordándole que no estaba solo—. Mi familia está en el salón de dibujo ahora mismo.

—Acabo de recordar que no, realmente no conozco este lugar —mintió él, dándose la vuelta para mirar al mayor con una sonrisa incómoda—. ¿Deberíamos ir con ellos?

—Puedes explorar por tu cuenta si quieres —dijo el muchacho, encogiéndose de hombros—. A Tae no podremos verlo hasta que no termine todo, igualmente.

—¿Ah, no?

Diablos.

—Cuando termine la obra tiene que cambiarse para la canción del cierre —le respondió Seokjin luego de negar con la cabeza, comenzando a caminar en la otra dirección—. ¿No te explicó cómo era?

—Quedamos en no hablar del tema para que no se pusiera nervioso —explicó, siguiéndolo.

—¿Taehyung, nervioso? —ironizó el chico, sorprendido—. Eso es nuevo. Bueno, primero tenemos un rato para mirar los proyectos de arte, dibujo, informática y casi todas las asignaturas, y a las 7 empieza la muestra de música, teatro y todo eso. 

—Entiendo.

—Mi abuela está muy ansiosa por conocerte, ¿sabes? —dijo Seokjin entonces, burlón, mientras revisaba su teléfono—. Parece que Tae le ha hablado muchísimo de ti.

—La hizo escuchar mi programa de radio una vez  —presumió Hoseok, tratando de no sonar tan enamorado y fallando terriblemente en el intento—. Aunque eso fue con todo el mundo...

—Mi novia y yo lo escuchamos también —coincidió el mayor, y Hoseok no mencionó que ya lo sabía—. Y tengo entendido que acosó a nuestro grupo de teatro para que lo escucharan... pidió que manden pruebas, incluso. 

—¿De verdad? —preguntó, sin poder evitar sonreír enormemente.

—Luego te muestro las fotos que mandaron todos al grupo de kakao demostrando que estaban escuchándolo —le aseguró Seokjin, sonriendo casi con ternura—. El salón de arte está justo ahí, por cierto.

Dicho esto, Seokjin señaló el salón que tenían a unos pocos pasos, las puertas abiertas y algunos chicos en la puerta, hablando. Hoseok asintió con la cabeza, y aunque hasta ese momento no se había puesto tan nervioso, de repente sintió que se le revolvía el estómago. Claro, pensando en que Taehyung acababa de decirle que lo amaba se había olvidado por completo de que estaba a punto de conocer a casi toda su familia, pero ahora que seguía tímidamente a Seokjin caía en la cuenta de ello nuevamente... ¡y estaba muy nervioso! 

—Mierda —susurró para sí mismo, secándose el sudor de las manos en la tela de sus pantalones mientras se adentraba en el salón.

—Ahí están —indicó el mayor, acercándose a su familia—. ¡Mamá, abuela! ¿Y los enanos, dónde están?

En ese momento, una mujer muy bonita (reconocía los ojos cariñosos y brillantes de Taehyung) y una anciana sonriente (la misma sonrisa cuadrada que tanto adoraba) se dieron vuelta, ambas recibiendo con una sonrisa y los brazos abiertos al muchacho. A Hoseok no le resultó extraño el hecho de que que se saludaran con tanto cariño, todo besos y abrazos, sino que comprendía de dónde provenía la naturaleza tan dulce y amorosa de Taehyung ahora. La idea lo hizo sonreír, y eso fue lo primero que las dos mujeres vieron de él en cuanto Seokjin se apartó y lo presentó: su sonrisa más pura y honesta, llena de ternura.

—Es un placer conocerlas finalmente —dijo, haciendo una reverencia pronunciada para saludar respetuosamente—. Taehyung habla siempre con mucho cariño de su familia.

—A nosotros también nos habla mucho de ti —aseguró la mujer más joven, soltando una risita muy simpática, parecida a la de Taehyung—. Y me mostró unos videos en los que bailas unas cien veces, probablemente.

—Dios, presume tanto de que eres un bailarín —soltó Seokjin con un suspiro exagerado, luego se rió—. No para de hablar de eso.

—Y de que eres muy guapo —intervino la abuela entonces, acercándose para examinar su rostro (ahora sonrojado), tironeándole las mejillas suavemente con las dos manos—. Tiene razón, eres un muchachito encantador.

Seokjin pronunció un suave abuela, por favor, sonriendo algo avergonzado; la madre del chico también se había sonrojado y escondía el rostro detrás de su mano mientras se reía no del todo discreta. Hoseok, por su parte, optó nada más por reírse y volver a inclinar la cabeza, susurrando un torpe gracias. No se había imaginado que su primer encuentro con la familia de Taehyung iría de esa manera, pero se sentía aliviado por haberles agradado rápidamente. No tardó mucho en entablar una conversación con la abuela acerca de la comida que Taehyung tanto presumía y de sus intenciones de ayudarla a cocinar durante su estadía, y con eso terminó de conquistarla.

Una vez roto el hielo, Hoseok se relajó y pudo comenzar a disfrutar de la compañía mientras iba caminando, observando las pinturas expuestas en la sala y conversando de todo un poco con la familia de Taehyung. La abuela parecía especialmente interesada en todo lo que decía, algo que lo hacía sentir muy feliz porque sabía lo mucho que la anciana significaba para Taehyung. Luego de salir de ese salón siguieron con el recorrido por la escuela, entrando a los salones en los que habría algo hecho por Taehyung o sus amigos, y Hoseok se sintió orgulloso de sí mismo porque reconocía muchos de los nombres que veía. Incluso se dio cuenta de que no buscaba sólo a Kim Taehyung en la exposición, sino que también anticipaba ver los nombres de los demás. 

Luego de visitar tres salones, Hoseok estaba a punto de calificar la noche como un éxito... hasta que entraron al cuarto salón, lleno de maquetas de distintos lugares de Daegu, y se encontraron a los primitos de Taehyung acompañados del mismísimo Kim Minjae. Ahí estaba Hoseok, frente a frente con su archienemigo, su némesis, dedicándole una radiante sonrisa amistosa, hoyuelos y todo. Debía admitir que era realmente adorable. ¿Cómo iba a ser un tonto celoso en paz si ese niño sonreía tan dulce y parecía auténticamente emocionado y feliz de verlo? ¿Y por qué era que estaba celoso, en primer lugar? Parado ahí le parecía una tontería haber estado tan celoso, y en ese momento tenía muchas ganas de disculparse por haber sido tan idiota. 

—Siento que estoy conociendo a una celebridad, wow —dijo entre risitas, inclinando levemente la cabeza—. Tae me habló tanto de ti, y ya llevo semanas escuchando tu programa... es como si ya te conociera.

—A mí también me habla muchísimo de ti, y siempre veo tu nombre entre los comentarios del programa —coincidió él, imitando su gesto—. Es un placer conocerte de verdad, finalmente.

—Feliz cumpleaños, por cierto —pronunció de golpe el chico, como si acabara de recordarlo—. ¿Sí te gustaron las galletas? 

—Cierto que lo ayudaste a prepararlas —rememoró él, sintiéndose mal también al recordar su reacción al descubrirlo—. Estaban deliciosas, sí. Gracias.

Minjae sonrió complacido por su respuesta, y Hoseok no pudo evitar sonreír. Entonces los dos se sonrieron, hoyuelos y todo. Ahora sí, Hoseok podía calificar la noche como un éxito.

Ya no faltaba mucho para que fuera la hora del espectáculo, de modo que todo el grupo caminó hacia el auditorio para buscar buenos asientos. Una vez que se acomodaron, Seokjin consiguió un cronograma con el orden y el horario de las presentaciones, y viendo que les sobraba tiempo hasta que comenzara la primera función, del taller de música (tenían que grabar a Seungcheol y Wheein), Minjae propuso que él y Hoseok fueran a buscar bocadillos para todos. La idea no le había parecido mala hasta que se encontraron a solas, caminando en un silencio incómodo por los pasillos de la escuela, los dos sin decir nada... aparentemente, ninguno sabía qué decir para romper el hielo. Hoseok estaba buscando intensivamente dentro de sus recuerdos todo lo que Taehyung le había contado sobre Minjae, pero justo antes de que le preguntara al chico acerca de su estudio de baile, algo más llamó su atención.

—¡Eh, Jaekyung, espera! —gritó alguien a su espalda, y luego pasó corriendo junto a ellos hasta alcanzar a un chico que iba unos pasos por delante—. Al fin te encuentro.

De repente, todos sus sentidos estaban puestos en el par de estudiantes que caminaban a unos pasos de ellos. Por supuesto, Hoseok no era un idiota impulsivo; no estaba seguro de que aquel fuera el Jaekyung que molestaba a Taehyung, pero también sabía que había sólo una forma de saberlo. 

—Minjae, sígueme la corriente ahora y luego te explico —le indicó a su acompañante de repente, acelerando un poco el paso y confiando en el que el menor lo seguiría—. ¡Oye, tú! ¡El de mochila azul!

El posible Jaekyung se dio la vuelta, confundido, y Hoseok lo señaló, asintiendo con la cabeza. No podría jurarlo, pero estaba casi seguro de que el chico lo había reconocido; por un instante notó algo extraño en su rostro. Con unas pocas zancadas, pronto se encontró parado enfrente de él, entonces le dedicó su mejor sonrisa. 

—Eres Jaekyung, ¿verdad? —preguntó, acercándose lentamente a él, y leyendo la placa con su nombre de su uniforme—. Lee Jaekyung. Bueno, mi nombre es Jung Hoseok.

—Eh, mucho gusto...

—No, no, el gusto es mío. Él es Kim Minjae —agregó, señalando al antes mencionado, y ambos se saludaron con miradas confundidas—. Tal vez mi nombre no te suene de mucho, pero a ti yo te conozco muy bien.

—No tengo idea de quién eres —pronunció Jaekyung, desconfiado, intercambiado miradas con su amigo—. Creo que te equivocas.

—¿No eres tú el amigo de Taehyung? —indagó, y tuvo que disimular lo mucho que disfrutó ver cómo el color abandonaba su rostro—. Me habló de ti hace poco, soy su novio. ¿A ti te habló de Jaekyung, Minjae? 

—No, pero soy todo oídos para que me lo cuentes ahora.

—Verás, nuestro Jaekyung aquí —comenzó a decir, pasando un brazo alrededor del hombro del chico—, es un amigo muy divertido. Le gusta jugar con Tae, ¿verdad?

—Oye, qué rayos es est-

—Por ejemplo —lo interrumpió Hoseok, levantando la voz—, en la clase de deportes. Ya sabes, lo de siempre: lo empuja, lo golpea sin querer, lo tira al suelo.

—Vaya, eso suena divertido —dijo Minjae, esbozando una sonrisa aterradora mientras asentía con la cabeza.

—También le dice apodos muy graciosos a Tae —continuó enumerando Hoseok, dando algunas palmadas para nada suaves en el pecho de Jaekyung—. Él no me los quiso decir, pero supongo que maricón debe ser uno de sus favoritos. 

—Hombre, para —susurró Jaekyung entonces, tironeando de la camiseta de Hoseok.

—¡Wow! Estoy un poco celoso ahora —volvió a hablar Minjae, ignorándolo mientras daba unos pasos más cerca—. Jaekyung, amigo, ¿es cierto todo eso?

—Sólo... sólo son bromas, ¿de acuerdo? —balbuceó, tratando de separarse de Hoseok—. ¡Sólo son bromas!

—Y a mí me encantan las bromas —contraatacó Minjae, sin borrar aquella sonrisa espeluznante y amenazadora de su rostro—. ¿Quieres que te haga una broma ahora mismo?

—S-Sungrok —llamó Jaekyung a su amigo, pero el otro chico había huido hacía rato—. Mierda... ¿entonces, qué? ¿Me van a golpear ahora?

Minjae miró a Hoseok, casi como si le suplicara que dijera que sí. Sin embargo, no estaba entre sus planes armar una escena en la escuela, mucho menos a pocos minutos de que empezara la obra por la que Taehyung tanto había trabajado. Por supuesto que no le faltaban ganas de darle un buen golpe a Jaekyung, pero no era el momento ni el lugar; por eso, tras negar fugazmente con la cabeza hacia Minjae, soltó al chico (que se había tensado bajo su abrazo) y lo empujó de mala gana contra la pared, volteándose a mirarlo sin rastro de la falsa sonrisa amistosa que le había dedicado hasta ese momento. 

—Vas a dejar en paz a Taehyung de aquí hasta que termine el año —ordenó, señalándolo con el índice que luego llevó a su frente para mantenerlo pegado a la pared—, porque sino, vamos a volver a buscarte, ¿escuchas? Y nosotros no nos andamos con jueguitos de niños, esto no es tu tonta clase de deporte.

—Está bien —murmuró Jaekyung, tensando la mandíbula.

—No te escuché —gruñó Minjae—, ¿qué dijiste?

—Que está bien, no molestaré a Taehyung de nuevo —repitió el chico, esta vez con voz fuerte y clara—. Lo dejaré en paz.

—Buen chico —apremió Hoseok, soltándolo y sonriendo de nuevo—. Fue un verdadero gusto, Jaekyungie. ¡Cuídate!

Tras jalarle con poco cariño una mejilla, se separó de él y comenzó a caminar lejos de la escena del crimen (aunque no sabía a dónde se dirigía, pero intuía que se veía muy cool caminando sin mirar atrás), saboreando aquella pequeña victoria. Minjae llegó rápidamente a su lado, y ambos se rieron cuando escucharon al chico soltar una maldición a sus espaldas. 

—¡Eso fue increíble! —exclamó el menor, llenándole el pecho de orgullo—. ¡Hasta a mí me diste miedo!

—¿Y esa sonrisa de psicópata que pusiste tú? Joder —respondió él, riéndose—. Ambos estuvimos bien.

—Sí, es cierto.

—¿Sabes algo, Minjae? —preguntó entonces, sonriéndole cuando sus miradas se encontraron—. Presiento que este es el comienzo de una hermosa amistad.

Tras haberse demorado con ese pequeño incidente, les tocó correr de regreso al auditorio una vez que tuvieron los bocadillos y algunas bebidas para todos. Hoseok esperaba de todo corazón que Jaekyung no los cruzara en ese momento porque ya no se veían para rudos ni amenazantes corriendo y llevando bolsas de nongshim y latas de jugo de uva, riéndose como dos locos. Para su suerte, ni eso sucedió, ni llegaron tarde: cuando entraron al auditorio la gente estaba de pie, recibiendo al director de la escuela que subía al escenario para dar un pequeño discurso y dar inicio al show. 

Minjae se había acercado al escenario para grabar la presentación, y Hoseok de repente se vio a sí mismo cargando a uno de los pequeños Masines para que pudiera ver lo que sucedía más allá de las espaldas de la gente que había delante de ellos. El otro niño, el más tímido, estaba en las mismas condiciones con Seokjin. Era algo tonto y cursi, pero viendo la escena objetivamente, se sintió como si fuera parte de la familia, como si siempre lo hubiera sido. Fue una sensación muy linda, y en conjunto con la hermosa canción que estaba interpretando el taller de música, se dio cuenta de que sus ojos se habían humedecido un poco. La siguiente presentación fue del taller de baile, y Hoseok la disfrutó enormemente, además de que logró olvidar las molestas lágrimas que querían salir y hacerlo quedar como un bebé llorón en frente de la familia de Taehyung. Por otro lado, sintió un extraño orgullo al reconocer a Jimin como el mejor bailarín del grupo. 

Entonces, finalmente llegó el momento. Tras un breve intervalo de diez minutos, los profesores del taller de teatro tomaron la palabra y anunciaron el comienzo de la tan ansiada obra. Hoseok podía escuchar los latidos de su propio corazón como si estuviera bombeando sangre dentro de su cabeza y no desde su pecho, así o más emocionado estaba. A partir de ese momento, cuando se levantó el telón y apareció la escenografía, se olvidó del mundo entero. Vaya sorpresa se llevó cuando la primera persona en aparecer en escena resultó siendo Taehyung... no, ese no era su Taehyung; aquel hombre de cabello negro largo y mirada fiera era Masin, el rey de la oscuridad. Con la voz grave irrumpió en medio del silencio del teatro, comenzando con un breve monólogo sobre sus muy malvados planes. 

¿Era raro que le pareciera tan jodidamente sexy?

Por supuesto, Hoseok sabía que Taehyung/Masin no era el protagonista, sino el villano. También sabía que era maligno y siniestro, literalmente el rey de la oscuridad, y que sus intenciones eran algo así como dominar el mundo y destruirlos a todos. Y obviamente estaba de su lado. Cada vez que Masin y Gaon (el soso personaje principal, el buen tipo que representaba la luz o lo que sea) se enfrentaban, Hoseok susurraba para sí mismo cosas como "destrúyelo" o "hazlo pedazos". Incluso se oyó decir "¡que vivan el mal y las tinieblas!", y en ese momento supo que estaba más que demasiado involucrado en la historia. ¿Y cómo no, si sobre ese escenario se encontraba el gemelo malvado de su Taehyungie? Se había transformado por completo. 

—No sabía que era tan bueno —le susurró a Minjae en un momento, incapaz de concebir que esa persona que estaba riéndose luego de matar a un guerrero era la misma que le leía curiosidades de animales todos los días.

—Lo sé, lo odio en este momento.

—¿Bromeas? ¡Nunca quise que gane el mal tanto como ahora!

Minjae soltó una risita y esa fue la única distracción que tuvo Hoseok de la obra. La historia casi llegaba a su fin, todo indicaba que en cualquier momento iba a empezar la pelea final, y Hoseok no pensaba perderse un solo detalle. Alentando silenciosamente por Masin, se llevó las manos entrelazadas a los labios y observó con suma atención cómo se desarrollaba la última escena, el enfrentamiento final y definitivo luego de que el protagonista se librara de todas las trampas del villano. A pesar de sus deseos de ver triunfar a la oscuridad, fue obligado a observar con sus dos pobres ojos cómo aquel intento de héroe lograba vencer a Masin y salvaba al mundo, o algo así, ¿qué importaba? Después de que la espada atravesara el pecho del rey de la oscuridad, ya nada importaba de todos modos, así que miró con poco entusiasmo el final feliz del héroe y su novia.

Dios, de verdad se estaba volviendo igual de dramático que Taehyung.

Aunque estaba molesto por la victoria del bueno, de todas formas Hoseok aplaudió de pie, y le costó mucho no pararse en su asiento para gritar con orgullo y a todo pulmón algo como "el de rojo es mi novio". Más allá de las bromas y de su obvio favoritismo por el maligno villano, había visto una obra increíble y no podía hacer otra cosa más que aplaudir con fervor por Taehyungie, de quien estaba enormemente orgulloso. La madre del chico sonreía de oreja a oreja al igual que su abuela y su hermano. Su primo más pequeño estaba un poco confundido pero Hoseok se había encargado de explicarle que la obra no era real cuando al comienzo Taehyung golpeó a un sirviente, de modo que no estaba preocupado por la "muerte" del chico ahora mismo. 

Tras los aplausos y las felicitaciones de parte del director, se anunció una nueva pausa de diez minutos antes de la presentación final, la canción del taller de canto. Las damas se excusaron para ir al baño, luego Seokjin se llevó a sus primos a comprarse más dulces, y Minjae aprovechó ese momento a solas para pedirle a Hoseok que le diera una explicación profunda del episodio con Jaekyung, dado que no lo había hecho todavía. Y lo hizo, le comentó lo poco que sabía del chico, incluyendo la pelea con Jimin y la madurez con la que Taehyung manejaba el asunto.

—Taehyung sí que es bueno —concluyó el menor tras escuchar su relato, suspirando—. Pero ya no creo que vuelva a molestarlo.

—No, parecía bastante asustado.

Minjae asintió con la cabeza, y luego de eso los dos se quedaron en silencio. Hoseok aprovechó para revisar su teléfono, aunque se imaginaba que no tendría mensajes de Taehyung. Estaba en lo cierto. Soltó una risita al releer la conversación, ansiando más que nunca que todo el evento terminara de una vez para poder encontrarse con él y hablar de eso, y de absolutamente todo lo que debían hablar. Resignándose a que tendría que esperar un poco más para poder hacer eso, guardó su teléfono nuevamente mientras suspiraba.

—¿Puedo decirte algo? —estalló de repente Minjae, interrumpiendo el silencio. Hoseok asintió con la cabeza, invitándolo a hablar—. Hasta hace poco tiempo tú me caías muy mal.

—¿De verdad? —preguntó Hoseok, sorprendido—. ¿Por qué?

—Porque Taehyung me contó todo, y no entendía tus intenciones con él —respondió el menor con simpleza, mordiéndose el labio antes de volver a hablar—. La persona que me gusta... no me gusta verlo triste.

Lo sabía, pensó Hoseok. Increíblemente, no se sentía molesto ni celoso al enterarse. 

—Pero siempre quise que termine contigo, que todo saliera bien —continuó hablando, sin una pizca de rencor ni reclamo en la voz—. Se pone tan feliz cuando se trata de ti, me gustaba eso.

—¿Incluso si eso significaba que no tendrías una oportunidad con él? —inquirió.

—Yo sólo quiero que Taehyung esté bien —admitió Minjae, encogiéndose de hombros—. No me importa que no me corresponda, me alcanza con ser su amigo. Me encanta ser su amigo.

—Eres un gran amigo, Kim Minjae —dijo entonces Hoseok, y le apretó suavemente el hombro—. ¿Cuál es tu opinión de mí ahora, entonces? ¿Ya no me odias?

—Tus apodos con Taehyung son muy cursis y detesto tus zapatillas, son horripilantes —confesó Minjae sin siquiera parpadear, y antes de que Hoseok pudiera ofenderse, sonrió con dulzura—. Pero creo que eres genial. Y me dio mucho miedo lo de Jaekyung, es mejor caerte bien.

Hoseok no pudo hacer más que soltar una carcajada ante aquel comentario. 

—¿Qué es tan gracioso? —preguntó Seokjin, que regresaba con toda su familia—. Minjae, espero que no estés tratando de robarme el puesto como el más gracioso del grupo porque si es así te las verás conmigo.

—Te prometo que no, hyung.

Unos pocos minutos después (minutos que Seokjin usó para contar chistes espantosos que le "aseguraban" su título autoimpuesto de genio cómico) el director volvió a subirse una última vez al escenario para presentar al taller de canto. Las luces se atenuaron y el telón se subió una vez más, ahora dando lugar a un grupo numeroso de chicos utilizando trajes y chicas luciendo vestidos con mangas largas, todos de color negro y blanco. Hoseok no tardó más de un segundo en encontrar a Taehyung entre todos ellos, luego a sus amigos, aunque por supuesto, mantuvo la vista fija en cierto castaño de sonrisa cuadrada todo el tiempo. 

Mientras Taehyung (y los demás, pero... ¿a quién le importaba?) cantaba, Hoseok mantenía la mirada clavada en él, y por su mente pasaban un millón de cosas. Desde lo que acababa de hablar con Minjae hasta la vez que habló de ladrillos con Taehyung, pasando también por sus videollamadas o por su primer encuentro en la estación de Dongdaegu, y todo, todo lo que le había pasado durante los últimos tres meses. La combinación de la melodía triste, la letra tan bonita y profunda de la canción y los recuerdos tan importantes terminó por tocarle una fibra sensible, y aquellas lágrimas rebeldes que había logrado combatir durante la presentación del taller de música volvieron a atacar, estas vez ganando ellas. 

Cuando la canción finalizó, Hoseok aplaudió hecho un mar de lágrimas, pasándose el dorso de la mano por las mejillas para tratar de deshacerse de la evidencia. Los siguientes diez minutos fueron una agonía, una eternidad en la que el director presentaba a cada profesor y elogiaba a cada uno de los talleres, felicitando a los alumnos y demás; él nada más esperaba que terminara todo el asunto de una vez para poder reunirse con Taehyung. Quería verlo, necesitaba verlo... y decirle que él también lo amaba.

—Ahora los estudiantes salen y ya los podemos ver —le explicó Seokjin ni bien todos empezaron a levantarse de sus asientos—. Nos reunimos en el hall de la entrada, que es el lugar más grande.

—¿Les molesta si... si me adelanto? —preguntó, dudoso.

—Corre como el viento, Tiro al Blanco —respondió el mayor con una sonrisa burlona luego de negar con la cabeza—. Seguro quiere verte a ti más que a nosotros.

—Gracias.

No esperó mucho más para literalmente salir a toda prisa del auditorio, no quería darle tiempo a Seokjin de arrepentirse o algo así. Avanzó dando grandes zancadas, caminando con paso rápido hacia el dichoso hall de la entrada, topándose en el camino a un montón de estudiantes aún con sus disfraces o vestuarios de otras presentaciones que se reunían con sus familias. Mientras iba a los tropezones luchando con la marea de gente y elevando la cabeza para buscar a Taehyung con la mirada, se sintió como en una escena sacada de una película, y cuando finalmente logró divisar al chico hablando con sus amigos, realmente parecía que lo habían sacado directamente de un cuento de hadas. Ahí estaba el radiante Kim Taehyung, resplandeciente. Sobresalía entre la multitud, Hoseok sentía como si un imán lo estuviera arrastrando hacia él sin permitir que se escapara. No quería escapar, de todas formas.

—¡Taehyung! —exclamó, llamando la atención del chico—. ¡Tae!

—¡Hobi! —exclamó él a su vez, sonriendo como si acabara de encontrar un tesoro.

Claro que tardó una fracción de segundo en recordar cómo había sido su última conversación, a juzgar por la expresión de su rostro y el repentino sonrojo. Hoseok esta vez no iba a permitir que huyera de nuevo, de modo que acortó la poca distancia que los separaba y tomó su muñeca con firmeza. Sin pararse a pensarlo en absoluto, llevó la otra mano a la nuca del chico para atraerlo hacia sí, y así, sin más, juntó sus labios en un muy ansiado beso. 

Taehyung se tensó por un momento, pero rápidamente se relajó y llevó las dos manos al rostro de Hoseok, acunando sus mejillas con estas al mismo tiempo que entreabría ligeramente los labios, correspondiendo su beso. Fue breve, duró apenas unos segundos, pero Hoseok podría jurar que el tiempo se había detenido en ese mismo momento. Tal como en una película, todo a su alrededor se movía velozmente mientras que ellos dos habían quedado dentro de su propio pequeño mundo, su burbuja. Lentamente separaron sus labios apenas lo suficiente para poder respirar, rozándolos todavía, y ambos sonrieron al mismo tiempo. Taehyung soltó aquella risita dulce, tan suya, y se relamió los labios (tocando los de Hoseok con su lengua) antes de juntar su frente a la del mayor, dejando suaves caricias sobre sus mejillas con los pulgares. Hoseok, por su parte, soltó la muñeca del chico para entrelazar sus manos juntas. 

—Oye, osito tonto —soltó entonces, y sus labios se rozaron nuevamente cuando habló—. Yo también te amo mucho, ¿de acuerdo?

Taehyung no respondió... no con palabras, al menos. No hacía falta que lo hiciera, no cuando sus dulces labios se hacían entender a la perfección con un segundo beso que parecía decirle "ya lo sabía". 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top