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Los meses se notaron en el vientre de Clariz, deleitándose con los aprendizajes de la madre Raphael y entendiendo las costumbres y ademanes de la familia SkyRed. Clariz sentada en una silla de madera muy antigua, frente a unos libros con símbolos de diferentes épocas, comprendiendo que para ser la madre de aquella niña que veía en sueños debía de estar preparada para cualquier situación extraña.
Con los primeros rayos del sol, la Reina se levantaba radiante para demostrarse que nadie iba acabar con su orgullo con la satisfacción de ser la Reina y la madre de la niña más importante del universo.

El castillo tenía varios sitios, además de las muchas habitaciones que se encontraban distribuida en diferentes direcciones.

Cuando los reyes no estaban en el Salón del trono, se encontraba pintando o siendo simplemente jóvenes.

—Buenos días—saludo Josephine a la pequeña Clariz. Quien respondió con afecto en un gesto a lo que la señora de algunas canas respondió de nuevo. Había estado algo mal — veo qué ya no estás mal ayer tenía la presión baja y eso me asustó— los ojos de Clariz, brillaban con intensidad azul celeste. La joven abrió un pergamino frente a ella uno muy antiguo en silencio era una lámina traslúcida cuando escucho decir a la abuela de su bebé, este pergamino hablaba sobre el nacimiento de la joven y de la niña en su vientre —, tendrás que aprender a manejar tu poder interno "vitalis navitas"

La chica entendía el significado de aquellas palabras, pero no comprendía porque debía despertar tal poder o como lo iba hacer.

—No entiendo la razón de por qué Dios Creador me escogió para esto —guardó silencio. Josephine, se sentó a su lado para explicarle algo que le explicó la mujer que su sobrino.

—Tu sangre es realmente importante para el padre de tú hija —susurro con su mirada oscura a la joven— por eso tu educación fue diferente a la de ellas, tus hermanas y tu madre.

—Si lo sé— torció la boca —, siempre he sido tratada diferente—suspiró —solo ella me puede dar luz.

—Dentro de dos meses, le dirás a mi hijo que será una niña—sonrieron —te haremos un ultrasonido, como se haría si fuera un embarazo normal.

—Esta bien, entiendo lo que me dices.

***

Mientras el rey debía dividirse en el reino y en los cuidados de la Reina, que, a pesar de las recomendaciones de guardar reposo ella no obedecía. Tomando posición de no querer hacerlo e ir a las reuniones con su marido, cono todas las Reinas que habían existido en su Comarca, o sea sus bisabuelas y tatarabuelas, su madre también lo hizo así.

Ella era el lado diplomático de todo y en algunas ocasiones la necesitaban para concertar acuerdos y tratados con los Duques; que debían obedecerle, ella era la mujer más cercana a Dios y sin saberlo los Duques, ella traía en su vientre el alma de Heredera de Los Cielos; aunque miraban mal que la joven reina no estuviera por debajo de su esposo, si no a la par. Como ellos tenían a sus consortes y esposas oficiales, que asistiera a reuniones o que opinara, sin permiso de algún hombre.

Para la sorpresa de todos, aún compartían cama ella estando embarazada. La corte de verdad miraba la unión de esos dos: de la princesa y el teniente como algo inverosímil, que no debía ser estaban rompiendo todas normas pactadas y que de alguna manera ese niño era una abominación. Pues la cantidad de hijos de la pareja era comparada a la lejanía que tendrían las Comarcas para llegar al trono.

Ahora bien, todo dependía del Género del niño y que la gracia de Dios los acompañara a todos.

Las reglas como en el mundo adulto serían dispuestas al recién nacido: si era una niña, le impondrían desde el principio una comarca, la cual sería su familia, sus costumbres. Cómo debía comportarse y demás situaciones.

Si era niño él tendría la posibilidad de escoger a cualquier mujer, en su preadolescencia. En este caso a las princesas se les dirigía en casarse, tener hijos y ser sumisas. Pero en este caso la historia sería diferente, como lo fue con la Reina.

—¡Su señoría! —exclamó el Duque de Uriel Lacc. Un hombre corpulento y gigante que al ver a la reina disponerse al trono, se detuvo en su discurso, esperando a que su Reina se acomodará.

El vientre de Clariz apenas comenzaba a notarse y a pesar de verse tierna, era una mujer fuerte que tomaría las decisiones necesarias, para proteger a su hija a su ángel de Dios.

—¿Qué sucede mi lady? —preguntó el rey con una sonrisa dirigida a la joven —no te llame esta mañana pues te veías tan hermosa durmiendo que lo considere innecesario. Pero ahora que están aquí —refiriéndose al hijo suyo —me alegra que estés mejor.

Para nadie era un secreto que la salud de aquella mujer no era la mejor, pues los tres primeros meses era un poco inestable, cosa natural para una joven embarazada.

«Sabes que te extraño en mi cama», pensó la mujer y de esta manera Clariz se colocó demasiado roja y un poco atorada, por un recuerdo que tomaba fuerza en la noche anterior. Al verla colorada le ofreció su mano derecha para que tomara su lugar y continuar con la reunión.

***

Como habían acordado la noticia del Género de aquel bebé, se sabría dos meses antes de su nacimiento, por consiguiente, un día del mes octavo. Raphael recorría el consultorio mientras que Clariz trataba de tranquilizarlo.

—Tranquilo, cariño —el vientre de aquella chica se veía a punto de explotar y solo era porque Clariz era delgada—. no me imagino cuando el bebé vaya a nacer.

—Ya no me hagas preocupar más niña.

Ella saco la lengua, cuando el doctor apareció observando al joven rey un tanto ansioso, pero era comprensible, aunque todo parecía indicar que era un niño.

El doctor pego una clase de pegatinas en el vientre de Clariz, tres en cada lado, de allí salió una pantalla en 3D. De primera mano se oía como el fondo del mar, cuando el Doctor Angell movió una perilla en su reloj que estaba sincronizado con las pegatinas. Debía de analizar cada uno de los signos vitales del bebé.

—Su corazón suena perfecto—habla mientras miraba como Raphael lloraba y Clariz solo le limpiaba la cara su amor —su desarrollo neuronal está bien, es más parece que será un ser dotado de inteligencia superior—, los chicos suspiraron — y tiene un conjunto de cromosomas XX.

De inmediato Raphael miró a Clariz para decir al poner la mano en el vientre, que se movió de inmediato.

—Es una princesa, ¿verdad?

—Si, es una princesa—. Contesto en suspiro Clariz.

«Mi hija, será la hija de Dios», comenzó a llorar la joven de la emoción y confusión que claramente había en su mente. 

***

En una de esas tardes, del décimo mes después de la revisión semanal del Doctor Real, quien la protegía bastante como si el supiera un ese secreto que el Rey tenía ignorancia, era solo que necesitaban que esa niña saliera en el mejor estado. Raphael estaba escribiendo en un escritorio cerca de la cama real, su esposa estaba recogiendo algunas flores, ya estaba decorando el cuarto de la princesa y siempre era acompañada por Liz o por Josephine además de su antiguo escolta Athos.

En una hoja digital que se parecía a una lámina de aluminio, escribía con un lápiz blanco era una carta a su primo Gerard contándole las noticias que suscitaban en el castillo... Y haciendo una propuesta a su familiar.

"Hermano mío,

Necesito pedirte un favor, el día del nacimiento de mi hija. Me acompañes. Tengo un lugar en la Corte para ti y el pequeño Daniel, como lo supones el cambio de gobierno en un futuro debe darse, Aunque no lo quiera.

Sophia nacerá la próxima semana y con ella una nueva generación de Duques y Condes. Le ofrezco a tu hijo Daniel mi Trono, cuando mi hija ya tenga edad para casarse".

Cuando se iba a ir a buscar a su esposa para merendar escucho unos gritos eso le aturdió un poco haciendo que saliera de la habitación, cuando encontró a su mamá y Athos sostener por los brazos a la chica.

Increíblemente el tomo en brazos y la llevo a la habitación, pidiendo que quitaran las sabanas.

—Respira, mi cielo—habló el teniente con la voz entrecortada esperando a que su madre trajera al Doctor.

Clariz sabía que el parto serio doloroso, pero no creyó que Dios la hiciera sufrir de esa manera y que a duras penas podría respirar. 

«Pequeña Sophia, lo haremos juntas» 

«Te esperamos y te amaremos como nadie»  habló para sí Raphael.


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Yo te esperaba. Alejandra Guzman 

"vitalis navitas" Fuerza vital

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