Capítulo 1
Primera parte
Los días son oscuros desde la llegada del nuevo orden mundial. Cuando despierto el miedo es el único sentimiento presente. Ellos controlan todo, ven todo, lo son todo. Es imposible evitar de pensar que tu libertad fue robada por ellos, porque esa es la realidad.
Hay fotos de lo que alguna vez fue Francia y la verdad era hermosa, la gente, el idioma, todo. Luego de que ellos llegaron Francia se volvió una ciudad; hay muros por doquier para separar a la gente, hay casas pequeñas en donde pueden vivir hasta diez personas si la mujer es muy fértil, pero eso les complica la vida. Todo esto es de un tono grisáceo oscuro.
Mi madre siempre desaparece, viene a verme de vez en cuando, pero al ser una fugitiva de la ley el tiempo que nos vemos es demasiado corto, no puede llamarme para compensarlo, la nueva orden tiene asegurados los teléfonos en caso de que un fugitivo intente contactar para obtener su ubicación y ser detenidos. Esto es una complicación para aquellos que quieren hablar con sus familias, una vez te vuelves un rebellisch no hay vuelta atrás, no tienes derecho a nada y eres tratado como basura si llegas a ser detenido.
En las ciudades sólo podemos estar en las calles cuatro horas, lo suficiente para ir a comprar aire, agua, comida, y si te sobra algo de tiempo puedes juntarte con amigos y pasar el rato. Esta es la mayor complicación para la mayoría de familias que tienen gran número de habitantes.
Mi casa es una porquería, mi habitación es sofá viejo y cuatro murallas con un techo, y como mencioné antes; es gris. Se podría pensar que puedo vivir en una mansión o algo por el estilo al ser hija del vicepresidente, sin embargo él es egoísta, creé que no debe darme nada, eso me hará una luchadora o algo así. Como consecuencia vivo sola, esto es una ventaja si lo vez desde un punto de vista.
Cada mañana debo ir a ese lugar donde compramos lo necesario para vivir. Ellos te lo dan solamente si tu les pagas con objetos de alto valor. Esto es sólo para demostrar superioridad a quienes se imponen a su mandato y para recordarnos que ellos valen más que nosotros, que ellos son todo.
Los días pasan de una forma muy lenta, el clima siempre esta nublado, frío, sombrío. Transmite una tristeza con sólo salir a la calle representando el sentimiento de la mayoría de la gente en la ciudad 2548. No podría decir si este sentimiento es igual en todas las ciudades, no podemos salir de esta una vez entramos, si lo hacemos es considerado traición a nuestros superiores.
Hoy es Lunes, como cada día salimos a las calles y enfocando nuestras vistas al cielo mientras se forma el holograma deforme de el que esta arriba de todos, el líder de la nueva orden.
Su cara deforme por su cantidad de años; tiene muchas cicatrices en toda la cara producto de su gran historial del pasado; su máscara negra se encuentra situada en la mitad baja de la cara, esta con el único propósito de poder respirar.
Cuando los tres hermanos atacaron por su libertad él resultó muy herido, se dice que mientras uno lo sujetaba de los brazos, otro le empezó a cortar el rostr mientras el último lo golpeaba. Decidieron no asesinarlo con el único motivo de que viviera marcado por la eternidad. Desde entonces la seguridad es mucho mayor y se impusieron las órdenes estrictas. Instalaron cámaras en todos los rincones e iniciaron el proyecto "Extermio", este consiste en capturar a todos los rebellisch con el fin de ser sometidos al peor de los castigos.
— Habitantes de la ciudad 2548 —nos comunica con un tono ronco muy grave el holograma— Si están viendo esto les deseo lo mejor para encontrar joyas preciosas y lograr así su supervivencia. Antes que nada debo recordarles las reglas por si alguien intenta romperlas...
Así comienza el día, las reglas son pocas pero son directas, el que las rompe esta condenado a la muerte. Estas reglas son una obligación recordarlas siempre, debemos saber su contenido de memoria. Como habitante de la ciudad yo las sé y también se que todas llevan al mismo final debido a su modificación en el ataque de los tres hermanos.
—...Regla número 1 — Continúa la ronca voz— No deben robar a la gente con la que comparten, si eso sucede será castigado con la decapitación pública... Regla número 2, no intentarán atentar contra el sistema, si eso sucede... Regla número 3...
Las reglas siempre tienen un mismo desenlace para el que las rompe, la muerte pública. Todos valoran sus vidas y por eso la mayoría no se unen a los rebellisch. Nadie quiere morir de forma pública dejando como principales observadores a sus propias familias mientras lloran y se lamentan de lo idiota que fue la persona al romper las reglas.
Una vez termina de decir todo comienza el día de compras. Toda la gente se dispersa de forma rápida para lograr comprar todo lo que deben. La mayoría son familias de seis a ocho personas, pero yo al ser una no tengo demasiado problema con esto.
Camino un rato por entre la multitud esperando ser atendida luego, la gente que no logra ser atendida en el tiempo límite esta condenada a morir.
— Entregue los objetos de valor — me dice el soldado a cargo.
Le entrego un par de aretes que eran de mi madre, debo de hacerlo por más que me duela, dependo de eso. Esto es lo peor se que ellos estén a cargo, debemos deshacernos de las cosas de valor pero hay muchas que su valor son sentimental, hay gente que no a logrado resistir la tristeza y a intentado robar la comida y el oxigeno; pero como dice la primera regla, el que roba es decapitado públicamente.
Él me entrega dos botellas de agua, tres latas de comida y un respirador con tres tanques de oxígeno. Esperaba más debido a que los aretes son de diamante puro, pero parece ser que ellos ahora buscan cosas mejores. A fin de cuentas llevan muchos años haciendo esto y tienen demasiadas piedras preciosas.
— Gracias.— digo al soladado aunque no este satisfecha con lo sucedido, pero no puedo negarme a no aceptar lo que necesito para vivir.
Vuelvo a casa, aún quedan tres horas disponibles por lo que puedo darme la ventaja de salir un tiempo. Me pongo una chaqueta y un pañuelo, el frío de hace cada vez más intenso. Dejo el agua y la comida en congelador que logré reparar y luego camino a la salida.
Me doy cuenta que en una de las paredes hay un cuadro de mucha antigüedad y que tiene un pasado hermoso; mi padre, mi madre y yo nos sacamos esa fotografía cuando tenía seis años, detrás se ve levemente un pequeño zorro asomando mientras que a lo lejos en el cielo hay un dragón negro, quizá es el mismo que vi cuando tenía cuatro pero nunca lo sabré.
Cuando salgo de casa veo que aún hay una gran fila de personas intentando comprar dentro del tiempo y también veo gente corriendo para encontrar algo con lo que pagar.
Camino un rato por las calles mientras mantengo ambas manos en los bolsillos de mi chaqueta. Miro a ambos lados y me dirigo a una pequeña laguna que se encuentra cerca. Recuerdo que esa laguna antes de todo era cristalina, estaba llena de peces y criaturas sacadas de ciencia ficción, pero la nueva orden acabó con esa belleza transformando eso en un lago verdoso, lleno de desechos y sin vida.
En medio del agua cristalina se encuentra el lugar por el que sigo viva; una torre de más o menos cinco metros de altura donde los tanques de oxígeno deben ser depositados cada día para asegurar nuestra supervivencia.
Abro la compuerta principal donde todos los tanques se encuentran juntos cada uno de forma paralela al otro. Veo cual tanque esta vacío, estos los reconozco por la luz roja que emiten al agotarse su oxígeno; inmediatamente lo quito de su lugar para colocar el que aún sirve. Repito el progreso con los otros tanques, pero para asegurarme dejo uno para mí.
Vuelvo sobre mis pasos con dirección a casa. Aún hay gente desesperada buscando por doquier algo de valor. Algunas de estas me miran con odio al ser la hija del vicepresidente pero para otras sólo soy alguien más que tuvo suerte; y sinceramente yo creo que esa es mi realidad "Alguien que tuvo suerte".
Cuando llego a casa me recuesto en la cama. El colchón es duro pero ya me acostumbré a eso, duermo desde hace mucho tiempo en esa cama sola, no es tiempo de dar quejas. Acomodo la almohada e intento conciliar el sueño.
— Hola Sophie — escucho levemente la voz de mi madre.
Levanto la cabeza para verla nuevamente, sé que algún día no la veré más así que debo memorizar cada detalle de su rostro una y otra vez hasta recordarlo por siempre. Observo sus ojos amarillentos, su cabello un tanto rojizo y las pecas que se encuentran en minoría de su rostro.
— Sophie.— me dice mientras acaricia mi cabello.
— Sophie.— Repite dejando caer algunas lágrimas de sus mejillas.
Beso su mejilla y le doy un abrazo mientras pienso «¿Porqué te tienes que ir mamá?» a pesar de saber la razón de su partida duele que no este cerca. Es como si fuera una huérfana, vivo como una, pero al menos mi madre sigue aquí, y me sigue visitando.
Me acomodo en la cama nuevamente y cierro mis ojos. Pienso en todos los bellos momentos de mi infancia que pasé junto a mi madre mientras esta continúa acariciando mi cabello para acto seguido darme un abrazo y susurrar en mi oído:
— Duerme Sophie, mami sigue aquí, no te dejaré mientras viva — susurra suavemente con un tono dulce.
Siento algunas de sus lágrimas caer sobre mi rostro y deslizarse hasta caer en la cama. Ella me ama demasiado pero nuestra distancia es algo difícil.
Recuerdo antes, cuando Francia era un lugar turístico, antes de que la nueva orden llegara. Era en una anochecer, nos encontrábamos en el tejado de nuestro hogar en ese entonces; nos encontrábamos yo, mi madre y mi padre. Disfrutábamos de la vista y éramos felices, lástima que todo eso tuvo que cambiar.
Mi madre deja de acariciar mi cabello. Abro los ojos para ver que sucede entonces la veo salir por la puerta. Se voltea a verme y con sus ojos envueltos en lágrimas me dice:
— Adiós Sophie, espero que algún día estés conmigo.
Quiero responderle pero las palabras no me salen. Quiero seguirla pero estoy agotada. Quiero abrazarla una última vez antes de que parta nuevamente pero ya es tarde, ya no se encuentra en la puerta, ya salió.
Finalmente salen lágrimas de mis ojos mientras veo que su figura ya no está. No me gusta cuando ella se va, me siento abandonada pero al mismo tiempo se que hace esto por un buen motivo y que si todo sale bien la volveré a ver mañana.
— ¿Porqué te tienes que ir mamá? — susurro en voz baja para mí mientras me rompo en llanto en la cama.
— Porqué... — repito en el mismo tono mientras siento por mis mejillas caer las lágrimas.
Cierro los ojos y me recuesto en la cama una vez más, pensando en mi madre, en su rostro; pensando que sigue acariciando mi cabello, me niego a creer que ella se fue pero tarde o temprano lo debo de aceptar, ella partió otro vez, pero sé que volverá.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top