Cena&Pijamada
Taehyung estaba extasiado, de verdad. No había otra palabra que definiera mejor la felicidad, la emoción o el orgullo que sentía en ese momento, rodeado de sus amigos y de su familia, recibiendo un montón de elogios y felicitaciones por su buen trabajo en la obra y en la canción. Entre palmadas en el hombro, abrazos y cumplidos pasó cerca de media hora siendo la estrella de la noche (como corresponde, le susurró a Hoseok en cuanto el mayor bromeó sobre su popularidad), hasta que finalmente fue hora de partir. Así, tras despedirse de su leal séquito de admiradores uno por uno con una enorme sonrisa y un agradecimiento por ir a verlo, salió de la escuela en compañía nada más de su familia y Hoseok, rumbo a la avenida en la que tomarían un autobús para volver a casa, y Seokjin un taxi hacia la estación de tren.
—Me daba rabia cada vez que hablabas —decía la abuela, acunando el rostro de Taehyung con las manos una vez que se detuvieron en el paradero—. Te veías tan malvado que quería jalarte las orejas para que te comportaras.
—Sólo un buen jalón de orejas de la abu podría haberme detenido —bromeó él, sonriendo ampliamente mientras sostenía las manos de la mujer sobre sus mejillas—. ¿Sí te gustó, abu?
—Siempre me gusta todo lo que haces.
—Tu risa malvada me dio escalofríos en la escena antes de la pelea —intervino Seokjin, llevándose una mano al pecho—. Por un momento pensé que estabas poseído o algo así.
—Pensé que te habías vuelto malo de verdad —agregó su primito más pequeño, tironeándole del pantalón para llamar su atención—, pero Hobi hyung me explicó que era de mentirita.
Cuando Taehyung se giró para mirar al recién nombrado, aparentemente ya muy en confianza con su pequeño primo, éste le guiñó el ojo mientras le dedicaba esa sonrisa coqueta tan bonita suya, haciéndolo estremecer. Y aunque acababa de interpretar a la perfección al rey de la oscuridad sin pestañear, se vio en problemas a la hora de disimular en frente de su familia que estaba derritiéndose por dentro. Tonto Hoseok con su tonta sonrisa encntandora...
Para su suerte, su falta de respuesta y su cara de bobo enamorado pasaron desaparecidas para los demás debido a que llegaba el autobús y comenzaron a despedirse de Seokjin. Tras prometerse con su hermano que se verían pronto y que estudiarían juntos para su examen de ingreso a la universidad, el mayor se despidió de todos y ellos subieron al transporte, dejándolo atrás. Taehyung se sentiría triste en un día normal, pero en ese momento exacto Hoseok estaba tomando asiento a su lado, y eso realmente le impedía sentir algo diferente a la pura alegría que había experimentado durante la última hora.
—¿Cuánto tiempo tenemos hasta tu casa? —cuestionó el chico ni bien el vehículo arrancó.
—Como cuarenta minutos, más o menos —respondió él, girándose un momento para observar a su familia varios asientos atrás, e inmediatamente apoyó la cabeza sobre el hombro del chico—. No te molesta si voy así, ¿cierto?
—Por supuesto que no.
—¿Y si me duermo un poquito? —aventuró, acurrucándose lo más cerca posible del mayor—. Estoy muy cansado.
—Cierto que anoche no dormiste por los nervios —recordó Hoseok, soltando una risita sutil—. Duerme tranquilo, nene...
—Hobi —llamó, levantando apenas la cabeza para mirarlo, y esperó a que él se girase a mirarlo también—. Una cosita más.
Antes de que Hoseok le preguntara qué era lo que quería decirle, Taehyung no dudó y con movimiento rápido y mucho coraje dejó un beso fugaz en los labios del chico, para luego volver a acomodarse y rápidamente cerrar los ojos (y no ver la reacción de Hoseok, porque se moría de vergüenza). Cuando medio segundo más tarde el mayor le besó la cabeza, sonrió y hasta soltó una risita tímida a pesar del intenso sonrojo que se apoderó de sus mejillas. Luego de eso, no tardó mucho en dormirse.
Una leve sacudida y unas cuantas palmaditas en su cabeza acompañadas por la voz suave de Hoseok llamando su nombre hicieron que se despertara poco tiempo después, cuando estaban a punto de bajarse. Un poco confundido y muy somnoliento, se bajó del autobús refregándose los ojos y bostezando sin parar, los labios abultados y la nariz fruncida constantemente. Claro que no se había dado cuenta de eso hasta que Hoseok no lo mencionó, riéndose sin piedad de su cara de dormido.
—Eso te pasa por no dormir a la noche —lo reprendió su madre, mientras su abuela se reía junto a Hoseok—. Siempre haces lo mismo, pequeño testarudo.
Taehyung nada más refunfuñó como respuesta, incapaz de defenderse más allá del puchero que hizo con los labios, y los demás se rieron de nuevo, incluso los dos pequeños que iban corriendo unos pocos pasos por delante de ellos. Si bien había estado un poco cansado todo el día, ahora que había tenido una siesta tenía aún más sueño que antes, prueba de ello eran los bostezos y el caminar arrastrando los pies.
—Lo estás haciendo a propósito, ¿verdad? —dijo Hoseok de repente, casi en un susurro que sólo él podría oír.
—¿Qué cosa? —preguntó Taehyung, confundido.
—Oh, eres bueno —agregó el mayor, riéndose mientras negaba con la cabeza—. Ir todo dormido, como un osito vago, para que me muera de la ternura.
—Quién es un osito vago —murmuró él, desviando la vista lo más lejos posible para que Hoseok no notara su sonrojo—. No lo estoy haciendo a propósito, dormir ese poquito me dio más sueño que antes.
—Me estás obligando a ser el típico oppa de drama, nene —ironizó Hoseok—. No me dejas otra opción.
Nuevamente confundido ante las indirectas indescifrables de Hoseok (¿o sería porque en serio tenía mucho sueño que no entendía nada?), se giró a mirarlo con el ceño fruncido. Hoseok puso los ojos en blanco, y con una sonrisa cómplice se adelantó un paso para pararse delante de él, doblando un poco las rodillas para quedar más bajo. Al mismo tiempo que Taehyung terminaba de entender a lo que el pelinegro se refería, el chico murmuró una invitación para que subiera a su espalda. ¿Acaso estaba soñando? ¿Hoseok iba a cargarlo el resto del camino hasta la casa, de verdad? Por supuesto que no perdería esa oportunidad, de modo que rápidamente aceptó la oferta y se acomodó en la espalda de Hoseok, dejando caer los brazos a los lados de su cuello y apoyando una mejilla en su hombro.
—Oh, Taehyung —dijo su madre con un tono ligeramente acusatorio y risueño a la vez—. Seguro que Hoseok también está cansado, cómo te aprovechas así de la visita...
—Con un café estaré bien —se apresuró a decir el chico, acomodando las manos debajo de los muslos de Taehyung, sujetándolos firmemente—. ¿Les gusta el café a ustedes? Podría preparar un poco luego de la cena.
—En realidad somos más de beber té, querido —respondió la abuela—. Pero si quieres café...
—Oh, no, no, lo que ustedes prefieran —dijo rápidamente el pelinegro—. Me gusta el té tanto como el café.
Desde su escondite en el cuello de Hoseok, Taehyung sonrió complacido al escucharlo hablar tan amable y educado con su mamá y su abuela, y sobretodo imaginándose que ambas mujeres estarían teniendo una muy buena impresión de su adorado Hobi. El resto de la caminata se la pasó sonriendo mientras escuchaba a su familia y a su novio (¡qué bonito se sentía llamarle así!) hablar sin problemas, dormitando de a ratos y respirando la fragancia tan deliciosa y masculina de la colonia que usaba Hoseok. También abultó los labios un poco más de lo necesario para accidentalmente rozarlos contra el cuello ajeno en besos fugaces para nada intencionales.
Cuando al fin llegaron a la casa unos cuantos minutos después, Taehyung se sintió tentado de rebelarse y exigir que Hoseok lo cargara hasta el último de sus días, pero ya sentía los brazos del chico sujetar sus piernas con cada vez menos fuerza y no quería abusar tanto de su amabilidad. Oportunamente, ni bien apoyó los pies en el suelo de nuevo, su madre abrió la puerta para entrar y una ráfaga blanca mejor conocida como Soonshim se les echó encima, saltando sobre Taehyung con tanto ímpetu que trastrabilló hacia atrás; de no ser por Hoseok que lo sostuvo del brazo, habría caído sentado.
—Soonshimie torpe —la regañó Taehyung con poca severidad, acariciándola y cerrando los ojos mientras recibía los besos del animal—. Casi me asesinas, tontita.
—Taehyung, dios, es tan bonita —dijo Hoseok, incrédulo—. ¡Y su pelo, se ve tan esponjosa!
—Es que toma belleza líquida con todas sus comidas —bromeó Taehyung, tomando el rostro de su mascota para detener su ataque cariñoso y darle un beso en el hocico—. ¡Shim! ¡Atención!
Por supuesto, para Soonshim eso no significaba otra cosa más que seguir moviendo la cola con frenesí y buscando más caricias, como casi todas las órdenes que recibía. Pero ese era un momento muy importante, ¡cómo no!, no había tiempo para monerías y besos. ¡La reina iba a conocer al bufón, después de tanto tiempo! Taehyung se ponía en el lugar de Hoseok y se imaginaba cuán emocionado estaría el mayor, a punto de estrechar la patita de la increíble e inigualable Kim Soonshim.
—Hobi, respira profundo —indicó al chico, que ensanchó la sonrisa aún más al escucharlo, asintiendo con la cabeza—. Acerca tu mano así te puede olfatear.
Obediente, Hoseok acató la orden sin rechistar, colocando el dorso de la mano cerca de la nariz de Soonshim. Ella olfateó por aproximadamente tres segundos, acto seguido se paró sobre dos patas y se precipitó sobre Hoseok, apoyando las patas delanteras en el pecho del chico. Hoseok se sobresaltó un poco, aunque el susto no fue suficiente para borrarle la sonrisa; al contrario, su rostro pareció iluminarse, al igual que el mundo entero para Taehyung cuando escuchó aquella sonora carcajada tan simpática y característica que tanto le gustaba.
—Oh, wow —pronunció el chico entre risotadas, rodeando torpemente a Soonshim con las dos manos—. Parece que estamos igual de felices por conocernos, Soonshimie.
—Aw, le gustas mucho —canturreó un muy feliz Taehyung—. ¡Mira cómo mueve la cola!
—¿Cómo estás, cosita preciosa? —preguntó Hoseok, y nuevamente comenzó a reírse en cuanto Soonshim se puso a lamerle la cara—. Oye, oye, primero invítame a una cita...
Taehyung soltó una carcajada al escuchar la tonta broma de Hoseok, y no pudo resistir el darle un golpe en el hombro por el comentario. El chico le dedicó una sonrisa antes de concentrarse por completo en mimar a Soonshim, que se mostraba más que encantada por ser el centro de atención y recibir tantas caricias de su nuevo amigo. Como si toda la situación de por sí no fuera ya increíble, Hoseok decidió comenzar a hablarle a Soonshim como si fuera un bebé mientras le acariciaba el lomo y dejaba suaves palmaditas en su cabeza, diciéndole cuánto había deseado conocerla y lo feliz que estaba por finalmente hacerlo. Taehyung supo entonces que le resultaría completamente imposible sentirse más feliz de lo que se sentía en ese preciso instante.
Aquel fantástico primer encuentro entre los dos seres que más amaba en el mundo duró cerca de diez minutos, hasta que su mamá se acercó y regañó a Soonshim por molestar al invitado de honor. Para su suerte, Taehyung no había perdido nada de tiempo y tenía una ridícula cantidad de fotos y videos para recordar ese momento por el resto de su vida.
Lo siguiente era la cena, y si bien las intenciones de Taehyung de acaparar a Hoseok por el resto del fin de semana incluían llevarse la cena a su habitación para comer allí mientras veían alguna película, su abuela insistió en que se sentaran a cenar juntos y Taehyung no fue capaz de decirle que no. De todos modos, Hoseok seguía metido en su papel de príncipe encantador y aceptó la propuesta de la mujer de inmediato; incluso se ofreció a ayudarla a preparar todo. Taehyung lo observaba con ojos soñadores desde su lugar en la mesa, codo apoyado sobre la madera, mano sosteniendo su cabeza desde el mentón, sonrisa de bobo enamorado y corazones brotando de sus ojos en dirección al pelinegro. Mientras tanto, Hoseok era todo sonrisas y buenos modales mientras respondía las preguntas que las dos mujeres disparaban a diestra y siniestra a la vez que colocaba la comida en los distintos cuencos que iban sobre la mesa.
—¿Hay alguna comida que no te guste, Hoseok? —preguntaba, por ejemplo, la abuela—. No sea cosa de cocinar eso en estos días.
—Tu mamá debe estar encantada con que la ayudes a cocinar, ¿verdad? —decía su madre—. Mi nieto me ayuda cuando está en casa, pero no es muy hábil en la cocina...
—¿Habías dicho que tu padre es profesor de literatura?
—¿Cómo era tu apellido, tesoro?
—Tenías un hermano menor, ¿cierto? ¿Cómo es que se llama él?
—¿Sí fue amable contigo nuestro Seokjinie?
—¿Crees que Taehyungie sobrevivirá en la universidad el semestre que viene?
—¿Te gustan los perros? Pareciera que sí, por la forma en la que actuaste con Soonshim.
Preguntas como esas y medio millón más, durante todo lo que tardaron en preparar la cena y de hecho servirla en la mesa. Taehyung había pasado todo ese rato sentado, nada más observando debido a que había sido vetado de la cocina a razón de tener un ayudante más eficiente y menos propenso al desastre que él, aunque no le molestó mucho quedarse sin nada que hacer además de dedicarse de lleno a ser un espectador de su familia enamorándose más y más de su adorado Jung Hoseok. Por supuesto que sabía que Hoseok iba a agradarles, pero aún así era gratificante vivirlo y sacarse ese pequeño miedo de encima. Ahora ya sabía que podría invitar al chico cada vez que se le diera la gana, que en su casa estarían más que dispuestos a recibirlo cuando fuera.
La cena transcurrió más o menos de la misma manera, contando también con los dos pequeños que habían caído indudablemente bajo el hechizo de Hoseok. Todos escuchaban con atención cualquier cosa que dijera, más que nada anécdotas sobre la universidad o historias sobre el fin de semana que Taehyung había pasado en Seúl con él o sobre su época de estudiante. También los niños hacían preguntas, aunque más del tipo "¿cuál es tu película de Disney favorita?" o "¿te gustaría conocer a algún superhéroe de Marvel?" y demás cosas por el estilo. Para Taehyung no fue sorpresa que luego les pidieran ir al parque al día siguiente, antes de regresar a su casa, y le encantó que Hoseok no dudara ni un segundo en aceptar la propuesta.
Al acabar la cena, justo a tiempo para beber una taza de té, llegó al fin su padre. Un poco ebrio, Taehyung lo notó de inmediato, pero si acaso Hoseok se había dado cuenta de la tensión que su tardía llegada causó en la mesa (sobretodo a su madre), no abrió la boca. En cambio, se mostró el doble de respetuoso y educado que antes, y pronto se ganó la simpatía del hombre también, logrando que el ambiente se aligerara un poco. Antes de que quisiera darse cuenta, su padre y su novio estaban haciéndose amigos, hablando sobre la universidad, el trabajo e incluso sobre deportes, como si Hoseok supiera algo del tema. Aparentemente sí sabía, lo cual lo sorprendió.
—Les encantaste a todos —observó Taehyung más de una hora después.
Hoseok rió mientras asentía con la cabeza y ponía una expresión presumida, y a pesar de haber pasado varias horas ya en compañía del chico, el sonido de su risa logró erizarle la piel. Habían quedado solos en la cocina, la cena ya terminada y todos los miembros de su familia metidos en la cama mientras ellos dos lavaban los platos. Bueno, Hoseok lavaba en realidad, y él lo ayudaba secando y guardando todo en su respectivo lugar.
—Son todos igual de agradables que tú —dijo el chico—. Ahora entiendo por qué eres tan dulce.
—Hobi, soy el rey de la oscuridad —le recordó él, dándole un golpe en el hombro—. ¿Acaso ya te olvidaste de que casi conquisté el mundo con maldad hace unas horas?
—Tú lo dijiste, casi —se burló Hoseok, y luego de reírse, suspiró—. Vaya, acabo de darme cuenta de algo.
—¿De qué?
—Ahora que ya pasó la obra los chistes de Masin me pondrán nostálgico —explicó el mayor antes de girarse a mirarlo fijamente—. ¿Te das cuenta de que nuestras vidas no tendrán sentido hasta que encontremos otro chiste igual de importante?
—Oh, espinacas —murmuró Taehyung, haciendo un puchero—. No lo había pensado así...
—Espinacas, sí...
—En la obra con mi grupo de teatro no soy malo —comenzó a pensar en voz alta, llevándose una mano a la barbilla en un gesto pensativo—. Bueno, sí soy malo, pero no exactamente.
—¿Cómo es eso? —preguntó Hoseok, confundido, frunciendo el ceño—. ¿Y cuándo es tu obra?
—Como a principios de abril, creo... y será mi última obra antes de irme a la universidad.
—En ese caso es muy importante.
—Lo es —le aseguró él, asintiendo con la cabeza—. Somos malos porque seremos piratas y eran un poco... ladrones y esas cosas... pero tenían un pensamiento más o menos bueno además de eso.
Hoseok soltó una risita tras escuchar su explicación poco rigurosa, pero le dio la razón en lo que decía, y fue lo más lógico que decidieran ver un documental sobre piratas más tarde.
Cuando terminaron de limpiar y acomodar, al fin era la hora de irse a la habitación de Taehyung. Él, por supuesto, había estado esperando ese momento toda la semana, desde que había tenido que separarse de Hoseok en la estación de trenes de Seúl. Estaba ansioso por pasar tiempo con el pelinegro, ver tonterías mientras jugaba con sus orejas, acostarse prácticamente encima suyo para mirar una película y hacerlo reír al imitar a todos los personajes, escuchar su risa con cada broma tonta que hiciera, ver su expresión de sorpresa o de interés cuando leyeran curiosidades, salvarlo de cualquier ataque de arañas... simplemente estar con él, sentir su presencia cerca, ver su rostro y tenerlo ahí, respirando el mismo aire que él, sonriéndole, abrazándolo.
—Wow, tu habitación es exactamente como me la imaginaba —fue lo primero que dijo Hoseok ni bien entró al cuarto—. Y realmente tienes muchas lámparas, nene.
—Trece en total, síp.
—Una cantidad admirable.
—En la pieza de mi hermano está el proyector, por si quieres que nos quedemos allá —sugirió él, un poco nervioso al ver a Hoseok examinando todo a la vista—. Tenemos que llevar mi colchón...
—Uh, ¿cuál de las dos es más grande? —preguntó Hoseok, dándose vuelta para mirarlo mientras sostenía un oso de peluche en una mano—. Supongo que estaremos más cómodos en la pieza más grande, digo.
—La suya tiene menos cosas porque se llevó muchas a su casa en Seúl —explicó Taehyung—. Su colección de figuritas de Mario y el mueble enorme en las que las tenía, por ejemplo.
—¿Esto de coleccionar es de familia? —medio preguntó medio bromeó Hoseok, sonriendo—. Ya, entonces vayamos para allá. Tú lleva todas las mantas que puedas, y yo llevo el colchón.
—Hay mantas allá, Hobi...
—¿Y nos alcanzan para un fuerte?
Oh. El corazón de Taehyung se detuvo por un momento, y luego comenzó a latir dos veces más rápido de lo normal.
—¿U-un fuerte? —balbuceó, conmovido—. ¿Quieres que hagamos un fuerte de sábanas?
—¡Por supuesto! —dijo Hoseok, casi ofendido—. ¿Qué clase de pijamada no incluye un fuerte? Además, tengo entendido que haces unos muy estables, ¿o no?
—Cierto.
(Incluso si no fuera cierto, Taehyung estaba más que dispuesto a seguir un curso intensivo en internet para aprender a hacer los mejores fuertes del mundo para Hoseok).
—Entonces, manos a la obra —apremió el mayor, guiñándole el ojo.
Y así, rápidamente empezaron con la mudanza hacia el cuarto de Seokjin. Tal como había dicho, Hoseok tomó el colchón y lo trasladó a la otra habitación, mientras Taehyung llevaba todas las sábanas y las almohadas. Llevó un buen rato de mover sillas de acá para allá, estirar las mantas, buscar broches e incluso una soga para dar con el resultado final: un hermoso, saludable y firme fuerte que ocupaba casi la mitad de la pieza. Por dentro lograron acomodar los dos colchones pegados, la mesita de noche que sostenía tanto el proyector como todas las golosinas y snacks que aguantara, la computadora portátil de Taehyung y la lámpara de osito que tanto atesoraba. Para rematar, Soonshim ya se había acomodado en la cama improvisada con un peluche bajo la pata, acaparando más lugar del que necesitaba, por supuesto.
—Admito que me quedaría a vivir en esta cosa —dijo Hoseok una vez que terminaron y se paró a observar su obra de arte finalizada—. Definitivamente, eres el rey de los fuertes.
—Soy el rey del mund- ¡oh! —exclamó, abriendo mucho los ojos al recordar algo—. ¡Espera aquí! ¡Ahora vengo!
—¿Qué pasa...?
Pero Taehyung no respondió porque ni siquiera oyó la pregunta completa, ya había salido de la habitación para regresar a la suya a toda prisa y recuperar algo. Sin perder tiempo, abrió el cajón de su escritorio y allí encontró lo que buscaba: la corona que había comprado para Hoseok. Con el objeto en la mano emprendió el camino de regreso a la habitación de Seokjin, donde Hoseok lo esperaba con expresión confundida; antes de que el chico viera lo que traía consigo, llevó las dos manos a la espalda para ocultarlo y le dedicó una sonrisa.
—¿Qué fue eso? —indagó el pelinegro, alzando una ceja—. ¿Qué te olvidaste?
—Algo muy, muy importante —respondió él, y se llevó la mano libre a su pecho para darse unas palmaditas mientras se aclaraba la garganta—. Jung Hoseok, necesito que se incline un poco.
—¿Que me qué? —cuestionó nuevamente Hoseok, abriendo los ojos antes de comenzar a reír—. ¿Qué estás tramando ahora, tú, pequeño travieso?
—Ehem, esta es una ceremonia real, plebeyo —exigió Taehyung, ganándose otra risotada—. He dicho: Jung Hoseok, inclínese.
—De acuerdo, de acuerdo —terminó por aceptar el mayor, levantando las dos manos en señal de rendición—. Lo siento, su alteza.
Una vez dicho esto, Hoseok hizo lo que le pedía y se inclinó, doblando levemente las rodillas. En ese momento, luchando contra las ganas de reírse, Taehyung llevó la corona hacia adelante y la colocó cuidadosamente sobre la cabeza de Hoseok, acomodándola con suma dulzura.
—Jung Hoseok —comenzó a decir, poniendo un tono solemne—, en esta noche lo declaro Rey de Taebi.
Un débil oh escapó de los labios de Hoseok, que rápidamente se incorporó y buscó su reflejo en el espejo que había en la puerta del armario. Mientras se miraba y acomodaba la corona en su lugar, su sonrisa iba creciendo más y más con cada segundo, marcando sus pómulos.
—¿Qué es esto? —preguntó entonces, regresando la vista a Taehyung.
—El regalo que me olvidé de darte en tu cumpleaños —explicó Taehyung, mordiéndose el labio inferior—. Decidí devolverte oficialmente tu lugar en el trono ahora que... um... eres mi novio.
Estaba bastante seguro de que Hoseok no había oído eso debido a que lo dijo casi en un susurro, sonrojado y todo a causa de los nervios. Sin embargo, parecía que no era así debido a que, de un momento a otro, su mano era jalada por una de las manos del mayor mientras que la otra mano la apoyó gentilmente en su nuca, acercando tanto sus rostros que sus labios se rozaban.
—¿Puedo besarte? —preguntó entonces Hoseok conteniendo el aliento, la voz grave y cargada—. Por favor.
Taehyung no respondió con palabras, que en ese momento sobraban, sino que directamente se decidió por terminar de acortar la escasa distancia que los separaba y juntó sus labios con los de Hoseok al mismo tiempo que ambos cerraban los ojos. El mayor ahogó un suspiro de alivio en el beso, sujetando su cuello con un poco más de fuerza cuando él entreabrió los labios y permitió que profundizara aquel beso tan ansiado, tan dulce, tan glorioso. Él también suspiró, y no tardó en llevar las manos a los hombros de Hoseok, conduciéndolas de a poco hacia atrás hasta que terminó por rodearle el cuello. No podía tener suficiente de aquello, quería sentir a Hoseok tan cerca como fuera posible, su calor, su tacto, su perfume, su presencia por completo causándole cosquillas y llenándole el corazón de un amor tan fuerte que le dificultaba hasta respirar.
Lentamente condujo las manos por el cuello de Hoseok y hasta llegar a su cabello azabache, del cual tomó cada hebra, pasando los dedos entre los mechones. Hoseok, por su parte, soltó su mano para abrazarlo por la cintura y acercarlo más, pegando sus cuerpos juntos, y comenzó a acariciarlo por encima de la ropa pasando los dedos con delicadeza y ternura, acorde al beso tan dulce que compartían. No fue hasta que sintió los pulmones ardiendo por la falta de aire que se separó, muy a su pesar, de los labios ajenos, y ambos sonrieron al mismo tiempo. De todas formas, después de eso no se alejó más que lo suficiente para poder respirar, y casi como si lo hubieran acordado de manera tácita, los dos volvieron a acercar los labios para besarse una, dos, tres y mil veces de nuevo; fueron todos besos cortos pero igual de bonitos que el primero.
Y se quedaron así por un largo rato, simplemente abrazados, parados en medio de la habitación. Taehyung acariciaba la cabeza de Hoseok, jugando todavía con su cabello, mientras que Hoseok movía lentamente el pulgar sobre su nuca, dejando caricias suaves sobre su piel. Mantuvieron los rostros juntos al pegar las frentes, las narices de ambos rozándose, y Taehyung pronto se vio frotando la nariz por el rostro de Hoseok, casi como un gatito refregándose para pedir mimos (o al menos eso fue lo que murmuró Hoseok cuando comenzó a hacerlo).
—Podría estar así toda la noche —susurró Hoseok de repente, rompiendo el silencio.
—Pero tenemos que ver el documental de los piratas, Hobi —respondió él, cesando las caricias.
—Es cierto, el documental nos espera —coincidió el pelinegro, asintiendo con la cabeza muy despacio—. Y tal vez podemos ver una película después.
—Me descargué las del rey león...
—Eso es genial, cariño.
—Entonces deberíamos entrar al fuerte para ver todo —sugirió entonces Taehyung—. ¿Quieres?
—Por supuesto.
A pesar de lo que acababan de acordar, ambos rompieron el trato al acercarse en busca de otro beso. Y se rieron juntos al separarse, viendo que eran igual de tramposos los dos.
Un rato más tarde ya habían hecho justicia por aquel acuerdo, y ambos se encontraban dentro del fuerte. Hoseok sentado sosteniendo una bolsa con caramelos, Taehyung acostado y usando la pierna ajena como almohada, y Soonshim echada a un lado de los dos, disfrutando de unas cuantas caricias de la mano libre de Hoseok mientras miraban un documental muy interesante sobre la pirata Ching Shih; Taehyung sabía que esa era, sin lugar a dudas, la buena vida con la que siempre había soñado. Le hubiera encantado disfrutarla hasta que saliera el sol, pero para cuando pusieron la película sus ojos comenzaron a pesarle, luego le costaba siquiera tenerlos abiertos por más de cinco segundos y no podía dejar de bostezar, y antes de que pudiera darse cuenta, ya se había acomodado para dormir.
Nunca sabría si había sido real o si ya se había quedado dormido y estaba soñando, pero de una forma u otra, su último recuerdo era de Hoseok arropándolo y besándole la frente mientras le susurraba un dulce "duerme bien, mi amor".
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