15. "Videojuegos y pintura".


El HyunIn cayó en un profundo sueño luego de charlas recordando el pasado y ciertas travesuras. Ya era de mañana y el sol empezaba a molestar en el rostro del rubio.

Se giró al otro lado, donde dormía plácidamente Jeongin, tan lindo... pensaba el mayor. Luego de eso, se puso de pie y fue al baño, debía cepillar sus dientes.

Jeongin despertó en cuanto Hwang se levantó, miró todo a su alrededor, todo parecía como un día cualquiera a lado de su hyung, era como aquellos días en los que las cosas no resultaban complicadas... Sonrió y siguió al rubio.

Llegando lo encontró con una toalla pequeña en el cuello y su pijama azul, ya estaba cepillándose los dientes, se veía tan guapo aún recién levantado.




—Apenas son las nueve. —Fingió estarse quejando—. ¿Por qué te levantaste tan temprano hyung? —Tomó el cepillo de dientes extra que Hyunjin siempre tenía para él y empezó a cepillarse sus dientes también.


—Porque tenemos planes ¿ya lo olvidaste?




Yang se quedó pensativo, luego su mente hizo clic en el instante que los interrumpió a él y a Beomgyu en la habitación... cierto, había dicho que ellos tenían planes ese día.




—Pensé que era solo un pretexto para que Beomgyu no apareciera en mi casa hoy.


—Pues ya ves que no. Definitivamente ya tenía planeado esto. —Mintió y se dio media vuelta para salir de ahí y pensar mejor en lo que harían ese día.





Jeongin estuvo preguntando durante bastante rato a dónde irían o qué iban a hacer, llevaba puesto el pantalón del día anterior y la camiseta de Jiniret, si iba a salir con Hyunjin quería verse bien, no estar todo apestoso con ropa de cama o la ropa del día anterior.

Hyunjin se negaba a decirle, no tenía claro qué harían, pero primero llevaría al bonito pelinegro a su casa para que se diera un baño y cambiara la ropa que tanto estaba molestándolo en esos momentos.

Los padres de Jeongin saludaron alegremente al rubio, lo querían como si fuera uno más de su familia, ya no recordaban cuántos años hacía que ese joven agradable había llegado a sus vidas, pero a ellos los hacía felices porque era quien mantenía radiante a su hijo.

Yang eligió una camisa de mezclilla de color azul claro, un par de jeans y unos tenis blancos, mientras que Hyunjin llevaba un suéter delgado de color azul rey, jeans y tenis.




—Me gusta cómo se te ve la mezclilla, definitivamente es uno de tus mejores looks. —Expresó feliz el rubio al ver bajando al pelinegro.


—Gracias hyung, también me gusta cómo se te ve el azul rey en contraste con tu cabello rubio.


—Bueno, vámonos. —Empezaba a sentirse nervioso con los cumplidos del menor.





Se despidieron de los padres de Jeongin, quienes ese día se irían a Busan a visitar a la abuelita de Innie. Subieron al auto del mayor sin rumbo conocido, por lo menos para Jeongin.

Estacionaron en "ODDINARY" el centro de juegos más grandes de Seúl, le encantaba a Jeongin, pero no siempre podía ir a ese lugar y Hyunjin lo sabía, quería enmendar un poco el cagadero que hizo el día anterior y pensó que sería una buena idea ir ahí.




—¿En serio me trajiste aquí? Woaahh... te perdono lo que sea, gracias hyung, amo a mi hyung~.




Yang salió corriendo a uno de sus juegos favoritos, dejando con el corazón al mil a Hyunjin... "Amo a mi hyung..." esas palabras taladraban la cabeza del rubio y también aceleraban su corazón... ¿por qué...? No podía estar...

Hyunjin salió de sus pensamientos al escuchar al menor gritándole para que jugaran juntos. De ese modo pasaron gran parte de la mañana en diferentes juegos. Jeongin parecía un torbellino, estaba tan emocionado, cada poro de su cuerpo lo gritaba y Hwang no podía sentirse más feliz de verlo así.

Las cosas se ponían un poco complicadas cuando el pelinegro tomaba la mano del rubio para irse al próximo juego, era como si su cuerpo estuviera más sensible y receptivo ante Jeongin y eso lo mantenía ciertamente nervioso.

Llegaron al último juego del día, eran los carritos chocones. Hyunjin estaba dudoso de subir a ese atractivo, pero no iba a decepcionar a su amigo, así que terminó subiendo y chocando con todo el que se le ponía enfrente.

Al terminar la diversión, Jeongin bajó, estaba tan emocionado...





—¿Por qué brillas tanto...? —Pensó en voz alta y con cara de bobo, estaba completamente perdido en el pequeño Innie.


—¡Hyung! —Lo llamó—. ¿Qué sigue?


—Ah... eso. Bueno, toca ir a hacer algo que me gusta mucho a mí. —Sonrió, cayendo en la realidad.


—¿En serio? ¿Bailar? ¿vamos a bailar? —Rio el menor, no era que odiara bailar, pero le recordaba que eso hacía muy seguido su hyung con Lee Know.


—No. No es a bailar, ya lo verás.





Salieron del lugar, pero antes de llegar a su destino fueron a una tienda de comida, ya era tarde y sinceramente tenían hambre.

Una vez comprada su comida, llegaron a la universidad. Jeongin frunció el entrecejo y le hizo saber al mayor su inconformidad de estar en ese lugar, es decir, pasaban ocho horas del días o más ahí entre semana... no quería pasarlo nuevamente ahí.

Hyunjin sonrió, a él le agradaba cuando Jeongin se ponía a la defensiva o en plan berrinche.





—Toma mi mano y no digas una sola palabras hasta que lleguemos. —Dijo y le tendió su mano. Jeongin lo miró dudoso, pero terminó aceptando felizmente. Y así caminaron por todo el campus de la facultad de artes.




Por suerte, el lugar al que iban se encontraba en el primer piso, ambos odiaban tener que subir escaleras, de modo que quedaba perfecto. Hyunjin sacó una llave de la mochila y abrió la puerta, al ingresar Jeongin entendió que se trataba de pintar. Estaban en el aula de Pintura.

Hwang caminó y colocó dos caballetes y sus respectivos lienzos. Sacó pinturas de varios colores y brochas de diferentes tamaños. Jeongin se dedicó a observar cada movimiento contrario.




—Vamos a pintar algo que nos represente o represente algo importante ¿de acuerdo? —Dijo el mayor—. No importa de qué forma, tampoco importa si no sabes pintar, no voy a juzgar.


—Claaaro, señor experto en pintura, disculpe usted por ser un simple mortal que solo dibuja con circulitos y palitos. —Rio el menor, estaba burlándose, pero en un buen sentido.




Luego de un par de miradas divertidas empezaron con su trabajo del día. Hyunjin fue el que más se tardó, era evidente que un pintor calificado trataría de darle el mejor aspecto a su pintura. Jeongin quería ver, pero el rubio no quería, él deseaba que lo viera cuando ya estuviera terminado.

Finalmente, y media hora después de que Jeongin hubiera terminado, Hyunjin acabó con su pintura.





—¿Listo? A la cuenta de tres volteamos nuestras pinturas. Uno, dos, ¡tres!




Hyunjin se quedó parpadeando varias veces al ver la pintura de Jeongin, no sabía que era tan bueno pintando en realidad... pero no era eso lo que llamaba su atención ahora, o por lo menos no representaba una prioridad.




—¿Qué... es...?


—¿Foxi.ny? —Alzó sus cejas el menor—. No pensé que también te gustaran esas caricaturas hyung.


—Se parece a ti. —Dijo sonriente—. Tú eres importante para mí y no quiero que lo dudes, nunca, ¿de acuerdo?




Dicho eso, se acercó y abrazó a Jeongin, un abrazo ligero y completamente cálido, un abrazo en el que encajaban perfectamente. Aunque el menor estaba desconcertado, Hyunjin siempre le había dicho que lo quería y que era importante en su vida, pero en esa ocasión, se sentía muy diferente... no sabía cómo reaccionar.




—¿Puedes decirme qué pintaste? —Preguntó el mayor.


—¿Tan mal quedó que no es obvio? —Miró decepcionado su dibujo.


—No, Innie, sé lo que es, pero quiero que me expliques. —Acarició su cabellera y éste sonrió.


—Bien... es... es de la ocasión en que me mandaste mensaje en la madrugada, ¿recuerdas que empezó a llover y terminamos ocultándonos? Y ahí...


—Nos besamos. —Terminó la explicación, comprendiendo lo que Jeongin estaba diciéndole con esa pintura.





Cruzaron sus miradas una vez más, la de Hyunjin era tierna y comprensiva, mientras que la de Jeongin era luminosa e inquieta, el tiempo no pasaba en ninguno de los dos, al mayor le gustaba ver cómo resplandecía el iris café contrario y a Yang le empezaba a llamar la atención la forma en la que la pupila del rubio se agrandaba con solo estar así, viéndolo a él...





—Carajo... —Susurró Hwang y cerró sus ojos, sin soltar el agarre del anterior abrazo.


—¿Qué pasa? —Se desconcertó el menor.


—Maldita sea... —Parecía como si algo estuviera doliéndole mucho.


—¡Hyung! ¡¿Qué pasa?! ¿te sientes mal?


—Sé que dije muchas cosas que son contrarias a lo que estoy por decirte, pero con un carajo Jeongin, por favor, bésame.





Yang amplió su mirada ¿estaba diciéndolo en serio? ¿de verdad quería un beso suyo? Estaba dudoso, no quería seguir arruinando su amistad con el rubio, quería aceptar de una vez por todas que él no lo quería igual, pero... ¿y si todo lo de ese día era precisamente para hacerle ver que iba en buen camino hacia el amor con Hyunjin?

Hwang en verdad había estado resistiéndose a pedirle eso, pero desde que lo vio tan resplandeciente en el área de juegos, y luego que empezaron a pintar hubo algo en el otro que, lo tenía increíblemente hipnotizado, cada trazo que parecía estar haciendo y su concentración en ello era maravillosamente adictivo de ver... después el hecho de ver su rostro cuando le dijo que era importante para él... y finalmente ese abrazo que se sintió tan malditamente ideal... luego esa mirada tan perfecta... no pudo soportarlo.




—Hazlo, Innie. —Pidió en voz bajita, tras subir sus manos al rostro del menor y acortar de a poco la distancia.




Jeongin terminó con la distancia de sus labios, simplemente pegó los suyos a los esponjosos del más alto, se sentía tan agradable... cómo sus labios se hundían en los contrarios, piel con piel en contacto, unos labios calentitos y otros fríos...

Ambos cerraron sus ojos y fue Hyunjin quien regresó al abrazo, aumentando la presión de sus labios, suspirando en el proceso como si fuera algo que estuvo esperando durante mucho tiempo.

La danza de besos inició, continuó y terminó cuando los labios de ambos ardían y su cuerpo les imploraba por respiración. Tras separarse, las orbes del pelinegro brillaban con una intensidad mayor a la que tienen las estrellas en un campo, lejanas a cualquier luz artificial de la ciudad... la mirada de Hwang estaba tan llena de tranquilidad y felicidad, como cuando la Tierra recibe a la lluvia después de años de sequía...




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