Dongdaegu Station

Si bien Hoseok se preocupó un poco al notar que Taehyung no respondía sus mensajes ("osito, ya subí al tren!", "el viaje se me está haciendo muy aburrido sin tus preguntas como la otra vez" y "la siguiente parada es Dongdaegu"), asumió que el menor estaba de camino y que por algún motivo no estaba revisando su teléfono. Bien que podría reclamarle en cuanto se encontraran en tan sólo unos diez minutos, porque sí, faltaban sólo diez minutos para llegar a la estación, y Hoseok estaría mintiendo si dijera que su corazón no se aceleró un poco al pensar en eso. 

(Tal vez más que un poco. Tal vez demasiado). 

Ante el silencio de Taehyung, no le quedó más remedio que pasar los últimos minutos del viaje nada más anticipando el encuentro, imaginándose todas las formas posibles en las que podría ir. ¿Estaría bien si abrazaba a Taehyung cuando lo viera, o sería demasiado? Tenía muchas ganas de abrazarlo, pero tal vez Taehyung no era de los que abrazaban y lo último que Hoseok quería era incomodarlo la primera vez que se vieran. Sin embargo, creía que saludar sin un abrazo sería muy frío, y Kim Taehyung era de todo menos frío; Hoseok se lo imaginaba igual de cariñoso que un cachorrito, en busca de atención constante. 

Por más vueltas que le dio al asunto en esos diez minutos, cuando el tren comenzó a aminorar la marcha él aún no sabía si saludar a Taehyung con un abrazo o no, y no tuvo mucho más tiempo para pensarlo porque entonces el tren se detuvo. Tampoco lo pensó mientras se levantaba de su asiento para recuperar el bolso y caminar hacia la puerta del tren, mucho menos cuando bajaba; estaba seguro de que si se permitía pensar en eso iba a ponerse realmente nervioso y sería una cuestión de segundos para que comenzara a gritar como un loco en medio del andén. Si daba un espectáculo así, terminaría conociendo a un doctor psiquiatra y no a Kim Taehyung, y ese no era el plan. 

Así que ahí estaba, caminando por el andén, obligándose a regular su respiración, pidiéndole a su corazón que dejara de latir tan rápido, rogando que las mariposas que habían anidado en su estómago desaparecieran antes de que se encontrara con Taehyung. Se iba mordiendo el labio mientras miraba hacia todas partes buscando a Taehyung con la mirada, sintiéndose más y más nervioso con cada paso. ¿Por qué había pensado que esa era una buena idea, en primer lugar? ¿Realmente había creído que sería fácil encontrarse frente a frente con aquel chico que lograba acelerar su pulso a kilómetros de distancia, a través de un teléfono? Qué iluso había sido.

Qué raro que no esté aquí ya, pensó una vez que el tren salió nuevamente y el tumulto de gente se disipó. A pesar de sentir mariposas literalmente devorando poco a poco su estómago, debía admitir que le causaba un poco de decepción que el chico no hubiera llegado antes que él. Una de las versiones que había proyectado en su mente se parecía a los encuentros de película, con él bajando del tren y Taehyung corriendo en cámara lenta hacia él para saltarle encima como un koala trepándose a un árbol. En esa versión Taehyung era un gran fanático de los abrazos, claro, pero no había rastro de Taehyung, así que se resignó a descartar esa opción y a esperar. 

La hora era 16:03 según su teléfono y el reloj de la estación. Taehyung estaba atrasado por trece minutos, aunque para Hoseok ya había pasado medio siglo desde que había llegado. Por inercia revisó la conversación de kakao con el menor esperando un "llegaré tarde", "espérame", "estoy en camino" o cualquier otra cosa que pudiera tranquilizarlo, pero Taehyung seguía sin leer sus mensajes, y él seguía esperando en aquel lugar desconocido. Hoseok podía comprender que el chico llegara tarde, lo que no entendía era que no se lo estuviera avisando. ¿Y si le había pasado algo en el camino? ¿O tal vez había salido sin su teléfono? A lo mejor tenía la batería agotada... ¿o lo había dejado plantado? 

—No puede ser eso —soltó en voz alta apenas el pensamiento cruzó por su mente, negando con la cabeza—. Taehyung no haría eso. 

Porque Hoseok estaba seguro de que Taehyung no haría eso. Aquel niño inocente y dulce nunca haría algo tan desconsiderado, ¡si le pedía disculpas cuando le hablaba en horarios de clase! No había forma de que lo hubiera dejado plantado, pensarlo era ridículo. Pero por otra parte... era posible que le hubiera pasado algo y por eso se estaba demorando tanto, y pensar algo así daba miedo, mucho miedo. Ante esas dos posibilidades, Hoseok prefería medio billón de veces haber sido plantado; era mejor saber que Taehyung estaba ignorándolo a salvo en su casa antes que en peligro por tratar de llegar a él, por mucho que le doliera la mera idea. 

Diecisiete minutos y Hoseok creía que estaba a punto de volverse loco. Su mente viajaba de la preocupación a la incertidumbre ida y vuelta, a tal punto que decidió que volvería a intentar comunicarse con Taehyung una vez más. Desistió de mandarle un mensaje cuando notó que el chico aún no abría el chat, en lugar de eso optó por llamarlo directamente, así que buscó entre sus contactos el número de Taehyung y apretó la opción de llamada. Lo primero que escuchó fue el tono personalizado, una canción de lo que suponía era jazz, aunque no llegó a oír toda la primera estrofa completa.

—¿Hola? —preguntó la inconfundible voz de Taehyung al otro lado, interrumpiendo la canción de repente.

—¿Tae? Soy Hobi —dijo él, sintiéndose cohibido de repente. Dudó unos segundos, mordiéndose el labio antes de agregar algo más—. ¿Dónde estás? Llevo... llevo rato esperándote, ya sabes, en la estación. 

—Sí... lo sé —respondió el chico, sus palabras ahogadas por el ruido de la estación en el lado de Hoseok—. Perdona, en realidad... 

—¿Te pasó algo? —se apresuró a preguntar, frunciendo el ceño por el bullicio que le impedía oír bien—. Como no me respondías pensé que tal vez te había pasado algo y estaba preocupado. 

—No, no me pasó nada —aseguró Taehyung, y soltó un sonoro suspiro—. Yo no... ah, Hobi... de verdad lo siento. 

—¿Por qué lo sie- —comenzó a preguntar, aunque se interrumpió a sí mismo al escuchar el tono. Apartó el teléfono de su oído nada más para comprobar lo que sospechaba: se había cortado la llamada.

¿De verdad Taehyung acababa de...?

—¿Me cortó? —susurró, mirando atónito la pantalla de su teléfono—. ¿En serio é-

—¡Hobi!

En su mente realmente sucedió como en las películas: apenas escuchó su nombre con aquella voz familiar se giró bruscamente, buscándolo con la mirada hasta que lo vio. Alto y delgado, piel oscura, cabello castaño cayendo lacio sobre su frente, bellísimo; el mismísimo Kim Taehyung, su Kim Taehyung, se encontraba parado a unos pocos metros de distancia de él, mirándolo con una expresión que no podía identificar. Y antes de siquiera darse cuenta, Hoseok estaba caminando hacia el chico como en un trance; cuando reaccionó se encontró parado justo en frente suyo, y podía jurar que el tiempo parecía haberse detenido para ellos dos, aunque todos a su alrededor estaban moviéndose demasiado rápido.  

"Lo siento mucho" dijo Taehyung al mismo tiempo que él decía un torpe "hola, osito". "Perdón, habla tú" volvieron a decir los dos al unísono, y Hoseok no pudo evitar reírse, bajando la vista por un segundo. Escuchó la risita tímida de Taehyung uniéndose a la suya, entonces se obligó a levantar la mirada porque no podía perderse la oportunidad de ver la sonrisa cuadrada de Kim Taehyung por nada en el mundo. Y de repente recordó el tonto debate interno que había tenido todo el día, y supo con total claridad qué hacer a continuación: sin dudarlo un segundo pasó un brazo alrededor del cuello de Taehyung para acercarlo en un abrazo que el chico correspondió rodeando la cintura de Hoseok con ambos brazos una vez pasada la sorpresa. 

Se quedaron por unos segundos así, a Hoseok no le hubiera importado si aquel abrazo duraba horas. Taehyung realmente olía a vainilla (como le había dicho aquella noche de la fiesta), y se sentía cálido entre sus brazos. Sin embargo, por mucho que quisiera, no podían quedarse toda la tarde así, de modo que poco a poco fue apartándose, y finalmente Taehyung se incorporó. Al separarse de él el menor le dedicó el esbozo de su sonrisita cuadrada, por supuesto Hoseok no dudó en devolver el gesto, y nuevamente estaban sonriéndose sin decir nada como dos tontos.

—No tienes las mechitas verdes hoy —observó Hoseok, llevando una mano al flequillo castaño del menor, tomando un mechón con suavidad. 

—Iba a pintarme pero me olvidé —se excusó el menor, su voz grave incluso más notoria estando frente a frente, al igual que el color rojizo en la punta de sus orejas—. Salí apurado porque salí tarde...

—Y eso que te dije que llegaba a las cuatro menos diez —bufó él, sin poder ocultar el reproche en el tono de voz—. Un mensaje hubiera estado bien, ¿sabes? —agregó, dándole un ligero golpe en la frente—. Ya sé que un dictador no da explicaciones pero igual le avisa a su hyung cuando va a llegar tarde. 

—Lo siento muchísimo, Hobi —se disculpó Taehyung, sonando realmente serio mientras hacía una pequeña reverencia—. En serio, en serio lo siento. Perdóname.

—Sólo estaba bromeando, nene, cálmate —se apresuró a decir para detener las inclinaciones del menor, colocando una mano en el hombro ajeno—. Deja de hacer eso, era una broma.

—Pero de verdad lo siento —insistió Taehyung, y sus ojos enormes mirando lastimeros hacían que pareciera realmente un cachorro—. ¿Me perdonas?

—Te perdono, te perdono —soltó Hoseok, incapaz de resistirse a esa mirada. 

Y de nuevo se quedaron los dos en silencio, nada más mirándose. Era la primera vez en la vida que Hoseok se quedaba sin palabras, también la primera vez que se sentía así de nervioso a la hora de conocer a alguien. No se cuestionó por qué sucedía, de todos modos, porque ya sabía que Taehyung tenía ese efecto sobre él; no por nada había pasado los últimos siete días con la mente hecha un lío, tratando de negar justamente eso. Aún así, se suponía que iba a tratar de superar esos sentimientos confusos, no podía quedarse parado frente a él mirándolo como un idiota. 

—Y... ¿qué podemos hacer por aquí? —preguntó tras aclararse la garganta, rascándose la nuca—. ¿Qué hay de interesante en Dong-gu?

—Vivo en otro distrito, Hobi —le recordó el chico luego de encogerse de hombros, abultando los labios con duda—. No conozco mucho esta zona.

—Ok, sólo caminemos entonces —sugirió él, imitando al menor al encogerse de hombros—. De todas formas no me queda mucho tiempo, se supone que tome el tren de las cinco. 

—¿De las cinco? ¡Pero eso es como en... media hora! —reclamó el menor, mirando la hora en el reloj de la estación—. ¡Apenas nos va a alcanzar para dar unas pocas vueltas a la manzana!

—Contaba con que iba a ser más de una hora, Tae —murmuró en respuesta, sin intención de reclamar esta vez—. Y faltan más de cuarenta minutos, en realidad.

—¡Igual no tenemos tiempo que perder! —exclamó Taehyung, tomando a Hoseok de la manga del abrigo, tironeando de esta para guiarlo a través de la estación—. Podemos caminar hasta la plaza y volver o algo así.

—Como el emperador ordene —bromeó Hoseok, y qué satisfacción le provocó que Taehyung se riera de su chiste tonto.

Y tal como Taehyung había dicho, sin tiempo que perder se encaminaron hacia la sección de las tiendas en la estación. El chico lo llevó de la manga del abrigo todo el camino, probablemente sin darse cuenta de que lo estaba haciendo. Hoseok no se quejó, por supuesto; al contrario, se encontró pensando que era tierno cómo Taehyung lo arrastraba por la estación sujándose a su manga como si la vida le fuera  en ello. Cuando finalmente salieron a la calle y se sumergieron en el tumulto de gente lo valoró aún más, de otro modo habría terminado perdiéndose entre la multitud. 

—Qué bueno que en Taebi seamos sólo nosotros dos —comentó con la intención de hacerlo reír nuevamente, avanzando entre las personas—. ¿Te imaginas a toda esta gente con los cocodrilos?

—Sería terrible —dramatizó Taehyung, riéndose con ganas, probablemente imaginándolo.

Y con eso, la tensión se había disipado por completo y fueron capaces de ir hablando de todo y nada a la vez en el camino al pequeño parque. Taehyung no dejaba de preguntar que qué había hecho durante la semana, y Hoseok se las tuvo que ingeniar para omitir todo lo que incluyera cosas como "estar tirado en mi cama contemplando el techo en busca de respuestas", que fue lo que hizo mientras que Jungkook estaba en la escuela y sus padres trabajando. Taehyung, por su parte, respondió casi todas sus preguntas sobre los ensayos de la obra y del musical, y sonaba tan ansioso que Hoseok terminó sintiéndose igual de emocionado por aquel evento de invierno.

—Va a ser genial —aseguró Taehyung al terminar de explicar algo sobre la música de la obra—. No veo la hora de que sea el día de la expo para hacerlo de una vez. 

—Tú lo que quieres es ponerte el traje de Masin, seguro —se burló Hoseok, ganándose un yah y un suave empujón—. Me gustaría ver eso.

—¿Mi traje de Masin?

—Sí, también —se rió Hoseok, luchando fuertemente contra el impulso de volver a abrazar a Taehyung—. Pero ahora mismo me refería a tu obra, en realidad, porque suena a que va a ser muy buena. 

—Deberías venir, Hobi —soltó Taehyung, mirando a Hoseok con sus enormes ojos brillantes—. Va a ser muy buena, va a ser buenísima. 

—Que no sepan que participarás tú —volvió a burlarse él, a lo que Taehyung se rió con algo de timidez, viéndose condenadamente adorable—. ¿Tan buena? 

—La mejor obra del mundo, Hobi —aseguró el menor, mirando fijamente a Hoseok—. Por eso hacen entrada libre, porque viene mucha gente a ver nuestras expo, todo lo que se hace en la expo de invierno es genial. 

Hoseok asintió con la cabeza y se grabó en la mente la fecha de aquella exposición, por si acaso. Aunque todavía faltaba un mes, no podía evitar anticiparlo desde ya por culpa de toda la buena publicidad que Taehyung le había hecho. Y si antes quería ir por curiosidad, por ver a Taehyung actuando, ahora se moría de ganas de ir. 

Como era de esperarse, una vez que dejaron de existir los silencios repentinos, cuando parecía que su mano y la de Taehyung habían estado entrelazadas desde  el comienzo de los tiempos, la hora se les venía encima y Hoseok tenía que irse. Faltaban unos escasos diez minutos para las cinco, y por mucho que Hoseok deseara dejar pasar su tren y quedarse a vivir en la estación de Dongdaegu para siempre, tenía el boleto guardado en la billetera, y los apuntes atrasadísimos esperándolo en Seúl, y sus clases, y los exámenes, y el estudio, la radio, y por supuesto, Hanna. Básicamente, toda su vida pre-Taehyung lo aguardaba en el dormitorio, y no podía huir incluso si eso era lo único que quería.

Con todo el esfuerzo que le supuso decirle a Taehyung que necesitaba volver a la estación para no perder el tren, finalmente emprendieron el camino de regreso. Un nuevo silencio se acentuó entre ambos, un silencio cargado, tenso y repleto de palabras no dichas, al menos del lado de Hoseok, por supuesto. Llegaron al andén al mismo tiempo que el tren abría las puertas para que los pasajeros que venían de Busan se bajaran, lo que les daba un margen de diez minutos para despedirse. Diez minutos no eran suficientes ni siquiera para empezar, pero eran lo único que tenían.

—Si hubiera llegado antes hubiéramos tenido más tiempo —se quejó Taehyung, bufando.

—Si tomara un tren más tarde también —trató de consolarlo él, sonriéndole (porque uno de los dos debía mantener el buen humor, ¿verdad?)—. Pero la verdad es que no sé si podría aguantar estar un minuto más contigo.

—¡Yah! —reclamó el menor, golpeando a Hoseok en el hombro—. ¡Qué malo!

—¿No eras tú el rey de la oscuridad? —se mofó, ganándose otro golpe—. ¡Auch!

—Te lo merecías.

Hoseok se rió ligeramente enternecido por lo infantil que podía llegar a ser Taehyung. Lo sabía, claro que lo sabía, pero una cosa era leerlo por mensajes y otra muy distinta era verlo en vivo y en directo. Soportar las ganas de soltar sus sonidos inhumanos había sido todo un desafío a lo largo de ese rato que habían pasado juntos. 

—Ya tienes que irte, Hobi —dijo Taehyung viendo a toda la gente subiendo al tren, y suspiró—. Súbete al tren porque si te quedas un minuto más aquí, no voy a dejar que lo hagas.

—¿Ah, no? —cuestionó, alzando una ceja—. ¿Y eso?

—¡Súbete al tren! —insistió Taehyung, elevando el tono de voz, y colocó ambas manos sobre el pecho de Hoseok para empujarlo en dirección al tren—. ¿Estás loco, quieres que se vayan sin ti?

—Tal vez —admitió Hoseok, riéndose, tomando las muñecas de Taehyung para liberarse de su ataque—. Pero si quieres que me vaya sólo dilo, no me empujes.

—Te crees gracioso —farfulló el menor, poniendo los ojos en blanco mientras desviaba la vista—. Sube a tu tren antes de que cierren las puertas, bobo.

Y tenía razón, era un bobo y tenía que apresurarse porque iban a cerrar la puerta en cualquier momento, no era mentira. Pero qué difícil era simplemente darse vuelta y subirse al tren, dejar a Taehyung en Daegu y volver a Seúl como si nada. Se quedó unos cuantos segundos parado en frente del chico, mirándolo fijo como un loco sin decir anda, pensando a toda velocidad cómo despedirse de él. Abrazarlo de nuevo tal vez ya sería pasarse de aquel límite tácito, así que optó por nada más revolverle el cabello, acto con el que Taehyung frunció un poco el ceño y la nariz, gesto con el que le recordó a una de las tantas fotos de zorros que había visto (sí, había buscado imágenes de zorros por culpa de Taehyung, había hecho cosas tontas en nombre de ese niño).

—Vuelve con cuidado a casa, ¿de acuerdo? —dijo, disfrutando de la suavidad del cabello castaño entre los dedos—. Avísame cuando llegues, y saluda a Soonshim por mí. 

Taehyung asintió con la cabeza como respuesta, y Hoseok no tuvo más opción que apartarse del chico para finalmente subirse al tren. Una vez arriba se dispuso a acomodarse para viajar en uno de los compartimientos que quedaban vacíos en el vagón, y fue entonces, cuando rebuscaba los auriculares en uno de los bolsillos, que su mano se topó con una figura extraña dentro del bolso. No tardó más de cinco segundos en sacar la pequeña cajita envuelta en papel de regalo, bajarse a toda prisa del tren y acercarse a Taehyung, que seguía parado en el andén, esperando a que el tren se fuera, y ahora lo miraba con la confusión bañando su rostro. 

—¿Qué pasa? —preguntó el chico, extrañado.

—¡Me olvidaba de esto! —informó él, exaltado, enseñándole la caja—. Te había traído un regalo y casi me iba sin dártelo. 

—¿Un regalo? —repitió Taehyung, abriendo mucho los ojos—. ¡Hobi! ¿Por qué...? ¡Yo no te traje nada!

—Considéralo un regalo de cumpleaños atrasado, no lo sé —dijo, ofreciéndole el regalo—. Toma.

—Pero... ¡Hobi!

—¡Tae! —lo imitó él, logrando que el menor le dedique una mirada de reproche—. Sólo es algo pequeño y tonto, no es la gran cosa, ¿de acuerdo? Y no te lo doy porque quiera algo a cambio.

—Pero...

—Sin peros —ordenó, y como si fuera una confirmación de sus palabras, el silbato que indicaba que el tren estaba por cerrar las puertas resonó en el andén—. ¿Ves? Tienes que tomarlo así me puedo ir —agregó, tomando una mano de Taehyung para colocarle la cajita encima—. Así, eso. 

Contrario a lo que Hoseok esperaba, Taehyung ya no protestó, sino que llevó la mano con la caja a su espalda y con la mano libre abrazó torpemente a Hoseok, más a modo de saludo que como un abrazo real. Duró apenas unos segundos y se separó, entonces le dedicó la sonrisa cuadrada en todo su esplendor.

—Gracias —pronunció, inclinando levemente la cabeza—. Ahora sube a tu tren. 

Tanto sorprendido como complacido por esa reacción, Hoseok asintió con la cabeza, sonriendo también, y se apresuró a subirse de nuevo al vagón justo a tiempo antes de que se cerraran las puertas a su espalda. Ya tranquilo, volvió a su compartimiento, listo para las casi dos horas que lo separaban de Seúl, y entonces el tren arrancó. Se despidió por última vez de Kim Taehyung al sacudir una mano por la ventana, y no fue hasta que el chico desapareció de su vista que tomó asiento y terminó de acomodarse. 

Iban a ser dos horas largas, tenía muchísimo en qué pensar, pero se permitió pasar los primeros minutos nada más sonriendo mientras revivía en su mente cada momento de esa hora que pasó en compañía de Taehyung. Y después de hacerlo decidió que tal como habían pasado las cosas habían sido muchísimo mejor que todas las versiones "de película" que él se había imaginado. 




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son las 4am wtf por qué me demoro tanto escribiendo MABEEEEEL

no sé si habrá alguien despierto, hola¿? Pralim rompiendo promesas desde 1997, les debo una super biblia de comentario explicando muchas cosas (EN SERIO TENGO MUCHAS COSAS QUE EXPLICAR!!!) y se suponía que hoy eran dos actualizaciones pero woah no pensé que esto iba a llevarme TODO EL FUCKING DÍA, aunque en mi defensa espero que entiendan que este era un momento muy especial y el capítulo tenía que ser perfecto;-; tbh no creo que haya quedado perfecto pero tengo mucho sueño y me quiero ir a dormir y les prometí que hoy había actu y acá está DDDDDDD; 

el fic llegó a las 300k de lecturas y Jonghyun subió una foto de Minho a twitter hoy fue el mejor día de mi vida ahre djskdmk MUCHO LOVE LIMCITOS me voy a dormir estoy muerta T_T im like titi ahre no basta cuando no duermo me pongo el doble de imbécil, dont mind me, mejor me voy

I LOVE YOUUUUUUU <3

pd: es intencional que no se diga qué es el regalo de Hobi, dont worry todo a su tiempo ;D ya les dije que hay muchas explicaciones que hacer¿?

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