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Después de aquella, querella los jóvenes Reyes entraron a su cuarto invitando a todos los Duques, que si querían más tarde, se verían para organizar cómo sería el reinado Durante los próximos diez años. Los chicos y sobre todo Clariz estaban cansados, pues al terminar con la discusión con el padre del difunto Michell, las situaciones se tensaron e inevitablemente las comarcas estuvieron a punto de dividirse otra vez.
En el camino, la joven le pregunto a su rey.

—¿Sera que esto es lo que quiere Dios Creador? —Raphael escucho por vez primera inseguridad en su joven esposa—, creo que te metí en muchos problemas, por mi boca.

De inmediato, el nuevo rey, paro el camino haciendo que los guardaespaldas y las acompañantes de su esposa se retiraran con un ademan de su mano derecha.

—Mi niña ¿Te arrepientes de todo lo sucedido? —beso sus labios, ante la negación de su mujer—¿extrañas a los reyes, Jeremías y Antonella? —ella asintió, aunque de cierta manera decía una mentira. Lo que pasaba era que no sabía cómo le diría a su rey, que se convertiría en el padre del Infinitium—mi amada de ojos cielo, yo también extraño a los míos, pero recuerda que muy pronto nuestras familias se unirán en nuestro lecho.

Eso significaba una cosa, mucho amor, pero cuando le iba a proponer algo seductor. El joven hombre la miro detenido en el color de la piel pálida y claramente tenía ojeras.

«No durmió por estar mirándome o más bien no la deje dormir. Reina mía es hora de dormir un poco», siguieron caminando y cuando llegaron Raphael cerro el cuarto, tras él observando a la chica.

—¿Quieres descansar? —preguntó el rey mirando como su reina se tiraba la cama dejando ver las plantas de sus pequeños pies. Clariz solamente asintió sentía nauseas, muchas por cierto —te dejaré entonces sola un momento, descansa te traeré algo de comer y comeremos juntos si así lo deseas.

—No te demores por favor necesito comentarte algo— se acomodó en la cama sentada para quitarse el abrigo recoger su cabello después que su esposo salió la reina se detuvo al frente de un espejo, para decir a la semilla de Dios en su vientre.

«Serás una bendición para mí y para tú padre, pequeña Sophia. Aunque me preocupa tu futuro, tienes tantos enemigos.»

Volvió a la cama, tratando de no pensar en cómo haría para tocar el tema del bebé, le asustaba mucho el hecho que de pronto le acusara de adulterio.
La matarían y lo mas cruel es que se llevaría a Dios en la sábana eterna de la muerte.

***

Las horas pasaron tranquilas, Raphael se encontraba sentado en la cama mirando a la chica dormir. Parecía una un ángel y no entendía la necesidad de protegerla, cuando sintió un cuerpo moverse al lado suyo. Unos ojos azules se abrieron.

—¿Cómo estás? —saludo el hombre con una sonrisa en la cara.
—Mejor, pero estoy algo cansada—habló la chica, recordando que era parte del embarazo. Cansancio extremo.
—Quédate en cama, voy avisarle a Liz, que les diga a los duques, que se aplazan las reuniones hasta que estés mejor Me quedaré contigo—habló tiernamente.

Después de unos minutos, los dos se instalaron en la ternura cuidados mutuamente, por primera vez los jóvenes Reyes se sentían complementados y eso era maravilloso.

Hasta que alguien tocó la puerta y el teniente abrió un poco molesto, pero encontrándose cara a cara con su madre quién de inmediato lo abrazo.

—Buenas tardes, su majestad —Josephine, no podía creerlo su hijo estaba gobernando Tierra Media y eso le alegraba sobre manera. —¿Dónde nuestra Reina? —la mujer, deseaba recordar a la mujercita que le había robado el corazón a su hijo, desde chico.
—La llamaré, espérala en el salón del Trono.
—Los espero entonces—devolvió los pasos.

Al Clariz escuchar que su suegra, la esperaba en su trono se levantó, lo más rápido que pudo. Se organizó el cabello  colocando de su abrigo miró a su amado.

—Vamos—Raphael le tendió la mano a la Reina, caminando juntos—Estoy tan emocionada. Se que tu madre es una sacerdotisa y es la líder de la comarca de Miguel.
—Me alegra tanto, que sé que la llevarán muy bien.

«Ella debe de saber el porqué Dios quiere que sea la madre de su hijo» la ojiazul solo se limitó a sonreír.

Josephine y sus acompañantes se  hincaron, ante la reina y su hijo, el nuevo rey. La hija de Jeremías se puso roja, por el respeto que tenía y más al ver: El gran bastón que su suegra sujetaba en la mano derecha, este era un bastón de plata y oro en la punta de arriba tenía el símbolo del Infinitium, ella sabía que su suegra, tenía conocimiento de causa que era la elegida.

—Su majestad Clariz—levantó la mirada al ver que la chica trataba de buscarle los ojos—. Vengo, desde la Comarca de Miguel, para ofrecerme como su maestra y terminar de agrandar sus conocimientos. También para realizar las alianzas que se harán y protegerla a usted.

«Vine a protegerte, para que nada malo te pase a ti y a la pequeña Sabiduría o como aquí la conoceremos como: Sophia»

La reina sintió los pensamientos de su suegra no podía creer esto otra persona además de ella ya sentía a la hija de Dios.

—Sé nota que su majestad tuvo un viaje largo —la chica con una mirada le habló a Liz—guíen a la madre de nuestro rey hacía las mejores habitaciones.

***


Lucifer miraba, lo que pasaba en la tierra, con la ayuda del bastardo de Lilith, la tarea era realmente sencilla, además sabiendo que estaría más cerca de la hija de su hermano.

—La luz del mundo ya está en la tierra, ¿cierto? —preguntó la reina de la oscuridad, con temor. La relación con Lucifer no era muy buena que digamos.

El acompañante masculino la miró, sacando una moneda jugaba a cara y sello asintió.

—¿Qué piensas hacer Lucifer?

—Debo de esperar a que Esteban haga algo, si no lo hace pues lo haré yo.

Mientras tanto en el paraíso las huestes y los Santos esperaban que Emmanuel dispusiera de sus planes. No estuvieron de acuerdo con lo hecho, mandarla era muy pronto por eso los arcángeles le iban a poner todas las trabas posibles.

—En unos días los humanos se darán cuenta de la presencia de Sabiduría —, el arcángel de la comunicación habló de una manera seria y sensata; en el la cama de Emmanuel. —lástima que te enamoraste de una mujer a la que no puedes amar. Ahora entiendo Luzbel.

—No compares nuestra situación. Tu sabías mis sentimientos.

***

Semanas pasaron y la relación de nuestros reyes era la mejor, de verdad parecía que estaban completamente enlazados.
Pero el estado de salud de la muchacha estaba en caída.

—Liz, ¿crees que ya es hora de decirle a nuestro rey, sobre el hijo de Dios? —preguntó Clariz a su acompañante, mientras ella le colocaba el corsé de color verde manzana.

Justo en ese momento la madre del Rey entraba trayendo una vasija con agua aromáticas. Clariz cambio de semblante, cuando la mujer la giró, justo después de poner el trasto en una mesa baja.

—Sé nota que estas nerviosa —la joven pidió a Liz que se retirará—,y lo entiendo pero debes de actuar un poco y más frente a la Corte, solo hasta que mi hijo sepa de la llegada de ese bebé.

La joven hizo un ademán de sorpresas un poco preocupada y trato de defenderse.

—¿Qué? No creerás que engañe a tu hijo.

—Sé que no lo hiciste. Lo amas demasiado para hacer tal delito —Josephine, se postró en las rodillas para decir —sé que eres la mujer que tiene el fruto bendito de Dios.

—¿Cómo lo sabes? — la cara de la Clariz era casi de color papel, se le bajó la presión. En un momento muy rápido. Las cosas del embarazo eran demasiado difíciles para ella sola.

—Pequeña—le ayudó a sentarse—, soy la Guardiana Suprema.

Los Guardianes, eran las personas encargadas de proteger y ayudar a los Elegidos. Muy pocas mujeres llegaban a ser  Supremas, pues era un cargo netamente masculino. Los Guardianes, en este caso las guardianas, no se casaban y no tenían hijos porque se la pasan toda la vida esperando el momento, en que se hiciera presente Dios o el Infinitium. Los guardianes y la descendencia de estos eran hijos de los arcángeles.

La reina, no lo podía creer, pero en aquellos momentos necesitaba ayuda. Tenía mucho miedo pues poseía gran miedo esto le hizo caer en cuenta que el bebé en su vientre no era cualquier humano.

—Mi bisabuelo era un guardián, yo me crié como guardiana; hasta que conocí al padre Raphael y ya supondrás  que pasó, luego.

La joven mujer miró sus manos y los nervios se hicieron notar. Ella era buena sabedora de que su matrimonio con él hombre que adoraba, de cierta manera era arreglado y por eso fue si lo aceptó y lo amo desde toda la vida.

—Puedo preguntar —la mujer de más años asintió —¿Qué tengo que ver yo en todo esto?

—Hija mía, tienes a la futura heredera del bien y del mal. En tus entrañas.

Ahora comprendía todo, por sobre todas las cosas, la diferencia en sus crianza, a sus hermanas las criaron para ser buenas esposas, a ella le dieron le deber de ser la Heredera al Trono de Sion.

De repente la joven comenzó a llorar, comprendía que sus padres estaban lejos y que jamás le contaron esa parte de la historia, que estaba embarazada de algo que no sabía a ciencia cierta que era. Todo eso de alguna manera la limitada, la vida le dio muchas vueltas en pocos meses y no se había sentado a meditarlo.

—Tienes miedo, ¿cierto? — habló la madre del teniente, tratando de hacerla comprender que no estaba sola en todo ese proceso por continúo — de alguna forma extraña el ser que tienes dentro de ti, te protegerá y te amará bastante eres su madre siempre lo ha sido—la mujer noto que era mucha información para la joven. Cuando se desmayo. —¡Hijo mío! —la mujer llamó a su hijo, quien apareció lo más rápido posible.

Estaba tan preocupado que no habló mucho hasta llegar a su cuarto con la mujer en sus brazos.

—¿Qué le sucedió? —él escuchó con atención que estaban conversando y de repente cayó sus brazos —Mi amada, niña espero que todo esté bien. Abre tus ojos, por favor Dios Creador, ayúdame.

Al ponerla en cama y decirle a su madre que llamará al médico real.

Cuando Josephine vio a su hijo llorar, le dio tranquilidad con un abrazo. Los minutos pasaron y ella despertó rodeada de su familia, y el médico.

—Su majestad, ¿ha estado usted muy agotada?

—Si doctor.

—¿Hace cuanto no le llega la regla? —Clariz se puso muy roja.

—Me debía de llegar hace unas semanas,después de unirme con nuestro Rey.

Rápidamente el ambiente cambió y más al escuchar decir.

—Sus majestades Clariz y Raphael, les tengo una nueva nueva: parece ser que muy pronto llegará el primer príncipe de su unión.
El doctor preguntó.

—¿Cuando se les dirá a las demás comarcas? —Fugazmente la joven protegió su vientre, pues sabía que la Orden y la Corte,tratarían de buscar el medio para acabar con su reinado apenas instalado.

—Esperaremos unos días, hasta que mejore —habló Clariz.

Después el silencio hizo que las mujeres se preocuparán un poquito y más la joven madre nueva.

—¿Estás enojado? —preguntó Clariz
Raphael, quien la miró extrañado.

«Me estas dando la felicidad más grande y tu me preguntas esto. ¿Quién crees que soy? Amor mío»

Él lo negó y besando la cabeza de aquella niña. Pidiendo a las personas que se retiraran Luego se subió a la cama.

—Clariz no lo estoy.

—¿Estás asustado cierto?—el joven acomodado asintió.

—Yo también lo estoy, amado mío.

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