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En el paraíso los siete arcángeles que se encontraban a la diestra de Dios creador, sentados en una mesa larga departiendo tranquilamente, esperando a que su padre diera permiso para degustar los alimentos, traídos por Uriel desde la tierra. En esa ocasión, padre no se encontraba allí, estaba en el Trono con su segundo hijo y heredero por orden: Emmanuel.

—¿Por qué tarda tanto? —habló desde una esquina Rafael, de unas alas muy grandes, cuando mirando a Luzbel pronunciando—Ve por ellos, pequeña.

Luzbel se levantó de la mesa, para llegar más rápido uso sus alas, mientras que iba hacia el trono, no pudo dejar de pensar en Lucifer y en los días pasados, cuando el la trataba como su todo, a pesar de ser concebida al talento femenino, Lucifer fue quien le enseño a usar el arco y la fecha, sin contar las veces que le regalaba coronas de flores y besos dulces. Pero todo se acabó, en el momento que tomó a Lilith y fue a gobernar en las tinieblas, proclamándose a sí mismo, cómo "príncipe de las Tinieblas", ella sabia que estaba mal, añorarlo, pero al verse sola sin él y entender que la había abandonado, para siempre le dolía bastante.

Cuando ya estaba cerca del trono que se situaba en el centro del paraíso, decidió caminar tan rápido como podía, pero sintió, algo escalofriante, como si dios ya no estuviera con ellos o se hubiera esfumado para siempre. Iba a averiguar qué era lo que estaba pasando, porque estaba segura de que sus hermanos y hasta el mismo Lucifer en los infiernos, sintió esa misma angustia, además tenía claro que pasaría si Yahveh, desaparecía Satanás igual haría lo mismo, dejando de esta manera un descontrol terrible.

—¿Qué haces aquí, pequeña? — era la voz de Emmanuel detrás de ella, asustándole. Emmanuel vestía de túnica azul y sandalias.

—¡Ema! —miraba al trono vacío, para después dirigir sus ojos oscuro a su hermano mayor—¿Dónde está padre?

—En sus aposentos— la mirada del hijo de Dios, no se veía como algo natural, era como si guardará la oscuridad eterna, ¿Seria el veneno de la serpiente que lo había consumado? El arcángel, no podía creer lo que su mayor decía y más al tentarla a desobedecer —si no me crees puedes ir a buscarlo —alzando una ceja, esperando que la princesa celestial dijera algo—Luz, sé que me odias, porque, por mí tu amado Lucifer ya no gobernará

No te permito que hables él en mi presencia, pensó la joven con el dolor en el alma. Emmanuel se acercó bastante a la chica, haciendo que soltara su arco y flecha, asustándole, parecía que sus facciones hubieran sido dañadas y la luz de sus ojos opaca se encontraba.

—No te acerques a mí —dando pasos hacia atrás, tomando desde luego su arco y flecha — sé que planeas algo negro y voy a descubrir que es.

—Tú crees que te van a te creerán—Emmanuel la miraba con rencor —sabiendo que eres una traidora, por amar al príncipe del mal.

—Te lo repito, no hables más de Lucifer —la princesa Celestial dispuso salir de allí, para comenzar a llorar y decirse.

"¿Por qué no estás aquí, Luci?"

***

A pesar de los años, de los siglos y los pecados que Lucifer cometía con los demás ángeles caídos, y demonios, el corazón puro de aquella princesa le pertenecía y aquel demonio, si que lo sabía. Recordando  la "primera Era", si aquella donde Emmanuel vivió como un humano entre los hombres durante 33 años. Hasta que quiso volver al paraíso, haciendo que ellos crearan una doctrina que duro hasta la decisión de padre.

Ella sabia que no podía estar allí, por eso y a pesar que a padre no le gustará, debía alejarse de su hogar, además así podrían estar más pendiente de la tierra y sus alrededores. De esta manera hablo con Gabrielle.

—¿Dónde estabas pequeña? —la voz Gabrielle era definitivamente dulce y compasiva.

—Busqué a Padre y no le encontré.

—Yo tampoco me he comunicado con él.

Luzbel, dijo apretando las manos y de pronto su hermana mayor no le entendería, pero necesitaba decirlo.

—Me iré a tierra media—Acto seguido la más joven de los arcángeles del cielo, decidió salir del paraíso—no puedo estar aquí, sintiendo todo esto, Gabrielle aquí está pasando algo muy malo. — necesitaba pensar y entender lo que pasaba—Estoy casi segura que todo esto tiene ver con Emma y Luci.

***

Por eso descendió a su comarca transformándose en una simple humana, aunque de la Orden siendo ella una duquesa, algo muy en fondo le decía que Magdala,  ya estaba otra vez en la tierra, esperando por su hijo.

Escrito estaba:

"La madre de la luz y la paz llegara en silencio tocando los corazones de sus siervos, cuando el sol y la luna se den el primer beso del año"

Mientras tanto en el infierno, Lucifer sonrió sobre manera olía a Luzbel desde lejos, el dulce aroma que Lilith no tenía, aquella aura le estaba poniendo inquieto, moviéndose de aquí para allá en el trono oscuro. Aquello se confirmó cuando llego Asgar, uno de sus más fuertes tenientes, arribo de la nada. Cuando escucho unos pasos rápidos, sabía de quien era uno de sus demonios favoritos, del reino de la Ira.

—¿Por qué estás en la tierra mi paz? — la pregunta era obvia, además ya no sentía a su padre, ni al dios que era su rey, a Satanás, se encontraba solo en el trono que había ocupado por siglos y lo más seguro es que su hermano tendría que ver con esto.  Entro hablando con una voz respetuosa pero apresurada.

—Señor, tengo noticias desde Tierra Media —Asgar, era un demonio corpulento de piel morada oscura y cuernos medianos—Hay rumores que en la princesa Luzbel está en su comarca y la energía de Satanás, no está.

—Tenía razón—parándose de la nada, sorprendiendo, a su subordinado—Emmanuel quiere ser "Dios Creador" y para eso quiere enviar a la tierra su primera reencarnación—su mirada delataba sus pensamientos.

—¿Mi señor ira a la tierra?

—Claro que sí, es más te voy a ordenar algo —habló Lucifer poniéndose su abrigo, para tapar las cicatrices en la piel y de esta manera no asustar al arcángel —trasfórmate en mí y ve a entretener a Lilith, a la reina.

"No quiero ni pensar la batalla campal que se armaría entre ellas", reflexionaba el príncipe, desintegrándose en una niebla negra, que iba desde los pies a cabeza y sin pensarlo mucho en un microsegundo estaba en las puertas de un palacio con estilo árabe.

En la comarca de Luzbel, el ente celestial peinaba sus cabellos negros, con conocimientos básicos de cómo llevar un cuerpo humano y tenía bastante claro que parecía una joven de 22 años, aunque tuvieran más de lo de lo que aparentaba, realmente no era muy vanidosa, pero sabía que tenia que seguir algunos parámetros normales en la tierra, además no debía dejar que las personas la vieran con las alas. En la tierra pasaba más rápido el tiempo y si de algo estaba más que segura era que Padre Creador, no estaba por esos lares o que algo muy malo había pasado, porque a él le gustaba su presencia en el cielo, nadie la había venido a buscar.

"Así son los sentimientos humanos" Cantaba para si en su propio castillo, pero algo la acongojó. Era ver a su querido.

—Es complicado esto de las emociones, ¿verdad mi paz? —preguntó una voz profunda detrás de ella, haciendo que de la nada tomara su arco y flecha, reconocía su corazón puro en ese acento.

—¿Que hacéis aquí, Lucifer? —tenía dolor y amor, res que no podía negarlo se puso demasiado feliz al verlo.

De inmediato y antes de que ella le disparase en la cabeza, se acercó a ella abrazándola, sabía que la amaba, pero dios creador lo había alejado de ella, de su "paz" o más bien su hermano lo hizo con conciencia, aquello realmente le molestaba.

—Suéltame, te lo pido—hablo la mujer, que vestía un lino muy fino, haciendo que su piel trigueña vibrara hacia el príncipe, de inmediato los cielos y el clima en la comarca habían cambiado; por una lluvia espesa.

Él la soltó, para atrapar sus labios en los de ella, sintiendo su aliento, tan dulce y cautivador. Mientras ella se dejaba tentar de tal manera, por su ser y a pesar de que era su enemigo, lo adoraba, por eso y sin querer comenzó a llorar.

—Mi dulce paz, no sabes cómo te extraño —hablo sintiendo como su corazón humano palpitaba tan fuerte por ella, de esta manera la beso en frente, sentándose con ella entre las piernas—¿puedo saber que está pasando en casa?, hace unas semanas Padre no se siente.

—Ni el Señor de las tinieblas tampoco—Lucifer la miro, hechizando ese cuerpo, esa mirada y el alma de pura. Ella se sentía atrapada, pero era un hechizo que no dejaba de gustarle, de seguramente él le ayudaría.

—Mi poder — la intuición de este sentido hablaba por ella—me dice que Emmanuel está planeando algo.

—Y ¿ese algo es? —necesitaba confirmándole.

—La sucesión del Trono.

—Eso es cierto, sabes que Satanás también morirá—aquello, le daba la razón de más, para entender que su hermano le estaba dejando el poder — y yo tomare el trono del Rey oscuro, de alguna manera ya no podré volver a verte.

—Lo sé—se paró de las piernas de él —no sé qué piensa tu hermano mellizo, Luci.

—No me recuerdes eso —la jaló con la mirada a su costado —no me recuerdes que ambos venimos del mismo lucero.

Luzbel, se quedo en silencio por un momento para tomar valentía. Rompiendo las reglas.

—Dame un beso—se acercó un instante a él tan cerca de su boca —y por favor vete.

—Te daré un beso, pero no te dejaré —besando a esa mujer, zafando el lino de color violeta, para que las alas de ella alumbraran con una intensidad bastante grande —llevo bastantes siglos sin ti, mi paz —corriendo el largo cabello de Luzbel besando su cuello, deshaciendo también su abrigo.

Ambos estaban embriagados. Lucifer se acostó debajo de su princesa estrujando las caderas de aquella mujer, haciéndola estremecer.

—¿Qué te hizo todo eso? —pregunto Luzbel, encima de él, haciendo referencia a las heridas y cicatrices.

—No preguntes cosas que te harán daño.

***

Los días terrenales pasaron y en el paraíso, más propiamente en el mirador Universal. Emmanuel se deslumbraba con la belleza de una mujer, esa chica de piel de porcelana y ojos llenos de amor por su tierra Clariz Richard, princesa y heredera al Trono.

—Miguel y Gabrielle, ellos deberán ayudarme —puso sus pies en camino.

Gabrielle estaba sentada, observando la comunicación entre los animales, mientras Miguel combatía contra su propia sombra. Sobre la desaparición de su padre, cuando Emmanuel apareció dando órdenes, prepotente.

—Tengo que hablar con ustedes dos—Los dos arcángeles se miraron extrañamente, pero no por eso dejaron de hacer sus cosas—Necesito que tú Gabrielle mandes un ángel para mandar a la siguiente reencarnación de Dios padre —fugazmente los dos dejaron todo tirado, para escucharle —y tu Miguel, crees la manera que un hijo tuyo cuide la reencarnación.

—¿Para qué quieres hacer eso? —preguntó Miguel furibundo por el tono de la voz, soltando la espada de muy cerca de él.

—Dentro de muy poco tomaré el Trono...—Miguel y Gabrielle, comenzaron a sentir un muy mal presentimiento—como dios creador y Lucifer será el rey del infierno, considero que ya es tiempo—sonrió con una voz que dejaba entender que ese proceso ya estaba cerca, para cumplirse.

—¿Dios creador no ha vuelto a salir de sus aposentos?— preguntó la mujer, la cual miraba de una forma muy dura a Emmanuel.

—La verdad no—mirando sus uñas, sin importancia alguna—me dejo encargado de todo—les clavo los ojos a los dos—así pues, que deberán obedecer mis órdenes.

Miguel Y Gabrielle, sabían que si Emmanuel tomaba el Trono y la reencarnación de este llegaba a la tierra, tendrían que combatir contra Lucifer y eso realmente no les interesaba, mucho que digamos.

—Iré a buscarlo—Miguel de inmediato exploto—tú no puedes venir aquí a mandarnos. Rápidamente el arcángel Gabrielle, se interpuso entre ellos.

—Y lo dice el que él impone órdenes a diestra y siniestra—habló el futuro gobernante—dejándome morir.

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